AUTOR: ARGENIS RODRÍGUEZ
Uno llega a la ciudad muy joven. Uno no tiene recursos ni quien le ayude. Uno tiene que abrirse camino como pueda. Trabaja en lo que sea. Se viene con grandes ilusiones. A uno la dura vida no le importa nada. Todo eso será barrido por la fuerza que emana de uno. Uno es todo un hombre lleno grandes proyectos que algún día (no hay la menor duda) se realizarán. Uno, de joven, soporta los golpes como si no fueran golpes. Uno se ríe. ¡Al diablo con todo, conmigo no hay quien pueda! Uno llega a la ciudad con toda esa fuerza que emana de uno. Uno duerme en garajes, trabaja en talleres mecánicos, uno lee, por la noche hace de guardián nocturno. ¡Ya verán quién es uno! Si se va a un cine uno se dice: “-¿Qué hago yo aquí? Yo debería estar leyendo, preparándome para realizar eso que con seguridad tendré que hacer”. Y uno salta y se encierra en un cuarto. Al otro día el dueño del garaje le dice a uno: “- ¡Vamos, te vas, no haces sino irte por ahí a leer y a perder el tiempo!” Y uno se retira sin preocuparse. Uno es un joven fuerte, capaz de llevarse todo por delante. Entonces se va uno de vendedor de periódicos, trabaja de librero, se mete en un partido político de esos clandestino que atraen la imaginación de un joven se alegra de sentirse perseguido, arriesgándose una que otra vez. Para el joven no hay más que ideales. ¡Eso servirá para escribir… Uno debe pasar por todo. ¡Si pasamos por todo, a qué hemos venido aquí! El joven cree que se levanta. El joven ha contribuido con un granito de arena a tumbar una dictadura. ha distribuido propaganda, ha lanzado botellas de gasolina, ha visto una bala que por poco no le da, infinidad de veces se ha lanzado al suelo porque han disparado contra él. ¿Esto es la vida? ¡Al diablo! Uno almacena cosas, sensaciones. ¡ya verán! El joven hasta se enamora, sacrifica el tiempo de la lectura y se enamora. El joven se vuelve loco. Todo lo toma en serio. A vida o muerte, aunque no se dé cuenta.
Acaba casándose. Después más tranquilizado escribe su primer libro. Se alegra cuando ve que su nombre aparece en los periódicos. No duerme. Quiere hacer más. No ha hecho nada. ¡Ahora sí van a ver! Se presenta otra perspectiva. Hay violencia. Hay pensamientos como estos: “Se debe predicar con el ejemplo”. Etc. Y el joven vuelve a las andadas. Deja mujer e hijos y se va al monte, a las armas. Regresa del monte y hace el “trabajo” en la ciudad. Allana las casas de los guardianes del régimen en nombre del régimen. Esto es lo que le gusta. Para eso sigue siendo joven y ahora es cuando va a dar… sí, con sus huesos a la cárcel. O a otro país, con apenas ocho dólares. ¿Pero eso qué importa? ¿Acaso no sigue siendo joven? ¡Qué hay más poderoso que la juventud! El joven se coloca de corrector de pruebas de un diario de izquierda y por las noches escribe. Ya hasta se enamora y es correspondido. Las mujeres le dicen fanfarrón y él levanta la cabeza y se ríe. ¡Sí, al diablo! ¡Sí, es un fanfarrón! Tiene derecho a serlo.
Y aquel joven publica su segundo libro. El tercero, que tiene éxito, el éxito que un escritor puede conseguir en estos países. ¡Se vende la edición pero no gana un centavo! ¡Bueno, pero qué importa se es joven y ahora cuando falta! ¡Todavía no se ha hecho nada! Y adelante. Se ha detenido por la escritura. Al diablo con la política, al diablo con todo. Y escribe, asunto que en estos países es no trabajar. Sigue levantándose como puede, ante los tropiezos. ¡Pero eso no se siente! Aún hay esperanzas. no se ha llegado a la edad esa en que se dice “fuera todas las esperanzas”. y viene otro libro, y otro, y otro en plena juventud. ¡Todavía sigue siendo joven! ¡Pero cómo pega todo esto en su momento! Se titubea. Empieza a maldecir, a atormentarse, a creerse un frustrado, un don nadie por nadie recibido. ¿Es que usted no se ha dado cuenta en qué país nacido? ¿De qué le sirvieron las lecturas? Y a setos súmese los desengaños. Y los golpes que le dio su propia gente. ¿Quién iba a creerlo? No se ha hecho nada. Todo ha sido una equivocación. No se ha conseguido nada sino amarguras, y se está peor que cuando se comenzó, mucho peor; ya no se es joven, ya no se tienen fuerzas, ya no se confía en sí mismo. No hay más que una salida y esa salida es terrible, como un pozo oscuro del que ya no se va a salir. De esto se va tomando conciencia. ¿Para cuándo lo vamos a dejar? ¡Esto ha resultado una horrenda travesía!

















