AUTOR: Argenis Rodríguez
El 25 de mayo de 1896, Augusto Strindberg, loco, escribía de esta manera: “Me produce un verdadero placer un bebé que llora día y noche, haciéndome retroceder a mis buenos tiempos cuando la vida me sonreía entre los treinta y cuarenta”.
¡Increíble, porque la vida de Strindberg era un infierno! Strindberg, escritor sueco, fue desgraciado en su infancia, en su juventud, madurez y el final de su vida. Él mismo describía día a día lo que tuvo que sufrir. Inspirado en un libro Jules Vallés habló de su nacimiento, de su falta de padre, de su misería. Después en su juventud lo que en INFERNO consideró lo mejor de su vida, escribió AUTODEFENSA DE UN LOCO y habló de su primer matrimonio, de los celos que padeció por su mujer a la que atisbaba por la ranura de la puerta, a la que golpeaba y ala que por poco ahogó a las orillas de un lago. ¡Feliz! ¡Ahora veinte años después, dice que había sido feliz!
Estamos en París de 1896. Strindberg es famoso en su patria, Suecia, pero allí no puede vivir. Le han hecho imposible la existencia por sus escritos. Escribió contra la liberación femenina y las mujeres han formado ciertos comités. Han escrito contra él y lo han ridiculizado tildándolo de cornudo. Entonces ha tenido que irse y se establece en París con su segunda esposa. Esto dura poco. Strindberg está loco. Un buen día conduce a su esposa a la estación del Norte, se despide de ella y no la vuelve a ver más. Strindberg se duele de ello. Ya lleva dos años que no la ve, ni a ella ni a la hija. En 1987, aún no sabe de ninguna de las dos. En 1986 que abarca todo el diario de París, anda viendo visiones. Le da por hacerse rico inventando una fórmula que le permita descubrir oro. Se siente perseguido por un ruso. Los mesoneros no le atienden bien. La gente lo trata como a un mendigo. Sin embargo, aún vivirá y volverá a casarse por tercera vez. Y a también a divorciarse. Lee y relee el “Libro de Job y las lamentaciones de Jeremías”. Se queja de una úlcera incurable, está abrumado por la miseria y presiente que los amigos lo han abandonado. Dice con Jeremías: “¡Casi he olvidado lo que es la felicidad!” Piensa que alguien lo persigue para asesinarlo. Busca también consuelo en “Séraphita” de Balzac. “Séraphita” le recuerda a Swedenborg, “considerado como un charlatán, un loco, un lúbrico, en su país que es también el mío”. Va a la exaltación y llama “gigante angélico” a Swedenborg.
Strindberg busca confianza en los soñadores y en los que se lamentan. Siente horror de sí mismo. Piensa reanudar su vida en el más allá, ya que la vida terrestre le repugna. Dice: “Desprecio la tierra, este mundo inmundo, a los hombres y sus realizaciones”. INFERNO es el libro cumbre de Strindberg. Es un libro escrito en medio de la locura y la soledad más atroz. Se cree un hombre puesto a prueba por el Eterno. Considera que sus sufrimientos lo harán digo en una nueva existencia después de su muerte y que será su verdadera libración. Sin embargo, al final termina maldiciendo a Cristo. Exclama: “¿Por qué ha sido castigado de una forma extraordinaria el autor de este libro, INFERNO?”. Y Strindberg que no pagó cárceles, ni reales persecuciones ni sufrimientos corporales, se quejaba de todo corazón. Strindberg lo que padeció fue una absoluta soledad, una falta de confianza y una duda interminable.

















