1 de Agosto – Viernes
Carlos Noguera se gana el concurso de cuentos de “El Nacional”.
Ganas de no escribir más para la prensa y dedicar mi tiempo completo a una novela. ¿Pero de qué como? ¿Cómo hago? ¿Será M mi salvación? Leer a Dostoievski.
Por la mañana oigo a Bach. Y por la tarde parto hacia el sur.
Fui a “El Nacional” a llevar una nota que escribí para que lo publiquen la próxima semana. Allí vi a Luis Alberto Crespo. Se me acercó, me saludó y me dijo: “Yo no soy primo de Eddie Morales”. Después se fue.
Yo entré a la oficina de Barroeta y en eso llegó Sanoja. Yo lo saludé esperando que no me saludara. Pero me saludó y, con la cabeza gacha, imposible de dominarse, me dijo: “Y que atacaste a Gustavo?” Le dije que sí. “Esta bien que ataques a unos cuantos comunistas-, prosiguió-, pero a Gustavo no?” Le respondí que yo había atacado a Caldera, a Leoni a Betancourt, que aquí había muchos ídolos. Me respondió que Gustavo no era ningún ídolo y que Gustavo tenía 70 años de vida revolucionaria y que había invadido por Coro y que había escrito ese libro en la cárcel. Nos callamos de pronto. Antes me había dicho que me iba a responder o a atacar. No sé. Esto es una lucha dura.
M me regala “Los aires del presagio”, de Ramos Sucre.
Leyendo “Los aires del presagio”, de Ramos Sucre.
Ramos Sucre se suicidó por el insomnio, que, según decía, le liquidaba sus facultades mentales. Como Hemingway. Lo que les importa es no perder la lucidez. Lo demás no vale nada. La vida es un sentido con su locura. Ramos Sucre se burlaba de las gentes llamándolas Su Alteza, o Su Señoría. Cuando le dijeron que habían publicado sus obras completas no hizo ningún gesto. Apenas si sonrió cuando le mostraron un ejemplar.
Compro “Bruno”, de Schelling.
Lectura de algunos poemas de las “Obras”, de Ramos Sucre.
Creo que escribí un artículo que titulé “Final y perspectiva”.
Y los sufrimientos de Ramos Sucre: No podía dormir y pensaba que perdía sus facultades mentales. Se estaba debilitando. Los médicos descubrieron una enfermedad profunda. Pasaba las noches en vela, acostado, sin moverse para ver si conciliaba el sueño y no podía. En la clínica en la que se internó no pudo cerrar los ojos. Su última carta para Luis Yépez así lo decía. Eso fue en marzo, el primero de marzo de 1930. El 13 de junio del mismo año se dio muerte. Hizo lo propio que Nerval, su admirado Nerval. No alcanzó la serenidad de Goethe, a quien admiraba. Su hundió en las sombras como aquellos otros alemanes que también admiraba. O como Edgar Allan Poe, de quien tomó prestado el nombre de Valdemar para escribir un poema en prosa de singular belleza. Nadie jamás antes en Venezuela, por supuesto que es donde si apenas lo conocemos, había dicho esto.
Yo, como Ramos Sucre sufro de insomnio. En París no dormí una sola noche en varios meses. Me acostaba y amanecía despierto. Ya estaba dispuesto para la muerte. Pero afortunadamente no conocía las pastillas. En Madrid tampoco pude dormir. Tomé demasiado, y tampoco pude dormir. Vomité mucho. Regresé. Aquí creo que dormí. Luego fui para Bruselas y allá dormía una que otra vez. Estaba mejor.
2 de Agosto. Sábado
El crítico, para tratar una obra de arte, debe estar impregnado del mismo espíritu que analiza. El crítico, para tratar de descifrar a un escritor debe estar impregnado de los mismos sentimientos o así creerlo. El crítico para estudiar a un determinado autor debe antes leer todo lo que aquél autor leía.
Compro, para releer, “Kappa”, “Los engranajes”, de Ryunosuke Akutagawa.
Idea de comenzar una novela y sólo escribir para ganar algo con las notas de “El Nacional”.
Releo “Los engranajes”, de Akutagawa. Me gusta más. Influencia de Strindberg. Pensar en escribir algo semejante.
El Drama de Ramos Sucre.
Empiezo a leer “Kappa”, de Akutagawa.
Domingo, 3 de agosto
Sale en “Últimas Noticias” un relato que titulé: “Ahora todo está intranquilo en esta tierra”.
Voy con M al parque del Este. Allá comemos unas arepas con sardinas.
Ahora son casi las dos de la tarde. Voy a leer un rato.
Por la mañana he leído a Ramos Sucre. Idea de escribir un ensayo: “El Drama de Ramos Sucre”.
En una nota de “El Nacional” firmada por un tal Lovera de Sola leo que los cuentos de “Entre las Breñas” son reaccionarios.
Llueve de manera magnífica. Yo leo “Kappa”.
Noticia: dos jóvenes de 16 años se suicidan porque los separan. Tenían amores y los padres de la joven se oponen a las relaciones. La joven se encierra en su cuarto y se suicida ingiriendo un veneno para bachacos. El novio lo sabe y corre hacia la morgue y allí abraza a su querida y llora. Después de declarar en la policía va y se suicida con el mismo veneno. Romeo y Julieta.
Pienso en Novalis: pensaba dejarse morir de dolor después que Sofía murió. Yo no pensé que esto ocurriera en esta época. Pero claro, tenía que ser en un pueblo, no en una ciudad, en la que uno se olvida fácilmente por las distracciones, el tiempo, todo.
Cinco y media de la tarde: termino de leer “Kappa” –
A 20 para las seis estoy esperando a M, cuando llega nos sentamos en una plaza y allí discutimos. Caminamos. No sabemos qué hacer. Yo estoy todo el tiempo pensando en Hölderlin, en Novalis y en Akugatawa. Ahora oigo a Verdi y a Paganini.
Hoy Liscano declara en “Últimas Noticias” que él es un místico. Pero yo no me explico cómo puede ser místico un hombre que tiene 60 millones de bolívares. Casas, grandes negocios de especulación, etc., negocios, negocios…
Relectura de “En el bosque”, de Akutagawa.
4 de Agosto.-
Me duermo entre las doce y la una y me despierto a eso de las 4 de la madrugada.
Paso en limpio un artículo que llevaré a “Últimas Noticias” mañana –
Lectura de Ramos Sucre. Lectura de algunos cuentos de Camilo José Cela.
Fui a buscar a M a la Universidad y cuando íbamos hacia Sabana Grande un hombre me saludó. Era Rafael Zárraga. Nos sentamos con él a tomar refrescos y nos dijo que tenía una novela que le iba editar Monte Ávila. Ahora son las diez de la noche. Me duelen los ojos, pero creo que no dormiré si me acostara ahora.
Comienzo a leer de nuevo, por el idioma, “Tobogán de hambrientos”, de Cela. Esto del idioma es cosa saludable y recomendable.
El escritor mientras más complejo, más completo.
Esto puede ser banal.
5 de Agosto
Sale en “El Nacional” mi nota “Sentimientos en el intelectual”.
Voy a la Biblioteca a leer en francés un libro de Swedenborg. Me traigo el tomo 1 del diario de Emerson y unos poemas de Novalis traducidos por Montoliú.
M es una mujer preocupada por los cumpleaños de sus familiares y amigos. Hoy hay una fiesta en su casa porque una hermana suya se graduó de bachiller. Vino Idilia con Carolina. Por la tarde voy a “El Nacional”. Al parecer ya todos los personajes de “La Fiesta del Embajador” están en Venezuela. López es uno de ellos. Al parecer me tenían mucho miedo, no me buscaban, pero le hacían la vida imposible a López diciendo que él me había dado los datos. Me he estado riendo con el diario de López. Hasta dónde puede llegar la influencia. Me imitó e hizo un documento. Es casi una biografía mía. Me inventa cosas y los demás hablan mal de mí, pero es importante. Yo no le sugeriré que borré nada. Es así y así se queda. De casa de López me voy a casa de mi mamá. Allá está M con Carolina. Veo a M con un vestido que no me gusta y le digo que se parece a la Latouche, que es una perfecta prostituta.
6 de Agosto
M – cumple 32 años
Estuve leyendo el diario de López. Ayer me dijo que escribiera una nota sobre él. ¿Pero cómo hago para escribir una nota sobre un libro que es inédito y no se sabe si va a salir o no? Me di cuenta de la mala opinión (que yo sabía) tenían todos allá en la embajada de Venezuela en Bruselas sobre nosotros. El Ganteaume y que se puso cabizbajo y melancólico después que leyó la novela y que a su mujer (cuando un colombiano le hablo de la novela) y que sufrió un “patatus”. Ahora todos esos personajes están en Venezuela y que el coronel será ascendido a general. Veremos. Hoy, hablando con Manuel, el cuñado de Adolfo, pensé en irme al campo: vivir de la caza y de la pesca para escribir un diario. Viviría en ese monte un año. Como Thoreau. Nadie sabría de mí. Regresaría con un libro nuevo y asombraría. No sabría nada de la humanidad, no leería periódicos. Tolstoy parece que pasaba hasta cuatro años sin leer periódicos. ¿Qué más puedo hacer? Si no me voy ahora, que tengo 33 años tal vez no me vaya nunca, y no volvería a vivir en el llano. Allá está Jesús, el otro cuñado de Adolfo. Me dijo Manuel que se sacó una muchacha y quieren casarlo. Yo pensé en M. Pero de irme sería solo. ¿Cómo se va a ir ella? No puede vivir sin Caracas, y sin su trabajo de criminología. Yo, en cambio, soy diferente y pienso en la aventura y le tengo horror al trabajo reglamentado, al trabajo de horarios. Buena idea la que me dio Manuel. En seis meses o un año podría escribir una novela, varios cuentos, hasta poemas y, por supuesto, el Diario.
Fui a casa de mi mamá y me traje a Carolina. Más tarde vino M. De aquí nos fuimos al parque con Carmen Elena, la esposa de mi hermano José, su hija Yamilca y una niña que sirve de criada. Me ronda eso de internarme en el campo, cerca del Orinoco y vivir de la caza y de la pesca. Pienso en M. No puedo separarme de esta mujer. Para mí representa lo único que tengo y mi sola ayuda. Tal vez si nos casáramos podría proponerle que nos fuéramos al campo y pasáramos un año por allá. No sé si se vaya. Y yo me quedaré con ese remordimiento para toda la vida. Estoy joven. Debo poner en práctica mis proyectos. Si algo me ata es la falta de mujeres que valgan en este país.
Me parece que M es una mujer inteligente, trabajadora y preocupada. Será lo mejorcito que he tratado aquí en lo tocante a mujer. Veremos. A lo mejor nos casamos y empieza a mandar y a querer imponer su voluntad. Quiere comprar un apartamento se endeudaría y tendría que trabajar juro para pagarlo. Lo mismo sucedería con el auto ¿Y mientras tanto qué se hace?
Lectura de Ramos Sucre y “Por el canal de Panamá”, de Lowry.
Ahora no puedo leer porque me arden los ojos.
Empiezo a leer “El Evangelio según San Mateo”.
Leí en el Diario de López una nota muy buena. Cuenta López que el coronel llegó a la Embajada con una rasca tremenda, que no se podía bajar del carro. Y López se metió en el carro y le quitó las llaves al coronel y manejó él y se dirigieron a un burdel, pero el portero no los dejó entrar. ¿Por qué? Le preguntó López: “-Es que no pueden, -respondió el hombre. “-¿De dónde son ustedes?” “-De Venezuela”-, respondió López. “-Entonces no pueden entrar. Aquí no entran ni negros, ni aceitunados de ciertas republiquitas como Venezuela y afines”. López y que le gritó: “-Ah, porque no somos rubios”. El hombre y que le dio la espalda y entró tirándole la puerta en las narices.
No perder más tiempo y leer a los griegos y latinos. Que cosa ésta imposible de dominar el espíritu o la imaginación.
¿Qué es lo que puede más?: ¡Los sentimientos!
7 de Agosto
Fui a “Últimas Noticias” a cobrar dos artículos.
Fui a la Biblioteca Nacional a sacar la obra de Tito Livio.
Compro “Un bárbaro en Asia”, de Michaux.
Hoy llamé a la viuda de José Rafael Pocaterra. Ella me había llamado a “El Nacional” y me dejó el teléfono para que yo la llamara. Quedamos en que yo pasaría el sábado por su casa y que ella me regalaría las obras Selectas de su marido.
Día perdido. Leí poco. Salí con M y Carolina y fuimos a un parque y después regresamos a casa de mi mamá.
8 de Agosto.-
Voy a “El Nacional” a llevar una nota que titulé “El Drama de Ramos Sucre”. De regreso subo al edificio de “El Nacional” a ver si ya citaron a J y ahí veo a Daza. Me dice que por la tarde citaron a mi mujer. Bajamos y tomándonos un café Daza me dice que Miguel Otero Silva le quitó la mujer al pintor Regulo Pérez y se la llevó para Italia y la metió en un castillo. Que Régulo Pérez está desesperado y que está vendiendo todo para ir a buscarla. La mujer de Régulo Pérez se llama Mirna Salamanquéz y es psicóloga y pintora.
De regreso (voy a encontrarme con M) compro unas poesías de Lope de Vega, un Diario de Blanco Fombona y me hago con varias piezas de teatro de Valle Inclán.
Leo 90 páginas de “Camino de Imperfección”, diario de Blanco Fombona. Leo algunos sonetos de Lope de Vega. Vino M por mí y nos fuimos donde mi mamá a ver a Carolina.
Llovió todo el día y me mojé tres veces.
9 de Agosto
Sale en “Últimas Noticias” un artículo que titulé “Final y Perspectivas”.
Alentado escribo otra nota que titulo “Aquí se baila”.
No confío en M, pero yo sigo adelante con mi divorcio.
¿Qué me deparará lo que viene? Ni yo mismo lo sé. No sé lo que quiero. Me dejo llevar por los acontecimientos o la corriente.
Yo estoy en una situación tan irregular que veo todo oscuro. Vivo recostado en casa de un hermano José. Espero que un día me diga que me vaya. O tendré que irme por la vergüenza. ¿Pero a dónde? Se me cerraron las puertas para viajar al exterior. No consigo un trabajo. Aquí no hay mujeres que valgan la pena. Ahora seré libre. ¿Pero caeré en las garras de M? Realmente no sé si soy fuerte o débil. Llegará el momento en que tendré que demostrarme a mí que es lo que soy. No soy cobarde para las cosas exteriores, para enfrentarme a cualquiera, pero yo mismo me tengo miedo. Soy un caballo desbocado.
10 de Agosto .-
Sale en “Últimas Noticias” una pequeña nota que escribí sobre Argenis Daza Guevara.
José Rafael Pocaterra conoció a la que fue su segunda mujer en una Universidad del Canadá francés. La mujer era con mucho más joven. El enviudaba por ese entonces. Pocaterra era profesor de español. Ella asistía a esas clases. No sé cómo se llevó Pocaterra con esta mujer. Ella habla alguito de español. Se trasluce que Pocaterra no pasaba a Gallegos.
“-A él se le hizo todo muy difícil”-, dice la mujer de Pocaterra. Era celoso. Eso le vino-, dice su mujer-, del asunto de que su madre prefiriese al hermano mayor, que era el que se parecía más al padre. La madre perdió al marido cuando éste contaba 34 años y nunca pudo olvidarlo. Le pregunto: “-La celaba Pocaterra a usted?”, “-Sí”, me responde.
Durante toda la mañana lectura de “Camino de imperfección”, de Blanco Fombona.
Día perdido. Lectura solamente de “Camino de imperfección”- Lo pasé (el día) con M y Carolina. Fuimos a un parque. Soñando en una casa en el interior, en el campo. Un día de estos me muero en un cuarto miserable, como un personaje de Tolstoy. Me he alejado de mi familia. Soy una carga para todo el mundo. Siento vergüenza de mí. A los 33 años y no tengo ninguna posición. Mi hermano Alirio, que es capitán de la aviación regresó anoche de EE. UU, y me dice que si no gano nada con mis libros. Claro que no. Gano miserias con los artículos que publico. Y no podría ni siquiera pagarme una pensión, la comida y una puta, cosas indispensables. No señor, no gano nada y vivo recostado, cuando no de uno, de otro.
Yo, como Blanco Fombona, tampoco quiero ser cornudo y siento miedo de las mujeres por esa razón, que no es sencilla, sino terrible.
Ayer le mataron la mujer a Roman Polanski. Parece una película filmada por él.
11 de Agosto. Lunes
Decía Pocaterra (contó su señora) que así como el cuerpo se limpiaba por medio de los poros cuando sudaba, la mente también debía limpiarse desplazando cosas que no nos convienen.
Tengo ganas de publicar este diario “Del Regreso” para envainar a un gentío. Yo quiero demostrar que lo que vale es la personalidad, que un escritor, si se precia, vale más que cualquier abogado o militar.
Voy a la Biblioteca Nacional a sacar “Obras selectas” de Blanco Fombona para leer allí algunos cuentos. Compro “Mi vida y mi obra”, de Rimsky Korsakov.
Lectura de poemas de Lope de Vega.
Lectura de “Camino de Imperfección”.
12 de Agosto
No sale, como antes, regularmente, mi nota en “El Nacional”.
Creo que todo se debe a un artículo que metí en “Últimas Noticias” la semana pasada y donde atacaba a todo el mundo, incluso a Uslar Pietri. Si me cerraron las páginas de “El Nacional” seré más violento de ahora en adelante. Publicaré un tomo del diario; especialmente este de “El regreso”. Yo creo que los “jala-bolas” de “El Nacional” le mandaron a Uslar recortes de ese artículo por montones. Sanoja – (por los comunistas), Crespito (por la gente de la Universidad), Falcón Briceño (por aquella vaina que dije contra él también en “Últimas Noticias”, que lo habían hecho académico por un folletico de 15 páginas sobre Simón Bolívar), etc.
Tengo a todo el mundo en mi contra. Todo se me ha hecho difícil, pero no voy a transigir. Me iría del país como Blanco Fombona y me haría un nombre fuera.
Ya no tengo qué buscar aquí. Estoy limitado. Es bueno que le pongan trabas a uno para uno luchar y romperlas.
Tengo que dar un coñazo fuera.
El presidente (Betancourt) una vez había demandado a Rafael Simón Urbina porque éste llamó marico y entonces el demandado pidió una experticia en el culo del Presidente. El Presidente retiró la demanda. Así iban las cosas, por lo visto no muy bien.
Ahora el presidente, con un chubasco arriba, se agarró del hombro del negro Euclides y le eructó en la cara.
-Negro, yo te aprecio.
-Sí, presidente.
-Yo te aprecio-
-Sí, Presidente.
-Pídeme lo que quieras y yo te lo doy, pero con una condición, no me pidas que te mande al extranjero.
-Quiero que trabajemos juntos.
– ¿Oficina de por medio?
-Eso, oficina de por medio, Negro.
El Presidente le hizo un gesto a sus edecanes para que se retirasen.
El Negro se había acomodado. El Negro Euclides era un negro con suerte. El Presidente iba a inventar un nuevo cargo, que para eso tenía poderes sobrenaturales.
Casi sobre naturales: “-negro no tan allá, pero si puedo hacer lo que me da la gana en este país de cabrones”.
-Sí, Presidente-
El Negro Euclides sintió, pegajosas, las manos del Presidente.
El Presidente con tres palos en la cabeza se sentía otro, que ni conocía-
-Sí, que ni me conozco, Negro pero es este trabajo de mierda. Un sacrificio. Tú te fijas que todo aquel que lanza su candidatura dice que se sacrifica por el país. Bueno, yo estoy sacrificado. Crucificado, Negro, ¿tú ves a esos militares? Bueno, me los pasé por el forro a todos hasta a los más grandes. Mañana, en mi rueda de prensa, diré que soy el Comandante general del ejército. Una guará. Aquí la gente no puede pensar, Negro este es un país a la deriva. Todos cargan unos radiecitos en el bolsillo oyendo música de negro, y perdonas, y propaganda redactada por yanquis. Yo me cago en esta vaina. Yo me he cagado dos veces en esta vaina y el que me siga se seguirá cagando en este desastre.
El Negro estaba al lado del Presidente y habían quedado solos. El Presidente eructó. El Presidente ya no tenía bien el estómago. Eructaba como un gallo y soltaba cada peo. El Presidente no estaba bien. Había una hedentina alrededor. El Negro quería irse. Nunca hubiera creído verdad lo que decían de su presidente. Tenía las manos pegajosas. Ese era un síntoma.
Lectura de “Camino de imperfección”.
Hoy es martes.
Dos o tres de la tarde: termino de leer “Camino de imperfección”.
¿Y ahora qué hago? Pelea con M. No salimos de una para entrar en otra. Es mi desconfianza. Después se va y me deja en la calle y yo la llamo para reconciliarme y decirle que no pasará nada, que nada se repetirá. Yo la hostigo, en todo hombre que le habla veo un hombre que la ataca. Entonces yo le digo que es vieja, que es horrible y que si los hombres la buscan es porque piensan que es fácil. Que si la buscan no es para proponerle matrimonio, sino para aprovecharse de ella. Hoy le repetí una cosa de Baroja: “Las mujeres no tienen más que una salida: el matrimonio. En cambio el hombre tiene más de dos o tres salidas”. No recuerdo con precisión lo que dijo Baroja, pero fue eso lo que más o menos dijo. Esto es un tormento. Ella llora, me dice que me vaya, que no la busque más, etc. Yo a veces llamo y encuentro el teléfono ocupado y le pregunto con quién hablaba. La interrogo. Insisto. No me domino. Soy un animal. Necesito algo místico de que agarrarme. Algo parecido sucedía con Blanco Fombona y Lope de Vega.
13 de Agosto
(13, mal día)
Sale en “El Nacional” una nota de Alejandro Lasser titulada la “Ejemplaridad de Dostoyevski” en la que refuta mi artículo que titulé “Pasión y creación”. Dice que no recuerda haber leído que Dostoyevski tratara como perros a los sirvientes”.
No responderé.
Voy a la Biblioteca Nacional a sacar “Mozart en viaje a Praga”, de Mörike. Este relato lo leí meses antes de irme con M a Bruselas.
Compro “La ilíada”.
Creo que empezaré a leer “Hiperión”. Son las cuatro de la tarde y estoy en el cuarto de esta casa de mi hermano José. Ayer, creo, escribí dos capítulos más para incluirlos en la novela que di por terminada en Bruselas. Mejor así que no me la publicaron.
6 de la tarde: empiezo a leer “Hiperión”.
7 de la noche: viene M.
8 de la noche: Llevo a M a casa y llegamos allá a las 8 y 20. La dejo en la puerta del ascensor y regreso.
Artículo: “El caso patológico de Blanco Fombona”.
Día y noche pienso en el suicidio. Ayer, recuerdo, estaba en una librería y un hombre me dijo: “Miguel Angel Quevedo se suicidó”. Y yo sentí como si hubiera sido yo el que se había suicidado. Sentí miedo. Temor; di la espalda y me hice el que veía unos libros. Salí de ahí con la sensación de que yacía en un charco de sangre. ¿Pero por qué voy a suicidarme? Es lo que me pregunto. ¿Que no creo nada? Es cierto. No creo en nada ni en nadie. Pero hoy he encontrado un motivo para vivir. Es la frase de Hölderlin “Todo está en nosotros” .
14 de Agosto
Sale en “El Nacional” mi artículo, “El drama de Ramos Sucre”.
Sale en “Últimas Noticias” un artículo que titulé “Abajo los ídolos”. Creo que es excelente este artículo, mejor que el escribí sobre Ramos Sucre.
Miedo a que no me den el valor que merezco, por mis propios esfuerzos. Me he levantado solo, me he labrado mi propio destino. Tengo que luchar contra mí mismo. Soy mi peor enemigo. Necesito más confianza en mí. Sé que puedo hacerlo todo, pero mi estado anímico no me ayuda. Necesito confianza en mí. Como diría Hölderlin: debo soñar más y reflexionar menos.
Me desperté temprano, serían las seis, y seguí en la cama, encendí el radio: me levanté a comprar el periódico pero aún no habían llevado al kiosco. Esperé mientras me tomaba un café. Regresé a casa a leer. Deben ser cerca de las ocho, me he afeitado, estoy oyendo otro concierto, no sé de quién es, pero sí que es del Renacimiento ¿Serían bellos los griegos a las seis de la mañana?, la idea es de Thomas Wolfe, Grecia, conocida por mí, a través del romanticismo alemán.
Lo mejor que ha pasado en estos días no es el “Descubrimiento de la luna”, sino una cantidad de asesinatos en masa en Los Ángeles, en casas de “gente bien” y escrituras en las paredes “Cerdos”.
Recibo Carta de Antonio Molina. Me dice que dentro de poco aparecerá mi relato “Bajos los cielos sin tiempo” en “Papeles de Son Armadans”. Me dice que Antonio Beneyto está interesado en publicarme algo. Le escribo a Antonio Beneyto ofreciéndole la nueva versión de “Entre las Breñas”. Veremos.
Tengo que llegar hasta la exageración en el sexo para calmarme. A una mujer le brinco tres veces seguidas.
Tengo 33 años. Antes, a los 28, 29 y 30 le brincaba cinco y seis veces en el término de tres horas.
No tengo más tiempo que para escribir notas. De leer, leo pero no escribo lo que quisiera. Las notas que escribo para mí no tienen ningún valor. Para los demás no sé.
Hoy se casó Lucrecia, una mujer que crió mi mamá.
15 de Agosto
Soñé que estaba llorando en la cima de una montaña porque no podía bajarme. M estaba ahí conmigo y era más fuerte que yo. M y yo vivíamos en una casa que daba a un campo. Yo caminaba por los alrededores. Un auto salió en volandas de la casa. Un hombre me hizo un gesto. Yo corrí detrás gritándole que se detuviera. Le dije a dos hombres lo que pasaba. Regresé a la casa. Vi a M. Una puerta sonó y ella se asustó. Yo caminé por los cuartos. “No es nada”, le dije. Ella se fue. Yo volví a salir. Caminé por el bosquecillo. Vi a Guilarte que salía con una mujer de nuestra casa. ¿Es que me sigue? Al parecer se había divorciado. Era la segunda vez que lo veía con esa mujer. “Seguro que acusó a la mujer de ser torpe”, me dije. Seguro que la acusa de estúpida. Después de haberla visto en “La Fiesta del Embajador”.
Yo caminaba para ocultármele a Guilarte. Vi un auto. El conductor era Pérez Perdomo. Guilarte se me acercó.
“-Yo estoy escribiendo. Te vas a ver”, me dijo. Yo callé. El se reía como un caballo. No importa, le dije. El insistió con una sonrisa. Pero no estaba agresivo y a mí no me importaba.
Estoy durmiendo poco .Ya esta máquina no sirve.
Me levanto por la mañana a leer ese veneno que es el periódico.
Que todo está perdido.
Lecturas, muchas lecturas: Cela, una historia de Europa, unos poemas de Cadenas, Hiperión, artículos de Cela, etc.
16 de Agosto .-
Me despertó un hombre que cantaba con una guitarra eléctrica. Daba una serenata por aquí cerca. La mujer le decía: “-Ahora “rayito de luna”, Guillermo”. Y el hombre le respondía: “-Ya la canté”. “.No, que va, no la has cantado”. El hombre estuvo en silencio dándole a la guitarra y luego se arrancó. Cuando terminó la mujer le dijo: “-Bello Guillermo, bello”. Yo estaba tentado a decirle al hombre que se fuera al infierno, pero no sabía si la serenata era para la cuñada de mi hermano José que vive al lado. Total, estoy despierto desde las cuatro de la mañana.
Sale en la noticia un articulito que titulé: “Otra vez Betancourt”.
Definición de Ramón Velásquez: Ramón J. Velásquez siempre ha sido un sirviente de alguien. Al principio lo fue de Miguel Ángel Capriles, después de Betancourt y después de los Otero. En la actualidad lo es de Rafael Caldera.
Voy a la Biblioteca Nacional a buscar “Dramas mínimos”, de Rufino Blanco Fombona. Me prestan por dos días el único ejemplar que tienen allí.
Discusión con mi hermano Alirio. Es militar y no está de acuerdo conmigo. Para él un escritor no es nada, para él un hombre que no tiene una profesión, que “no trabaja” no es nada. Para él un escritor no trabaja ni hace nada útil. No solamente se muere de hambre uno, no solamente lo combaten a uno, no solamente le cierran las puertas de todo a uno sino que también lo insultan en su propia cara por ser escritor y por querer escribir.
17 de Agosto. Domingo –
Lectura todo el día de los cuentos de Blanco Fombona y de algunos poemas de Fray Luis de León. No escribí el artículo de la semana ni para “Últimas Noticias” ni para “El Nacional”
Salió en “Últimas Noticias” una notica que escribí sobre el diario inédito de López.
Estoy despierto desde muy de mañana. Son las 9 de la noche.
18 de Agosto
Me despierto muy temprano y leo el periódico y el “Hiperión”, de Hölderlin.
¿Qué sueño?
Voy a llevar a Julio Barroeta un artículo sobre Hoffmann.
Voy al correo a retirar tres paquetes de libros que me mandó M antes de venirse de Bruselas.
Me pongo a repasar “Infierno”, de Strindberg.
Donde quiera una pelea. En casa, en la calle, en todas partes. Ser escritor no da nada, pero todo el mundo quiere discutir con uno.
Me llega también la hora de irme de esta casa de mi hermano José, aquí también la vida se me complica con cosas que no comparto.
19 de Agosto.-
Voy a “El Nacional”. Día de perros. Aquí, en esta casa, repito. No me queda otro remedio que buscar un cuarto. No debo seguir viviendo recostado. Ya me da vergüenza todo esto. Yo mismo me creo un incapaz. La literatura no sirve para nada. “¿Vivir de eso?”, dice la gente, como si la literatura no fuera importante. Hoy he decidido no escribir más notas para los periódicos. Mañana saldrá en “El Nacional” la última que llevé y que se la dediqué a Hoffmann. Vi a Sanoja y me llamó iconoclasta.
Lectura de Jorge Manrique, Cela y Hölderlin: “Hiperión”.
Me traje de la Biblioteca Nacional un tomo de Luciano.
Realmente que desde hace cuatro años no he tenido otro apoyo que el de M, un apoyo efectivo. Hoy pasé una tarde bien con ella. Me hace falta. Procuraré darle algo, aunque sea tranquilidad. No le he dado nada y ella me pide bien poco. Es para mí una ayuda. Una gran ayuda. Debo reconocerlo. Me sentí bien y la quise mucho esta tarde mientras nos tomábamos un café. Le debo mucho y le deberé más en el futuro. En esta soledad, en este momento en que nadie sólo M es un consuelo. Sé que me irá bien con ella si pongo de mi parte. Trabajaré como en Bélgica.
Escribiré las grandes novelas que sé escribiré.
Tengo que leer a Calderón de la Barca (hoy leí que Goethe lo admiraba tanto como a Shakespeare): tengo que leer a Shakespeare, a Valle Inclán, a Dostoievski y no puedo leer ni escribir nada.
Leyendo “Romance de lobos”, de Valle Inclán.
20 de Agosto.-
Sale en “El Nacional” una pequeña nota mía sobre Hoffmann.
No me gusta nada esta nota. Está mal escrita y repito tres veces el verbo llegar. Dos veces “llegó” y una vez “llegaba”. Cualquiera que sé de cuenta, cualquier enemigo, podría destrozarme. Evitaré cometer esas “pifias”. O creo que no volveré a escribir notas por un tiempo.
La p de esta máquina se pega. Y el punto y la raya se me echaron a perder.
Nada. Es medio día. Lectura de “Romance de lobos”.
Soñé que M estaba en estado y aun no nos habíamos casado. Ella trataba de ocultar la barriga. Nos paseábamos por una playa. Yo le hacía gestos de que su familia la podía ver y ella se ponía una faja.
Terminé de leer “Romance de lobos”. Empecé a leer un libro de Francisco Herrera Luque: “La huella perenne” (las enfermedades mentales en mil doscientos años de patografía y sucesión).
Vino M, pero no me pude dominar y le hice una escena de celos. Le pregunté por un compañero de trabajo y la hostigué. Le dije que la veía despeinada y los labios descoloridos, etc. Se puso mal, lloró, me dijo que por las noches piensa en su carrera y el daño que yo le hago.
Ha dejado de asistir a congresos por mi culpa.
Estoy mareado de tanto leer. Me levanté a las 6 y leí el periódico y seguí con Valle Inclán y unos cuentos de Cela y por último con el libro de Herrera Luque.
Creo que he leído 8 o 10 horas seguidas, o con breves interrupciones.
Esta semana no he escrito nada. Recibo carta del hijo de Cela .El relato que le mandé saldrá el próximo año en “Papeles de Son Armadans”. Son las 11 de la noche.
21 de Agosto.-
Desde que estoy escribiendo mis notas en “El Nacional” todo el mundo se siente agredido. La otra vez, Paz Castillo me dijo que yo negaba a todo el mundo. Y lo que decía lo decía en tono amargo o de amargura. Hoy el poeta Muñoz me dijo que me iba hacer una entrevista, pero que no atacara a nadie. Más tarde un tipo llamado Juvenal López Ruiz me dijo en “El Nacional” que yo negaba a todo el mundo, que no reconocía a nadie. Yo le dije que aquí lo que existían eran rosquitas, que no había nada serio y que por eso yo no reconocía nada. Se envalentonó y yo le dije que él defendía de lo que comía, o sea defendía el Inciba. El viejo se puso lívido y no se pudo dominar y me dijo “Usted es un bolsa” Y yo le respondí: “Usted es una mierda que se está muriendo y no ha escrito ni un articulito”. Se fue y se puso a hablar con Julio Barroeta Lara.
Veo a Armas Alfonzo en la librería Suma. Yo ando con M. Nos sentamos en un café y allí se nos acerca López con Carmen. Armas Alfonzo habla de unos amores que tuvo joven. Habla de muchas cosas que dejó para escribir más adelante. Comemos con él. Son las once de la noche.
22 de Agosto
Desde que me puse a escribir notas todo el mundo quiere que hable acerca de él o de los libros que ha publicado. Hoy un yugoslavo de nombre Salvador Prasel me dió un librito de cuentos que publicó con el título de “Apartamento 22”, y que para que se lo comentara y hasta escogió el sitio en que yo debería publicar lo que opinara sobre él. Esto me encajona. Debo dejar de escribir notas, debo dejar de comentar libros para que nadie me obligue a leer lo que me de la gana.
Noche: al cine con M: “La Batalla de Argel”.
23 de Agosto.-
Ya no soporto más esto de vivir recostado. Como con vergüenza. No puedo leer ni escribir porque desde este cuarto oigo todos los ruidos de todos los radios que preden a todo volumen los vecinos. Y es que eso es por todas partes. No sé dónde meterme. Sin trabajo y sin posibilidades de trabajar y con horror de esclavizarme. Una salida me ronda: salir de esta ciudad o del país. Toda la mañana perdida. Si uno va a un parque allí hay alguien con un radio a todo volumen.
Leyendo “Inés de Castro”, de Antero Figueiredo.
De la Biblioteca Nacional me traje un tomo de las Obras de Chesterton para leer la biografía de Browning. Compro dos tomos de Azorín e “Historia clínica de la restauración”, de Izquierdo Hernández. El poeta Muñoz me hace una entrevista.
Me leo esa biografía de “Inés de Castro”.
24 de Agosto –
Leyendo unos ensayos de Azorin sobre Fray Luis de Granada. Fui con M al parque de los Caobos. En el Museo vi a Sofía (Ex de Guillermo Meneses) y a su marido Rangel y me les acerqué y los saludé. Yo la llamé a ella señora y ella me llamó señor, luego me puso la mano en el hombro.
Yo observé que Rangel se acercó y le dio en un costado y ella retiró su mano. Me di cuenta pues de que Rangel celaba a Sofía o desconfiaba de ella. Sofía, como se sabe, abandonó a Guillermo Meneses por este Rangel. Pero Rangel debe sufrir..
25 de Agosto.-
Fui a “Últimas Noticias” a llevar tres notas que tenía escritas desde antes de tomar la determinación de no escribir más notas. De ahí fui donde Fuentes y le quité 20 ejemplares de “La Fiesta del Embajador”. De ahí fui a esperar a M a la puerta de la Universidad. Ha llovido todo el día. Creo que no puedo vivir sin una mujer. Anoche M y yo vimos una película de Elia Kazan: “El río salvaje”. No seré un místico. O lo seré a mi manera. No tengo amigos ni conocidos con los cuales pasar un rato. No me reúno con nadie, me he ido marginando de todo el mundo, de todo contacto humano. Sólo veo y trato a M.
Compro “Ubú Rey”, de Jarry.
Paso la tarde con M. Me siento bien con ella y a ratos feliz, pero más que todo bien acompañado, tranquilo, hago planes, etc. No digo que me siento feliz porque no soy un hombre feliz, pero si la felicidad es sentirse bien puedo decir que me siento feliz con M. Si todo marcha bien, si todo marcha como hoy M y yo seremos una buena pareja. Yo le llevo casi dos años, ella es criminóloga, preocupada por su carrera, lee, etc. Es la mujer que me conviene.
26 de Agosto.-
¿Qué hago con perder la cabeza?
Recibo carta de Antonio Beneyto. Me dice que le envíe la nueva versión de “Entre las Breñas” y un relato para su colección “La Esquina”.
Mediodía: le envío a Beneyto “Entre las Breñas” (también me mandó Beneyto los 10 primeros ejemplares de su colección. ¿Qué pasará ahora?
Vino M. Se fue a las ocho. Me pongo a trabajar en el relato que le enviaré a Beneyto. Listo. Lo titulo, son varios relatos, Diario Onírico (sueño).
Hay una chicharra que no me deja dormir.
27 de Agosto –
Me dormí tarde porque ahí al lado, mi hermano José oía un juego de pelota entre EE.UU y Cuba. Me desperté muy temprano. Ahora son las 7 y media de la mañana y he leído el periódico. Le mando a Beneyto unos relatos que titulo “Diario Onírico”. Se los dedico a M y a José.
¿Qué he hecho hoy? Son las 10 y media de la noche: Salí a las ocho. Me vi con M. Fui a “El Nacional” y hablé con Julio Barroeta. Me vine caminando y luego cogí un carro y llegué a casa. No llamé a M al mediodía y ésta se apareció por aquí a las dos. ¿Quiere decir eso que me quiere? No creo. Algún sentido de culpabilidad debía tener. Me decía que el teléfono de su casa había estado todo el tiempo ocupado por una hermana suya. Salimos de aquí a un cuarto para las tres y la acompañé al Ministerio de Justicia. Yo me fui a una librería y me robé los siguientes libros: “Oscuro como la tumba donde yace mi amigo”, de Lowry; “El aire y los sueños”, de Gaston Bachelard; “La habitación”, de Antonio Beneyto; “Fausto” de Goethe; “Cuentos” de Hoffmann. Leí la introducción que se hace del libro de Lowry. Leí los cuentos de Beneyto, de Molina, de Max Aub, etc.
28 de Agosto.-
Sale en “E Nacional” una notica que no dejo de tildar de cursi y que titulé “¿Escritores para qué?”
Me desperté muy temprano. Las cinco serían. Y leí un rato a Alfred Jarri y después un periódico. Si soñé no recuerdo. Pero debo de haber soñado porque yo sueño todas las noches. ¿Y ahora qué haré? Voy a salir, pero no tengo rumbo. Pero es peor permanecer en este cuarto.
Me comí dos cambures y me tomé una taza de café con leche.
(Faltan 29, 30, 31,)
















