1 de Abril.-
Voy a “El Nacional”. Arístides Bastidas dice: “Los adecos son más ladrones que los copeyanos. Los copeyanos siempre han tenido una ideología y más comodidad económica, en cambio los adecos, unos tipos que son como yo (como por ejemplo Malavé Villalva) siempre han sido unos limpios y lo que hacen cuando llegan al poder es pensar en enriquecerse”. Julio Barroeta dice que mi novela (nadie lo puede negar) es una obra literaria con técnicas y lenguaje propio. Barroeta es amigo mío y a lo mejor dice esto con la intención de levantarme el espíritu.
Paso la tarde con M.- Escribo un artículo (o mejor dicho lo re-escribo) que titulo “El escritor, persona indeseable”. Lectura de algunos poemas de Baudelaire. Imposible leer una sola línea de prosa.
2 de Abril.-
La cosa es que todo el mundo en la calle me detiene para hablarme de “La Fiesta del Embajador”. Destroné al pobre Adriano del sitial en que lo había montado Seix Barral con el premio Biblioteca Breve. Aquí no se habla sino de “La Fiesta del Embajador”, duélale a quien le duela, una pequeña obra maestra, una obra por el lado de la picaresca y muy igual al “Lazarillo de Tormes” o a cualquiera de las de obras de Cervantes o Unamuno.
Mientras viva seré la primera plana de las letras venezolanas. Soy un creador. Escribí sobre las guerrillas y un gentío, que nunca vio un guerrillero ni de lejos, empezó a escribir cuentos sobre las guerrillas. Hablé de mi diario y ahora sé que todo el mundo lleva su diario. Escribí «La Fiesta del Embajador», una obrita cargada de chismes y de recuerdos de fuera de serie, etc. ¿Qué quiere decir esto?: Soy un creador.
Hoy sale en “El Nacional”, firmado por Manuel Rojas Poleo, lo siguiente: «Un montón de chismes hablados: cualquier fiesta; un montón de chismes escritos: «La Fiesta del Embajador». No sé quién es este señor. A lo mejor un seudónimo.
Lectura de algunos poemas de Juan Ramón Jiménez y unas páginas de Blanco Fombona.
En realidad los grandes escritores no son más que unos grandes moralistas, y mientras más crudos son más moralistas. Fuentes me dijo que Zapata le confesó que la lectura de «La Fiesta del Embajador» le daban ganas de vomitar. Y real que «La Fiesta del Embajador» fue escrita con ese propósito de moralizar.
3 de Abril
Lectura de las Obras de Ramos Sucre. Me siento mal del estómago. Debe ser por las sardinas que me comí ayer. Pensando en alquilar un apartamento para reordenar mi vida y seguir con mayor ahínco en este diario y poder escribir con método mis cuentos y mis novelas.
4 de Abril
Lectura de algunos poemas de Antonio Machado, de un cuento de Fitzgerald y de una entrevista imaginaria que le hace Robert Neumann a Strindberg. He estado recordando con furia que recién casado con Julieta se perdió el diario de nuestro noviazgo. Eran más de 300 cuartillas pasadas en máquina. Nunca, pienso, podré reconstruir lo que escribí ahí día por día. Por otro lado, Julieta se vio en la necesidad de quemar los capítulos de una novela sobre las guerrillas. Yo estaba preso en San Juan de los Morros y le ordené que quemará lo que yo tenía escrito por temor a que la policía fuera y registrara la casa y encontrara ese trabajo. Julieta siguió al pie de la letra mis instrucciones y quemó todos mis papeles. Después he sentido un gran remordimiento. Yo hice mal en ordenarle eso. Joyce, recuerdo, lanzó al fuego la primera redacción de «El artista adolescente» y su mujer saltó y salvó lo que pudo; hoy, gracias a ella conocemos «Esteban el Héroe», primera versión de «El artista adolescente» ¡Dígame si Max Brond hubiera hecho caso a lo que le dijo Kafka y hubiera quemado «El proceso», «El castillo» y «América”!, ¿dónde estaríamos?
Lectura de dos cuenticos de Chejov.
5 de Abril.-
Muere, a las dos y veinte de la madrugada, Rómulo Gallegos. Decretados tres días de duelo público y ocho oficiales. Paso el día con M. Leo las primeras cien páginas del Hemingway de Hotchner y algunos cuentos de Hemingway. Le mando un ejemplar de «La Fiesta del embajador» a Miguel Angel Asturias.
6 de Abril.- Domingo
Sale en el Papel Literario de “El Nacional” una nota de Francisco Salazar Martínez en que se dice que «La Fiesta del Embajador» es extraordinaria.
Voy al parque del Este con M y allí estamos sentados en unas sillas de extensión recordando a la gente de Bruselas y en la venganza que cometí con ellas escribiendo y publicando «La Fiesta del Embajador»; toda esa gente no hacía más que hablar de nosotros, diciendo que vivíamos «amancebados». Pues bien, yo me vengué acusando a las mujeres de los hombres de putas (cosa que es verdad) y a los hombres de cochinos, impotentes y ladrones (cosa que también es verdad). Acabo de salir del baño y pensaba que lanzaba mi candidatura a la presidencia de la República. Ayer, Luis Alberto Crespo elogió en demasía la novela de Adriano. Pienso que esa gente de Venezuela me teme. Yo soy el enemigo a destruir; no transijo, no me transo con nadie, no perdono, digo lo que siento: soy peligroso; ellos se unen para atacarme y sin embargo me temen, si no no se unieran. Qué buena guerra daré en mi país mientras viva.
Hemingway confiesa que nunca llevó un diario: recordaba lo que pensaba debía recordar. Yo anoto cosas y otras las dejo para la memoria: lo que dejo en la memoria es para mis cuentos, novelas o futuras memorias.
Un sueño de anoche: Estaba en un bar de El Paraíso, cerca de la casa de J y ahí estaban dos hombres y uno me decía: «Yo me voy a casar con J; si vas a su casa dile que me viste»- Salí del bar y no sé por qué me dirigí hacia la casa de J. Había una cantidad de automóviles en la acera y en la calle y gente que entraba y salí de la Quinta Nina. Me acerqué:
-¿Qué pasa? -Le pregunté a una persona.
-J, la señora J acaba de suicidarse-, me respondió.
Yo pense que no debía acercarme a la casa; sus familiares podían reconocerme y achacarme la culpa de su suicidio; recordé a su hermano Guillermo, que en varias veces me corrió de la casa. Todo esto lo pensaba, aunque me decía que yo estaba en la obligación de asistir al velorio. Al fin y al cabo seguía siendo mi mujer.
7 de Abril .-Lunes
Llegan las separatas de «La Fiesta del Embajador»
Hablo con Paz Castillo, está tan viejo como una herradura. Guaramato me dice que no hace si no hablar de «La Fiesta del Embajador». Como no tengo dinero le vendo un ejemplar de los que me dio Fuentes.
8 de Abril.-Martes
Ayer enterraron al «maestro» Gallegos y la prensa dice que asistió medio millón de personas. Al carajo. ¿De qué sirve eso? Hoy pasé en máquina un artículo que llevaré a “El Nacional”, lo titulo «El escritor, persona indeseable». Ya no podré seguir viviendo en esta casa de mi mamá. Mis hermanos, a cuenta de que no trabajo, dicen que desde que llegué yo se gasta más y que hago demasiadas llamadas de teléfono; lo que es mentira. Llamo, cuando más, cinco veces al día. Pero si no fuera el teléfono sería otra cosa.
Lectura de «Papá Hemingway».
Por la tarde voy a una Librería de Sabana Grande y el dueño me dijo que habían llegado dos hombres preguntando por las novedades. El empleado les dijo que las novedades eran «País Portátil» y «La Fiesta del Embajador».
No me saque eso- le respondió uno de los hombres que se expresaba en esa forma y me dice que gordo, o mejor dicho fuerte, un poco bajo y calvo, de color moreno, con las mejillas picadas y la nariz como una papa.
Nada, digo yo, pero ese era Morales Crespo.
9 de Abril
Sale en “El Nacional” la nota que le entregué ayer a Julio Barroeta: «El escritor, persona indeseable».
Anoche fui a ver «El hijo de Rosemary», de Román Polansky.
Se me olvidó anotar que ayer murió Marco Aurelio Rodríguez. Fue el primero que escribió una nota sobre «Entre las Breñas». La nota apareció en el diario «La Esfera».
11 de Abril.-
Es la una del mediodía y estoy regresando a casa después de un viaje que hice con M a San Juan de los Morros para ver a C.
Anoche, en San Juan, tuve este sueño: M estudiaba y yo la acompañaba a clases. Yo entré y la vi que le daba la mano a uno de sus compañeros y los dos se quedaban con las manos agarradas. Yo sentí celos y un furor. Pero no me moví y espere que M terminara de despedirse del hombre para reclamarle. Ella se despidió besándolo en las mejillas. Luego estábamos en clases, pero ella seguía al lado del mismo hombre. Yo me senté en un pupitre desde donde podía divisarla. En esto vi que se acercaba J y venía y se sentaba a mi lado. Abrió su cartera, sacó un libro de tapas azules y me lo mostró. El título del libro era el siguiente: Argenis Rodríguez, El único escritor que no se ha ganado un premio. El libro está editado por Fuentes.
Me dice mi mamá que ayer, apenas salí yo (a las once y media de la mañana) se apareció J toda llorosa.
Así tendré yo enemigos.
Nada más que por probar llevé los nuevos originales de “Entre las Breñas” a la editorial Monte Ávila y hoy me comunican que el comité de lectura y edición rechazó en pleno la nueva publicación de mi libro. Así pues, el señor Consalvi, el señor Milla y la otra caterva de intelectuales han demostrado que o me tienen miedo o (lo que es seguro) son mis enemigos.
12 de Abril
No hago nada. No leo ni escribo. Sin embargo se me toma demasiado en cuenta. En el Papel Literario de “El Nacional” de mañana (que conseguí esta tarde) un tipo que se auto-titula crítico me llama «mediocridad ilustre» y dice que mientras se habla tanto de mis obras no se nombran para nada las novelas de Garmendia, González León, Consalvi, etc., y no me perdonan el que mis libros lleguen al público grueso y yo traté ahí temas que si son temas de verdad y nada de falsedades. Tampoco piensa esta gente que al atacarme me hace un elogio. Un ataque es un elogio. Esto lo sé yo muy bien. En esos ataques yo veo resentimientos, envidias y frustraciones. Yo sólo tengo una preocupación: seguir escribiendo y leyendo. Veo hacia afuera. Yo llegaré y sobrepasaré todos los límites. De esto estoy seguro.
13 de Abril .- Domingo
Hoy me he mudado para el apartamento de mi hermano José. Y en casa de mi mamá no podía estar. Por otra parte mis hermanos (que son los que trabajan y pasan algo) empezaron a decir que desde que llegué yo aumentaron las llamadas del teléfono y por ende el precio. Le pedí a José venirme para acá y acepto, y así pues, aquí estoy. Hoy estuve toda la tarde con M. Necesidad de un pequeño apartamento para mí. Me siento deprimido. Leí un poco «Papá Hemingway». Recordando que la otra vez, cuando corrí a mi tía y a su hijo que era un zángano en casa, mis hermanas lloraron por eso, pero hoy, cuando le dije a mi mamá que me iba parecieron alegrarse. Sólo mi mamá lloró. Yo creo que los novios de mis hermanas me temían y ya casi no iban a casa, yo nunca pensé meterme con ellos porque nada de eso me incumbe. Empiezo estas notas un día 13. M también quería que yo me fuera de casa para que J no me sorprendiera allá ni me estuviera llamando.
14 de Abril.-
Leo que Kierkegaard pensaba que moriría a los 33 años, como Cristo. Yo ahora tengo 33 años.
Nada más que por tantear el terreno fui a la editorial Montes Ávila quien decidió no publicar nada mío, porque yo en «La Fiesta del Embajador» atacaba a muchas personas. Le pregunté que qué querían ellos que hiciera, qué los elogiara en vez de desenmascararlos como los desenmascaré. ¿Qué querían que narrara: Limpieza de alma, cosas floridas, buenos círculos de familia en vez de lo que realmente vi: estupor, violaciones, corrupciones, alcoholismo, etc? Me despido del joven Leal y le digo que ya Monte Ávila me editará y yo tendré la oportunidad de declarar acerca de esto.
Sale en la revista “Bohemia” una nota de Raúl Acosta Rubio que es una fulminante defensa de «La Fiesta del Embajador» y un ataque (puedo jurar que apasionado) contra aquel artículo que publicó Luis Alberto Crespo en “El Nacional”. Yo creo que Acosta Rubio dio en el clavo cuando dijo que estos ataques venían en defensa de los señores de levita o del cenáculo de los intocables de la cultura criolla.
Lectura de «Papá Hemingway».
15 de Abril.-
Re-lectura de algún cuento de Hemingway, todo de esos que él considera los mejores en las confidencias que le hizo a A.E. Hotchner: «Un lugar limpio y bien iluminado» y «Las nieves del Kilimanjaro». Total pérdida de tiempo. Fui a “Bohemia” porque allí ofrecieron hacerme una entrevista. Hablé con el Sr Tamargo, quien me mandó a tomar varias fotos. Mañana, dijo, me pasará un cuestionario por escrito. Creo que se me dificultará conseguir trabajo. La gente debe temerme por el diario, por «La Fiesta del Embajador». Ya saben que no cedo, que no doy cuartel, que no respeto a nadie. Pero, estoy seguro, me impondré como los buenos por la sencilla razón de que soy bueno y confío en mí. Por la tarde el Sr. Conrado, diagramador del Papel Literario de “El Nacional” me preguntó si yo trabajaba aquí (en “El Nacional”) o venía a espiar … para ese Diario que llevo.
16 de Abril.-
Una nota en “Momento” dice que la propaganda en torno a «La Fiesta del Embajador» se debe a que en ciertos círculos interesados quieren minimizar el impacto de «País Portátil». Se dice ahí que difamo a varias honorabilidades. Si las honorabilidades de este país son como las que describo en «La Fiesta del Embajador» aquí no quedará otro remedio que fomentar una inminente revolución, suicidarse en masa o entregar el país a los americanos para que hagan experimentos humanos con nosotros.
Ratto Ciarlo me llama para pedirme unas colaboraciones para el Suplemento Literario de “Ultimas Noticias”.
17 de Abril.-
Voy al Ministerio de Educación y me encuentro con José Antonio de Armas Chitty, mi paisano, historiador quien allí es Director General. Le digo que solicito plaza como profesor de francés o una beca para viajar al exterior. Me responde que le habló al ministro Hernández Cedeño de mí y que le comentó «La Fiesta del Embajador» y le dijo que «-lo de la beca está difícil» continua. «-Todas esas peticiones deben ser afrontadas por el Congreso».
No veo salida para mi situación.
Por la mañana me sentí deprimido. Tengo la sensación de que estoy completamente solo y que nadie tiene que ver conmigo. Con el viaje a Bruselas perdí hasta el afecto de mis hijas.
Paso por la Librería Centro y allí me llaman, para presentarme a un señor que me quiere conocer.
-¿Usted anda solo por ahí? -me pregunta.
-¿Cómo hago yo?- le respondo-. Yo no tengo poder para cargar guardaespaldas.
-Lo único que no me gustó de su libro es que es demasiado corto-, me dice ese señor.
Saludo, por teléfono, al señor Raúl Acosta. Quedamos en encontrarnos mañana, a las 11 am.
18 de Abril.
Anoche me fui a Sabana Grande y me encontré con Cañizales Márquez y Fuentes Peñaloza. Bebimos cervezas durante dos horas y a las 12, Fuentes y yo nos despedimos. Yo llegué a casa a las 12 y media y allí en la sala estaban mis hermanas Milagro y Teresa en compañía de M. Mis hermanas tenían a M al corriente de todo lo que me veían hacer o suponían que yo hacía. M estaba fuera de sí, violenta, y mis hermanas para atizar la candela le decían que mi diario de Bruselas lo tenía J. Yo le decía a M que se calmara, y de allí me fui a dormir. Manuel, que acompaño a mis hermanas a llevar a M me contó que M. iba diciendo que ella lo que quería era que yo me divorciara lo más rápidamente de J. Yo (la verdad) no sé qué hacer. Ahora son las 10 de la mañana y estoy en la revista “Bohemia” esperando que Tamargo me entregue el cuestionario de la entrevista. Tal vez me vaya a Barcelona, a la casa de Adolfo, y allá revise y corrija por última vez los originales de «Gritando su Agonía».
19 de Abril
Creo que terminaré definitivamente con M a pesar de que a cada segundo recuerdo nuestros días de Bruselas. Me acaba de llamar para pedirme que la acompañe a una fiesta y le he dicho que no, que vaya sola, que a ella lo que le conviene es relacionarse para que se consiga un buen trabajo o un novio para que me olvide de una vez, pues yo no pienso volver a verla. La verdad me siento sereno y continuó con la lectura de «Papá Hemingway». Me siento tranquilo. M acabo con este amor. No hacía más que gritarme y decirme que cuándo me iba a divorciar. Eso me molestaba. Ahí no veía más que su interés para normalizar su cuestión ante los ojos de los que nos conocieron como casados sin estarlo. Si hubiera sido más amorosa y más comprensiva. Hubiera salido ganando. Tengo suficiente voluntad como para olvidarla, dejar de verla o llamarla por teléfono. La situación no cambiará si llegásemos a reconciliarnos. Necesito cambiar para emprender una nueva vida.
20 de Abril.- Domingo
Pasé todo el día con M en compañía de mi hermano Adolfo y una abogada de nombre Alicia Narváez y un abogado de apellido Scotto. Estuvimos recorriendo en automóvil, todos esos parajes circunvecinos de Caracas. M no ha hecho más que reclamarme. Mis hermanas Milagros y Teresita leían mi Diario y se lo leían a J. Luego la han llamada a ella, a M para contarle todo y decirme que me deje, que yo llamo a J todos los días y siempre he salido con ella. Estas hermanas mías desconfían de mí. Y Milagros siente un odio acérrimo, yo diría brutal hacia mí. Por todo me provoca y desea que me vaya de esta casa.
21 de Abril
Nada. Vi a M que iba al Hospital Universitario a hacerse radioscopias. Los mismos reclamos. No tenemos un segundo de tranquilidad. Yo me fui y la deje en el hospital.
Ayer salieron las notas en el Papel Literario de “El Nacional” donde se habla de mí. Una nota de Orlando Araujo y otra de Francisco Salazar Martínez.
Termino de leer «Papá Hemingway» y empiezo «El Eterno Marido».
(Relectura de éste ultimo)- Reconciliación con M. Oír allons-Nous. Me lo paso acostado y no me preocupo por trabajo ni nada. Me dejo llevar.
22 de Abril
Mal negocio hice con Fuentes. De la edición de «La Fiesta del Embajador» no me ha dado un centavo y solo apenas 51 ejemplares del libro, que he regalado todos.
Paso el día con M. Nuevos proyectos de Viajes.
No hago nada. Sigo en la lectura de «El Eterno Marido».
En este país no veo posibilidades para mi. Ramón Velázquez, a quien consideraba mi gran amigo, apenas salió de ministro se olvidó de que yo existía. La otra vez fui por el Ministerio y la secretaria al nomás divisarme me dijo: «-Hoy, Argenis no te voy a anunciar, el ministro tiene demasiada gente a la espera». Esto me dijo la secretaria de lentes de ese tumulto de gente. Yo, por supuesto, pensé que si el Ramón J. Velázquez me considerara un amigo me recibiera entre los primeros. No pienso visitarle más o llamarle por teléfono. Tal vez el Ramón Velázquez le teme a mi pluma. Tal vez piense que lo nombre más adelante. Tal vez piense que mi amistad no le convenga porque yo me metí con «honorabilidades» en «La Fiesta del Embajador».
23 de Abril.-
Concluyo de leer «El Eterno Marido». Fui a hablar con un abogado la cuestión de introducir una demanda de divorcio. La verdad es que no me importa nada. Lo mismo me da. Creo que no me casaré más. Me dejo llevar. Hay en mi una insensibilidad absoluta y una falta de entusiasmo. Creo que seguiré soltero. No quisiera volverme a casar, pero si me prestaría a vivir con alguna mujer joven que se aventurase en un viaje conmigo sin que me trate de imponer cosas.
(FALTA 24,25,26,27,)
28 de Abril
Conozco a un Mayor Peña Peña. Yo estaba en la Librería Centro y él llegó y compró «La Fiesta del Embajador». Me fue presentado por el librero y el Mayor me invita a tomar un café. El Mayor Peña Peña ha sido embajador en Honduras y Paraguay y claro sabe, que digo yo ahí de las embajadas.
Encuentro con Herrera B. en la calle, frente al Capitolio.
-Leí tu novela-, me dice-, muy bien escrita, pero embroma muy mal a Eddie Morales Crespo. A mí me consta que Eddie es una magnifica persona.
-Compro una versión al español de los poemas de Holderlin. (Versión Luis A).
29 de Abril.-
¡Qué malo era!, o algo peor que eso: Era más malo que Bovés. O algo aun peor: ¡más malo que la puta que lo parió! Si no hubiera hablado tanta gente se hubiera reído a carcajadas de lo que se decía.
Día de la mierda. Y no veo ningún porvenir. No sé hacer nada. Aquí cualquier es profesor o asistentes y yo no soy absolutamente nada.
30 de Abril
Toda la mañana, hasta la 1 y media, con M. Ella se va a las 3 con su familia para Los Caracas. Yo tal vez me vaya para Barcelona, a la casa de mi hermano Adolfo. Es la segunda vez, desde que nos conocemos, que M y yo nos separamos para andar cada uno por su lado; pero yo no quiero «recostármele» a su familia, pienso que no les caigo muy bien. A lo mejor ella (su familia) ve que llevamos 4 años juntos y no sucede nada.
















