No soy crítico ni historiador. Me considero un literato que escribe cuentos, novelas, pequeños ensayos y obras que tratan sobre mí mismo que titulo MEMORIAS. Tengo 42 años y he vivido de pura casualidad.
Para vivir en este mundo tan duro que es el nuestro he tenido que hacer de todo. Siempre he vivido modestamente. No poseo un apartamento ni un carro. No poseo absolutamente nada. La verdad fue que muy poco me preocupé por conseguir u obtener cosas, pero nunca tuve tiempo para eso, no era mi destino. Mientras los demás se sacaban títulos universitarios, yo trabajaba de mecánico, de bartendero, de vendedor de periódicos. Después fui librero y mi sueldo era muy pobre. Mi única preocupación era la de leer. Nunca pensé en el “futuro”. Nunca pensé que iba a llegar a viejo e iba a necesitar, un lugar donde establecerme. A veces pienso que me equivoqué porque no logré entender este país. Leer y tener sueños de escritor no representan nada para un venezolano. Aquí para escribir hay que tener medios, hay que tener fortuna, hay que tener por lo menos un título que nos permita una colocación fácil. De escribir aquí no vive nadie. Y en Venezuela nadie ha vivido de escribir. Yo escribo y escribo y no gano medianamente como para comer con decencia y mantener una familia. Como escritor a tiempo completo ganaría unos mil bolívares al mes. Y ser escritor a tiempo completo es escribir para periódicos y revistas, y estos no es ser escritor. Escribir de verdad es escribir para uno mismo. Escribir de verdad es crear. Un tipo que escribe para los periódicos no es escritor. Escritor por caso era Rómulo Gallegos quien se dedicó única y exclusivamente a escribir cuentos y novelas. Por eso está ahí como el único que se ha logrado entre nosotros.
Mariano Picón Salas vale por dos o tres libros, ellos son “Regreso de tres mundos”, “Los días de Cipriano Castro y crisis y cambio, tradición”. A Uslar Pietri yo le reconozco “Las Lanzas Coloradas” y los cuentos. Y se puede decir que ni Gallegos, ni Uslar Pietri ni Picón Salas fueron escritores en sí. Ellos no vivieron de escribir. A escribir dedicaron parte de su tiempo. De resto fueron políticos o embajadores o directores de periódicos. Pero en Venezuela no hemos tenido un escritor químicamente puro. No hemos tenido un Goethe. No hemos tenido un Borges. No hemos tenido un Faulkner. Ramón Díaz Sánchez era igual que los nombrados y de él no valen más que la historia de los Guzmanes y “Mene”. Su novela “Cumboto” se ha ido deteriorando con el tiempo. Sobre todo en el lenguaje. Díaz Sánchez utilizó un lenguaje un poco ñoño para escribir “Cumboto”. Yo ahora la releí y se me cayó de las manos. Y así es Guillermo Meneses, está ahí por un solo libro: “El Falso Cuaderno de Narciso Espejo”. Lo mismo sucede con Miguel Otero Silva quien se quedó con “Casa Muertas”, en la línea galleguiana. Claro, uno se va a ponerse a exigirle a esta gente. Cada quien hace lo que puede o lo que le da la gana. El país es demasiado duro para uno le diga a los otros que se sacrifique. Yo quisiera dedicarme a escribir novelas y cuentos. Pero para comer me veo obligado a hacer lo que no debería. Como escribir notas como la presente, por ejemplo.
















