12 de febrero- “Olvida tu tragedia íntima. Todos estamos malditos… Tú ves Bo, tú no eres un personaje trágico. Ni yo tampoco lo soy. Somos escritores nada más y lo que deberíamos hacer es escribir”. (De una carta de Hemingway a Fitzgerald).
1 de marzo: Me había dejado guiar por el entusiasmo y me había propuesto leer todas las novelas de Camilo José Cela y hasta leí de seguido “La Colmena”, “Tobogán de Hambrientos”, “Los Viejos Amigos”, y de nuevo y por cuarta vez “La Familia de Pascual Duarte”, cuando cayó en mis manos de nuevo y por segunda vez “La novela de la novela” de Thomas Mann, y el asombro me cortó el aliento. Allí Thomas Mann habla de cómo elaboró el Doktor Faustus, de los libros que leía cuando pensaba en trabajar tal o cual capítulo, de las personas versadas en música de las cuales recibió obras inéditas. Luego me di a la tarea de buscar al Doctor Faustus. No debía perder más tiempo. Tenía que dejar de lado la picaresca falsa de Cela por un libro que de verdad costó trabajo. Me di a la ilusión de trabajar como Mann y no escribir o pensar en escribir un libro cada año. Esa fue la enseñanza. La otra enseñanza es esta: Thomas Mann creaba sus personajes de otros libros: biografías, autobiografías, epistolarios. Ahora bien, yo me conozco: cuando me apasiona un autor leo todo lo suyo o todo lo que tenga que ver con él. Así me pasó con Wolfe, Fitzgerald, las Bronte, Kleist, Hördelin, Conrad, Novalis, Dostoievski, Tolstoi, Hemigway, Maupassant, Chejov… y de pronto tengo la impresión de que he perdido el tiempo, que últimamente no he hecho más que leer a la ligera…
2 de marzo: Nota en la revista “MOMENTO” de RAS sobre “Donde los ríos se bifurcan”.
3 de marzo: una vez un pintor dijo que lo que estaba haciendo todos estos años era aprender como un niño. Yo por mi parte me digo que quisiera escribir como un soldado, pongamos por caso los nombres de los conquistadores Bernal Díaz del Castillo y Francisco Vásquez que tengo en la cabeza ahora, y a los que leo en este instante.
6 de marzo: Salen dos notas mías. Una en El Nacional sobre “Literatura y vida”. Y otra en La República, “Notas de un diario”. El Dr., Velásquez me dice que yo no tengo idea del terremoto que ocasionan esas notas de m i diario, y agrega:
- Tarre Murzi dice que a usted hay que tenerlo de amigo.
8 de marzo: En El Nacional me dice Batallán que Ratto Ciarlo , nervioso le pregunta:
- ¿Estás leyendo La República? Fíjate a ver si en las notas de Argenis aparezco yo.
Esto no es nada. Yo me veo llegando a Caracas un mediodía con unas cuantas ilusiones. Yo si a ver vamos, no era nadie. Me recuerdo tímido en la infancia. Me veo obligado a recitar en una escuela. El maestro me dice si quiero recitar. Era un acto cultural. Yo me levanté y caminé y me coloqué detrás de una mesa. Como oía un susurro yo pensé que mejor era esperar a que la gente se callara. Yo veía a la gente sin comenzar a recitar hasta que una mujer que quedaba justo enfrente de mí, me dijo:
- Anda muchacho, empieza – y eso me lo dijo de mala manera.
17 de marzo: le pregunto al Dr. Velásquez si él no ha pensado nunca en estructurar un partido en torno a su persona. Se me queda mirando. Se echa hacia atrás:
- Vamos diga, cuál es su idea –dice.
4 de abril: Visita al coronel Hugo Trejo que había llegado hacia una semana de Madrid. Me demuestra el mismo cariño de cuando le conocí y cada vez que tiene tiempo en su conversación que mantiene con un primo suyo, salta y me abraza. Me pregunta que como me va y continúa:
- Todos aquellos que tengan aspiraciones por la patria terminan por unirse.
13 de abril: Lectura de Pristley: ”Recuerdos de un Escritor”.

















