1 de Julio.
Doce de la noche. Al fin entra Julio. vamos a ver, si como me dijo el editor, ENTRE LAS BREÑAS sale en este mes.
Tomás Salvador me hizo la siguiente observación sobre Tomeo: “Tomeo es un hombre que parte muy bien cuando escribe, pero no puede pasar de las 100 páginas. Es muy bohemio. No persiste. Nunca escribirá una novela de grandes alcances”.
A Tomeo yo lo he oído criticar a los que escriben novelas con bastantes personajes. Tomás Salvador tiene razón y Tomeo se traiciona cuando critica a los novelistas que “meten bastante personajes”. ¿Pero a qué viene a cuento hablar tanto de Tomeo? Porque me interesa como personaje y porque es el hombre que más trato de cuantos trato en Barcelona. En realidad es el único hombre que trato en Barcelona. ¿Qué más da un hombre que otro? El total es insistir sobre lo que se ve.
Otra observación: Tomeo no lleva a nadie a su casa. Me dice que su madre está a mis órdenes, que cuando necesite reparar un pantalón o una camisa, ella está dispuesta. Pero nunca me ha dicho que lo visite, que vaya por su casa. Jamás me ha invitado a su casa.
Tiene 39 años Tomeo y no tiene novia. Se quedará solterón si su madre (esto pienso) no desaparece pronto. Y Tomeo sufrirá. Su madre debe dominarlo, él debe llamar desde donde se encuentre “porque si no los viejos no duermen” y lo esperan sentados al pie del teléfono o de la puerta de entrada. Le gusta a Tomeo andar en el auto de Aníbal, en el gran auto de Aníbal, y a las mujeres que saluda en la calle les dice: “¿Qué, no vienen? Tenemos un Mercedes 280”. o le dice a Aníbal: “pasa por allí lentamente para que me vean en tu auto”.
10 am. Carta de M. Que si la quiero que me vaya pronto.
Postal de Beneyto. Su mujer ha triunfado y se lo ha llevado a Valencia. Beneyto es el prototipo del personaje de Strindberg dominado por las mujeres. Teresa ha sido la única mujer que Beneyto ha tenido y por eso ella hace lo que quiere con él. En cambio, ella a los 17 años ya tenía un niño. Teresa se casó a esa edad obligada. Beneyto me confesó que no se había casado cuando ya andaba traicionando al marido. Beneyto ha sentido tanto temor que una noche se le escapó esta exclamación: “-¡Y si Teresa volviera con su primer marido!”. Pobre hombre. Para él ni su pintura ni su literatura valen lo que vale Teresa, un amurre a la que odia pero de la que no puede separarse. Como que es ella la que lo mantiene haciendo de prostituta.
Las dos mujeres que he tenido, bueno, con las que he vivido más tiempo y que he querido, J y M, son del signo Leo. La primera, J, cumple 35 o 36 años el 10 de este mes y M cumple 33 el 6 del próximo. Yo soy sagitario y cumplo 35 años el 27 de noviembre.
Desde que me desperté hasta este momento, siete de la noche, lectura de “Mene”, de Díaz Sánchez.
He empezado a enviar libros para Venezuela. Lo mismo regreso en septiembre con “Gritando Su Agonía”. ¡Si no me falla Tomás!
Estamos a Julio, primero apenas, y todavía no creo que ENTRE LAS BREÑAS salga este mes; ni a mediados ni a finales. Los periódicos de hoy anuncian la salida de 600.000 barceloneses hacia las playas y campos. Y Picazo pensará que allí van los posibles compradores de libros. Por idénticas razones Tomás Salvador ha retardado la edición de GRITANDO SU AGONIA, sólo que no lo dice.
Saldré con esa francesa que no me gusta. Me esperara en el café de abajo para luego asistir a ese concierto de la Plaza del Rey.
2 de julio.
1 y media de la madrugada: un fiasco. Viene la francesa por mí. Se me había olvidado que era vieja, flaca y fea y me voy con ella a ese concierto de la Plaza del Rey. Ella no paga porque pertenece a Las Juventudes Musicales. Yo en cambio tengo que desembolsar 125 pesetas por algo que no debía costar menos de 25. Tomamos asiento y la francesa me habla del matrimonio y de todas esas tonterías. Yo me fijo en las otras mujeres y en los hombres con suerte que entran con mujeres hermosas. ¡Y yo con esta francesa! Empieza el concierto y el hombre que está sentado detrás de mi me toca la silla, entonces, airado, ruedo la mía y hago un ruido inmenso. Ya no puedo estar tranquilo y me levanto y me voy hacia atrás. Y cuando llego a la última fila entra un policía al que le suenan los zapatos y para colmo se pone a conversar con un compañero. No oigo nada. Ni siquiera me doy cuenta cuando termina todo. A la francesa la dejo en un callejón y yo me meto en el cine: “Un maravilloso veneno”, de Noel Blach. Hay nota elogiosa en “La Vanguardia Española” de A. Martínez Tomás.
Otra de las facetas de Tomeo: al principio decía preocuparse por mí, de mi soledad, de mi angustia, etc. Pero (ahora lo sé) era que el también se sentía solo, angustiado, etc. Sus amigos lo habían traicionado, su novia lo había abandonado, su carácter se le había agriado, etc. En esto llegué yo, y comprendió que mi “tragedia” era idéntica a la suya. Bueno, era lo que me decía. Así que empezamos a salir, a buscar mujeres, a frecuentar burdeles. Pero Tomás tenía lo suficiente vista para darse cuenta de que yo disponía de más dinero del que él podía disponer. Y claro yo pagaba más. Tomeo nunca recobra fuerzas para pedirme prestado. De pronto se dio cuenta de que a través de mí podía relacionarme con otras personas de buena o mejor posición que la mía. Y un día me dijo que me comunicara con el cónsul por ahí se podían conseguirse cosas. Y yo lo relacioné con el cónsul. El cónsul, con su buen auto, era un buen caballo, una excelente persona, un tipo amabilísimo. Entonces comprendió que con el cónsul se fastidiaba menos que conmigo y dejó, naturalmente, de preocuparse por mi soledad mi angustia, etc. He dejado de llamarlo. Antes, hay que recordarlo, me obligó a que llamase a Miguel Otero Silva, quien había llegado al Hotel Presidente. Bien, lo llevé allá. Con ése, supongo que pensó, ni que se hubiera puesto las botas: dinero a raudales, relaciones, mujeres, buenos autos en los cuales exhibirse. Pero por desgracia, Miguel Otero Silva apenas si venía por dos días.
3 de Julio.
Ayer tarde estuve con Tomás Salvador tomando horchata de chuffa y café, y anoche soñé que viajaba a Venezuela, me entrevistaba con Uslar y le pedía una novela para ediciones Martes. Yo le hablaba de Tomás y me fui a una librería a solicitar una novela de éste para regalársela a Uslar.
En la realidad sucedió lo contrario: mi ejemplar de “Mene”, de Díaz Sánchez se lo regalé yo a Tomás.
Uslar (en el sueño) sólo tenía un empeño: el de dibujar. Regresamos no sé a dónde. A mí me embargaba la angustia de que había regresado a mi país por algunos libros y ahora no sabía cómo regresar.
Por la noche, gotas para dormir y por la mañana, gotas para despertarme.
Solo. (Ver nota sobre Tomeo escrita en papel aparte).
Con la única persona con la que me relacione es con la dueña del hotel, la cual, sin embargo, no me obsequia ni un vaso de agua. Cuando le pido ese vaso de agua me responde. “-Le voy a dar de la mía”, que es agua mineral y la que, claro, me veo en la obligación de pagarle.
Lectura de un cuento de Tomás Salvador: “El hombre que quiso ser perro!. Tomás creía que ese cuento no se lo publicarían porque habla de un perro que se llama Sultán y Franco andaba por estos lares.
Salgo a almorzar y cuando regreso encuentro una nota en el tablero: Beneyto ha llamado desde Valencia, que por favor pase por su antigua dirección y recoja unas cartas que le han llegado allí, que mañana me llamará a eso de las 12 y media p.m. para que se las lea.
3 de la tarde: voy a la antigua dirección de Beneyto. Un hombre arregla aquello. Hablo con la portera: el señor Beneyto se fue, sí, con su mujer y el niño. La portera me entrega las cartas para el señor Beneyto. ¡Pobre hombre, Teresa ha hecho con él lo que le ha dado la gana! Asunto concluido. Después me dirán que me ocupo de los fracasados, de los mediocres, de las medianías, ¿Pero dónde si no en esta gente se conoce a los demás?.
Empiezo a leer “Autobiografía espiritual” de Berdiaev y continuó con el “Robespierre” de H. Belloc.
Anoche sueño con Tomás Salvador y hoy a primera hora leo un cuento suyo en “La Vanguardia”. Lo mismo que soné con Uslar Pietri y voy por las cartas de Beneyto y ahí viene una de Uslar para Beneyto; la abro, la leo y leo que Uslar me nombra. (El sueño ha sido descrito en la nota de mañana. Son las 3 y media de la tarde).
Compra de “Buenas y malas palabras”, de Angel Rosemblat.
9 y media de la noche: Con Tomás Salvador tomando Horchata de Chufa. Le propongo que edite un libro de Tarre Murzi.
Tarre Murzi me había dicho en su carta que escribía una obra titulada “Autocrítica de Venezuela”.
-¡Que le mande!- me responde Tomás sin pensarlo dos veces.
11 de la noche: con una francesa. Un rato maravilloso.
Lectura de “Buenas y Malas palabras”.
Lectura de “Autobiografía Espiritual”.
Hoy, por contemplar a una joven en una tienda he entrado no menos de cinco veces y me he visto obligado a comprar pañuelos, una camisa, una aguja, unos cordones, un rotulador. Cada vez que entraba compraba algo. Tenía que hacerlo. Ella me lo pedía. Mañana, de no fallar los cálculos, nos veremos en el Moka, aquí mismo, al lado de mi hotel.
Sábado, 4 de julio de 1970.-
Realmente, he sido seducido por esa joven. Cuando entré por primera vez a la tienda lo hice por otra, pero a la segunda entrada ella exclamó: “-¡Qué bien, viene por mí, ¿no?!”. le dije que sí porque la otra era tímida. O no supe entrarle. O no dejé seducirme. A mis treinta y cuatro años soy un hombre hermoso y atractivo.
A Bonaparte le dolió toda la vida el haberse separado de Josefina. (“La culpa fue de Fouché”, exclamaba adolorido).
Carta de M.
Saldré con la joven que trabaja en la tienda. Me pregunta la edad.
-34 años-, le digo.
-Tiene 10 años más que yo, me responde.
-Mejor, le digo.
De 1 y media del mediodía a 2 y veinte con Candel y Tomeo en el café Zurich, frente al Kiosko de Tomás Salvador. Tomás no fue a la tertulia. Candel me dedica su libro “¡Dios la que se armo!”.
Mañana es día nacional de Venezuela y habrá una reunión o fiesta en el consulado. Se ha invitado a todos los venezolanos residentes en Barcelona y amigos del consulado menos a mí. La culpa es de “La Fiesta del Embajador”. Embajadores y cónsules temen que escriba sobre ellos. Con este diario cometo grandes injusticias. Tomeo vino a verme y a ponérseme a las órdenes, lo que necesitase, etc. La otra noche cuando estaba enfermo del estómago y de la cabeza y se lo dije me respondió: “-Si necesitas algo llama a casa. No importa la hora que sea”. Creo que me complazco más en las injusticias que en las noblezas.
Posiblemente en mi vida he conocido mejores personas que estas que he conocido en España: Beneyto (a quien he injuriado); Tomeo (de quien me he expresado mal); Molina, (a quien tal vez también he tratado mal); Tomás Salvador… Francisco Candel…etc.
No es que sea malo, pero como Maldoror me complazco en el mal. Maldoror sí que hacía mal. Sí, sí, yo también lo hago. Lo he hecho… y me ha complacido. Soy un Maldoror que no tiene nada de literato. Cada día escribo peor. Es la maldad que termina por consumirme.
¡Esto no me ocurre si no a mí! Yo, que nunca duermo de día, me quedé dormido con libro en las manos y no pude concurrir a la cita que tenía con la jovencita de la tienda. A causas de ello me he maldecido furiosamente.
Al cine. “Alfie”, una película muy convincente.
Llama Aníbal, que iremos mañana a Sitges. Yo no me niego, pero no iré.
He dejado dicho en la portería que no me encuentro, que salí anoche y que aún no he regresado. Prefiero mi soledad.
5 de julio.-
Día Nacional de Venezuela.
Compra de un libro de L. Marcuse sobre Freud. Empiezo a leerlo.
Prefiero acostarme mil veces con una puta asquerosa a la cual le pague por ese rato de “amor”, que acostarme con una mujer que me diga que me quiere y de la cual desconfíe. Lo intolerable en este caso es la duda o el engaño. No perdono a Strindberg cuando dice que rechazó a su mujer como esposa pero la dejó como amante. Era que no se sobreponía y quería autoengañarse y engañar a los otros.
Una francesa con la que me acuesto me dice: “Y usted que es tan sensible, tan sensual, ¿por qué no se busca a una francesa para casarse?”.
SOLO. En todo el día apenas si he conversado con la dueña de la pensión. Son las 8 y media de la noche. Lectura, a ratos, del libro de L. Marcuse sobre Freud. Pienso que no tendré un poco de paz hasta que no aparezca la nueva edición de ENTRE LAS BREÑAS. Temor a regresar. Sólo ese temor me invade. Pero no por lo que hago o haga, si no por M; no conviene volver con ella y no sé si seré lo suficientemente fuerte como para vivir en Venezuela y no buscarla.
Me he negado a salir con Aníbal y con Tomeo. Me niego a hablar con los otros pensionistas. No trato con nadie. Esto es un auto-control. Me refugio en mi más completa soledad para acostumbrarme a ella. Así, a mi regreso a mi país no me hará falta ninguna de las mujeres que abandoné y que aun como aquí: con prostitutas. Luego a mi soledad. A un cuarto. Si acaso, me buscaré una amante a la cual vea sólo para poseerla. Pero complicaciones amorosas, matrimonios, amancebamientos y cosas que recuerden compromisos no quiero. Vive en Venezuela la señora de un ex-amigo mío que siempre ha querido acostarse conmigo. Bien, intentaré hacerla mi amante. La llevaré a hoteles, la obligaré a compartir los gastos, no me creará problemas; sus hijos, el recuerdo de sus hijos y el mantenimiento de su matrimonio me dejarán actuar con toda libertad. ¡Salvado!
Lunes 6 de julio.-
Carta del hijo de Cela. Que la casa está a mi disposición. Que vaya cuando antes porque don Camilo se irá a Galicia a comienzos de agosto.
Cartas de Uslar.
Conversando con la dueña de la pensión:
– El botones que no viene-, dice ella.
-Claro -le respondo yo-, está enfermo de tanto masturbarse.
– ¿Sabe una cosa?, dice ella-: que eso mismo pienso yo.
-Sí -le digo-, ¿no se da cuenta que siempre se le están cayendo las tazas y los vasos? Es por eso. En este momento (¿no tiene él 15 años?) no sabe si es hombre o si es mujer. No sabe si será hombre o maricón.
– Ya, ya-, responde la señora.
La señora, es justo que se diga, tiene unas hermosas rodillas. Me las ha mostrado diciendo: “¿No cree usted que yo tengo mis rodillas mejor que las de las americanas ésas que viven arriba?”.
– Por supuesto -le he respondido yo.- las tiene usted muy hermosas.
– Pero -dice ella- las cosas deben venir de los hombres.
– Sí, sí- le respondo yo, pero pienso que tiene los dientes muy feos y no sería capaz de besarla en la boca.
Hoy, ¿por pura casualidad?, en menos de dos horas me he tropezado cuatro veces en la calle con un inspector de policía que vivió en este hotel. Fue la señora la que me había advertido contra ese señor.
Lecturas de “Etapas de la locura”, de Dostoievsky.
Lectura del “Freud”, de L. Marcuse.
Lectura de la “Autobiografía espiritual”.
Grandes autobiografías que cita L. Marcuse: la de Stendhal, la de San Agustín, la de Rousseau, la de Goethe.
A primera hora a pedirle excusas a la jovencita de la tienda. Recelosa, no creyó que me hubiese quedado dormido.
Lectura de “Buenas y malas palabras”, de Rosemblat.
Mal de estómago. Diarrea. El vino me afecta. Solo. Sin hablar con nadie. Compré dos libros “Opiniones del gato Murr sobre la vida”, de Hoffmann y “La mujer fantasma”, de Irish.
En dos días seguidos se han caído dos aviones: uno inglés, cerca de Barcelona y en el accidente murieron 115 personas y otro canadiense en Toronto y en el cual accidente murieron 109 personas.
Tomás Salvador me regala un libro de Zoé Oldenbourg: “La piedra angular”.
A Cela no lo visitaré hasta que no salga “Entre las Breñas”. No iré a visitarlo, a dormir en su casa y a comerle la comida con las manos vacías.
Martes 7 de julio.
Lectura de Camus: “La chute”.
Compra de dos libros: “D.H. Lawrence, el peregrino solitario”, de Catherine Garswell y una antología de novelistas ingleses. Esta antología la compré para leer un relato de May Sinclair, de quien decía Thomas Wolfe que era la mejor escritora en lengua inglesa.
Supongo que el peor insulto que se le pueda decir (o hacer sentir) a una persona será éste: “Contigo da vergüenza salir”. O “Contigo da vergüenza hacerse ver”. Guardarlo para la primera ocasión. Ocasión hay para todo. Contra una mujer ese insulto sería de lo más aplastante.
Escándalo en el hotel. Un hombre se ha metido en la habitación de una americana de nombre Bárbara Shaw y ha salido de allí con un paquete de cigarros en las manos. La señora lo ha visto y ha empezado a gritar. El hombre ha corrido y el hijo de la señora lo ha perseguido y lo ha agarrado en la calle del Carmen. El hombre es joven, usa gafas y estaba que no se podía contener por nerviosismo. “-No ha sido nada, dice, yo he entrado a la habitación de mi amiga y he cogido un paquete de cigarros por un disco que le presté. Eso es todo”. Se levanta. Va al balcón y hace gestos de querer escaparse por ahí o lanzarse al vacío. La señora grita: “¡Pero qué hace, hombre!”. La policía llega con media hora de retraso. El tipo se contradice: “Y-a he terminado mis estudios. No, que estoy en segundo. Que me voy a Suiza.” Lo han esposado. La policía es torpe y le interroga delante de todos los pensionistas. A un hindú se le ha perdido el pasaporte,
Llamada de la francesa que dejé la otra vez en el concierto de la Plaza del Rey.
Llamada, desde Palma, de Antonio F. Molina. ¿Que qué me ha pasado? Pues nada. Le pido me envíe un libro, de textos, de Solana. “¡Pero, hombre, exclama Molina, si ese es el mejor escritor que tenemos!”. “Pues, yo no lo he leído”-, le respondo.
Se hospeda aquí una francesa de unos 24 a 26 años que le confiesa a la dueña del hotel que trabaja en un bar y que de cada whisky que hace vender obtiene un porcentaje.
-¡Ella dice que no le gusta el trabajo!-, comenta la dueña del hotel-: pero que no encuentra otra cosa que hacer para sacar dinero.
-¡Pues de ahí a la prostitución!- comento yo. ¡Si es que después no va con un hombre distinto cada noche, uno de esos que gasta lo suficiente como para abrirle los ojos!
La dueña del hotel aprecia a la francesita y calla.
- Y deben ser americanos los que más consumen, porque está aprendiendo inglés-, sigo yo.
Pero la señora ya ha callado. Yo quería averiguar más. La francesita no está mal. Pero ya no se casará. Hay mujeres que no se casarán nunca, que ya se les ve en la cara, en las piernas, en la forma de mirar y de sonreír. La mujer que se ríe por reír no se casará nunca. ¿Por qué? Porque la mujer entra en la fase en que sólo se dice ya no me casaré. ya no me casaré, ya no me casaré, ¿para qué voy a reírme? Es fácil. Y no se ríe. Y si se ríe es forzado.
La cuestión de la Bárbara, que por cierto es mi vecina (yo en el 10 y ella en el 11), parece ser asunto de drogas. Aquí todos hacen conjeturas, con miedo. Una cuerda debe de haberse roto y habrán comisionado a uno para que viniese a retirar el susodicho paquete de cigarros.
La Bárbara ha venido y el hijo de la señora la ha acompañado a la policía. Regresaron. La Bárbara, pálida, dice que jamás había visto al hombre que se había metido en su habitación. Luego subió y bajó al cabo de un rato, y se fue sin despedirse.
La vecina de Bárbara, traída por la misma Bárbara, se va hoy, me revela la señora. La vecina de Bárbara es otra americana, gorda y que siempre va con negros. Este hotel se pone interesante.
No señor, en este mundo de ahora no hay sitio para Camus, ni para Dostoievsky ni para nadie. La palabra la tienen los novelistas policiales.
La Bárbara Shaw y su amiga la gorda que va con negros trabajan en un bar de americanos al que sólo asisten marinos.
Llamo al editor. Que “ENTRE LAS BREÑAS” sale a finales de julio. Mis nervios que estallan. Bajo, me siento a un café y siento que dos hombres que están detrás de mí golpean mi silla. Me vuelvo y les digo que por favor no me molesten. Pasa un rato. Me tropiezan de nuevo y estallo. Me levanto y les digo que no insistan en el abuso. Pierdo la cabeza y todos allí me miran y miran a los hombres que se sonríen y piden excusas. Me pongo a temblar de la ira. Cualquier palabra y les hubiera volado arriba, o les hubiese lanzado el vaso que tenía en las manos. Para evitar inconvenientes regreso a mi habitación hecho una furia. Son las 9 y media de la noche. Esta espera a que estoy sometido va a pagarla alguien. No sé quién, pero va a pagarla alguien. Acaso yo mismo.
Con una francesa de Marsella. Todas las putas francesas son de Marsella. Después de hacer el amor me ha dicho: “Y ahora, a dormir!”.
8 de julio de 1970.
Bárbara dice que es inocente. Que no ha visto al hombre. Se va al campo.
Lectura de “La Chute”, de Camus.
Carta de Molina. Que tengo razón sobre el caso Beneyto: Molina, que ha sido amigo de Beneyto desde hace no menos cinco o seis años, no sabe nada de éste. ¿Es que es la mujer que trabaja?, pregunta Molina. Y, claro, lo domina por eso. Beneyto no quiere hacer nada. No se siente competente para hacer nada. Lo que quiere es figurar. Hacerse un nombre para vivir de la chulería. ¿Pero cómo desea Beneyto hacerse un nombre? Dirigiendo una colección literaria donde se lea en letras grandes: COLECCION DIRIGIDA POR ANTONIO BENEYTO. ¿Pero quién es Beneyto? Vaya usted a saberlo. Pero su nombre pegará. En España sólo hay dos Beneytos y uno de los dos es político. Es lo que se trasluce cuando se oye hablar a Beneyto. Un caso de paranoia, diría Freud que no sabía nada del alma humana. Ahora si es verdad que nos arreglamos con eso de estudiar al hombre, de “profundizar” al hombre con un lenguaje estereotipado. Neurótico. ¡Tú eres un neurótico! No, a Beneyto la palabra que le cae de plano es la palabra chulo. El pueblo, que sabe más que el señor Freud, diría eso. O diría que su mujer lo domina porque lo ha encoñado. Adónde me dejo llevar por las mediocridades. ¿Pero quién es Beneyto?, se preguntarán más tarde. Yo responderé: un hombre como usted o como yo. Nada más ni nada menos. Un hombre, si se quiere, más importante para mí que el señor Nixon, o el señor César, o el señor Breznef.
Me confiesa Tomeo que llega tarde al orgasmo. Hace días, una noche salió con una valenciana a la que acosa. La lanzó a tierra, le bajó unos pantalones que la mujer cargaba y todo, pero no pudo llegar a nada. La mujer cedió, pero como a él se le hace difícil llegar con facilidad al orgasmo, pues hubo quejas, etc. Tomeo se odió a sí mismo. Por esa razón, o defecto, debe odiarse con frecuencia. Hasta con las putas le va mal. Le dicen que se apure y él a responder: “-Ya va. Un momento más. Ya va”. El pobre debe sufrir mucho. ¡Y con lo que le gustan las mujeres!
Tomeo ha empezado, ya se ha escrito aquí, a odiar a su amigo Miguel Oca Merino. Lo ha empezado a odiar, ya se ha anotado aquí, por aquello de la novia, el cuchicheo, las mentiras, las hipocresías, etc. Y también ya lo odiaba, pero no lo sabía, por la vida holgada que lleva el Miguel. Me he dado cuenta de que Tomeo envidia el puesto liberal y el sueldo más que suficiente que obtiene el Miguel.
Se hospeda en el hotel un venezolano que se ha casado con una catalana.
- ¿Pero que le vio ese señor a esa chica para que se casase con ella? – me pregunta la dueña-: ¿no ha visto que facha? ¡Qué delgada, que fea, que piernas! Es muy buena, sí, eso no se puede negar, ¡Pero cuántas mujeres buenas no hay en este mundo!
La señora, la dueña del hotel, a mi parecer tiene mucha razón. Hay mucha gente buena en este mundo. ¡Hay tanta gente buena para escoger! Realmente que se debe escoger gente buena que tenga las cualidades de la hermosura también. sería mejor. Muchísimo mejor.
Vino Tomeo. Fuimos donde Picazo. Ahora son las portadas de mis libros. Las dos que han presentado, ¡ninguna sirve! Otro retardo.
A las 9 y media con Tomás Salvador, quien me habla de Baroja: era muy agarrado y cuando murió dejó una caja llena de dinero.
Tomás me da su libro “Los Atracadores”. Al paso que voy me leeré los 19 libros que ha publicado.
Lectura de Camus: “La Chute”. A ratos, porque me deprime.
Lectura de algunos cuentos de Maupassant .
¿???
9 de julio. Jueves.-
Carta de M. Me dice que Juan Vicente Cabezas salió en libertad. ¡Bien hecho! Ya era hora. Sánchez Olivares será ascendido a general. A Sánchez Olivares no le gustó que lo metiera en “LA FIESTA DEL EMBAJADOR”,… de la derecha más reaccionaria es Sánchez Olivares.
Con Milka, la ex novia de Tomeo. Mujer hermosa, de 23 años, ya ha vivido lo suficiente. Si se enamorara de mí me la llevaría para Venezuela. O me quedaría a vivir con ella. Me gustó y yo no estoy para andar con contemplaciones. Búlgara, Milka dice que llegó aquí con un novio médico con el cual se casó, pero que el hombre resultó marica y quería que se dejara poseer por los hombres que lo poseían a él. Se divorció o anulo el matrimonio, porque en España no existe el divorcio. En esto conoció a Tomeo, un hombre que lo que quiere es dormir. No acostarse con ella, sino dormir. Que la llamaba, la dejaba hablando con su madre (la madre de Tomeo) y él se iba a dormir y dormía cuatro horas de un tirón. Y de noche sus ocho horas reglamentarias. El placer, para Tomeo, era dormir. Dormir. Y no leía. ¿Y así quiere escribir?, dice Milka. Y su madre que lo elogiaba, lo halagaba: “-Eres un genio, hijo”, le decía; y Tomeo, de 40 años, llamando a su madre “mamaíta”. “Y, continúa hablando Milka, quería hacer de mí otra segunda madre. Que no saliera de casa, que le lavara la ropa, que no opinara. No me llevaba a visitar a nadie. Odió a Manegat porque me dijo que era hermosa y que suerte tenía Tomeo. ¿Usted no conoce a Manegat? Bueno, un señor ya de 50 o 55 años y Tomeo celoso, diciendo que Manegat lo que quería era conseguirme. ¡Dejar a un bomboncito de este tamaño por los celos! No, cuando se consiga a una mujer hermosa se la debe tener como amante. A las que hay que celar es a las feas para que no se rebelen. No hay peor cosa que una fea envalentonada.
Aquel, en lugar de dejarse crecer el bigote, se dejaba crecer los pelos de la nariz.
Las putas que aun no se han profesionalizado se dicen estudiantes. Y los fracasados y frustrados se dicen artistas, pintores o escritores. Lectura de May Sinclair, de Maupassant y de Rilke: “Diario Florentino”.
Tuve curiosidad por conocer la ex-novia de Tomeo. He llamado a su casa. Me responden: “Ella no tiene hora de llegada y hay noches que no viene”.
Hay que degenerarse un poco para poder vivir.
Desde un tiempo a esta parte, y sobre todo desde que vivo solo, la literatura me enferma y me desmoraliza.
10 de julio
Cumpleaños de J. Cumple 35 o 36 años. Hoy me he enterado que su signo es Cáncer.
Lectura de Maupassant.
Lectura, en “La Vanguardia”, de un relato de Tomás Salvador.
Hoy es 10 y aun no me llega la beca. Inseguridad.
Se hospeda en el hotel un conde belga que anda detrás de una francesita.
La francesita, a su decir, trabaja en un bar donde le dan una comisión por cada Whisky que hace vender. El conde belga renquea.
Carta de mi hija Clara. Que pasó para el cuarto grado y que va muy bien en piano, teoría y solfeo. Que Valentina comenzará el 1er. Grado y que también irá a la escuela de música.
Se necesita mucho estar interesado por una mujer para hacer lo que hace el conde belga. Ayer vino por la francesita, pero ella mandó que no se encontraba. Hoy viene el belga, vuelve a preguntar por la francesita y, claro, se le vuelve a decir que no está. “Pero su llave no está en el casillero”, dice. “Bueno, continúa, tomaré una habitación aquí. Me mudaré esta misma noche o mañana.”
Para ahorrar he ido a comer al restaurant universitario.
Compra de “Volveré a Kandara”, de Jean Hougron.
Tropiezo con la francesita. Está molesta con la dueña de la pensión. “No ha debido alquilarle la habitación al barón belga. ¿Y sabe una cosa? Le alquiló justo la habitación que está a mi lado”. La francesita no quiere decirme qué le pasó con el barón. “Nada, dice, sólo que se tomó 50 whiskys conmigo. Yo gano una comisión por cada whisky. El se tomó 50 y a mí me brindó 50, pero yo cada whisky lo echaba. Tenemos unas bolsas especiales”. Ahora anda nerviosa la francesita y dice que se irá por unos días del hotel. “Cualquier cosa, le digo yo, véngase a mi cuarto. Yo allí la protegeré”. Se ríe y yo continúo: “Ah, sí, tiene usted unos hermosos senos. Parecen dos manzanas”. La francesita se ríe. No puede comer. Se atraganta.
“La Chute”, de Camus, es la versión francesa de “Notas desde el sub-suelo”, de Dostoievsky. Camus, la justicia. Dostoievsky, el caos humano. Por su puesto, el segundo es el más grande, es el único, un monstruo. La justicia no es más que un lado de la vida y el caos humano es la vida en su conjunto. La justicia es una pequeñísima cosa. Algo inexistente. Hablar de la justicia es hablar de naderías. Buscar la justicia es perder el tiempo. A Dostoievsky le interesan las cosas verdaderamente vitales: el amor, el odio, los celos, la locura, la pesadilla y la muerte. Camus no comprendió a Dostoievsky. Quiso ser un Dostoievsky sin comprenderlo. Se equivocó con lo del “Gran inquisidor” y le dio vueltas a eso sin comprender que eso no era más que un entretenimiento místico de Dostoievsky.
De 10 a 11 de la noche lectura de un tirón de “Acreedores”, de Strindberg. Strindberg, un hombre que no podía pasarse sin las mujeres, de las que desconfiaba y que por esa razón odiaba. En tres oportunidades perdió la cabeza por cada mujer que tuvo. Ni más ni menos que lo que me pasó a mí. Ahora, como en una casa de reposo, no veo mujeres, no busco a ninguna y pienso que no entregaré mi corazón hasta que no vea a la elegida a mis pies. El hombre debe ser el padre de la mujer. No el hijo de la mujer.
Sólo por medio de la soledad más estricta se adquiere la limpieza del alma.
Después de este año de soledad, de este no complicar mis sentimientos, cuando vuelva a sentir será como volver a nacer. Muy joven me he dado cuenta de las cosas. Tengo 34 años. He vivido lo suficiente, en tan poco tiempo, que ya conozco todos los misterios, en primer lugar los del alma, que son los más interesante en la vida de un hombre.
En la soledad más absoluta es donde sólo se obtiene la limpieza del alma.
11 de julio
Encuentro con Milka. Como cree que le hablo con sinceridad me dice que soy un niño. Tomamos café, solos, apartados y yo le digo que me gusta. Después nos hemos levantado porque tres hombres se han sentado muy cerca de donde estamos y no hacían más que oír y mirar hacia nosotros. Yo le digo a Milka que el español es curioso, que tiene vocación de espía, que todo quiere averiguarlo. Ella me dice que se presentan como grandes cosas y que cuando uno los busca o busca lo que ellos se dicen son, no encuentra nada; “ni con lupa los ve uno”, dice ella. Atravesamos la Plaza Cataluña y nos dirigimos al café Zurich y nos sentamos a la mesa que ocupan Tomás, Salvador y Fco. Candel. A Milka le han gustado estos dos hombres sencillos. Tomás me entrega su libro “Esta noche estará solo”. A 20 para las dos Milka se fue porque tiene guardia corrido en el Hospital para Extranjeros.
Carta de Molina. Que todos están conmigo allá. ¿Están conmigo en qué? Hubo un momento en que Milka y yo nos miramos con odio a los ojos. Nos hemos encontrado dos veces y ya nos hemos mirado así. Eso se debe, sin duda, a que yo le he hablado de mí y de mis problemas y ella a mí me ha hablado de sí y de sus problemas”. Este sabe algo de mí”, se diría ella. “Esta ha empezado a conocerme”, me diría yo. A pesar de que la gente quiere desnudarse, se contiene. Aquí comienza el odio. Entre marido y mujer comienza el odio cuando comienzan a conocerse. O entre amantes, o entre compañeros.
Bueno, digamos que la soledad me está convirtiendo en un solterón y no en un místico. He salido a visitar tiendas y he comprado jabones, cepillos y shampoo. He comprado, también como ingredientes, algunos libros: “Bajo las estrellas de otoño, de Hamsun; “Memorias del Sub-suelo”, de Dostoievsky; “Cantaclaro” de Gallegos y “El hombre como fin” de Alberto Moravia.
Recuerdo, con mucha cautela, de Milka. No quiero enamorarme solo. No quiero andar vigilando a nadie. No quiero salir a esperar a nadie. No quiero desesperar por nadie. Le he enviado una carta de amor. La presa debe caer para luego yo pensar en entregarme. Porque si se me entrega, me entrego. Lo importante no es amar, si no que lo amen a uno. Sí, ya sé que me contradigo. ¿Y qué?
A las 7 y media salgo a comprarme un pantalón.
En un remate me compré otro libro: “El enano”, de Pär Lagerkvist. –
¡Todos libros leídos!
Regreso a casa, y aquí está Tomeo esperándome. “-Quería verte”, me dice. Nos metemos en un cine de segunda. A la salida le digo que he visto a su ex-novia. “-Nos removamos cosas- me dice-: Y te agradezco que no la llames más”. Me doy cuenta de que Tomeo aún no ha olvidado a Milka. Pensé que si conseguía a Milka perdería la amistad de Tomeo.
- ¡Ahora Rosita espera al marido para pedirle el divorcio y casarse con el loco ése!
El loco ése era yo. Yo oí las palabras de la madre de Rosita y salí al corredor. Los hermanos de Rosita no habían oído nada. Me quedé a conversar con ellos y a pensar en la impresión que se llevaría Tulio cuando Rosita le dijera que estaba dispuesta a divorciarse de él para casarse conmigo. ¿Pero no estaba yo en Barcelona? Sí, pero había dado un viaje relámpago a Venezuela. Regresaría a Europa, por supuesto que regresaría. Entré a una habitación y me acosté en una cama. Aquí alguien comenzó a besarme en las mejillas. No sabía qué o quién podía ser. Pero la suavidad del otro rostro me excitaba.
Muere Muñoz Grandes, ex-jefe de la “División Azul”, ex-colaborador de Franco.
Lecturas de Moravia, Lagerkvist, Dostoievsky y Hamsun. Todo a un mismo tiempo, pasando de un libro a otro.
Llamé a Milka. No está. ¡Pero claro que me enamoraría de ella! ¡Pero claro que le propondría viajar a Venezuela!
Con una francesa.
Aun no puedo regresar a Venezuela: no he olvidado del todo a M. Imagino que regreso sin avisar y que la sigo y la descubro viviendo con otro hombre y siento un odio profundo.
Sólo se odia lo que se conoce. ¿Dónde leí yo esto? Será por eso que odio a M. Si la odio fue porque llegué a quererla y luego a conocerla. ¡Ah, pero ella se presenta pura, inmaculada, víctima, mártir! Cada vez que yo le reclamaba me respondía: “-¡Pero Argenis, cómo vas a pensar mal de mí si tú sabes como me han criado mis padres, cómo son ellos, que estrictos!”. Se puede ser cínico como soy yo que me confieso a todos, pero el ser cínico a escondida es imperdonable. Los verdaderos cínicos andan diciendo con orgullo: “Sí, soy cínico ¿Y qué? No puedo ser de otra manera.
13 de julio.-
Carta de M. Me pregunta que qué pienso hacer. (¡Yo no sé!)
Carta de Tarre Murzi. Me agradece el que le haga gestiones para publicar un libro que titularé “Autocrítica de Venezuela”.
Anoche soñé que regresaba a Venezuela y gestionaba un cargo en alguna embajada.
Llama Tomeo para decirme que Ray diseñará la portada para ENTRE LAS BREÑAS.
Lectura de “El Enano” y de algunos poetas del clasicismo español. Lectura de los poemas de Samuel Beckett.
Con Tomás Salvador a quien le entrego la carta de Tarre Murzi. “Sí, sí, le escribiré –dice-, y le pediré el libro”.
En las Ramblas me tropiezo con el Miguel Oca. Anda solicitando” Insula”. “-Hablan de mí allí”, me dice. Le pregunto por la ex-novia de Tomeo. Por Milka. “-¡Ah, esa es una niña para amar!”, exclama. Sale con cuatro tipos a la vez: un médico y tres más, pero el que más le gusta es un pequeñito que la estrecha duro. Bueno, es lo que ella me confiesa. Si Tomeo supiera eso se volvería loco porque él es muy puritano”.
La verdad es que ya hoy uno no tiene ni novia ni mujer, sino putas.
14 de julio
Había elecciones. Hacíamos guardia en el jardín de la casa de Tarre Murzi. Este me presentó a su hija. “-¿Puedes quedarte esta noche?”, me preguntó Tarre. “Claro que sí”, respondí. Yo pensaba en los frutos que se podían lograr si ganábamos las elecciones. Ramón Velásquez estaba sentado sobre la grama. Yo no le hablaba. Tarre vino y me preguntó: “¿Cuál de estos escritores te gusta más: James Cain o Grahan Greene?”. “Son diferentes, le respondí yo. Pero no hay que olvidar que “El cartero llama dos veces” es una gran novela. Y el relato de Greene, “El ídolo caído”, también es un buen relato. Tarre regresó a la casa. “Con una piscina de goma se podría pasar un buen rato aquí”, me dije. Y pensé en una piscina de goma. Me tendí sobre el césped. Haría la guardia allí. Allí dormiría. No temía nada. Me tendí aun cuando sabía que no dormiría. Nunca duermo bien. Y lo malo son las mañanas. Y los mediodías. Pero en las noches vuelvo a estar lúcido y no duermo. Pensaba en todo eso.
5 de la tarde: en la calle Robador con una malagueña: “-Usted no es ni argentino ni portugués, ¿no?”. “¿Por qué?”, le pregunto. “Porque a esos tíos les gusta es colocarlo por detrás”.
6 de la tarde: recibo de M unas postales de Caracas y un capítulo de mis memorias que dejé en su apartamento. Creo que seguiré con esas memorias.
Compro “Maquiavelo”, por Giuseppe Prezzolini y “Barrabás, de Lagerkvist. La relectura de “El Enano” me ha abierto de nuevo la curiosidad por este autor.
10 de la noche: en el quiosco de Tomás Salvador. Me muestra Tomás Salvador la carta que le ha enviado a Tarre Murzi pidiéndole los originales de un libro. Tarre Murzi me agradecerá este gesto. Estoy seguro. Y yo tengo necesidad de que me agradezcan algo. Hasta ahora, que yo sepa, nadie me ha agradecido nada.
15 de julio de 1970.- Miércoles.
Empiezo la re-lectura de “Barrabás”.
Me dejaban mensajes por doquier. Entraba a comprar carne y el que me atendía me decía: “Paso su mujer (mi mujer era M) y le dejó este mensaje”. Y en el mensaje me decía que me esperaba en tal o cual exposición de pintura. Yo caminaba por una avenida y ella pasaba gritándome desde un coche: “¡Argenis!”. Pero no se detenía.
11 de la mañana: Al cine: “Nazarín”, de Buñuel. La primera vez que vi esta película fue en París, y me encontraba en condiciones de soledad idénticas a éstas. Lloré.
Con Tomás Salvador. Me dice que hoy llevó mi libro a la imprenta. “-Yo lo pondré a la venta en octubre”, dice. Aquí no, por supuesto, porque ha sido prohibido por la censura.
He llamado a Milka. “-Usted no se deja ver”, le digo. “-Sí, porque usted me idealiza mucho”, me responde. “Claro, le respondo, es usted muy hermosa. Yo me la llevaría para Venezuela”. “No, no –responde-: yo no serviría para usted, usted me idealiza mucho”. Sí, hasta ahora me he hecho el tonto para no violentar las condiciones, pero el viernes, que nos veremos, le daré un apurruñón. ¡Y entonces veremos! Hasta ahora, sin decirle le he dicho que quiero una mujer decente. Pero desde el viernes le diré (sin decírselo) que yo lo que ando es detrás de una puta. Y la elegida ha sido ella. Admiro a Strindberg cuando confesaba: “rechacé a mi esposa como esposa pero la tengo como amante”.
16 de julio.-
Hoy, a mi vecino, el del 9, le robaron la maleta con todas sus pertenencias.
Lectura de “Los atracadores”, de Tomás Salvador.
Claro, cómo no se van a perder las cosas. La dueña se va a Palafrugell, donde tiene a su amante, un francés que se hace pasar por americano. Este francés es el que le quita el dinero. El hijo mayor de la doña no lo puede ver. Debe ser por esto que la vieja pensó en poner una tasca en Palafrugell. Así da viajes de “negocios” para encontrarse con el chulo. De manera que aquí no hay vigilancia. El botones, un niño de 15 años, ha agujereado todas las puertas y se la pasa mirando a las mujeres a través de los huecos. A las recién llegadas les dice: “Oiga, ya puede bañarse”. Y luego corre hacia el baño, y deja el hotel a la buena de dios. El guardia nocturno se ha enamorado de una italiana y ahora no quiere salir del cuarto de esa señora, aunque la italiana no le hace ningún caso, cosa que es de suponer porque el guardián cuenta 60 años.
El pintor Ray Ferrer me regala una portada para ENTRE LAS BREÑAS.
El editor Picazo me dice que ENTRE LAS BREÑAS no saldrá hasta septiembre.
Me lo temía. Ha sido un duro golpe porque yo esperaba este libro para finales de este mismo mes.
17 de julio:
Dormíamos en el mismo salón de clases para oír una conferencia a primera hora de la mañana. El profesor vigilaba. Yo me sentaba al lado de M. Al lado nuestro también se sentaba un negro. El negro no podía dormir y yo esperaba que se durmiera para acercarme a M. Yo la deseaba. Me pegaba a ella en medio del silencio de la clase y el negro se movía y hablaba. Entonces yo me separaba de M. Cuando había logrado bajarle unos short que cargaba, el negro hablaba y yo maldecía. M no decía nada. Sólo hacía el gesto resignado del que quiere complacer a una persona.
Carta de Molina, agradeciéndome el cobro de su artículo de “La Vanguardia”.
Tomás Salvador se va a Londres. Por ocho días, dice.
Compro “Viaje en torno de mi cráneo” de Frigyes Karinthy.
Mal día y más solo que nunca.
Tomeo ha resuelto su problema sexual con la viuda de un amigo. “-Tiene el vientre un poco grande, pero no está mal. Procuro no mirarla”. Se han ido a Sitges.
Por mi culpa. Por mi grandísima culpa.
18 de julio de 1970.
Carta de mi hermano José. Me envía Bs. 100. Me dice que Idilia publicó un libro. (Lo que menos me esperaba). Y que Adolfo publicó otro sobre Gallegos.
Carte de M. (Que espera)
Fui a Sitges. Mi amistad con Tomeo llegó hasta hoy. Allí estaba con Aníbal, el Vice-cónsul. Aníbal llevó a su novia. No me la presentó. ¡Cómo teme éste presentar a su mujer! Igual era Tomeo con la suya. Igual será con la que tenga. Todo muy frío en casa de Carles. Carles me dijo que me quedara y Tomeo hizo un gesto. ¡Después que me buscaba tanto! Sí, ya obtuvo de mí lo que quería: conocer a alguien con un buen auto y que le pagara buenos tragos y buenos almuerzos. Yo había llegado con Ray Ferrer y dos de sus amigos y Tomeo infantilmente decía: “¿Pero qué hacen aquí si en Barcelona hay más mujeres?”, y uno me confesó que Tomeo dijo: “-Argenis es muy peligroso cuando habla”. Y todo porque cité a Lagervist: “Las mujeres prefieren a los hombres idiotas porque son los que más se le parecen”. Tomeo, el hombre que se reía de lo que yo decía. Sí, ahora le caigo gordo. No le pago una copa, no lo invito al cine, no pago más cenas, me he vuelto agarrado. ¿Ya para qué? Me despedí y dije: “-Sé que hay cuartos, pero preferiría dormir en la calle que aquí”.
Cuando dije las palabras de Lagerkvist estaban a la mesa Aníbal y su novia; Carles y María Rosa, Tomeo, María Rosa Aníbal y su novia y Carles comían. A nadie invitaron, ni a mí. Y recordé que Tomeo una vez estaba con hambre y Carles y María Rosa y Fanni y Aleu comían y no lo invitaron ni a tomar agua. Salió echando chispas. ¡Qué falta de delicadeza! ¡Si hubiera sido él! Ya yo no intereso. Últimamente he estado insoportable. Que cada quien pague lo suyo. A partes iguales. Sí y me quejo mucho: que el dinero me alcanza lo justo, que gasté demasiado al principio, cuando vine.
España “conmemora” el treinta y cuatro aniversario del alzamiento de Franco.
Lectura de un cuento de Tomás Salvador y de un trabajo de Luis Romero sobre el “Pronunciamiento del 18 de julio de 1935”.
19 de julio.- Domingo.-
Lectura de la “Historia de España”, de Antonio Ramús Oliveira. Tomo correspondiente a la República y a la guerra civil.
Sueño en el que aparecen una cantidad de personas: Carlos Ron, que se masturba delante de varios amigos, entre ellos yo. El Goicoechea que hipnotiza a un joven. M que baja conmigo las escaleras de un metro y me dice que odia los conciertos. Márquez Salas que me dice en voz baja: “-¡Qué cuento tan malo ése que mandaste al concurso!”.
De vecino tengo a un australiano que no puede oír ruidos. Se le ha muerto la mujer de un derrame por la vagina y baja todas las noches a la sala y habla de ella y llora. El guardia nocturno lo consuela diciéndole que lo que hace Dios es irremediable. “-Oh, usted me hace mucho bien con esas palabras”, responde el australiano y regresa a su cuarto, del cual no sale nunca. El australiano no puede oír ruidos y yo le hago ruidos. Los hago porque una noche, involuntariamente, se me cayó un vaso y el golpeó a mi pared. Me di cuenta de su grosería y dejé caer de nuevo el vaso; volvió a golpear y desde entonces hago ruidos cómo y cuándo me da la gana. Yo también odio el ruido de los vecinos y no puedo escuchar la radio, pero ahora escucho la radio y hago ruidos. Estoy esperando que el australiano venga a reclamarme.
Con una francesa.
Lectura del libro de Frigyes Karinthy: “Viaje en torno de mi cráneo”.
He observado a mi vecino. Es un hombre que va por los 50. Me ha dicho la dueña del hotel que es párroco protestante. “¡Párroco! -exclamé yo, y ayer insultaba a los chinos de abajo en inglés, Hijos de puta, les gritaba.”
Soy normal, pero sufro el mal de la literatura.
El Yo, he leído, no es ninguna vanidad, es una modestia. El hablar de sí mismo con crudeza es una traición a sí mismo. Los demás no toleran esto porque se les desnuda a ellos también. Una vez que publiqué una nota de mis anteriores diarios, Márquez Salas me dijo: “-No te eches mierda encima. Ya basta con la que le echan a uno los otros”. ¿Qué vio él ahí que lo perjudicaba? ¿Qué vio él en mí que lo hizo temblar porque se veía a sí mismo? Una nota que escribí sobre Ramón Bravo la tomó M para ella.
Compro “La foto del coronel”, de Ionesco.
Ahora si es verdad que estoy completamente solo: ni un amigo, sin mujer ni nada. Tampoco tengo orden en mis cosas, lo que me imposibilita el trabajar.
9 de la noche: lectura de un relato de Ionesco: “Oriflama”. Enseñanza: el que no tiene voluntad es porque no tiene metas verdaderas.
La cine: “El compromiso”, de Elia Kazan.
Lunes 20 de Julio.-
Sueño en que aparecen en la televisión una mujer y un hombre completamente desnudo. Cambio: estoy en los llanos, en los esteros. ¿Y era aquí dónde pensabas alzarte? ¿Por qué? Todo ha sido copado por los temporadistas. Hay motocicletas, lanchas, gentes corriendo y gritando. Jesús y yo nos quedamos contemplando todo aquello.
Carta de mi hermano Adolfo. Me envía su libro “Oriente en la obra de Rómulo Gallegos”, editado por el Ministerio de Educación.
Carta de M. Dice que me quiere.
Carta de Jonás Castellanos, representante de la Librería. Historia. Me envía un ejemplo. De “EL TUMULTO”, novela que pienso re-escribir. Me dice que le ha escrito a Tomás Salvador pidiéndole mil ejemplares de “Gritando su Agonía”.
Carta de Beneyto. Me llama querido amigo.
Empiezo a leer el libro de mi hermano Adolfo. Escribe muy bien este hermano mío.
Compro “Elektra”, de Hugo Hofmannsthal.
Creo que hoy, por la emoción de que pronto me enfrentaré a un nuevo libro, no he podido estarme tranquilo. Salí a caminar o a correr hasta que me alivié.
Porque voy a re-escribir “El tumulto”. Re-escribir es trabajar, no crear. El trabajo se hace a conciencia. La creación sale sola. Miedo entonces.
Al cine: “Mogambo”, de Jonh Ford.
Martes 21 de julio
Una de las camareras baja a decirle a la dueña del hotel que el del 9, mi vecino, se ha orinado en la cama. El del 9 es un cura protestante australiano a quien se le ha muerto la mujer.
-¡Pero qué hacemos con ese hombre! -exclama la patrona. Pero nada, la patrona por 10 pesetas acepta al primer sucio que se presente.
Compra del “Fouché”, de Zweig. Entretenerme leyendo biografías. Esta ya la he leído. Compra de “El ómnibus perdido”, de Steinbeck. También otro libro que he leído. Lo compro por comprarlo porque pienso que no lo leeré. Estos dos libros, el de Zweig y el de Steinbeck, los leí cuando vivía con J. Como los libros se retrasan y los nervios me destrozan, he salido a solicitar pasaje para Palma de Mallorca. No hay pasajes hasta el 20 de agosto. Llamé a Aníbal al consulado. Le expliqué el caso. Sí, tal vez a través del consulado me consiga un puesto. Iré con las manos vacías a visitar a Cela. Es una vergüenza.
Mi vecino, el australiano, ha llamado el médico. Sale al médico y comenta: “Es un neurótico. No durará más de cuatro días aquí. Tendrá que regresarse a su país”. Le pregunto al médico si el australiano le pagó: “No, dice que no tiene dinero”.
Yo voy con una francesa.
Compro “La náusea”, de Sartre.
¡Libros que he leído! Re-leer, volver a vivir lo vivido bajo otras circunstancias, bajo otra piel.
Mi vecino el australiano, el del 9, ha bajado a la recepción y le ha pedido a la señora que llamase otro médico. Luego ha vuelto a subir sonámbulicamente. La señora, en lugar, de llamar a un médico, se ha puesto a llamar a la policía. Pero ninguna de las policías sabe qué hacer. Una le dice que llame a una y otra que llame a otra. Al final, la más inteligente, le dice que llame al hospital.
Yo he subido, he hecho como si fuera hacia al baño y he visto el australiano acostado en su cama con los brazos debajo de la cabeza. He podido ver al australiano porque ha dejado la puerta abierta de par en par.
Y después me hago un batiburrillo de lecturas con Karinthy, Sartre, Ionesco, el libro de mi hermano Adolfo, L´Express. De esta semana que le dedica un reportaje a Cuba, Le Monde y tres diarios españoles: El Noticiero Universal, y el Diario de Barcelona. Son las 9 y media de la noche.
Noche: al cine: “La señorita Julieta”, obra de Alf Sjoberg según la pieza de Strindberg.
22 de julio.-
Soñé que cagaba pero no me limpiaba y así anduve asqueado con los pantalones puestos y bien vestido. ¿Dónde está el papel? Porque no había papel en el baño. Trabajaba con mi papá en un atienda. Salí a la calle, me asomé a un corredor. ¡Dígame dónde han dejado el papel! Y un cesto para los papeles. Volví a bajarme los pantalones y me limpié. El papel salía inmundo. Me limpiaba y cada vez era peor.
Hoy la señora ha llamado al consulado de Australia para que se lleven a mi vecino.
Me desperté con el pensamiento desesperante de que tenía necesidad de una mujer para vivir con ella.
El ir con una puta no es solución.
11 de la mañana: carta de M. Dice que sólo me preocupo por mi obra y no por los problemas vitales.
Han venido del consulado de Australia. Han registrado en la habitación de mi vecino y le han encontrado nueve botellas de coñac completamente vacías en la mesa de noche.
- Menos mal que vinieron – ha respondido mi vecino-: anoche por poco no me lancé por la ventana… ¡Por favor, sáquenme de aquí, intérnenme en una clínica!.
Ese hombre ha estado más solo que yo.
Lectura de Karinthy: “Viaje en torno de mi cráneo”.
Sigo con la lectura de la “Historia de España”, de Ramos Oliveira.
Compro “Cromwell”, de Hilaire Belloc.
Lecturas, lecturas que no me inducen a nada. Sólo hasta cierta edad se puede sacar sabiduría. Y ya yo pasé esa edad. Nada me asombra.
Jueves, 23 de julio.-
Estoy en casa de Cela. Viene a saludarme. Me da la mano y no me la suelta. Vamos a comer, pero aun sigue sin soltarme la mano. Nos lavamos primero una mano y luego la otra porque él no desea soltarme. Cuando nos hemos lavado una mano, el me da la otra y seguimos así, agarrados. Comemos después en una mesa rústica. Su hija ha desaparecido. Tal vez se ha ahogado. Su mujer dice que buceará en el mar. El mar pasa por debajo de su casa. “En buena cosa nos hemos metido”, dice él. “Sí, respondo yo, nunca pense que filmara usted una película tan buena.” Yo desciendo a mirar cómo bucea su mujer. Yo empiezo a formar parte del film. Su mujer esta en trace de lanzarse al agua. Yo pensaba que la hija de Cela había sido asesinada por su propia madre, pero salgo de dudas cuando veo a la madre que está a punto de lanzarse al agua para bucear. La madre, la distingo bien, no lleva sostenes. Yo me acerco a ella y le agarro los senos. Nos besamos en la boca. Cuando la miro a los ojos me doy cuenta de que a quien beso es a la dueña de la pensión en que vivo.
Me despierta el ruido del teléfono. Es Aníbal, el vice- cónsul: “-Argenis, me dice, te he conseguido pasaje de ida y vuelta para Palma.”
Es un santiamén estoy en el banco sacando dinero y en otro mandándole un telegrama al hijo de Cela notificándole que mañana en la noche llegaré a ésa.
Ha venido la policía y se ha llevado a mi vecino, el australiano. Su edad: 33 años. Aquí todos le calculábamos 50. Ha envejecido. Se había encerrado ahí con una docena de botellas de whisky y se hacía las necesidades en la propia cama. Por las noches descendía a la recepción y hablaba con el guardia nocturno y le decía lo mismo: que su mujer había muerto.
4 de la tarde: voy a la agencia a retirar mi pasaje de ida y vuelta para Palma de Mallorca. El sábado por la noche llegaré. El lunes estaré de regreso.
5 de la tarde: con una francesa. (Pero ya se sabe, esto no es solución.).
Lectura de Dostoievskky. Pero no paso de las primeras páginas de las “Notas del Sub-suelo”. Nervios alborotados.
24 de julio.-
Probablemente soñé, pero me despierto con un dolor de cabeza que me impide hacer nada.
Son las 7 de la noche. He pasado el día con el dolor de cabeza. He intentado leer “Las escrituras del espejos”, de Sheridan Le Fanu.
A ratos he recordado trozos de mi vida con M allá en Bruselas. He retenido las lágrimas.
Mañana, si todo va bien, me encontraré con Camilo José Cela en Palma de Mallorca. He comprado una botella de anís El Mono para llevarle.
Tomás Salvador regresa esta noche de Londres.
25 de julio
A las doce parto hacia Mallorca.
Son las ocho de la mañana. Nada. Si Aníbal me cumple, también le llevaré a Cela una botella de ron Santa Teresa.
28 de Julio. Martes. A las ocho de la mañana desembarco en Ciudad de Compostela. Y no bien he llegado me he tumbado a leer algunas páginas de dos libros de Cela que desconozco: “Garito de Hospicianos” y “Las compañías convenientes y otros fingimientos y cegueras”.
Recibo una carta de Luis Herrera Campins.
Con una francesa.
Lectura de Cela. Con el entusiasmo que traigo de su persona, más me acerco a sus libros.
Se lanza pedos. Eructa fuertemente. Una vez quebró el vidrio de un cuadro con un eructo. Este es Cela en persona.
Por detrás, los que dicen conocerlo porque le han trabajado, lo tildan de déspota. Está, pongamos, sentado en el patio, frente a su piscina y llama al secretario y le dice: “-Tráeme ese diccionario de la lengua de Cervantes”. Molina, pongamos otro ejemplo, que es novelista de 42 años, ha sido regañado por Cela. Una vez Cela (me cuenta el propio Molina) lo encontró sentado a su escritorio (sentado en el escritorio de Cela) y Cela le dijo: “-Vamos, levántate de ahí”.
29 de julio
Lectura de Cela: “María Sabina” y “Garito de Hospicianos”.
Carta de M. Aun me espera y me manda besos y abrazos. El 6 de agosto cumple 33 años.
Yo no regreso sin mis libros. Anoche hablé con Tomás Salvador y me dijo que “GRITANDO SU AGONIA” está en la imprenta. La portada se la encomendó a Ray Ferrer.
Solo. Son las doce, llamé a Milka (la ex-novia de Tomeo) y me respondieron que había salido. No la he visto más. En realidad, la he visto tres veces. Me hubiera gustado enamorarla para llevarme un bicho raro para mi país. Tanto me da una cosa como otra. Debo consiguir una mujer de aquí a septiembre. Necesito una mujer.
Compro “Alicia en el País de las maravillas”.
Compro un traje de verano. Me hará mucha falta en Venezuela. Regresaré, eso pienso, en cuanto salgan mis dos libros.
He sacado muy bien la cuenta: al comprarme el traje he sacrificado cuatro putas.
Todos sabéis que Nerval se ponía sus mejores trajes para ir a pasearse por las calles de putas de ínfimas categorías.
30 de julio de 1970.-
Molina y yo, en Palma, le dimos vuelta a lo del “Misterio Beneyto”. ¿De qué viven? ¿De dónde sale el dinero?, etc. Y la conclusión a la que llegamos es a la siguiente: La mujer de Beneyto tiene un amante con dinero y Beneyto lo sabe y se hace el desentendido. O lo sabe y está de acuerdo. ¡Así se vive sin trabajar!, le digo yo a Molina.
- Y yo estoy de acuerdo -me responde Molina.
Lectura de un relato de Tomás Salvador: “El capitalista”. Tomás es sumamente realista. Tomás es un realista de la realidad truculenta. Esa que existe pero que nadie cree. “Ese Tomás es tonto”, me dijo Cela. “Es tonto de Aquí”, y se toca la cabeza.
31 de Julio
Con una puertorriqueña:
En “Imagen”, revista de Venezuela, dicen que yo me apropié de un título de Monte Oca, ése de “Bajo los cielos sin tiempo”. No tiene importancia. Pero la verdad es que el título no es mío: me lo dio Fuentes, que lo extrajo de “Del tiempo y del río,” de Wolfe. “Imagen” publica eso para molestar.
















