1 de Junio.-
De manera sonámbula leo ese libro de Baroja “El puente de las ánimas”. Escribo también un artículo que titulo “Pío Baroja”.
Aparece en “Ultimas Noticias” el pequeño artículo que titulé “El escritor y la política”, y donde le tiro a los comunista.
Escribo otro artículo que titulo: “José Ramón Medina o la serenidad”. Tenía esta deuda con J.R.M. Se porto bien conmigo cuando estuve en Europa y aquí me hizo una entrevista y no me ha rechazado colaboraciones.
2 de Junio-
Llevo a “El Nacional” la nota sobre J.R.M. y llevo la de Baroja a “Ultimas Noticias”.
Parece que M va a trabajar tiempo completo en la Universidad.
Me tomo un café con Luis Alberto Crespo. El me invitó y yo acepté.
Creo que me impondré escribir dos notas por semana para ganar cualquier cosa.
Me leo unos cuentos de un libro de Hemingway que me robé. La publicación de “La Fiesta del Embajador” lo que ha hecho es perjudicarme más de lo que he estado desde que nací. Nadie me recibe, se me niegan, me cierran las puertas, me ofrecen cosas desde lejos pero nadie me asegura nada.
Esta dura realidad me hace olvidar de lo que sueño.
3 de Junio.-
Anoche, hasta tarde, lectura de “Soy un fugitivo”, de Burns, de la lectura de “Mirabeau” de Rousse, y de “El alma romántica y el sueño”, de Beguin.
Sigo con la lectura de “Soy un Fugitivo”. La versión de este libro de Burns al cinematógrafo (con Paul Muni) la vimos M y yo la noche del 24 de diciembre de 1968 en el Museo del Cine de Bruselas.
Leo también otros cuentos de Hemingway. Y el librero de la librería Domilibros me regala “Primeras historias”, de Guimaras Rosa”.
4 de Junio.-
Lectura de algunos cuentos de Guimaraes Rosa. En la mañana fui a “El Nacional”.
Veo a Olga González, la que dirige la página de arte de “La Republica”. Se dirige a la Universidad, donde hace el cuarto año de periodismo. Me dice que en clases se le pidió a Jesús Sanoja Hernández, que es profesor allí, que hablara acerca de “La Fiesta del embajador”. Sanoja y que dijo que yo le pedía moral a los demás cuando yo no tenía ninguna; que yo era un tipo que leía demasiado, uno de los tipos que más lee en este país; que no obstante eso no domino el idioma y por eso escribo corto. Que soy un buen narrador, un narrador excelente; que “Entre las Breñas” es mi mejor trabajo. Que se espera algo de mí, etc. “Eso está muy bien para ti en boca de Sanoja”, me dice Olga González. Que en general a mi se me cree un hombre sin escrúpulos, pero que no me preocupo por buscar dinero ni carros, ni casa ni nada, sino tiempo para leer y escribir. Que a mi me odian Miyó Vestrini y la “cuerdita” de Adriano.
5 de Junio.-
Voy a “Ultimas Noticias” a cobrar el artículo que me publicaron el domingo pasado – me dan una miseria: Bs 30. A la salida me tropiezo con Federico Brito Figueroa que (me dice) viene a cobrar también sus artículos. Me dice que leyó la “Fiesta” y que hice un retrato magistral de Alicia Sanabria de Rivero. “Ella es mi amante- dice Brito Figueroa- y nos queremos muchísimo. Es verdad que ella misma dice que al marido no se le para y el tal Riverito es un verdadero marico. Imagínate tú (continúa Brito) que ese tipo consiguió el puesto de Embajador de Bélgica por Alicia. Estaban en una comida con Rómulo Betancourt y Betancourt le rozó la pierna a Alice con la suya. Alicia retiró la pierna y Rivero le miró con furia. Luego, más tarde, Rivero le reclamó: “-No ves que me estás malogrando la carrera”, le dijo. Esto me lo ha contado ella misma”.
M deja de ir al trabajo y pasamos la tarde juntos. Yo me leo una obra de Valle Inclán: “El yermo de las almas”, y me releo los cuentos de “Jardín Umbrío”. Son las 10 de la noche y me propongo terminar “Soy un Fugitivo”. Sólo me faltan dos capítulos.
- de Junio.-
Sale en “El Nacional” la nota que escribí sobre José Ramón Medina y su poesía.
Tuve varios sueños con M que la iba a buscar a la Universidad y yo llegaba con la boca sucia y sin lavarme la cara.
Obtengo “Soldados”, libro de cuentos de A Bierce.
Fui a la Universidad a buscar a M. Estos comunistas son unos pobres tipos. Cuando me ven en la calle corren a abrazarme, pero cuando me ven en la Universidad se hacen los locos y no me saludan. Es que en la universidad se sienten fuertes.
Como por obligación me he impuesto la tarea de escribir dos artículos semanales, uno para “El Nacional” y otro para “Ultimas Noticias”, pergeño dos cuartillas que titulo “Don Ramón María del Valle Inclán” y “Monte negro”. Una, la hago, atendiéndome a lo que recuerdo haber leído de y sobre Valle-Inclán.
Lectura de un libro de Valle Inclán: “Historias de amor”-
Lectura de un ensayo sobre Ambrose Bierce y su cuento: “Un Jinete en el cielo”.
Veo que las noches me rinden. Se abrió el concurso de cuentos de “El Nacional”. Por no dejar enviaré un cuento. No me cuesta nada, pero ya sé que esos cuentos se otorgan por amistades.
7 de Junio.
No sé hasta qué horas estuve despierto anoche. Tal vez el exceso de lectura y el que escribiera dos artículos de seguidas me desvelaron. Luego se queda uno despierto, en una cama estrecha, haciendo planes para el futuro. ¿Y qué es el futuro? Nada. Mañana. Los días venideros. ¿Y cuáles son estos planes?: Escribir, escribir, escribir. Los planes son los siguientes: yo tendré un cuarto, un archivo, un escritorio, una buena máquina de escribir, y una entradita de dinero para no esclavizarme trabajando para otros o en lo que no quiera.
Y ese diario mío. Me dijo M que yo había dejado en Bruselas un paquete con varias libretas. Y no llegan. Y no las mandan por correo. Es este desorden en que he vivido siempre y en el cual vivo todavía y en el que seguiré viviendo quién sabe hasta cuándo.
Mediodía. Leo en casa un libro de ensayos de Pío Baroja.
Mi hermano José no sólo me da habitación y comida sino que también me da dinero.
Una dedicatoria: A mi hermano José, quien me ha salvado del hambre desde que regresé a mi país.
Empiezo a leer una biografía de Mao Tse Tung, de G- Paloczi Horvath.
-Adquiero “Del Niño al Bidasoa”, de Cela.
Preparo y envío un cuento al concurso anual de cuentos de “El Nacional”. Aunque sé que no me ganaré nada, envío ese cuento que titule (con un verso de Rodrigo Caro) “Aún se ve el humo aquí” – Lo firme Isaías, como se llamaba mi abuela.
8 de Junio.-
Por la mañana he cogido una furia porque el artículo sobre Baroja que le llevé a Ratto para el suplemento de “Ultimas Noticias” no apareció. Así que no cobraré el jueves, como lo tenía previsto. A lo mejor han dado órdenes de que no me publiquen más ahí.
Lo que más me calienta es que a otros tipos que no han publicado ni un folletico ni tienen nombres de escritores les publiquen todo lo que envíen.
Sigo en la lectura del “Mao Tse Tung,” de Paloczi Horvath.
Por la tarde M y yo vamos al teatro las palmas a ver “El Mandigan”, película que ya vimos una vez en Bruselas en el cine Piron, en el cual, durante la función no se oía ni el ruido de una mosca. Aquí durante la función, todo el mundo hace chistes; se reían, se burlaban de la música de Mozart porque era música para muertos y se reían de los protagonistas. Tanto M como yo nos enfurecimos y mandamos a callar varias veces a los graciosos espectadores. Total, salimos a divertirnos, a distraernos y lo que hicimos fue enfurecernos.
Leo una novela corta de Stephen Crane: “El hotel Azul”.
No hace mucho me estaba dando un baño para ver si dormía mejor (son las 11 de la noche) y estaba pensando mal de M y me calmé diciéndome: lo que pasa es que crees que M es el centro del mundo. Debes preocuparte por cosas más importantes. ¿Es que no hay otra cosa más importante para ti en este condenado mundo? Entonces fue cuando me acosté y leí esa novelita de Crane.
9 de Junio.-
En cuanto a cultura, se ha dispuesto de un dinero de la nación (que según se especificó debía ser para editar a los autores venezolanos o extranjeros) pero se está utilizando en negocios personales. Venezuela no ha salido de su política de las chismografías, y basta que un escritor plantee asuntos graves en sus libros para que se le condene o se le cierren las puertas editoriales. Entre los dos o tres títulos que ha publicado Monte Ávila este año están: “Oscuro como la tumba donde yace mi amigo” de Malcolm Lowry y Camud.
Recibo carta de Antonio Molina. No ha recibido los ejemplares que le envié de “La Fiesta del Embajador”. Seguro se los robaron en el correo.
Compro “Vidas secas”, de Graciliano Ramos.
Ahora son las once de la noche y he leído un cuento de Hoffmann “El Violín de Cremona”. Hoy, cuando me dirigía a “El Nacional” a cobrar mis dos últimos artículos, me tropecé con Ludovico Silva que venía de allá. Apenas si me saludó, por lo que colijo que fue él quien escribió las dos notas de “Semana” donde se me ataca ferozmente. Pero Ludovico tuvo la franqueza de firmarlas y más bien, la otra vez, cuando me vio, lo que me dijo fue que las notas de “Semana” habían sido escritas por otro, por Gumersindo Rodríguez concretamente.
Tal vez Ludovico debe sentir despecho por mí. Yo ocupo el espacio que ocupaba él antes. No lo dejan firmar con su nombre. A lo mejor prepara un ataque contra mí por mis notas, esas notas que escribo por ganar algo. Pero como él no tiene obra ni se ha preocupado por hacerla pensará que lo desplacé y me guarda rencor.
Allá él con sus sufrimientos.
10 de Junio.-
Veo a Guillermo García Ponce. Anda en Compañía de Violeta Roffé, la dueña de la Librería Cruz del Sur. Guillermo me dice que lo ataqué en unos de mis libros. Le digo que no, y que todo eso es pura imaginación, lo que es cierto: imaginación unida a la realidad, le digo. Me pregunta que cuándo vamos a hablar. Me dice que con su libro “El túnel del San Carlos” ganó dinero, y que lo va a re-editar.
Yo compro: “En Cejunta y Gamud”, de Antonio Molina. Ayer, por cierto me escribió y me dijo si había visto el libro en las librerías de Caracas. Le dije que sí y que escribiría sobre él.
Lo que haré, pues, pienso, será irme a Palma de Mallorca y hacerme su amigo personal y vivir allá hasta tanto pueda permanecer becado, si es que consigo esa beca.
11 de Junio.-
Hay mujeres que creen que son atractivas porque los hombres las buscan. Nada más incierto, los hombres buscan a estas mujeres porque las presienten fáciles. Las engañadas aquí son las mujeres. Los hombres huelen esto, las aprovechan si pueden y luego las dejan después de maltratarlas. El hombre se siente con derecho o con obligación de darle un “escarmiento” a estas mujeres antes de dejarlas. Lo intuyen, pero nunca llegarían a definirlas como deben, o sea como se ha dicho arriba.
Hoy sale en “El Nacional” mi nota sobre Valle Inclán.
Adquiero “Auge y Caída del Tercer Reiche”, de Shirer. Adquiero “Endemoniados”, de Dostoyevski.
Hoy peleé con M. Por la noche fui allá y salió a recibirme la madre: “M se fue de la casa-, me dijo-, y le dejó dicho que todo se había acabado, que donde no hay confianza no se puede hacer nada”. “¿Eso le dijo?”- le pregunté yo, y lo confirmó con la cabeza.
-Bueno- le respondí y me vine a casa. Ahora a trabajar o a viajar.
Me he quitado de encima un peso que no hallaba cómo quitármelo,
Todo vino de ella. Eso es lo mejor.
¿Y qué es lo que he hecho? Me he sentado y le he dado los toques finales a mi artículo sobre Strindberg.
Realmente, más prende mi afán de escribir y leer que ninguna otra cosa. Desde que tengo uso de razón soy yo quien ha dejado a las mujeres. Esto se debe (supongo) a un acto de autodefensa. Recuerdo de que niño y en mi primera juventud sufría mucho cuando me enamoraba y no era correspondido. En Las Mercedes me enamoré varias veces. Dos de ellas en serio. Pero ninguna de las dos muchachas a las cuales quise me quisieron. Una era de nombre Carmen y otra de nombre Gertrudis y por una extraña coincidencia vivían en la misma calle del pueblo, detrás de la casa de mi mamá. Primero me enamoré de Carmen y creo que fue esa vez la primera vez que me enamoré de verdad. Yo me la pasaba todo el santo día jugando ahí con los demás muchachos. Un día Carmen se fue a Valencia y yo me quedé solo (completamente solo) en la pulpería de mi papá y yo no podía salir a correr por los campos porque mi papá estaba enfermo. Así que el dolor fue intenso por encontrarme encerrado. Luego Carmen volvió en unas vacaciones y Rafael Abad, mi mejor amigo en ese tiempo también se enamoró de ella. Rafael era primo de Carmen y entraba en su casa y yo empecé a sentir celos. Yo pasaba y pasaba por la acera de la casa de Carmen para mirar hacia adentro y una vez me tiró la puerta en las narices. Yo andaba con el Catire Marcano y éste comentó: “-Argenis, ¿te hacen eso y todavía sigues pasando por ahí?” Fue un golpe – Yo me fui a San Juan de los Morros.
Un día regresé y me fijé en Gertrudis. Había crecido. Me iba a su casa y me sentaba en el corredor. Un día su tía (que era quien la criaba) dijo: “Desde que Gertrudis creció siempre vienen tipos a la casa”. Yo vi eso como una alusión. Sin embargo volvía. Hasta que descubrí que Gertrudis tenía un novio en secreto, era un oficinista que trabajaba en la compañía petrolera. El Oficinista tenía complejos sociales y yo le escribía cartas a Gertrudis encendidas de reproches: “Fuiste a la fiesta y yo no pude. Claro, como eres de la aristocracia, etc.”. Otro golpe. Bajo ese sol yo pasaba y pasaba por el frente de la casa de Gertrudis. Cómo olvidé, hoy todavía no lo sé. En San Juan me enamoré de Rafaelita Álvarez, y fue la primera mujer que me correspondió. Ella se me declaró primero. Rafaelita estudiaba cuarto grado con mi prima Nancy y Nancy me mandó una noche a llevarle unos suplementos a Rafaelita. Se los llevé y luego Nancy me dijo otra noche: “-Rafaelita me pidió otros suplementos y me dijo que te los mandara contigo”. Yo me burlé. Llevé los suplementos y no pasó nada. Un domingo, en la función de vermut, vi a Rafaelita en el cine. No la saludé, pero me prende y luego fui por su casa a llevarle otros suplementos por mi propia cuenta y a nombre de mi prima Nancy. Así estuvimos. Yo me fui de vacaciones a Las Mercedes y Rafaelita también se apareció allá y llegó con unos primos que yo no le conocía. A la casa de estos primos empezó a ir un amigo mío que cantaba tangos y que decía que imitaría a Gardel. Rafaelita era coqueta y le hacía caso al Gardel éste y a otro tipo que vivía en casa de sus primos. Yo no sentía celos, sólo curiosidad por la actitud de Rafaelita. Yo la imaginaba puta y jugueteándose con el tipo que vivía en la casa de sus primos.
Yo creo que Rafaelita era mayor que yo y ya tenía necesidad de hombres. Una noche que fui a visitarla en compañía de Fidel Marchena me dijo que no fuera más por su casa porque había conseguido el hombre de sus sueños. Se refería al Gardel. Yo no le dije nada, no le respondí nada, me sonreí, me levanté y me salí de la casa. Ese otro día no fui a visitarla, ni el otro ni el otro y nunca llegué a saber cuándo se regresó para San Juan de los Morros. Así acabó todo. No sufrí y hoy me felicito de ello.
(Copio abajo una vieja hoja suelta de mi diario de 1957): … quería hacerse de una cultura y los libros que solicitaba no pasaban de ser “frases de hombres célebres, o pequeñas biografías de donde tomaba lo que a él le parecía digno de repetirse y quedar bien. Y uno de los libros que adoptó fue una serie de “charlas por televisión” de Arturo Uslar Pietri, donde se contaban las vidas de hombres notables, de “valores humanos” (este era el título del libro) y que fueron apareciendo sucesivamente como una pequeña enciclopedia de vidas. Cuando lo conoció estaba A desayunando. Lo había visto entrar y le parecía haberlo visto en alguna parte.
12 de Junio.-
Sinceramente, se llora o por una gran soledad o por una gran alegría.
Adquiero: nota conjunta sobre Descartes y la Filosofía Cartesiana.
Paso la mañana donde Velásquez. No veo otra salida que irme de mi país.
M y yo hemos tenido un escándalo: me dijo que subiéramos a su casa a discutir, yo le dije que no, pero después subí. Me dijo que pasara, pero ahí estaba su mamá y yo le pregunté si ella serviría de testigo. “Sí”, dijo M. “¿Por qué esas peleas?”- preguntó la madre. “Por ella, respondí yo”…. Llegué y allí estaba ella hablando con la esposa de José. Aquí estallé y la volví a insultar. Ella me dijo que había venido porque pensaba que yo cargaba un gran sufrimiento. Según lo que dejó entreverme, para ella esto se acabó. No hay salvación posible. Yo tengo que prepararme para recibir este golpe. Hoy vi a Velásquez y me ofreció un trabajo, cosa en la que no creo hasta que no lo tenga en mano. El trabajo sería un gran aliento para mi cabeza en las actuales circunstancias. Una distracción.
Viernes 13.-
Me levanto a las 5 de la mañana. Ahora mismo salgo a hablar con Velásquez. Como es día 13 todo lo veo negro o perdido.
Son las 6 y media de la mañana, hora en que salgo.
Ahora son las 10 de la noche. M y yo nos hemos reconciliado y hemos pasado la tarde juntos. No vi a Velásquez, pues él no fue al ministerio. Velásquez me dijo la otra vez que no me afligiera y que tenía un trabajo para mí. Pero no me dio nada. Velásquez es de los que ofrecen solamente. Ya conozco varios casos. El comandante Rivera, por ejemplo, que es de su mismo pueblo y amigo de su confianza sufrió varias burlas. Velásquez le decía que se presentara a tal oficina para que se encargara de ella y cuando llegaba se encontraba con el verdaderamente nombrado.
Hoy cuando estoy esperando en la sala de audiencias también se presenta otro paisano suyo. Velásquez lo “nombró” inspector del tránsito en San Fernando de Apures. Bueno, el pobre hombre se fue con su mujer e hijos y alquiló una casa allá y cuando se dirige a la inspectoría se encuentra con el nombrado oficialmente. Y así. Mientras estoy en la sala de audiencias oigo dos o tres casos semejantes. Está el de uno que llega y que a recibir un cargo y la secretaria le dice que si está loco, ese cargo ya se otorgó. Ninguno de estos hombres volverán a creer en el Dr. Velásquez. Tal vez Velásquez les hace esto para quitárselos de encima.
Compro “Malos tiempos”, de James Thurber.
Compro “Diario de una mucama”, de Mirabeau.
Armas Chitty me presta 50 Bs. Y me invita a almorzar con él mañana.
Creo que escribí un artículo que titularé “La creación en la novela”.
14 de Junio.-
Armas Chitty me obsequia su libro “Canto solar a Venezuela” y me invita a comer. Mientras hablo con él tomo unas notas que me servirían para el artículo que le dedicaré en “El Nacional”. Para llevar a cabo ese desorden tengo necesidad de un orden extremo.
Medianoche: Corrijo y pongo en limpio el artículo que escribí anoche; ahora lo titulo “La creación en la novela y en la poesía”. Veremos que dicen los poetas.
Tengo varias noches soñando con Palma de Mallorca, que veo a Cela y conozco a Antonio Molina. Será que viajaré pronto.
Quisiera seguir leyendo, pero me duelen los ojos. Creo que necesitaré lentes para leer.
15 de Junio.- (Domingo)
Aparecen en “Ultimas Noticias” y “El Nacional” sendos trabajos míos.
En “El Nacional” varios relatos breves titulados “Recuerdo del Exilio”, y en “Ultimas Noticias” una nota sobre Pío Baroja.
Paso el día trabajando en las notas que debo hacer cada semana para poder ganar algo. En la mañana estuve en el Museo con M, y por la noche también cuando fuimos a ver una película de Romans Polansky: “Repulsión”.
No veo clara la situación con M. Estamos separados de hecho. Me hace falta. Creo que ella está mucho mejor que yo: trabaja, vive con su familia que la protege, la ayuda y la quiere. En cambio a mí me han dejado de lado, estoy solo y no tengo ninguna clase de confidentes.
16 de Julio.-
Voy a “Ultimas Noticias” a llevar dos colaboraciones, una sobre el libro de Juna Bautista Fuenmayor: “Veinte años de política”, y otra sobre los cuentos de Armas Alfonzo: “La para de Maimós”. Allí Capriles me dice que yo soy el hombre para que le haga media cuartilla diaria sobre problemas nacionales: sindicatos, autos sin freno, ministros, etc. Yo vengo a la casa a mediodía con esta idea en la cabeza y escribo una nota violentísima que título “Sindicalistas”. M me dice que no me meta en eso y que más bien me busque un trabajo. En la tarde llamo a Gloria Stolk y quedamos en vernos el jueves a las 4 de la tarde. Tal vez me dé un puestecito, dice. Yo, como siempre, no creo en nada hasta que no tenga la cosa en mano.
Adquiero dos libros: “Por el canal de Panamá”, de Malcolm Lowry y “El humor de Ambrose Bierce”.
Estoy pensando que realmente el trabajito que me propone Capriles me quitaría mucho tiempo y me transformaría en un periodista. Ahora esto de escribir notas es un soberano problema; todo el mundo quiere que escriba notas sobre el libro que publique. Armas Chitty me dió una comida y me dio dinero para que lea su libro “Canto solar a Venezuela”. Yo me leo, a retazos, su libro. Me ha comprado y debo escribirle esa nota.
Calor. Lo bueno del libro de Lowry es que es un diario de una travesía. Yo podría hacer algo semejante. Aunque siempre llevo un diario jamás me ha tentado escribir una novela en forma de diario. No es buena técnica. O es una técnica lenta. Sin embargo, Lowry, después que uno conoce “Bajo el volcán”, es pasable. Doce de la noche: La idea que me dieron hoy en “Ultimas Noticias” me sigue tentando; por ello he escrito otra nota intencionada que titulo “Betancourt y su jugada contra los militares”.
Lectura de “Auge y caída del tercer Reich”.
Lectura de casi todo el libro de Ambrose Bierce y su humor.
17 de Junio.-
Mediodía: compro una cantidad de libros en un remate y voy a la biblioteca Nacional a sacar la autobiografía de Gómez de la Serna y el Diario de Musset.
Sale en “El Nacional” mi nota sobre Strindberg.-
Hasta esta hora (son las dos y media) no he leído ni una sola página de nada.
6 de la tarde: Fui a buscar a M a la Universidad, donde trabaja. Todavía sin hacer nada. Porque no tengo ni orden ni tranquilidad no podré hacer lo que me propusieron ayer en la Cadena Capriles. Mi nota sobre Strindberg salió con tres erratas y repetí la palabra “pobre”. A M no le gustó y me dijo que yo debía corregir mejor mis cosas.
Empiezo a leer “Automoribundia”, de Gómez de la Serna.
Noticia: he aquí otra de las rarezas de Ramón J. Velásquez: Ayer, en la librería Suma me encontré con Elisa Lerner. Cojeaba (aunque ya ella es coja de nacimiento) a causas de que se cayó y se fracturó una pierna. Que ha sufrido mucho, me dijo. Pero vamos al grano: resulta que Elisa publicó no hace mucho un librito de notas y se lo dedicó a Ramón J. Velásquez y éste, me dice Elisa, ni siquiera le ha mandado una tarjeta dándole las gracias. Elisa le dedicó este libro, porque según Ramoncito la alentó.
Tampoco el Dr. Velásquez ha recibido a Elisa en audiencia las veces que ha ido por el ministerio. Lección: dígame, si yo me hubiera apresurado y hubiera publicado “Gritando su Agonía” con la dedicatoria que le había puesto: “A Ramón J. Velásquez, quien en todo momento me ha alentado en la prosecución de mi carrera literaria”. Y la verdad es que a este señor lo vine a tratar yo después de haber publicado dos libros y tener en prensa “Entre las Breñas”.
Son las doce de la noche, pero como tenía la preocupación de escribir la nota de hoy para probarme de que si puedo hacerlo diariamente, he escrito más media cuartilla que titulo “El miedo de los dirigentes extremistas”. A lo mejor mañana si le llevo esto al director de “Últimas Noticias”.
18 de Junio.-
Le llevo a Nelson Luis Martínez las tres notas que escribí. Mi columna se llamará “Vigencia y Pesadumbre”. El nombre lo hicimos entre Nelson Luis y yo. Ahora debo trabajar para sacar tres notas por semana, que fue lo que yo propuse.
Sigo con la lectura de Shirer: “Auge y caída del tercer Reich”.
Creo que escribí la nota que me he propuesto escribir todos los días.
19 de Junio.-
Nada, aunque me levanté temprano y ya a las ocho y media estaba en la calle. Cobré en “Últimas Noticias” el artículo sobre Pío Baroja. Apenas si me dieron Bs 35. Luego fui a “El Nacional” a llevar un artículo que titulé “La novela y la creación”.
Por la tarde fui al Inciba y hablé con su Presidenta, Gloria Stolk, quien me ofreció un trabajo de distribuidor de libros. Me dijo que me llamaba. Habrá que esperar. Es degradante esto de andar tocando a todas las puertas y solicitando empleos. Donde quiera me dejan esperando o me reciben después de un largo tiempo. Ser escritor en este país es no ser nada.
Ahora son las 8 y media de la noche y estoy solo y cansado. Por no dejar, por la imposición, escribí otra nota que podría servir para un periódico.
Encuentro con Márquez Salas. Se entusiasmó cuando le dije lo de la proposición que me hizo Nelson Luis Martínez.
Vi también a Francisco Salazar Martínez. Me dice que escribió una nota sobre el libro de Antonio Molina: “En Cejunta y en Gamud”.
Lectura, a sorbitos, de “Auge y caída del tercer Reich”.
20 de Junio.
Me peleé con M en la misma puerta de su casa. Yo estaba completamente borracho porque llevaba tomando desde las 10 de la mañana y esa hora del lío eran las 9 de la noche. Ella gritó y de su casa salieron a la carrera. Luego yo llamé desde un bar para preguntar por ella y su hermana Mariadela y Alice me insultaron, y me dijeron que la próxima vez que me acercara por allá llamarían a la policía. Luego volvía a llamar y me atendió su hermano Jesús y me dijo que quería hablar conmigo de hombre a hombre. Yo le dije que me pusiera a M al teléfono y me dijo que no. En seguida me trancó.
21 de Junio.-
Sale en “Últimas Noticias” mi nota sobre “Betancourt y su jugada”. Ayer perdí el día por esas peleas. Quisiera serenarme y hoy no he hecho más que dar vueltas por las calles. Cero lectura, cero escritura. Me inhibo y ni siquiera me tomo una cerveza. Quiero andar sereno. Tengo que salir prontamente de M. Sería la única manera de trabajar en paz. Un mal día. Supongo que vivo los peores días que he vivido hasta el presente. Deambular, no hacer nada, hacer llamadas infructuosas. Para colmo no cumplo con el propósito que me hice y ayer no escribí nada ni hoy tampoco. Hoy me dominé y no me quise tomar ni una sola cerveza.
Me he salvado: acabo de escribir otro artículo. Tengo responsabilidad, esto es lo importante. Ni me suicidaré ni me arriesgaré en balde. Sé que saldré de esta crisis. Y saldré más fuerte. Uno se prueba en las peores crisis.
22 de Junio.-
Me levanté a las 10, pues estuve hasta tarde leyendo “El tercer Reich” y a las once estaba en el Teatro Municipal asistiendo a un concierto en compañía de un amigo de San Juan de los Morros. Ahora deben ser las doce de la noche y regreso del cine: “Cul de Sac”. Llueve. El día ha sido duro y me he mantenido a fuerza de pastillas. Por ahora lo importante es que pase el tiempo.
Aparece en “Últimas Noticias” mi nota sobre los cuentos de Armas Alfonzo: “La Parada de Maimós”.
23 de Junio.-
Llevo varios días completamente perdidos. Hoy, por ejemplo, no he hecho nada y son las cuatro y media de la tarde. Procuré leer “La escuela de los dictadores”, de Dilone y no avancé nada. En la mañana fui a la Universidad a devolverle sus lentes a M. Me dijo que la noche del viernes sus hermanos habían salido a buscarme para vengarla. No sé qué pueda salvarme. El miércoles tendré una entrevista con el Secretario general del Inciba. Tal vez con él consiga lo que no con la Presidenta. Insistir un poco y que piensen en uno. Preocupación porque no he seguido escribiendo las notas que ofrecí para “Últimas Noticias”. Trataré de reformar algunas que dejé en el carapacho en días pasados. Me llaman de la Imprenta San José para pedirme un ejemplar de “Entre las Breñas”. Juan Vicente Cabezas lo mandó a pedir para mandarlo a Cuba. Es lo que me dicen.
24 de Junio.-
Sale en “Últimas Noticias” mi nota “Sindicalistas”.
Ayer o antier murió Judi Garland.
Más tarde bajo a comprar un pan y veo en “El Nacional” mi nota que titulé “La creación en la novela”.
Llamé a M y me atendió ella misma. Nos vimos a las cinco y media en la Plaza Henry Clay. Me recomienda que no me deje ver por sus hermanos, que ella ha hecho ver que todo se acabó entre nosotros.
Llevo a “Últimas Noticias” tres notas para ésta semana.
25 de Junio.-
Anoche releí un poco mi diario de Bruselas y hasta tarde “Auge y caída del tercer Reich”. Hoy en la mañana fui al Inciba. Allí estaba Torres y todo el mundo comentaba que él era uno de los personajes de “La Fiesta…”. Torres se indispuso y yo me aparté y me hice el desentendido.
M vino por la noche y nos dirigimos a la Cinemateca a ver “La ley”, pero no entramos porque el joven Julio Miranda nos dijo que no era buena. En la calle M lloró recordando a Carolina y me dijo que ella no ha debido venirse. Yo le prometí que si Idilia no venía mañana jueves con ella yo iría a San Juan a buscarla.
Doce de la noche: me puse a trabajar en las colaboraciones que me he impuesto. Corregí un viejo artículo que tenía guardado en mis diarios de Bruselas sobre Camilo José Cela y que pienso llevar mañana a “El Nacional”. También saqué una nota de este Diario para “Últimas Noticias”. Misión cumplida.
26 de Junio.-
Aparece en “Últimas Noticias” mi nota que se titula “Vidas Paralelas”.
Sigo con la lectura de “Auge y Caída del Tercer Reich” y de algunos cuentos de Camilo José Cela. También fui a “El Nacional” a releer un cuento que leí por primera vez en 1954, “La playa de los pobres”, de Dante.
27 de Junio.-
Escribo una nota sobre artistas suicidas.
Lectura de Novalis: “Los Fragmentos”.
Lectura de “Auge y Caída”.
Vino Carolina y M y yo la llevamos al parque de El Conde. Son cerca de las once de la noche y estoy llegando a este cuarto.
Para un artículo: La cuestión no está en ser civil o militar. La cuestión está en ser nacionalista o entreguista, o ser traidor al país. Y según es de ver los gobiernos regidos por militares han sido más nacionalistas que los que han sido regidos por civiles. Lo mismo ocurrió con los diez años de Pérez Jiménez, que con todo y sus abusos mucho hizo por la independencia económica del país. Y la culpa de sus excesos fueron más de los civiles, como Vallenilla Lanz y Pedro Estrada que del Ejército. No negamos el nacionalismo de Pérez Jiménez, pero en un momento dado confió más en sus servidores civiles que militares y de allí vino su pérdida. En la actualidad vemos cómo un gobierno militar, concretamente el del Perú trata de lograr importantes reivindicaciones que algunas vez hablaron de antiimperialismo.
28 de Junio.-
Sale en “Últimas Noticias” el pequeño artículo que titulé “País sin imaginación”.
Escribo dos notas: una que titulo “Académicos” y otra que titulo: “Gallegos y Vallenilla Lanz”. Las dos son fuertes, y en la última digo que tanto Gallegos como Vallenilla Lanz eran unos racistas que perseguían los mismos fines.
Mientras ahí, enfrente, una cuerda de eternos celebradores, con un picó a todo volumen, al tiempo que yo escribía una nota para el periódico. La titulo: “Doctores”.
29 de Junio.-
Sale en “Últimas Noticias” mi nota sobre el libro de Fuenmayor. Amanezco con dolor de cabeza y otro en las piernas.
Ayer M y yo pasamos casi todo el día con C. Yo leí mucho del libro de Shirer.
Me tomé una aspirina para el dolor de cabeza. Son las doce y media, y he lavado una camisa, tres pares de medias y unos calzoncillos.
Necesidad de publicar, cueste lo que cueste, mi novela “Gritando su Agonía”.
No soy organizador, no soy hombre que se someta a nada, no obstante creo que en un partido podría militar como intelectual. Jugaré yo algún día ese papel. Si me quedo aquí puede que sí.
Ahora todo el mundo en Venezuela lleva su diario desde que yo impuse el mío. Hace dos domingos Guédez publicó una página del suyo.
M vino por mí a las dos de la tarde. Ya antes, en la mañana, había venido y yo estaba dormido. Como que me desperté a las once, porque me vine durmiendo a eso de las cuatro de la madrugada. Bueno, en fin, fuimos a pasear por el Centro Simón Bolívar y a las seis y media nos despedimos. Ella estuvo adolorida porque C y M me dice que no me preocupé. Ahora estoy en casa, en mi cuarto mejor dicho y he pasado en limpio las tres notas que llevaré para “Últimas Noticias”, de la semana que empieza mañana. Estoy escribiendo no menos de seis o nueve notas por semana, aunque no publique más de cinco.
He leído a Shirer. Faltan 25 minutos para las 10. M me dijo que no me dejaba porque sentía lástima de mí. A lo mejor es así y no me quiere nada.
2 de la madrugada. Todavía despierto con el libro de Shirer en las manos. Proyectos: pero hay que ser duro. Hay que conseguir un dios, una palanca, un trabajo en el cual poner los ideales. En todo caso es necesario (ya que no se cree en nada) inventarse un ideal. Es la única manera de poder seguir viviendo. Como estoy atado a los recuerdos ahora me repito a cada instante una frase que escribió Maeterlinck: “La vida es más poderosa que un recuerdo”.
30 de Junio.-
Mal día. Si se quiere, perdido. Lo pasé en la calle. Me mojé. Fui a sacar, para arreglar lo de mi divorcio, las partidas de nacimiento de mis hijas y la constancia de matrimonio. Leí un cuento de Cela: “El bonito crimen del carabinero”. Cuento que ya conocía, pero que quería recordar. A mí no me edita nadie porque no pertenezco ni al partido comunista ni a la CIA.
















