Qué descripción más brutalmente brillante —y precisa— del abominable carácter de Trump, que JAMÁS hayamos leído. El autor Oliver Kornetzke no se contuvo. Así describió a Trump:
“Miren. El cadáver purulento de la podredumbre estadounidense embutido en un traje que no le queda bien: la sordidez de un estafador, la cobardía de un evasor del servicio militar, la glotonería de un parásito, el racismo de un miembro del Ku Klux Klan, el sexismo de un canalla de barrio, la ignorancia de un borracho de bar y la avaricia de un depredador de fondos de cobertura; todo pintado de naranja con aerosol y exhibido como un cerdo premiado en una feria del condado”, escribe Kornetzke. Ni un presidente. Ni siquiera un hombre. Solo la destilación enfermiza de todo lo que este país jura no ser, pero siempre ha sido: arrogancia disfrazada de excepcionalismo, estupidez presentada como sentido común, crueldad vendida como dureza, avaricia exaltada como ambición y corrupción venerada como evangelio. Es la sombra de Estados Unidos hecha carne, un ídolo de calabaza podrida que demuestra que cuando una nación se arrodilla ante el dinero, el poder y el rencor, no solo pierde su alma, sino que defeca esta obscenidad inflada y la llama líder.
Nunca se escribieron palabras más ciertas.
Kornetzke amplía su repulsión por Trump en un ensayo titulado «La historia nos observa. Y esta vez, son nuestros nombres los que están en juego».
