José Sant Roz
Trump, apenas fue coronado nuevamente en la Casa Blanca como rey de occidente, salió como una Napoleón desafiando al mundo, diciendo que tendrían (así textualmente) que besarle el culo, poniendo a diestra y siniestra aranceles, para que se le arrodillen, y vean lo poderoso que es, pero… luego recula, luego dice que será un perdonavidas, que considerará la pena impuesta a sus contrincantes, y hace rebajas, reduce sus condenas…. Lo ha hecho con China, con Brasil, México, Canadá, Rusia,…
En el fondo, cada vez que abre su boca amenazando, termina siendo derrotado, por lo que entonces le da un giro a sus sanciones diciendo que ha logrado sus objetivos.
Hoy he encontrado un interesante análisis de los periodistas Iker Seisdedos y María Martín, sobre el “enfrentamiento entre el presidente Maduro y Trump”, que pone de manifiesto la tremenda derrota que están sufriendo los gringos en el Caribe, y en América Latina en general. El análisis, aunque bastante reaccionario, refleja en el fondo la situación de derrota y desesperanza que en este momento agobia a la Casa Blanca en relación con Venezuela…
Hasta para matar el Pavo de Acción de Gracias se las da de perdonavidas, y todo eso mientras tiene ese montón de buques, un submarino nuclear, el portaaviones más grande del mundo frente a las costas de Venezuela. Se preguntan los periodistas Iker Seisdedos y María Martín: ¿Hablarán finalmente los presidentes Nicolás Maduro y Donald Trump?. Al tiempo que surge otra: ¿Pero qué será lo que Trump le podrá exigir a Maduro?
En opinión del británico Phil Gunson, experto del Crisis Group: “Creo que solo hay una cosa que podría lograr ese objetivo: que diga que se va a marchar. ¿El problema? Eso es justo lo único que Maduro no va a ofrecer». Esto ha dicho Phil Gunson, residente desde hace 26 años en Venezuela.
Pues, estarían bien equivocados los analistas que crean que el presidente Maduro se quebrar por las amenazas de los gringos. Eso aquí no funcionará para nada, y lo cierto es que Trump ataque no ataque, está perdido, y quien lo metió en ese laberinto fue Marco Rubio. Están tan entrampados que lo único que ha puesto sobre el tapete para una negociación es decir que Maduro es el jefe de ese supuesto cartel de los Soles, que nadie se lo cree. Trump, como un imbécil malcriado ha dicho: “Tiene que irse. No es negociable”. Y estas reacciones suyas ya son interpretada como un fracaso.
Lo del papel de Venezuela en el tráfico de fentanilo y de cocaína, nadie se lo cree. Han quedado en evidencia, que el truco aquel de las armas de destrucción masiva con que mataron a millones iraquíes, tampoco les está funcionando, y hay un hecho estremecedor que se deriva todas estas mentiras, que EE UU está en una deriva de recule, poderosamente ambivalente, y que este recule le dará un gran aliento a los países de Latinoamérica que quieran a partir de ahora enfrentársele. Eso sería demoledor.
En este recule, Trump está buscando una excusa que le permita decir que ha arreglado todos los problemas con el presidente Maduro, el de la inmigración irregular y el narcotráfico, para luego poder cantar victoria, y decir que ha metido en cintura al dictador y terrorista venezolano, por lo cual, entonces, ha decidido retirar sus buques de guerra.
El sostiene: “Ese es el estilo negociador de Trump, para quien Venezuela es un asunto pendiente, que no pudo resolver durante su primera Administración: presentar demandas maximalistas para luego conformarse con mucho menos, siempre que pueda hacerlo pasar por una victoria, lo ha hecho, sin ir más lejos, con China y los aranceles”.
Para los periodistas Iker Seisdedos y María Martín, lo que parece claro es que una intervención militar en Venezuela le podría causar problemas en casa. Las últimas encuestas hablan de un 70% de oposición en Estados Unidos a una aventura bélica de esas características, y en la base de sus fieles, el movimiento MAGA, no quieren oír hablar de nada que no sea concentrarse en los problemas de los estadounidenses, y por eso “Trump quiere hablar con Maduro, porque no tiene nada clara la conveniencia de sus planes militares, y en vista de que no le han funcionado los ataques a las lanchas y el despliegue militar sin precedentes. Por eso, y porque le gusta pensar que puede hablar con cualquiera, que es capaz de convencer a cualquier autócrata criminal”.
Resaltan estos periodistas que en Washington ha resucitado “el recuerdo del guion que el presidente estadounidense siguió con el líder norcoreano, Kim Jong-Un, durante su primer mandato. Tras meses de rozar un conflicto de consecuencias impredecibles, ambos dieron por cerrada la crisis con un encuentro cara a cara en Singapur, el primero entre un presidente estadounidense y un líder del régimen de Pyongyang. Además de en un teatral apaciguamiento ante el mundo, la cosa quedó en poco más”.
Rematando Gunson: “Pero si a Trump, entonces y ahora, le gusta venderse a sí mismo como un negociador nato, “experto en presentar el fracaso como un éxito”.















