
En el seno de la sociedad ninguna idea y/o acción surge de la nada pues el grupo que la protagoniza es heredero de las consecuencias propiciadas por las ideas y/o las acciones de quienes les precedieron. La toma no fue espontánea, ocurrida durante el año 2001 en la Universidad Central de Venezuela, dicho movimiento se nutrió de un conjunto de antecedentes históricos descollantes como la movilización estudiantil que se puso al frente en la lucha contra las dictaduras así como por derechos y reivindicaciones estudiantiles y del pueblo.
La propia acción contó con estudiantes que en 1998 se enfrentaron contra el Proyecto Ley de Educación Superior (PLES), de corte neoliberal y privatizador, el cual se logró derrotar en las calles mediante la movilización popular y permanente guiada por la consigna “¡Vea, vea, vea, qué cosa más bonita, la universidad pública y gratuita!”.
Tres años después se movilizaron por romper con el modelo de universidad feudal vigente para la fecha, y que ha estado contrapuesta a la consigna de la democracia popular con el 1×1 pues se basa en el discriminador esquema electoral donde el voto de un profesor “equivale” al de 40 estudiantes. Frente a ese modelo desfasado de universidad se levantó un movimiento en favor de que, las hijas y los hijos de la clase trabajadora del campo y la ciudad, pudieran acceder a la universidad y así poder darle fin a los eternos “Comités de Bachilleres Sin Cupo”, cuyo factor común era la pobreza y la marginación.
Estos y otros conflictos, tanto de carácter nacional como internacional, estimularon y fortalecieron la conciencia sobre la importancia del Movimiento por la Transformación Universitaria del 2001, el cual levantó las banderas de una universidad popular que se vistiera de pueblo, de obreras y obreros, negras y negros, indias e indios, excluidas y excluidos, levantando también las banderas correspondientes a la pertinencia social.
La lucha no solo era por el derecho a la educación sino más aún por que los hijos y las hijas del pueblo pobre pudieran apropiarse del conocimiento, la ciencia, la técnica, la tecnología, las humanidades, y desde esa conquista popular poder construir la Patria Buena desde el barrio y con el barrio, desde el campo y con el campo.
20 años después nos corresponde hacer un balance. Lo primero es establecer que cumplimos la tarea de levantar las banderas de la universidad popular, de agitar y de organizar para continuar el combate como pueblo. Años después muchas de estas se tradujeron en relevantes conquistas. Hoy no hay bachilleres sin cupo y se han conquistado otros avances importantes y mucha mística para el conjunto de tareas pendientes.
Todavía la lógica feudal goza de buena salud, incluso en las nuevas universidades. Aún lo predominante sigue siendo la reproducción del orden sostenido por la burguesía, destinado a formar profesionales al servicio de su proyecto clasista, con aspiraciones de entre otras cosas ser algún día parte de esa clase social, salir de abajo colocándose a su altura mal habida y peor concebida a costa de la sociedad, olvidar a las y los que han quedado abajo por designio del supremacismo burgués, y reproducir el individualismo expreso en la premisa de cada quien en lo suyo y resolviendo lo suyo.
Hace 20 años, quienes nos adversaban decían que éramos 50 locos. Sin ninguna duda podemos afirmar que nuestro acervo acumulado es cualitativamente significativo, pues si antes nuestras ideas estaban enclaustradas en la universidad, resulta que ahora están prendidas en cada Consejo Comunal, en cada Comuna, en cada barrio, en cada fábrica, en cada poblado. Podemos afirmar con toda certeza y rigurosidad académica que la universidad venezolana, más temprano que tarde, se pintará de pueblo, y quedará al servicio del proyecto histórico a ser encabezado por el heroico pueblo venezolano.
A 20 años de La Toma le rendimos honores a un conjunto de protagonistas de esta historia, que estuvieron en primera fila, y que hoy y siempre nos seguirán acompañando con su eterno ejemplo para las próximas batallas que vendrán, con sus aciertos por profundizar y errores por corregir, hasta alcanzar una sociedad sin explotadores y explotados.
¡Honor y Gloria para nuestra hermana Betzaida Blanco y para nuestros hermanos Ángel Montiel, Yesiel Reyes!
¡Por ustedes la lucha sigue hasta la victoria siempre!… ¡Nosotras y nosotros venceremos!