Gabriel Jiménez Emán
Un vistazo en gran angular y sin presumir de “analistas internacionales” nos indica que la mayoría de gobiernos occidentales nos han robado el futuro. Y el futuro es en este caso una manera delirante de decir que han asaltado lo poco que quedaba de institucionalidad en los países llamados mal llamados democráticos. Comenzaron por minar el Estado-Nación hasta debilitar las instituciones; luego expandirían las burocracias para crear bancocracias y tecnocracias propiciando el fortalecimiento del Supra Estado regido por el tráfico de estupefacientes y creando una farmacopea de punta avalada por médicos y abogados del diablo para defender narco-estados, teniendo primero el cuidado de inventar virus y sus respectivos antídotos para así instalar el miedo en el tejido societario de los países y convertir todo en mercancía, incluyendo en ello a lo comúnmente conocido por conocimiento y dando al traste, de paso, con el conocimiento transmitido en escuelas, liceos o universidades que ahora gradúan bachilleres y doctores y licenciados solo para ingresarlos a un mercado de trabajo también diseñado por ellos. Luego, con la ayuda de una máquina llamada Inteligencia Artificial hacen sentir a los estudiantes que ya no es necesario asistir a clases presenciales, sino hacerlo todo desde el teléfono celular, lo cual ha permitido que las bibliotecas se perciban anticuadas y polvorientas y que el proceso de lectura, consulta, estudio o investigación se limite a dar un vistazo a Wikipedia.
Todo debe simplificarse. No ir al médico, no ir a pescar, ni a nadar, ni verse con amigos a charlar, todo debemos hacerlo como preparación a ingresar al mundo del vacío regido por el solo hecho de tener dinero en el bolsillo. No cometas el error de trabajar, ni de conseguir empleo, o entusiasmarte en una profesión, sino simplemente dedícate a hacer negocios. Compra barato y vende caro, cambia esto por aquello y a pasarla bien, díle no al dialogo y si al entretenimiento, no al arte y si al chiste barato; la palabra ética los hace reír, el arte es un mero adorno y el cine mera diversión; la música es para el desmadre y la poesía es sólo un conjunto de palabras bonitas para animar festivales, ferias y chats. El concepto de educación se ha evaporado y con él, los conceptos de familia u honor; el matrimonio es un contrato a corto plazo, no un proyecto de vida; nuestros hijos no están educados por nosotros sino por profesores desconocidos de mucha reputación académica, que para eso se les paga. Ya no importa el deseo o el buen sexo, tú mismo invéntate una mezcolanza sexual y conviértete en un híbrido, en un trans, en un bisexual, qué se yo. Créetelo todo, que en eso consiste la libertad, el deseo, la amistad o el amor. Incluso crees que la paz se limita a dormir a pierna suelta, llegar hecho trizas de la calle y tumbarte en la cama a roncar como un león.
Los presidentes de las naciones no se asemejan ni remotamente a mandatarios, apenas son muecas profiriendo anatemas, sanciones, intimidaciones, chantajes, prestos a practicar venganzas, ordenar invasiones, lanzar drones o misiles. Los presidentes compiten o se odian entre ellos y los telediarios divulgan la propaganda que emiten, todos son bulos, fakes, enmascaramientos. Nos obligan a presenciar un genocidio televisado, donde se multiplican los horrores en Gaza y contemplamos mujeres y ancianos llorando hincados sobre los cadáveres de sus familiares, pero los sionistas siempre están tratando de justificar esto diciendo que se trata de la defensa nacional, de la lucha por la libertad, de la seguridad internacional y otros eufemismos gloriosos del nuevo orden mundial que se manifiesta a la manera de los viejos métodos del anglosionismo internacional que se propaga como gangrena cancerosa por todo occidente en versiones aún más letales del fascismo, mientras un tal señor Trumpas en EEUU vocifera todo el día ofreciendo recompensas, sanciones y aranceles, le agradece sus generosos regalos a Milei y sigue usando a Ucrania como carnada para provocar a Rusia, creyendo que Putin y el Kremlin son tontos y le van a creer la coba. En cualquier caso, la política, en vez de ser procedimiento o praxis para lograr equilibrios sociales, pasa a ser un método entretenido para escamotear ideas de otros mandatarios en otras naciones. Los individuos de tales sociedades no se perciben entonces como personas conscientes, sino como objetos manipulables, como meras fichas de un ajedrez perverso. Así, permanecemos en estado catatónico, embobados por los mensajes mientras despilfarramos nuestro tiempo, esperando un futuro que no vendrá, o si viene, lo hará sin revelar su rostro, pues en el fondo no lo tiene.

















