Freddy Fernández
No sé si a ustedes les pasa, pero cuando escucho a alguien incluir, como condición primera, una condena a Hamás antes o durante una expresión de crítica o reprobación al genocidio en marcha que perpetra el Estado criminal de Israel, lo primero que entiendo es que el sionismo también ha colonizado una parte importante del territorio cerebral de quien habla.
El equilibrio que en este caso se quiere mostrar no es más que un retorcido desequilibrio que les otorga bastante legitimidad al racismo, al antisemitismo y al apartheid que practica el Estado genocida de Israel.
Este patrón enfermizo de pretender ser equilibrado resulta tan aberrante como el criticar a la víctima de una violación por la forma en que estaba vestida, por el horario en que salía, convirtiéndola así en responsable de su propia violación, como si violar a alguien fuera justificable.
Con frecuencia veo este mismo patrón en muchos sectores que se asumen como progresistas, y hasta de izquierda, cuando se menciona la Revolución Bolivariana. Hay quienes antes de criticar la agresión de EEUU se sienten obligados a colocar con antelación condenas contra Venezuela y contra el presidente Maduro.
Sobre este tema, quisiera recordar lo que una vez respondió Julio Anguita en un programa de TV en España, en el que se negó a formular críticas a Venezuela que le exigían y dijo que cuando se reuniera con el Presidente le presentaría sus críticas.
No voy a afirmar que su autodefinición como personas de izquierda o progresistas sea falsa —aunque a veces sí es sospechosa—; lo que quiero destacar es el éxito que ha tenido la propaganda yanqui en programar sus cerebros. Ha sido capaz de instalar en ellos un condicionamiento que les dicta criticar primero a Venezuela y, cumplido este acto de sumisión, emitir luego alguna condena a Estados Unidos.
El supuesto equilibrio de tales posiciones es también retorcido. Quizá sin pensarlo, casi pretenden decir que el pueblo venezolano se merece la agresión por los errores de gestión que habría cometido su gobierno. En casos como estos, no sé si sea por cómo está vestida, por la hora o el lugar, pero esta acusación a la víctima no me asombra. He escuchado a personas así, que incluso parecen justificar los crímenes de la dictadura de Pinochet como si se trataran de consecuencias de los errores de Allende.
El imperialismo ha trabajado en la colonización mental. Ha logrado que en casi todo el planeta cualquier candidato del progresismo o de la izquierda crea que no tiene posibilidades de ganar si no habla mal de Venezuela y, en especial, de Maduro.
















