
Juan Veroes
24 noviembre de 1995, fue el día que me hicieron sentir que había logrado el objetivo supremo por haber llegado al nivel de SER ALGUIEN, pues estaba recibiendo un TITULO UNIVERSITARIO. En Mérida, donde estaba recibiendo, de manos del ilustre Rector de la Universidad de los Andes (ULA), el pergamino donde se aseguraba que yo era Licenciado en Ciencias Políticas (POLITOLOGO), toda la ciudad estaba de fiesta, pues cientos de jóvenes provenientes de varias regiones del país, estaban recibiendo sus títulos en diferentes áreas de las ciencias y sus familias habían viajado hasta Mérida, para celebrar tan importante hecho. Todos los clubes, restaurantes y salones de fiestas de los condominios de la ciudad estaban ocupados y equipados, para celebrar tan fastuoso acontecimiento. Hay que recordar que para ese tiempo: “La ULA, era la única Universidad del país, que tenía una ciudad por dentro (Mérida)” y donde el cargo de RECTOR DE LA ULA, era considerado más importante que el de GOBERNADOR DEL ESTADO MERIDA.
Yo, había llegado a Mérida 10 años atrás proveniente de Guayana, donde durante 10 años actué como empleado de la CVG; Corporación dueña de un tercio del territorio nacional y máximo poder regional, donde lograr estar a su servicio, era el máximo logro que ser humano alguno pudiera aspirar. En Mérida se daba el mismo fenómeno del ejercicio del poder: “SI NO ESTABAS EN LA ULA, ERAS NADIE”. En todo el país, cuando un padre o una madre decía:” tengo un hijo, o una hija, estudiando en Mérida” ; era un motivo de orgullos y un signo de prestigio dentro de su entorno social.
Hoy, día lunes 24 de Noviembre del 2025, me levanté pensando sobre lo que me sucedió hace 30 años atrás y con 85 años de edad a cuesta, quise hacer un balance de mi vida y me di de cuenta, que me habían caído a coba y que yo me la estuve comiendo creyéndomela.
Hoy, con dos títulos universitarios guindados en la cueva donde estoy alojado, sólo enfermo, pobre y en situación de discapacidad, me doy plena cuenta, que esos títulos no me sirven ni como papel toalet. Siento que la felicidad que hoy siento, por estar vivo y aspirar a estarlo por lo menos hasta los 90 años, nada tienen que ver con esos títulos, que solo me recuerdan una etapa de egolatría vivida, durante la cual acepté las creencias sociales como verdades y dejé de PENSAR sobre las realidades que estaba viviendo.
Envío este escrito y estas fotografías a la red, como información, para que si hay alguien que esté haciendo esfuerzos sobrehumanos para obtener un título universitario, pensando que logrando eso será ALGUIEN, revise y evalúe su quehacer.

















