Desde el momento cuando el dólar comenzó a usarse perversamente como mecanismo de presión política afectando la economía popular venezolana como un dardo venenoso contra la Revolución Bolivariana, me sigo preguntando ¿por qué continúan los banqueros determinando el valor de una divisa que a todas luces sigue golpeando el bolsillo del pueblo trabajador?
Ante la espera de un ataque furtivo del ejército norteamericano contra nuestra patria, el presidente Maduro ha decretado en prevención el Estado de Conmoción, una acción que no es solo desde la verticalidad del ejecutivo, sino que tienen un sustento popular de base, con las fuerzas militares policiales de la nación desplegadas junto a los consejos comunales y toda la red de movimientos sociales activados.
Es decir, que esta amenaza, hecha declaración de guerra por el presidente Donald Trump ante la 80 Asamblea de Naciones Unidas el pasado 23 de septiembre de 2025, antecedida por un discurso disruptivo y amenazante desde el mismo momento de su primera presidencia hasta hoy, es de facto un acto de guerra.
Son indicios suficientemente probatorios para denunciar ante el mundo un acto de beligerancia que tendrá consecuencias impredecibles, pero que intenta levantar una cortina de humo sobre la grave crisis social y política interna en Estados Unidos y la tragedia humanitaria que soporta el pueblo palestino en Gaza y en todo el Medio Oriente.
Estados Unidos está ardiendo y Venezuela está tranquila, lista y preparada para cualquier agresión a pesar de la operación silenciosa de golpear la capacidad adquisitiva de alimentos proteicos como la carne cuyos precios se disparan cada semana hasta lo inalcanzable para los trabajadores públicos cuyos bonos a pesar de la indexación se alejan cada vez más de las manos del pueblo trabajador cuando llega al mostrador de una carnicería y encuentra que el precio de un kilo de carne llega hasta 14 dólares, mientras el comerciante muestra la excusa del aumento del valor de la divisa.
No es una campaña ruidosa, no usa los medios para descalificar la gestión del Gobierno Bolivariano, pero deja en la psique del consumidor una dieta de interpretación negativa sobre las políticas sociales que el presidente Maduro ha desarrollado desde las fuentes primarias de ideas populares como los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, que no solo producen y proveen alimentos a muy bajo costo sino que es un instrumento organizador de las comunidades para otras iniciativas de movilización por sus derechos sociales.
Veamos ahora el plano general de una de las injusticias más sórdidas hechas por los ejes mundiales del capitalismo entre Estados Unidos y Gran Bretaña sobre nuestras reservas de oro, colocadas paradójicamente en las fauces de un gobierno cuyos cinco mandatarios consecutivos han jurado ser enemigos de Venezuela, una dicotomía extraña. Ahora ¿por qué Venezuela colocó 30 toneladas de oro en el Banco de Inglaterra y en la Reserva Federal (Banco Central) de Estados Unidos? Una explicación técnica e ingenua sería que alguien recomendó que ellos ofrecían altos estándares de seguridad, estabilidad política y financiera, y facilidad para realizar transacciones internacionales. Es decir, les daba confianza a acreedores, empresas de inversión y a los gobiernos que como el de Estados Unidos y Gran Bretaña necesitan tener la suficiente confiabilidad para dar la “bendición” de una “certificación”.
Una mentira difusa que esconden lo que el tiempo histórico reveló cuando ellos mismos, montaron el tinglado de Juan Guaido para defenestrar al Gobierno Bolivariano, legítimo y democrático, que hizo uso y práctica de la Constitución Nacional en las proyecciones de soberanía e independencia de desarrollo económico y social que se aplican con los Planes de la Patria o Plan Nacional de Desarrollo Económico Social Simón Bolívar.
Bajo la excusa sostenida de que el gobierno Bolivariano es ilegítimo y que el presidente que reconoció Estados Unidos era un mequetrefe que se autoproclamó como mandatario, robaron activos de PDVSA entre otros y despojaron las 30 toneladas de oro venezolano que aún están en el Banco de Inglaterra y que Venezuela reclama legítimamente. El cuento malo de Guaido pasó, luego vino otro cuento, la de la elección de María Corina (Edmundo) el pasado 28 de julio de 2024, cuando esa minoría no se ve y se “muestra” total ausencia en las calles de Venezuela, lo mismo que se monta otra “novela” sobre el legítimo derecho al salario de los trabajadores, cuando las arcas del Estado venezolano y la economía están sometidas a una renta de guerra, bloqueo financiero y obstáculos que están siendo superados por relaciones multipolares con nuevos ejes de equilibrio mundial con China y Rusia fundamentalmente.
La realidad del manejo de la divisa dólar como la razón de fondo para mostrar una “meta-realidad” que es percibida en directo por muchos trabajadores de manera parcial como «la incompetencia del gobierno» para controlar lo que a la luz de la verdad es una expresión de los mercados de valores y capitales para sacar provecho de esta situación estableciendo (los bancos) el valor del dólar para influir en su dinámica a través de las llamadas mesas de cambio y su participación en el mercado oficial de divisas, una ventana de agresión silenciosa que desgasta la confianza de una parte de la población en la gestión de gobierno.
La cantidad de divisas que el BCV ofrece a los bancos afecta el precio del dólar: si vende más, el dólar tiende a estabilizarse; si vende menos, sube, pero nunca baja. Es un permanente jaque al Gobierno y por supuesto a las grandes mayorías porque la lógica del capital es la especulación: “Porque el sistema del capital no puede funcionar sin el lascivo trastocamiento de las relaciones entre las personas y las cosas, los poderes (mundiales) alineados y cosificados del capital que dominan las masas del pueblo” diría Isvant Mézáros en “El Desafío y la Carga del tiempo histórico” en la página 322.
Es una guerra que tenemos que comprenderla con dosis de entendimiento de la paz cognitiva: Procesar información de manera crítica y consciente de la verdad, resistir la manipulación mediática y la propaganda engañosa de la guerra, generar ámbitos de recuperación de información para la inteligencia social, para la seguridad y defensa integral de la nación en este momento amenazada y en el umbral de un ataque de humo para que el gobierno de Donald Trump y Estados Unidos flote y no caiga estrepitosamente en colapso del sistema mundial capitalista.
Aldemaro Barrios Romero