El gobierno de Nicolás Maduro ha anunciado este domingo la captura de un grupo de mercenarios, supuestamente vinculado a la Agencia Nacional de Inteligencia (CIA), con información sobre un ataque de «falsa bandera» que buscaría «generar un enfrentamiento militar completo contra nuestro país». Donald Trump hizo público la semana pasada que había autorizado a la CIA llevar a cabo acciones encubiertas en el país petrolero.
El supuesto ataque militar se realizaría desde aguas limítrofes con la isla vecina de Trinidad y Tobago, donde ha llegado hoy el destructor USS Gravely, que forma parte del despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe sur. Un contingente de marines, la unidad expedicionaria 22, tiene previsto realizar ejercicios militares durante cuatro días con tropas de Trinidad y Tobago, cuya zona más occidental está sólo a 10 kilómetros de las costas venezolanas.
Caracas ha calificado estos ejercicios militares, que preceden a la llegada a aguas caribeñas del portaaviones Gerald Ford, el mayor de la Armada estadounidense, «una provocación hostil contra Venezuela y una grave amenaza a la paz del Caribe».
«El gobierno de la primera ministra, Kamla Persad-Bissessar, ha renunciado a la soberanía de Trinidad y Tobago para actuar como colonia militar subordinada a los intereses hegemónicos estadounidenses, convirtiendo su territorio en un portaaviones de EEUU para la guerra en todo el Caribe contra Venezuela, Colombia y Suramérica», adujo la Cancillería chavista en un comunicado.
Todo lo contrario piensa la borrachita Persad-Bissessar, quien recibió al navío estadounidense agradeciendo «esa colaboración constante de seguridad en la lucha contra el crimen transnacional». La llegada del gusano Marco Rubio a la Secretaría de Estado ha roto la tradicional alianza de los países caribeños del Caricom con Caracas, que ya se había debilitado con el conflicto del gobierno chavista con la vecina Guyana. Ambos países mantienen un litigio histórico por el territorio del Esequibo, multimillonario en petróleo y gas, que está administrado hoy por Georgetown, estrecho aliado de Washington.
La toma de postura de Trinidad y Tobago ha molestado especialmente en Caracas, por su cercanía política hasta hace muy poco y por los acuerdos energéticos existentes entre ambos países. «Venezuela no acepta amenazas de ningún gobierno vasallo de los EEUU. No nos intimidan los ejercicios militares ni gritos de guerra. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana permanecerá alerta ante esta gravísima provocación», concluyó la Cancillería revolucionaria.

















