AUTOR: Eduardo Orta Hernández
¿Cómo declararse historiador insurgente sin ser anticolonialista?
(La dialéctica supera lo narrativo de la historia)
Mediante la dialéctica -decimos- que como método se llega a la verdad, es la confrontación de argumentos, el razonamiento o juzgamiento con rectitud, dentro de la visión de totalidad, partiendo del hecho local vinculado a los condicionantes políticos, sociales y económicos internos y externos (factores e intereses de centro de poder foráneo) o a la inversa, de lo total a lo particular.
Tomaremos como ejemplo, acudiendo de la visión de totalidad, partiendo del hecho local vinculado a los condicionantes externos, para ilustrar reflexionaremos sobre el declarado “día de la raza” (1921) y la hispanofilia estatuaria del navegante Cristóbal Colón, que se erige en plazas y avenidas, así como el sarampión o la peste de epónimos, toponimos y monumentos, para enaltecer conquistadores y colonizadores de ayer y de hoy.
Una de la finalidad es demostrar lo útil de la aplicación del método dialéctico en la búsqueda de las causas que explican el acontecer histórico, para poder superar lo narrativo de la historia oficial y oficialista, escrita por los amos de la historia, donde incluso, quedan atrapados en la red como peces, no poco, “insurgentes”, defensores de íconos y símbolos de la “tradición” histórica conquistadores y colonizadores, al hacerse eco y voz de la “supremacía eurocentrista”, adorando con un silencio cómplice la cultura de la violencia y destrucción, idolatrando y ensalzando a sus protagonistas.
Vamos a iniciar con la afirmación que el día de la raza fue un hecho impuesto por factores de la geopolítica internacional, por el poder político extranjero a los 400 años de la llegada de Cristóbal Colón, necesario también hacernos algunas preguntas para la reflexión, que nos ayudarán a aclarar el objeto de este breve ensayo.
¿Cuál fue la razón que transcurrido 400 años de la llegada de Cristóbal Colón, a estás tierras, naciera “inesperadamente” la necesidad histórica de declarar el 12 de octubre día de la raza?
¿Por qué no fue declarado el 12 de octubre como día de la raza antes del cumplimiento del cuatricentenario. Qué explica los 400 años sin tal declaratoria?
¿Por qué fue necesario, a finales del siglo XIX, crear en el mundo hispano el día de la raza?
¿La imposición del “día de la raza”, la estatuaria y la simbología hispana es una expresión de la cultura colonialista y una necesidad para el centro de poder europeo?
¿El día de la raza y la estatuaria, epónimos y simbología colonialista es tradición venezolana de remota época, reconocimiento e idolatría cultural a los conquistadores y colonizadores durante 400 años o fue una invención cultural reciente?
¿La estatuaria, monumentos, los epónimos y toponimos colonialistas constituye parte de nuestro acervo y patrimonio cultural? ¿Es parte de nuestra identidad como nación, como pueblo?
¿Cuáles razones explican nuestro apego y defensa a una cultura, simbología y estatuaria foráneas, extraña a nosotros por más de 400 años?
¿Será parte del proceso de colonización cultural que algunos llaman transculturización?
Para una debida interpretación histórica, científica, acudamos a las orientaciones metodológicas sobre la interpretación de Juan Brom y de la dialéctica, por él expuesta en su libro “para comprender la historia”.(1)
Debemos entonces averiguar y comprobar los datos, el contexto histórico sobre la época de las declaratorias del “día de la raza”, finales del siglo XIX, (1890) cercano al siglo XX.
Necesario concatenar los hechos de la época o periodo histórico, de la declaratoria del “día de la raza”, explicarlos, buscar sus causas, sus efectos, una vez establecidas -mediante la actividad dialéctica– volverlos a sintetizar, localizar sus relaciones causales y hacerse las formulaciones del acontecimiento real para la confirmación, el rechazo o la modificación del evento social estudiado, una vez obtenido la visión del conjunto, correctamente evaluados e interpretado, nos lleva o acerca a la verdad explicada de un fenómeno social y político, como lo fué la hispanofilia, al declararse masivamente el “día de la raza”, o de la hispanidad en Venezuela, Chile, México, Argentina y otros países, además de España.
A celebrar y festejar el 12 de octubre, crear plazas, paseos, asignar cognomentos, inaugurar monumentos, estatuas y pintar en las escuelas los tres conocidos barquitos y hablarle a los niños y a la sociedad entera de la “bondad del descubrimiento” sin decir la verdad que la “hoja de una espada sin empuñadura, corta por todos lados” (E. Galeano) y que fue sobre la cabeza de 90 noventa millones de seres humanos, su cultura, su organización social y su civilización, que se celebraba el día de la raza, día que inicia un aterrador silencio ante el mayor holocausto de la humanidad.
Con la declaratoria del día de la raza y sus accesorios: monumentos con epónimos, topónimos, cognomentos de asesinos, pederasta, violadores, asaltantes y saqueadores de vidas y bienes se refuerza la exaltación del proceso de conquista y colonización y la presencia hispana, imponiéndose como cultura colonial, aceptada como valor impuesto sobre una identidad originaria perdida y olvidada, como lo fué y es “la resistencia indígena y afrovenezolana”.
Se inicia la celebración y el festejo oficial de la llegada del “descubridor”, cada 12 de octubre, que en nuestro caso abarcó el irrisorio periodo de sólo 81 años (1921-2002) pero funcionaba en la memoria cultural venezolana, como un evento sin fecha, o más bien, en la psiquis, como una celebración tradicional indefinida en el tiempo o relacionada a una data de 500 años, como si fuera parte de nuestra historia y tradiciones más antiguas, hasta constituirse erradamente -en las mentes y pensamientos de muchos- en un acervo y patrimonio nacional, que -según ellos- hay que preservar, por ser supuestamente parte del ser venezolano, de nuestra identidad, la estatuaria del inspirador día de la raza y autor del “descubrimiento”.
El “día de la raza”, la estatuaria Cristóbal Colón, Juan Rodríguez Suárez, Francisco Fajardo, Alonso de Ojeda y demás miembros de la cofradía conquistadora y colonizadora, los topónimos como “El Empalao”, así como la supuesta “superioridad hispana” permanecieron, por imposición cultural en la conciencia y memoria cultural del pueblo, por responsabilidad o protagonismo de los actores de la dominación y los escribidores de oficio de la historia tradicional, oficial y oficislista, cuya almas vendida al diablo del orden y del capital, desfiguraron la verdad histórica, implantando la falsedad de una narrativa negadora de nuestros valores ancestrales en la conciencia y memoria cultural del pueblo.
La ruptura definitiva de esa trilogía de “acero” ha sido difícil, no obstante, el nacionalista, bolivariano, anticolonialista, antiimperislista, humanista, antiracista, indiano y pluricultural decreto de la abolición del “día de la raza” (10/10/2002), por parte del presidente Hugo Rsfael Chávez Frías y la declaratoria del dia de la resistencia indígena venezolana, que tiene la trascendencia el 12 de octubre de convertirse en el día de la resistencia indígena en todos los continentes.
Derretir esa congregación acerada, trágica de un mismo autor, ciertamente ha sido difícil, pesa más de 500 años de cultura colonial -pero se avanzó un mundo- se dió un paso gigantesco y se dejó sembrado en el corazón de los pueblos indígenas, afrodescendientes, asiáticos, hindú y de todos los continentes, la no existencia de raza alguna sino de seres humanos, así como, el hecho ir de forma resuelta y definitiva hacia un proceso de descolonización, mediante una nueva estatuaria, una nueva simbología fundamentada en nuestra originaria y verdadera cultura, en la identidad verdadera de nuestro pueblo amante de la paz, del respeto de los derechos humanos y de la libertad.
Son 23 años del ejercicio soberano al romper las cadenas de una realidad política que se confrontaba internacionalmente, por la presencia hegemónica y dominio cultural en los espacios de las antiguas colonias y que llevó a inventar el “día de la raza”.
Aún hay que avanzar en la fundición de la trilogía, abrogando, extinguiendo una estatuaria consecuencia del “día de la raza” de sus símbolos e iconos y de la impuesta cultura de la superioridad hispana.
Es evidente que la estatuaria y los cognomentos de conquistadores son una consecuencia de la imposición del eurocentrismo que siempre, desde 1492, ha pretendido una supuesta e inexistente “superioridad de la raza hispana”, de sus intereses geopolíticos, que repuntó a finales del Siglo XIX, para comprobarlo basta revisar que la fecha de construcción del monumento a Colón en el golfo triste fue en 1904, para darse cuenta que es una decisión en la onda política de la reina María Cristina, que alcanza esplendor con la hispanofilia del “día de la raza” en nuestra américa, como la llamó José Marti.
Polvorín. Explosión insumisa de ideas. Un combate por la vida.
EL DÍA DE LA “RAZA” (Parte segunda)
II
AUTOR:
Eduardo Orta Hernández
El día de la raza no existía durante cuatro siglos siguientes a la conquista, es decir, ni en los años de la guerra de independencia, ni en la Colombia bolivariana, ni durante los gobiernos conservadores y liberales al inicio de la República, ni en la confrontación federalista, ni en la época del gobierno euro centrista de Guzmán Blanco, ni el de Cipriano Castro, sino hasta 1921, en el gobierno de Juan Vicente Gómez, que fue declarado como tal “dia de la raza” el 12 de octubre. Apenas 81 años tuvo tal declaratoria como “día de la raza”, durante esos años se iniciaría y se fortalecería la estatuaria de Colón y otros conquistadores, “Caballero de la capa rojas”, Juan Rodríguez Suárez, quien en Mérida tiene su monumento estatuario y plaza, sanguinario conquistador que alimentaba los perros mastines con carne viva de niños indígenas, seguida ha sido la fiebre de ensalzar con epónimos o topónimos de origen hispano, relacionado a la conquista y colonización, en estas vírgenes tierras.
¿Es que 81 años es suficiente para considerar como propia una cultura extraña y de dominación, basta esas ocho décadas para constituirse en nuestra sagrada simbología e identidad y valor supremo de virtudes, a los cuales hay que proteger, mantener y cuidar, a tal punto de ser imposible un cambio o modificación de lo establecido y decidido por la monarquía europea a finales del siglo XIX?
¿Es qué luego de casi 800 años de dominación Musulmana, España celebra y conmemora la batalla de Guadalete donde triunfó el dominio árabe? ¿Existe algún municipio español que tenga la media luna musulmana como emblema en su insignia? ¿Hay en España plazas con bustos de los conquistadores musulmanes Ziyad y Nusair?
La respuesta es negativa, nada hay o existe en toda la geografía española que le rinda culto a los 711 años de dominación Musulmana, ni exaltación de sus conquistadores con estatuas, ni reconocimientos a su simbologías con epónimos o topónimos. ¿Es pecado seguir ese ejemplo?
¿Por qué hacer nuestro y defender una estatuaria y simbología colonialista, motivo de confrontación entre venezolanos, historiadores, científicos sociales, cronistas, entre otros, incluyendo a “insurgentes” no anticolonialistas, cuya disputa es por una estatuaria que es complemento de la declaratoria del “día de la raza”, impuesta por la monárquía y factores de poder externo, cuyo origen nada tiene de nacional ni corresponde a la cultura venezolana?
La declaración del “día de la raza”, y la consiguiente estatuaria y monumentos, epónimos y toponimos colonialistas fue una realidad impuesta de intereses geopolíticos externos, nada tiene que ver con nuestros valores culturales nacionales, con ella se consolidaba la presencia cultural hispánica como centro de poder en América.
En 1892, en el IV centenario del primer viaje de Cristóbal Colón, la reina María Cristina, el día 23 de septiembre, decretó y proclamó el 12 de octubre como DÍA FESTIVO NACIONAL.
He ahí -o un poco antes- su punto de partida, cuatrocientos años después de la conquista y colonización con todo y su costo, significado material y cultural para los pobladores originarios, para la relevante civilización azteca, maya e inca y demás pueblos ancestrales hasta proyectarse en nuestros días..
Para 1890, dos años antes que la reina María Cristina proclamara el 12 de octubre como día festivo nacional, las aspiraciones hegemónicas del imperio norteamericano, promueve EL PANAMERICANISMO, y se constituye la primera conferencia en Washington.
La conferencia de Washington, estuvo precedida por LA UNIÓN IBEROAMERICANA, fundada el 25 de enero de 1885, devenida en UNIÓN HISPANOAMERICANA, fusionándose en LA ASOCIACIÓN HISPANOAMERICANA y en noviembre de 1900 -ocho años después del cuatricentenario- se realiza el CONGRESO HISPANOAMERICANO, celebrado en Madrid, fuertemente marcado por el concepto hispanoamericano de España.
Todo el pensamiento conservador apoya la monarquía, cuyo fin es fortalecer (recuperar) y estrechar las relaciones de España y Portugal con los países de América, que habían logrado su independencia política de la metrópoli. Países que se ven, cada vez más, influenciados por la presencia norteamericana y su doctrina Monroe.
Con la declaración del “día de la raza”, varios propósitos se lograban para la factores de poder europeo imperialistas:
La exaltación de la conquista (“descubrimiento”) a escala planetaria y de la “raza hispana”.
Atrapar la conciencia de los pueblos americanos en la cultura de la admiración desbordante, de la simpatía, del éxtasis por el pasado colonial y sus “valores”, sus “héroes” y sus simbologías, consintiendo, aprobando y apoyando el tutelaje de España.
También constituyó, la razón geopolítica, una respuesta europea al PANAMERICANISMO promovido por los Estado Unidos de Norteamérica, que se disputaba el territorio de las antiguas colonias españolas, era de plena expansión de los intereses y de la influencia cultural gringa, que considera que “América tiene un hemisferio para sí misma” (Thomas Jefferson), cuya base doctrinaria toma cuerpo con Jhon Adams, que establece que cualquier “intervención europea en América se ve como una agresión a los intereses norteamericanos” (doctrina Monroe), reafirmada con la política del gran garrote (Theodore Roosevelt).
Dentro de ese escenario geopolítico de disputa, se declara la existencia del mal llamado “día de la Raza” para el 12 de octubre, y con ellos la aceptación festiva de su estatuarias y símbolos, constituyendo (en honor a la verdad) una celebración continental del genocidio, del reconocimiento a los hombres y a los métodos que lo hicieron posible. Fecha y cognomentos hispanos impuesto en todo el continente territorial de las antiguas colonias de España como respuesta al avance cultural y político de EE.UU en los territorios de la antiguas colonias españolas.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Es evidente que nada tiene que ver tal declaratoria del “día de la raza”, y el subsiguiente estatuario y cognomentos hispanos con nuestra cultura, ni con nuestra identidad originaria, ni constituye parte de los valores del pueblo venezolano y por lo tanto es obligatorio la revisión, reorientación y negación de todo aquellos que nos ha sido impuesto en interés y con fines imperiales que vulneran nuestra idiosincrasia, cosmovisión y nuestros verdaderos valores pluriculturales.
El “día de la raza” y las estatuaria y monumentos, los epónimos, topónimos y cognomentos colonialista constituye una IMPOSICIÓN de la cultura de dominación colonial y una solución política a los requerimientos del momento, exigidos para satisfacer la necesidad de factores geopolíticos de poder, en la confrontación Europa – EE.UU. No es casual que en 1931, el presidente norteamericano, Herbert Hoover, en una proclama, declare el 14 de abril DÍA DE LAS AMÉRICAS.
Visto el origen y los argumentos históricos expuestos, quienes defienden y se oponen a una nueva estatuaria y simbología no colonial, no pueden sostener sus “razones”, por no ser, la actual estatuaria y simbología colonialista, parte de nuestro acervo y patrimonio cultural y menos constituirse en nuestra identidad como nación, la razón de ser del “día de la raza” y de derroche estatuario y simbólico hispano, quedó demostrado que su origen obedeció a los factores de poder extranjero, a los intereses de la geopolítica internacional y por además, no podemos seguir aceptando una estatuaria colonialista porque, en palabras del MAESTRO Saúl Rivas Rivas, “Ninguna nación, continente o pueblo libre, soberano e independiente, funda su herencia cultural en el culto al colonialismo y sus conquistadores”(2) Por tanto ha de seguirse el ejemplo de César Regifo que expresó: *“Rechazo la orden Diego de Lozada porque ese fue un bandido. A mí que me den en su lugar la de Guaicaipuro”.*
En el caso venezolano, tal cognomento, le llegó su dominio racista, discriminador, supremacista, y colonialista hasta el día 10 de octubre de 2.002. 81 años roto, dominado, excluido y sometido, primero en la patria de Bolívar y luego en otros espacios de la América de Martí, por el pensamiento soberano, libre, autónomo, del presidente Hugo Chávez Frías, que reivindicó las luchas, la resistencia, el combate digno de nuestros indígenas, de nuestros ancestros, originarios pobladores, en la defensa de sus tierras y de su cultura, pasando a ser denominado como día de la resistencia indígena en Venezuela.
Polvorín. Explosión insumisa de ideas. Un combate por la vida.