Guillermo Guzmán
Permiso para abordar el asunto —esto es cosa de un/una competente al respecto— y dejaros en las mismas pero en tiempo de guerra hasta el cojo se pone en marcha, y no es embuste que el fascista imperio internacional —valga la hipérbole— está en fase ruinosa, la mar decadente, y para colmo de mal en su estertor ahora la cogió contra Venezuela, la más pendeja, ¡sí, comonie!; pero ya, ¡ni bambarito!
La temperatura de ese incurable enfermo está en cuarenta pero le sube, ese imperio o mejor dicho, ese imperialismo gringo y británico a la vez, caerá aplastado bajo su propio peso porque lleva en su adentro el germen de su propia destrucción, pero si le damos un empujoncito es seguro que eso sería muy bueno para el gran pueblo norteamericano de abajo, que lo es sin duda, un gran pueblo.
Separemos el grano de la paja, una cosa es el pueblo estadounidense esclavizado, que trabaja con denuedo aunque sometido a la ignorancia; y otra distinta, procaz e inmoral es la élite que tiene la sartén agarrada por el mango, élite conformada por súper millonarios que a sus anchas se dan el tupé de usufructuar el producto del trabajo de los demás; élite que no trabaja sino que roba roba y roba no solamente a su propio subyugado pueblo bajo sus pies, es la verdad, sino que sin anestesia roba a los demás pueblos del mundo, pero con nosotros ha encontrado la horma de su zapato: no permitiremos que nos robe más nunca nuestro petróleo y demás bienes, tal como lo hizo durante un siglo, hasta la insurgencia del Comandante Chávez al gobierno en 1998.
Otrora, a principio de los años veinte cuando explotó el petrolero Pozo Barroso en Zulia, no obstante ya Rockefeller y demás gringos tenían décadas explotando y robando nuestra riqueza petrolera en Zulia e igual robando toda la riqueza del lago de asfalto de Guanoco en Sucre, pero desde entonces los gringos se envalentonaron y no pararon hasta que Chávez dijo basta y mandó a parar la gangrena. Claro, ellos tuvieron aquí a sus arrastrados, lacayos como Gómez, López Contreras, Betancourt, Pérez Jiménez, otra vez Betancourt, Leoni, CAP, Luis Herrera, Lusinchi, Caldera, CAP de nuevo, Caldera de nuevo y …¡“tooomaaa tu Avena Quaker”!… llegó el pueblo con Chávez, y empezó a acabarse la runfla de arrastrados que, todavía pululan aunque en minúscula cuantía: R Allup, Macabra, Inalámbrico, Julio Borges, Filózorro del Zulia, Capriles, Wiliam Dávila, la Conferencia Episcopal en pleno y un menudeo de etcéteras visibles algunos y agazapados otros pero, en cambote, lacayos del ladrón gringo fascista.
Bah, pero al hueso del asunto que no es breve ni simple sino la mar de complejo y ni tampoco cabe en un libro contimás en esta cuartilla, así que tratemos de apretar y que cada lector disponga apuntar su interés hacia adonde determinada arista los seduzca (ah, y gracias por tomar en cuenta algo de aquí para vuestra atención) a escarbar, corroborar y profundizar.
Desde el imperialismo napoleónico —por citar no tan lejos— hasta el presente, el cementerio de imperios eso es anda que anda cada procesión funeraria; Napoleón Bonaparte emprendió un expansionismo en Europa y pretendió explícitamente dominar el mundo, llego a fundar su imperio pero terminó así como en una partida de ajedrez en la que al término, el Rey y todos sus peones van a la misma caja.
Tan sólo considerar que desde el Imperio de Napoleón Bonaparte hasta el Imperio de Donald Trump han habido otros, muchos otros y que ninguno ha escapado ni escapará del acabose, e inclusive el USA today tiene ya marcada en la frente su destino, ¡la tumba!
Y es que no puede ser de otra manera, ningún imperio es definitivo y para siempre porque los imperios están asociados inapelablemente al capitalismo que es la explotación irracional de todo cuanto existe en la Naturaleza.
No hay imperio sin capitalismo, imperio es explotación y muerte de una gran mayoría para que un grupete de zánganos viva a lo magnífico y eso ya no puede seguir siendo así puesto que en este mundo hay cupo para todos y no en cambio para un infame grupo de ociosos y criminales malandros únicamente.
En sentido lato, todo imperio se erige en enemigo de la vida, inclusive de la propia, esa es —a mi modo de ver— la inequívoca similitud imperial de todas las épocas pasadas: una ciega enemistad con la Naturaleza.
Bien, a propósito no me he percatado sino a vuelo de pájaro, de algunas diferencias entre Napoleón y Trump, por ejemplo que Napoleón fue coronado emperador; mientras que Trump no sino que fue investido como Presidente para camuflar que en vez de imperio él rige una República federal.
Ah, es de considerar daños colaterales entre Napoleón Bonaparte y Donald Trump, destacan al respecto entretejidas antagónicas coincidencias y quizá diferencias también. Napoleón visitó la Isla de Santa Elena a disgusto; mientras que Trump lo hizo a la Isla de Epstein a pleno gusto y es que, como dice el pueblo, que “entre gustos y colores no han escrito los autores”.
Napoleón I —del que se trata, recuérdese que la napoleónica saga imperial también contempla a otros emperadores tal Napoleón II y Napoleón III— tuvo su Waterloo; mientras que Trump tiene un Watergate, éste todavía en la sartén, pero para ser preciso, y por la duda comparativa, Trump tiene en cierne un Wateratlántico en oposición al Waterloo de Napo I, sea que Trump tiene dos water (y lo que a un water se le pasa el otro lo repasa).
Un preciso detallista pudiese demandarme discurrir acerca de imperios anteriores al citado intermezzo histórico desde Napoleón I hasta Donald Trump I, por ejemplo hablar del imperio romano de Nerón; convengo la cita aunque para no abundar prefiero centrar la cotilla entre los años 1800 y 2025 y no en cambio entre los años 50 DC y a futuro a partir de que el imperio gringo estire la pata porque después de esa vaina sería definitivamente insostenible un sólo imperio sobre la faz de la Tierra.
Dicho de otra manera —por si antes no supe explicarme, por si hasta aquí no me hice entender, que es mi propósito— estimo que el cementerio de los imperios está casi lleno, pero una vez que el funesto imperio gringo caiga escachapado bajo su propia torpeza criminal, como chacumbele, entonces la serie de fatuos repeles imperiales como el Británico y el de España, entre otros, no tardarían ni que un peo en un chinchorro, en desfallecer también de un melancólico soponcio; o dicho de otro modo, que los europeos se quedarían sin euro, les quedaría el resto, de tal manera que —reitero— tales lamebotas, sus Altezas de España y de Gran Bretaña, no podrían soportar la viudez de sus amaestradas lenguas, lenguas de Pavlov, por lo que acaecerían sendas procesiones funerarias a semejanza de su superimperio, en una fracción de tiempo, en una fracción de segundo, pues.
Mas, tal como dice el poeta Cristóbal Jiménez en su prosa tan buena, que “la misma yuca se arranca”, expresión que tomo en préstamo para comparar, ejemplo a Nerón con Donald Trump, o viceversa a Trump con cualquier otro fatuo de la misma ralea imperiatística, que ¡la misma yuca se arranca!
Nadie en este mundo, ni ayer ni hoy ni mañana le ha hecho ni habrá de hacerle el menor daño a los Estados Unidos de América; en cambio, son los Estados Unidos de América quienes le han propiciado incontables daños al resto del mundo.
Inclusive estoy persuadido de que nadie en este mundo, por diversas razones, pretende ni pretenderá buscarle camorra a esa nación. ¿Quién ha invadido a esa nación, si acaso no fue Pancho Villa para tratar de rescatar lo que ya los gringos le habían robado a Méjico, y no pudo?
¡Los gringos se quedaron con el latrocinio! Más nadie se ha metido con ellos; luego, por qué tanta burla, tanto terror contra el resto del mundo?
¡Sevicia gringa contra Palestina ya es algo peor que un crimen!
Ñapa:
Las ¾ partes del mundo fueron paulatinamente víctimas de los imperios a través de la historia, inclusive América del Sur. Valdría la pena investigar la o las razones por las cuales una ¼ parte no fue colonizada.
Me gustaría saberlo pero no soy competente para eso, lo mío es otra cosa. Ojalá haya alguien que descubra ese enigma y, estoy seguro de que no le va a costar mucho trabajo siempre y cuando empiece a olfatear ayudado por su intuición y un poco de rigor científico.
Re ñapita:
“¿¡Como será ese negocio cuando la ñapa es de queso!?”