Horacio Duque
El cuadro de la guerra imperialista de Trump/Rubio contra Venezuela y el gobierno revolucionario del presidente Nicolás Maduro sigue ganando en complejidad y aristas violentas.
En una reunión con su generalato y almirantazgo, en Quántico, Virginia, el jefe de la Oficina Oval, ha ordenado intensificar la presión y las operaciones de guerra, en todas sus modalidades: hibrida, mediática, convencional, electrónica, con drones, portaaviones, aérea, propagandista y con IA, para destruir el gobierno popular de Caracas, facilitar el retorno de la ultraderecha al estado y asaltar los recursos petroleros, mineros y gasíferos de la patria de Bolívar.
Por supuesto, Caracas adelanta las acciones estratégicas necesarias para proteger los intereses nacionales y la integridad de su territorio y población con los correspondientes movimientos militares y herramientas institucionales, como la conmoción exterior; además, de fortalecer las alianzas internacionales con sus vecinos y socios estratégicos.
En su mentirosa y altisonante retorica Trump repite que todo lo que queremos hacer es impedir que las drogas fluyan hacia nuestro país. Están destruyendo. Y lo estamos poniendo muy difícil. Oh, y ni siquiera hemos empezado todavía, dijo el Supremacista blanco, dejando abierta la posibilidad de medidas aún más severas.
Desde su Casa Blanca, Trump remacha que sus militares y gorilas intensificarán la persecución contra los carteles del narcotráfico en Venezuela por vía terrestre, marcando una nueva fase en la estrategia de Washington contra el crimen organizado. Pero del Pacifico, el Ecuador, Guatemala, Belice y de otras rutas más fluidas en el trasiego de la droga no dice nada.
Anuncia que va a mirar las rutas terrestres de la droga para de esa manera dar cobertura a acciones directas continentales, a una invasión con miles de tropas especiales. Marca de esta manera una nueva fase de sus planes para adueñarse de Venezuela y sus enormes riquezas mineras y naturales, lo que supone instalar un gobierno títere de la extrema derecha.
Los Gerentes de la guerra en el Caribe. Pura maleza de ultraderecha fascista.
Lo interesante de toda esta prolongada retorica guerrerista es que salen a la luz pública los gringos directos accionantes de este foco de guerra caribeño con amplias repercusiones geopolíticas.
Stephen Miller es la figura clave de la Casa Blanca detrás de los ataques de EE UU contra lanchas venezolanas y en las operaciones continentales anunciadas.
Este siniestro funcionario ha tomado el control de la estrategia militar en el Caribe. Cumple el papel hecho por Elliot Abrams, el que monto la película de Guaido
El papel de Stephen Miller en el despliegue de EE UU en el Caribe es incluso más importante que el de Marco Rubio, secretario de Estado
Los ataques, basados en una operación contra el narcotráfico que la administración de Donald Trump considera prioritaria, han sido orquestados a través del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca (HSC), que Miller dirige.
Este año, Miller otorgó al HSC un mayor grado de autonomía, transformándolo en una entidad que toma decisiones sin depender directamente del Consejo de Seguridad Nacional tradicional. Como resultado, las órdenes de ataque se han gestado en un círculo reducido, encabezado por su adjunto, Tony Salisbury.
Un ejemplo fue el ataque del 15 de septiembre, cuando un barco venezolano fue alcanzado por misiles Hellfire. Aunque el Pentágono había identificado el objetivo días antes, la mayoría de los altos funcionarios solo fueron informados horas antes de la operación.
Un vocero de Trump aseguró que los ataques fueron dirigidos por este y que toda la administración trabaja en conjunto para ejecutar sus directivas. Sin embargo, el protagonismo de Stephen Miller ha acentuado las dudas legales y políticas, porque los procedimientos son típicamente dictatoriales como está sucediendo con otras esferas del actual gobierno imperialista.
La pandilla de funcionarios de Washington sostiene que los ataques se basan en el artículo II de la Constitución, que faculta al presidente a emplear la fuerza militar en defensa propia. La argumentación se apoya en la designación del Tren de Aragua como organización terrorista extranjera, lo que, según Miller, vincularía al gobierno de Nicolás Maduro con el narcotráfico.
Pero, juristas destacados en los Estados Unidos, cuestionan e impugnan la validez de esa conexión. El tribunal de apelaciones del quinto circuito determinó el 2 de septiembre que las deportaciones de venezolanos bajo la Ley de Enemigos Extranjeros eran ilegales, al no demostrarse que el Tren de Aragua actuara como brazo del gobierno venezolano.
Otra de las controversias es que ni el HSC ni el Consejo de Seguridad Nacional cuentan con asesores legales internos tras la reestructuración de mayo; ni les importa dar sustento jurídico a sus órdenes de guerra en el Caribe.
Aun así, el visto bueno a los ataques provino del asesor general del Pentágono, Earl Matthews, del Departamento de Justicia y de la oficina legal de la Casa Blanca.
Con el creciente papel de Miller, se refuerza la percepción de que el subjefe de gabinete ha pasado a ser uno de los principales arquitectos de la política exterior de Trump hacia Venezuela, con un margen de acción que inquieta incluso a miembros de ese gobierno.
Por supuesto que el gobierno del presidente Maduro no se ha cruzado de brazos frente a esta potente ofensiva en el Caribe.
Venezuela ha reorganizado su dispositivo militar. Según varios analistas y observadores expertos, el movimiento estratégico de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se ha dispuesto para enfrentar la flota pirata de Trump/Rubio.
Fazio e Iglesias a partir de la mirada de expertos analistas, dan un cuadro del apresto revolucionario en Caracas así:
«Venezuela: Disuasión y creación de una ‘zona de negación’
«Ante lo que Caracas percibe como una amenaza tangible y creciente de parte de Estados Unidos, las aguas del Caribe se han convertido en el escenario de un pulso geopolítico de alto voltaje. De allí que el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, ordenara hace unos días la ejecución de la maniobra de campaña «Caribe Soberano 20» en el entorno de la Isla La Orchila, un ejercicio que no solo prueba el apresto operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), sino que envía a Washington un mensaje de disuasión.
«Para el analista en seguridad y defensa, Oswaldo Espinoza, el corazón disuasivo de la maniobra radicó en el lanzamiento de misiles anti buque, una acción crucial para crear una «zona de negación de acceso de área naval (A2/AD)», históricamente un punto vulnerable en la estrategia venezolana que ahora se está fortaleciendo. Entrevistado por Sputnik, Espinoza dijo que en épocas recientes Venezuela ha aumentado la cantidad de misiles disponibles con diferentes rangos de alcance, así como el número de plataformas para desplegar esos misiles. El experto detalló el arsenal: los misiles chinos C-802 a bordo de los patrulleros oceánicos Avante 2400 —que los convierten de facto en corbetas misilísticas—, y los misiles CM-90 de origen iraní y las lanchas rápidas Peykaap III, ideales para tácticas de «golpe y fuga».
«Por su parte, el experto en seguridad y defensa Roberto González Cárdenas coincidió en que el mensaje central es de disuasión y reafirmación de soberanía. Al mostrar fuerza militar, Venezuela busca establecer un mensaje claro de que «no va a tolerar incursiones o amenazas a su integridad territorial… Es darle también respuesta a esas presiones externas que ejercen países de la OTAN y, en este caso, Estados Unidos específicamente, puesto que nuestro Caribe está rodeado de países de la OTAN».
«Ambos expertos destacaron el valor estratégico de elegir a la Isla de La Orchila como epicentro del ejercicio. Espinoza la describió como un «baluarte para la defensa de los intereses de Venezuela en el Caribe», equipada con una pista aérea extendida que permite operaciones de la Fuerza Aérea, incluyendo cazas Sukhoi SU-30MK2 armados con misiles antibuque rusos Kh-35 y Kh-31. Sentenció que «equipada correctamente, (la isla) tiene el potencial de convertirse en lo que los estrategas suelen llamar ‘un portaaviones insumergible'». Agregó que las operaciones anfibias realizadas allí demostraron la capacidad de la Infantería de Marina de Venezuela, una de «las mejor preparadas de la región». Destacó, asimismo, su reequipamiento con modernos vehículos blindados de desembarco chinos.
«Al evaluar la flota desplegada por EU en el Caribe, Espinoza consideró que Venezuela ha emprendido «estrategias y tácticas de guerra asimétrica», priorizando la adquisición de lanchas rápidas, nuevos misiles y, de manera crucial, drones que mejoran de forma económica la vigilancia y la conciencia situacional. Y añadió: «No podemos engañarnos: nuestra flota necesita adquisiciones que la situación económica no nos permite realizar… Sin embargo, las medidas tomadas permiten suplir en parte esas necesidades».
«Para Espinoza, ese enfoque asimétrico es la clave de la disuasión venezolana: «No se trata de una lucha de poder contra poder en términos meramente militares; se trata de tener la capacidad de defenderse en tu propio territorio con estrategias y tácticas asimétricas que aumenten en forma inaceptable los costos potenciales para el agresor».
«De acuerdo con el reportaje de José Negrón Valera para Sputnik, ante la posibilidad de que las amenazas de Washington escalen hacia un eventual bloqueo naval destinado a estrangular el comercio petrolero venezolano, ambos analistas fueron categóricos: se trata de un escenario de alta complejidad y riesgo geopolítico que extiende sus ramificaciones mucho más allá del Caribe.
«Un bloqueo naval es un acto de guerra abierto y es una violación al derecho internacional… Esto podría llevar a una respuesta militar por parte de Venezuela o sus aliados», dijo González Cárdenas. Subrayó que para ser efectivo, requeriría una flota enorme para monitorear los dos grandes «bioregiones» marítimas venezolanas: el Caribe y el Atlántico. Advirtió que eso «iría a una escala de tensiones diplomáticas y lógicamente serían muy, pero muy tensas».
«A su vez (aunque el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario yacen bajo los escombros de Gaza debido al genocidio y la política de limpieza étnica de Benjamín Netanyahu y su socio de fechorías Trump, y solo rige la ley de la selva), Espinoza argumentó que un bloqueo naval exige una justificación sostenible que Washington no tiene, ya que su actual narrativa antidrogas carece de «aceptación y credibilidad en la comunidad internacional». Destacó, además, que tal acción «afectaría a los socios comerciales de Venezuela, que en su mayoría son grandes potencias mundiales y regionales, muchas de ellas rivales geopolíticos de Estados Unidos». Recordó que para China, por ejemplo, Venezuela forma parte del plan de largo aliento y amplio alcance, «en donde su naturaleza como polo energético reviste una importancia vital». Un bloqueo, por lo tanto, no sería solo contra Venezuela, sino una provocación directa a Pekín y Moscú, y alteraría los delicados hilos del emergente orden multipolar.
«En ese contexto, al combinar operaciones de superficie, submarinas, aéreas, terrestres y anfibias, el ejercicio «Caribe Soberano 200» demostró elementos de una doctrina de defensa integrada. Para Espinoza, la maniobra demuestra «un alto nivel de planificación y preparación logística; así como alta conciencia situacional, coordinación entre fuerzas y velocidad de respuesta». Añadió que en un mundo donde la superioridad tecnológica bruta no siempre define el resultado, Venezuela apuesta a la integración de sus capacidades disponibles, por limitadas que sean en algunos aspectos, para proyectar una defensa cohesiva y multifacética. En la historia mundial «existen muchos ejemplos de naciones más pequeñas… pequeños puercoespines a los que el león no se atreve a atacar», dijo Espinoza.
«En esencia, la maniobra es la demostración de que, ante las presiones, Venezuela no se doblega. Por el contrario, afila sus espinas y se prepara para defender, con el apoyo de sus aliados estratégicos y desde una posición de soberanía inquebrantable, cada centímetro de su territorio y su derecho a existir como una nación libre en el concierto de las naciones. En ese sentido, el mensaje desde La Orchila es claro: el Caribe es una zona de paz, y esta solo se garantiza con el respeto mutuo y la disuasión firme» (Ver https://rebelion.org/trump-maduro-y-las-tensiones-geopoliticas-en-el-caribe/ ).
La Conmoción exterior.
Los preparativos del gobierno bolivariano incluyen, además determinaciones constitucionales claves:
El presidente Nicolás Maduro informó el lunes que inició consultas sobre un decreto constitucional de estado de excepción que le otorgaría facultades especiales para responder a una eventual agresión militar de Estados Unidos.
Ya arrancó el proceso de consulta del decreto de conmoción exterior, de acuerdo a la Constitución, para proteger a nuestro pueblo y nuestra estabilidad», afirmó el jefe del gobierno revolucionario.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez señalo que el decreto -firmado ya por el mandatario- se activaría de manera inmediata en caso de «cualquier tipo de agresión», y le otorgaría poderes para movilizar a la Fuerza Armada, asumir el control de los servicios públicos, la industria petrolera y las empresas básicas, así como desplegar planes de seguridad ciudadana.
Petro no se queda quieto.
Adicionalmente, el presidente Gustavo Petro ha ordenado profundizar los vínculos entre los ejércitos de Colombia y Venezuela, en el campo de la inteligencia, para enfrentar la agresión imperialista.