*JUAN MARTORANO
En medio del acercamiento de la fuerza de tarea del Comando Sur a nuestras costas y ante el aumento de la amenaza militar como no la tuvimos en 100 años, queremos responder y señalar razones que hacen que la posibilidad de una invasión a Venezuela, e incluso de agresión militar no sea tan sencilla en estos momentos. Se trata de hacerla costosa, compleja y hasta inviable.
Lo haremos tomando lo expresado por uno de los videos más recientes del economista estadounidense, Jeffrey Sachs y que hemos recomendado en nuestras más recientes declaraciones públicas.
Sin duda que la renuncia del jefe del Comando Sur, Almirante Alvin Hosley, se ha traducido en el aumento de atauques a lanchas y en el acercamiento de esta fuerza de tarea a nuestro país. Pero ante estas circunstancias, respondemos como nos lo diría el Presidente Nicolás Maduro: 1.- Nervios de acero; 2.- Calma y Cordura y 3.- Máxima conciencia para la organización y la movilización.
Hay que ser claros, lo que hoy ocurre en Venezuela trasciende fronteras. Detrás de su resistencia, muy a pesar de las amenazas que en lo militar se cierne, hay aliados inesperados. Desde China, Rusia hasta Irán, Turquía, Cuba y Nicaragua. Cada uno con sus propios intereses pero todos ellos convergiendo en un punto: Desafiar el poder absoluto de Estados Unidos y proteger la soberanía de un país que pese a las sanciones (agresiones) y al pretendido aislamiento, se niega a rendirse.
Lo que hoy vivimos no es un conflicto menor, es un recordatorio de que incluso en el siglo 21, la determinación de un pueblo y el apoyo estratégico de aliados puede cambiar el equilibrio global y eso es exactamente lo que Washington teme enfrentar.
¿Qué significa realmente poder en el siglo 21? ¿Es la capacidad de desplazar ejércitos? ¿De controlar territorios o de imponer sanciones económicas? ¿O quizás es algo más sutil, más estratégico y mucho más silencioso? Y ese es exactamente el punto que debemos observar cuando hablamos de Venezuela y sus nuevos aliados en el marco de la actual coyuntura.
Durante décadas Estados Unidos dictó las reglas del juego en el hemisferio occidental. Cada decisión política, cada sanción, cada intervención militar estaba cuidadosamente calculada para mantener su orden unipolar.
Pero hoy, por primera vez en una generación, estas reglas están siendo cuestionadas. Venezuela, un país que muchos daban por debilitado y aislado, ha logrado tejer un entramado de relaciones que no solo desafían a la hegemonía estadounidense sino que también reescriben el mapa geopolítico del Caribe en última instancia. Pensemos en eso a pesar de la amenaza militar del hegemón del planeta.
Un país rodeado por presiones económicas, políticas y hoy en día militares, bajo un bloqueo internacional, todavía encuentra la manera de resistir, y no se trata de una resistencia improvisada.
Es toda una estrategia calculada, de alianzas visibles e invisibles, de un mosaico que combina energía, inteligencia, diplomacia y comercio para mantener su soberanía e independencia.
Esto es sencillamente fascinante, de cómo la determinación de un pueblo puede convertirse en instrumento geopolítico tan poderoso y actuar en diferentes niveles, en capas de protección ante las amenazas de agresión militar.
Venezuela no solo resiste sanciones (agresiones). Venezuela ha aprendido a convertir su aparente debilidad en fortaleza estratégica.
Cada barril de petróleo que logra vender en Asia, cada acuerdo de cooperación con Rusia o China, cada enlace logístico con aliados regionales constituye un golpe silencioso al poder de Estados Unidos. Y esto no es teoría, son hechos concretos.
Washington teme que estas maniobras silenciosas, aparentemente pequeñas, acumulativamente puedan crear un equilibrio de poder completamente nuevo.
Visualicemos esto: un tablero geopolítico donde cada movimiento de Caracas aunque pequeño, altera toda la ecuación de manera completa. No es solo resistencia local, es influencia global.
Cada puerto, cada carretera, cada planta energética se convierte en una pieza en este ajedrez que se mueve con precisión y respaldada por aliados tan distantes como Irán, China o Turquía y tan cercanos como Cuba y Nicaragua.
Pueden imaginar la frustración en los cuarteles de Washington al ver que un país, pequeño en tamaño pero grande en estrategia logra sostenerse frente al gigante.
Pero es aquí en donde viene la pregunta que nos debería hacer reflexionar a todas y a todos: ¿Qué ocurre cuando la narrativa de poder cambia sin un solo disparo, cuando las sanciones fracasan, cuando los mercados encuentran rutas alternativas, cuando aliados inesperados apoyan con inteligencia, tecnología y financiamiento? Estados Unidos no está enfrentando a Venezuela sino a todo un ecosistema de resistencia. Y esto es a lo que realmente Washington teme enfrentar.
El cambio en el tablero geopolítico no es ruidoso, es silencioso, calculado y brutalmente efectivo. Es la prueba de que incluso bajo asedio, la coordinación estratégica y la determinación nacional pueden transformar la aparente debilidad en influencia global. Así que, cabría la pregunta: ¿Realmente estamos observando solo a un país aislado o estamos viendo el surgimiento de un nuevo eje de poder que puede desafiar la lógica de la hegemonía estadounidense dentro del propio continente?
La respuesta, que podemos inferir, es clara: El tablero geopolítico está cambiando, Venezuela ya no está sola y lo que sucede en su territorio tiene repercusiones que van más allá de sus fronteras.
Este es el inicio de un movimiento silencioso pero irreversible, y aquellos que subestiman esta transformación se arriesgan a ser sorprendidos por su propia ceguera estratégica.
Y aquí es en donde la historia se vuelve aún más interesante. Venezuela no se enfrenta al mundo sola. Hay un eje estratégico que sostiene su resistencia y que muchos subestiman: Caracas, La Habana y Managua.
Estas no son solo ciudades de nuestro continente o en un mapa. Representan décadas de experiencia en sobrevivir bajo presión y de coordinación inteligente frente a adversarios mucho más poderosos.
Cuba, por ejemplo, h resistido embargos, bloqueos y aislamiento desde 1959, pero lo que muchos no ven es que en esa resistencia no ha sido solo sobrevivir, sino de aprender a proyectar influencia, a planear a largo plazo y anticipar los movimientos de potencias superiores. La inteligencia cubana, curtida en enfrentamientos silenciosos con Estados Unidos, sabe cómo sostener un proyecto político cuando todos lo daban por perdido.
Y Nicaragua aporta otra dimensión con territorio, logística y un respaldo político firme. Bajo el gobierno de Daniel Ortega, el país se ha convertido en un punto estratégico, una retaguardia que permite a Caracas coordinar operaciones discretas, mantener rutas de abastecimiento y fortalecer alianzas regionales.
Juntos, este triángulo no es solo una red de apoyo, es un escudo que multiplica la capacidad de resistencia venezolana. Ahora pregúntense: ¿Qué significa para Estados Unidos enfrentarse a un país que combina su resistencia interna con la experiencia de Cuba y la logística de Nicaragua?
Cada intento de presión externa se encuentra con una respuesta calculada, un movimiento estratégico que convierte cada desafío en una oportunidad para fortalecer la resistencia. No estamos hablando de casualidades, estamos hablando de estrategia, planificación y experiencia acumulada durante décadas.
Y aquí viene lo más importante. Mientras muchos observan a Venezuela como un país aislado, la realidad es que este eje latinoamericano transforma la vulnerabilidad en fortaleza. Cada corredor logístico, cada intercambio de información, cada apoyo diplomático o energético, no es azaroso, es parte de un diseño que busca garantizar la independencia y sostenibilidad del país frente a las presiones internacionales.
Pensemos en esto: Un país que en apariencia parece pequeño y aislado logra sostenerse frente a la mayor potencia militar del planeta gracias a la experiencia de sus aliados y la coordinación estratégica de su eje regional. Esto no es teoría, es geopolítica en acción.
Y mientras algunos se enfocan en sanciones o amenazas militares, Caracas avanza en silencio, construyendo un frente que muchos no alcanzan a comprender. La pregunta que debemos hacernos es inevitable: ¿Cuánto puede realmente Estados Unidos presionar cuando enfrenta a un frente que opera con paciencia histórica, inteligencia acumulada y coordinación regional?
Este eje (ahora entendemos porque Bush lo llamó del “mal”) no solo es una alianza, sino la columna vertebral de la resistencia venezolana y eso es exactamente lo que convierte a esta historia en un desafío mayúsculo para Washington.
Esto apenas comienza a demostrar complejidad en el tablero porque mientras Caracas se apoya en sus vecinos regionales, hay un actor lejos de estas costas, a miles de kilómetros de distancia, que se ha convertido en un aliado estratégico crucial: Irán.
Pero de esto seguiremos este relato en la venidera edición de nuestra columna.
¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
* Abogado, Defensor de Derechos Humanos, Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiteros y Tuiteras Socialistas. , [email protected], [email protected] , [email protected] , cuenta tuiter e instagram: @juanmartorano, cuenta facebook: Juan Martorano Castillo. Canal de Telegram: El Canal de Martorano

















