José Sant Roz
Alberto Nolia fue un notable periodista, hombre culto, excelente analista político, quien mantuvo un interesante programa en VTV durante varios años, dando lecciones de buen castellano, de excelente buen gusto en sus comentarios y de un conocimiento profundo de nuestra historia. Dirigió “Los papeles de Mandinga”, aquellos fulminantes CIANURO EN GOTAS, trabajó en “El Nuevo País” y las revistas “Zeta” y “Auténtico”. Sin pelos en la lengua, denunció al narcotráfico. Un día, de repente desapareció de las pantallas de televisión. En poco tiempo conquistó una gran audiencia, era seguido por las redes, y era un hombre que sabía mucho y esa misma sapiencia sería su propio verdugo, su condenación. Yo lo conocí personalmente, porque fue muy amigo de mi hermano Argenis, y hoy cuando leo la nota sobre su muerte, recuerdo aquella película “El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much).
Un día, digo, Nolía despareció para siempre de los medios, uno de esos hombres tan valiosos en una revolución, por su visión, su claridad, sus conocimientos y sentencias proféticas. Qué lamentable el que no lo escuchásemos con atención y a tiempo. Cuántos horrores nos habríamos ahorrado si se hubiese emprendido una seria investigación sobre cuanto denunciaba. Ocurre… Por no escucharlo como debíamos, de vaina no nos fuimos todos al infierno, por poco el país todo se nos pierde, y aún así, tuvimos que pagar diez años de errores espantosos en el terreno económico, en inseguridad.
Nolía no era hombre que divagase, que inventase, que calumniase, diciendo todo lo que trataba de poner al descubierto. Pero quienes lo atacaron con saña, tuvieron tal poder, tal argucia, manejaron con criminal y horrible pericia tantos hilos para silenciarlo, que sus certeros golpes lo anularon para siempre, y fue como una alarma, algo que nos golpeó: No digas verdades porque te puede pasar lo mismo: quedarás extinguido para siempre Un crimen casi perfecto, porque el artista que dirigió los golpes parecía simpático, le caía bien a todo el mundo, entrador como nadie. Hoy veo al Nolia de aquel tiempo y me pregunto, cómo fue que no pudo convencer a ciertos sectores, ¿por qué no le creyeron? Llega a suceder, uno mismo ha pasado por estas tormentas, como por ejemplo cuando ataqué a muerte a Luis Miquilena…
Por alguna razón no se atrevieron a creerle, por alguna razón se fue ante Nolia tan incrédulo. Y entonces como se dice, aquella cuerda reventó por lo más delgado.
Qué valiente fuiste, Nolia, y así te recordará Venezuela.
A la final, lo más triste, se terminó recelando de Nolia. Yo sé lo que es mover expedientes para tratar de destruir a alguien que dice la verdad, sobre todo durante aquel reinado de doña Luisa Ortega Díaz.
En su momento, Nolia lo anunciaba, fue profético, insistimos, pero tardó tanto en cumplirse su profecía, y que esto sirva de ejemplo, para no volver a ser tan ingenuos, tan incautos, suele haber siempre mucho encaletado, como caimán en boca e` caño, y no sabe después de dónde se lanzó el zarpazo. Eso duele, digo. No hay nada más horroroso en este mundo que caer por inocente en política, se paga tan caro… Bolívar lo llegó a decir a José María del Castillo Rada, que no hay algo más horrendo ni culpa más terrible que no haber escuchado las alertas de un hombre justo. Y Bolívar mismo se culpaba de ese error.
Escribió Luis Roa, el 17 de mayo de 2024: “Alberto Nolia es uno de esos periodistas que va por la calle del medio y sin mediar las consecuencias se lanza con sus denuncias; sin pararle que el personaje que este tocando se mueva en las altas esferas del poder. Además de su capacidad y de dictar cátedra con su peculiar estilo; posee un ojo clínico y un verbo abierto, directo y certero”. … Tuvieron que pasar 10 años, una década para que el gobierno se percatara, que detrás de esa fachada; taimada, hábil, vasilinesca, de una amabilidad desconcertante, meticuloso, decorativo. Tan buen actor era, que detrás de ese lado se escondía un mandinga (eso de mandinga se lo estoy pidiendo prestado a Nolia) había un lado oscuro que trataba de ocultar. Son públicas y notorias todas las fechorías llevadas a cabo desde la presidencia de PDVSA, acompañado de su círculo de amigos contra los intereses y el patrimonio de nuestra principal industria petrolera en contubernio con lo más oscuro de la ultraderecha fascista de la oposición venezolana”….
Hoy vemos esa nota que nos sacude como patriotas y como revolucionarios, su fallecimiento a sus 72 años, y duele mucho porque hoy nos unimos al dolor de su muerte, pero en vida no supimos acompañarlo en sus denuncias. No entendimos, fuimos confundidos o no tuvimos el valor para hacerlo.