José Manuel Rodríguez
Una buena parte de mi vida -38 años- transcurrió en la UCV. Primero como estudiante, después como profesor. Luego de intervalos en funciones públicas, he continuado, ahora, como profesor del postgrado de la UBV. Estos 49 años han sido, más allá de las dificultades y contratiempos que siempre ocurren, los más satisfactorios de mi existencia. A lo largo de este tiempo he tratado de ser un universitario integral, incluyendo en eso mi condición de comunista. Esa satisfacción es suficiente. De ella estoy orgulloso.
Mi participación en el equipo de gobierno de Chávez, fue otra razón para enorgullecerme. Su propuesta universitaria me asombró. En realidad, toda su gestión lo hizo. Veía a las universidades bolivarianas, repartidas por todo el territorio nacional en lo que él llamó «aldeas universitarias». Era uno de sus arietes para demoler el Estado burgués y su centralidad institucional. El documento constitutivo de la UBV, así lo reconoce. Y parece olvidado.
Algún fenómeno extraño logró que el proyecto universitario del Comandante quedara relegado, como lo quedo la reforma constitucional para incorporar las comunas al Estado. Las Aldeas Universitarias reposan en algún archivo del, cada vez más triste, Ministerio de Educación Superior. Allí sigue vigente -aunque ignorada- esa cuartorepublicana Ley de Universidades que dice ir en búsqueda de «la verdad», como si de tierras raras se tratara. Como quedó, también olvidado, aquel discurso de Bolívar ante el Congreso de Angostura en 1819: La educación civil y literaria de la juventud es uno de los primeros y más paternales cuidados del gobierno…
No importa lo que, sobre esto, se quiera argumentar, en los últimos 13 años, en vez de fortalecer la presencia de universidades nacionales -con autonomía incluida- funcionando en las «Aldeas Universitarias» propuesta por Chávez a lo largo y ancho del territorio; se ha triplicado la oferta pública de un extraño tipo de universidad unidimensional dedicadas sólo a un área del conocimiento, muchas de las cuales ni pregrado tienen. Actúan como institutos para impartir diplomados cortos y pagados.
Por una vía diferente se promueve la Universidad de las Ciencias, dentro de los tradicionales cánones académicos. Hasta se localiza aislada, como un monasterio, en los cerros de Pipe. Me imagino que tendrá profesores bien pagados -no con los 560 Bs. de las otras- con autos en buenas condiciones y con gasolina preferencial. Y supongo que contará también, como las universidades gringas, con dormitorios para sus estudiantes. De no ser así tendrán que dotarlos de un servicio de autobuses para subir y bajarlos a Caracas y sus alrededores.

















