AUTOR Y COMPILADOR Pedro Pablo Pereira
21 -9 -1995: Hoy, cuando he salido a comprar la prensa, me encuentro con la dura noticia de que ha muerto don Eloy Chalbaud Cardona, mi amigo. Cuando conocí a don Eloi, el tendría cerca de noventa años y yo cuarenta. La diferencia de edad hizo que nos lleváramos muy bien. Lo que me pasó cuando conocí a don Ramón J. Sender, que tendría yo 35 años y él 78 años. Ser amigo de don Eloi no era sencillo, pero yo fui a su casa que quedaba en el sector de El Castor, con un libro que había escrito sobre Bolívar. Esa fue mi carta de presentación, pero yo previamente había conocido a su hijo Carlos, el eminente médico, andinista y escritor, toda una leyenda en Mérida.
Don Eloi fue un personaje respetado que destilaba su cualidad crítica y hasta tremendista en un medio muy clerical y reaccionario. No fue un hombre que despotricara contra los oligarcas, pero conocía el profundo mal que estos señores le hacían a la patria. Fue un admirador de Cipriano Castro, y conoció la Venezuela bajo la bota criminal de Juan Vicente Gómez. Trabajo al lado del Presidente Eleazar López Contreras y de Isaías Medina Angarita. Conoció también de cerca a aquel pichón de político que era Rómulo Betancourt en los encuentros culturales de la Caracas de principios de los cuarenta.
Desde el primer día que nos conocimos se produjo una comunicación muy fluida entre los dos, una confianza mutua y espiritual que fue mucho más allá de las palabras, de la simple condición de lo sociable y formal. Recuerdo, que el doctor Carlos, su hijo, me decía: » – Visítelo que él con usted se siente y se entiende muy bien».
Sabía que eso no era por simple cumplido.
Es que don Eloy conservaba esa fuerza aristocrática del espíritu, del caballero antiguo y prudente. Conservaba en las venas un saber que no está en los libros ni puede encontrarse tampoco a los libros, porque don Eloy se llevó consigo, desgraciadamente, todo un mundo de conocimiento de la historia merideña, venezolana, que jamás podrá rescatarse.
Subí a la Facultad de Ciencias. Luego de atender a mis alumnos, de inmediato me dirigí a la Funeraria donde velaban a don Eloi. No encontré al doctor Carlos, su hijo, pero estaba el padre Ecio Rojo Paredes, entrañable amigo de la familia Chalbaud, preparándose para hacer la misa. El padre Rojo expresó unas palabras sobre la vida de don Eloy, con esa manera única que tiene él de hacerlo: sencilla, vibrante y sincera. Lo recordó como periodista fino, el hombre estudioso y trabajador, el caballero sin ambiciones de figuración ninguna y el hombre que amaba profundamente a Mérida. «Quizás ya no nos queden hombres como él», dijo con dolor el padre Rojo.
Por la tarde volví a la funeraria donde encontré a P. N. Tablante Garrido, a Felipe Pachano, Mario Spinetti, a don Antonio Cortés Pérez, entre otros amigos de don Eloi.
Fue en 1984; estaba yo recién establecido en Mérida y el profesor Felipe Puleo, director del Consejo de Publicaciones de la ULA, envió mi libro “Nos duele Bolívar”, a ciertos estudiosos de la historia para que lo evaluaran; para ver si merecía ser publicado por el Consejo de Publicaciones de la ULA. Este libro cayó en manos de don Eloi y de su hijo Carlos. Desde entonces nació entre nosotros una profunda amistad. Este libro comenzó a amarillear de viejo en los estantes del señor Puleo y un día lo saqué de allí y decidí pagar de mi bolsillo su publicación. Luego visité a don Eloi, con quien tuve una larga conversación, tan larga y tan plena, tan cargada de ideas, de recuerdos patrios, de hechos vividos por él en este siglo, de escenas, ambientes de la Venezuela gomecista, cruzada por personajes de todo calibre como José Rafael Pocaterra, Tulio Febres Cordero, Mario Briceño Iragorri, Gonzalo Picón Febres, el Cardenal Quintero, Tosta García, Domingo Alberto Rangel, Cipriano Castro, el general Paredes, Betancourt, que al salir, lamenté no haber llevado una grabadora; desde entonces se me metió en la cabeza hacer todo lo posible por recoger estas vivencias tan extraordinarias y muchas veces se la comenté a su hijo, el doctor Carlos Chalbaud Zerpa.
Fue entonces cuando le pedí a don Eloi el favor de que escribiera el prólogo de mi libro “Nos duele Bolívar”, y él tuvo la infinita generosidad de hacerlo.
22 -9 -1995: Otra vez se desatan tremendos rumores de golpe de estado. Nos llaman distintos amigos por teléfono recomendándonos que compremos comida. El agite mañanero fue intenso en el edificio donde vivo. La gente bajaba como río hacia al Centro de la ciudad. Mérida ha estado sometida a fuertes encontronazos entre policías y estudiantes, y desde Las Residencias Cardenal Quintero se aprecian las columnas del humo que se alzan en El Viaducto. Fue quemada una sucursal del Banco Andino y la estación de radio de Beltrán Contreras. El edificio LUZ ha sido destrozado de nuevo. El centro de la ciudad tiene el aspecto de cualquier sitio de Bosnia o Sarajevo en estos momentos.
Cuando acudía a las exequias de don Eloi, me vi obligado a desviarme tomando por el Viaducto Miranda por lo que me fue imposible finalmente asistir al entierro.
Al hospital han ingresado varios heridos, entre ellos un estudiante grave, con fractura en el cráneo por el impacto de una bomba lacrimógena; también hay cuatro policías heridos.
Me entero que el rector Pedro Rincón Gutiérrez le cuenta a Carlos Chalbaud que hay movimientos bien raros en los cuarteles. Se habla de que el doctor Rafael Caldera intervendrá a las universidades y se militarizará al país. Yo le contesto al doctor Carlos que dudo que un anciano curero, de estampitas de la virgen María en el pecho pueda ser capaz de meterse en tamaños líos.
Aún a las 7 p.m., desde el edificio donde vivo se veían las columnas de humo que provocan las bombas lacrimógenas que se están lanzando en el centro de ciudad. Grandes quemas se observan desde aquí.
Ahora, un torrencial aguacero está cayendo para calmar a los manifestantes y tirapiedras, que sin duda cogerán para sus casa. Suele suceder. Es significativo, que siempre que se saquea un comercio, no desaparece la comida sino el licor. Esto es un negocio bochornoso en el que interviene sobre todo la policía. Yo escribí un día: “Unidos estudiantes y policías en las licorerías…”
Mi mujer sale a hacer mercado. Se siente cargado el ambiente con el olor acre de las bombas lacrimógenas.
La momia semi-erecta de Miraflores sigue sin enterarse de cómo se destroza este país.
25 -9 -1995: Llovió torrencialmente toda la noche; oía los cuerazos contra ventanas y puertas, y los truenos lejanos. Mi esposa dormía feliz y yo miraba el techo, pensando en mis hermanos, unos que estaban en Caracas, otros en Los Teques y otros en San Juan de los Morros. Pensaba en mujeres hermosas y solitarias que vivieron en nuestra casa teniendo yo unos 16 años. Pensé en mi primera mujer que fue una puta que me la pagó mi condiscípulo en el Liceo “Juan Vicente González”, Silvestre Mavarez, una dama que prestaba sus servicios en el Edificio Waldorf, cerca de San Bernandino. Mavarez pagó diez bolívares por aquel relampagazo, que vaya Dios si lo fue, porque yo no tenía ni medio. Mavarez fue un buen amigo, y era cinco años mayor que yo, y todos los fines de semana salía a tomar caña y a buscarse eso que ahora llaman damiselas de compañía. Conocía todos los burdeles desde La Candelaria hasta El Recreo en Sabana Grande. Yo era un muchacho que no tenía ni una locha, y Mavarez trabajaba como Auxiliar de Laboratorio en la Clínica Santa Ana del Seguro Social. Recuerdo la bocota con que sonría mi amigo Mavarez; siempre estaba sonriendo y caminaba de prisa sacando el pecho, y parecía que para él no había problemas en este mundo. Y hablaba hasta por los codos. No paraba de hablar, y se echaba una botella de ron él solo en media horas. Y se ponía muy alegre echándome toda clase de cuentos, y yo lo escuchaba hasta el amanecer. Fue él quien me preguntó un día si yo me había acostado con alguna mujer, y no supe que contestarle, y él entonces soltó sus etílicas carcajadas, y me puso el brazo en el hombro: “-Vamos a resolver eso”. Como un gran capitán atisbando el horizonte cargado de tormentas, calculó su rumbo en una noche oscura. Y reía y reía, Mavarez. Por cierto que Mavarez tenía una hermana preciosa, rellenita, de una estremecedora piel marfileña, con un cuerpo bien proporcionado, y ella era también muy reilona, y creo que me veía como a un muchacho apocado y serio, porque me echaba broma cuando iba a su casa, y bueno, nunca tuve la oportunidad de decirle que me gustaba. Ay, carajo, mi amigo Mavarez, qué tipazo, que además de pagarme mi primer ayuntamiento también me consiguió mi primer trabajo en la Clínica Santa Ana, donde me entrenó como Auxiliar de Laboratorio. Eso estuve pensando anoche hasta que me dormí.
Amanece el día límpido como la hembra aquella con la que salí del laberinto de mi virginidad. Se escuchan a las 5 de la mañana el canto de los pájaros. Me dan ganas de salir a caminar, para aprovechar el aire fresco antes de que lo conviertan en humo de máquinas y pestes de bombas lacrimógenas. Mérida es la ciudad donde echan más bombas lacrimógenas en este planeta.
Ya para mañana se anuncia otro paro cívico. Este es también el país de los paros cívicos porque es lo más fácil del mundo; la mayoría los hace incluso por teléfono, desde su cama.
Ayer visité a Jean Marc de Civreiux y su esposa Gisela, y nos pasamos todo el día en la Mucuy. Estuvo visitando a Marc, un filósofo alemán de nombre Axel que pasa su año sabático en la ULA y también estuvo de visita el pintor Oswaldo Vigas. El alemán Axel está jubilado y quiere venirse a vivir a esta ciudad, tiene un severo problema en las piernas y para moverse requiere de dos muletas. Sufrió de poliomielitis de niño, es muy flaco, de unos ojos profundamente azules y fuma mucho.
El jardín de Gisela lo habían podado recientemente, al igual que a los dos perritos adorados y melosos, Zorrita y Toni que le hacen compañía. Zorrita es un animal encantador y cuando nos ve ladra de alegría, pidiendo que la carguemos. Es la bella compañera que nos sigue hasta el río, cuando deseamos darnos una buena caminata. El saludo de Jean Marc fue: » -Te ves muy bien», y le contesto, bromeando: «-Bueno, aunque trato de disimularlo», y entonces él replica: «“Claro que estás mejor que yo, porque yo si no lo disimulo».
En casa de Jean Marc hay tres obras de Oswaldo Vigas, que se remontan al año de 1972. Oswaldo me preguntó por Argenis, mi hermano. Me dijo que le quería mucho y que él lo conoció muy de cerca, que ilustró su novela: “La fiesta del embajador”. «-Cuando veas a Argenis – me pidió – dile que yo lo aprecio mucho». En ese momento Gisela comenzó a repartir unos traguitos de ron, y la conversación cogió calor.
Encontré que Vigas es un muy patriota (alguien pudiera decir a la manera antigua) muy nacionalista. Me dijo que aquí habría que fusilar, aunque fuera moralmente a intelectuales como José Ignacio Cabrujas, como Manuel Caballero o Ibsen Martínez, como Adriano González León y Juan Nuño (éste ya fallecido); «son los nuevos gusanos del Caribe y viven lanzándole mierda a los valores de la patria», dijo.
“Aquí hubo un tiempo -me contó entre otras cosas Vigas- que la verdadera transnacional del arte la constituía el Partido Comunista. Hay que decirlo. Ellos decidían todo lo que se debía hacer y no hacer en el terreno de los intelectuales, de los artistas; ellos además manejaban los premios y quienes debían prosperar como poetas y qué obras difundirse, y el encargado por mucho tiempo de hacerlo en América Latina fue Pablo Neruda. Pablo Neruda decía por ejemplo: “Miguel Otero Silva debe surgir”, y surgía Miguel Otero; el pintor Bracho que se joda, y a Bracho se le echaba a un lado. Aquí los intelectuales comunistas manejaban su reino, un reino en el que aparecían como revolucionarios individuos como Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez”.
Hablamos largamente y cuando ya oscurecía, y salimos al jardín; me pidió que le visitara en Caracas, en su residencia situada en la Avenida Los Mangos, por Los Dos Caminos. Me mostró el catálogo de la bellísima exposición que en el año de 1993 presentó en el Palacio de la Moneda de París. Me dijo que yo podía utilizar su nombre ante José Agustín Catalá o Nelson Martínez del diario “Ultimas Noticias”, para cualquier gestión que necesitase en el tema de publicaciones. Finalmente, tomando a Jean Marc por el brazo e invitándome a sentarme a su lado, pidió a su esposa que nos tomara una foto. No sé qué edad tendrá el señor Vigas, pero el mal de Parkinson comienza a minarlo.
7:30 p.m. Acabo de saber por Pedro Pablo Pereira que el muchacho que fue herido el día jueves por el impacto en la cabeza de una bomba lacrimógena, falleció ayer y la ciudad se encuentra tomada otra vez por los estudiantes en varios sectores. Otro estudiante que cae asesinado por la policía, el pan de cada día.
26 -9 -1995: Día Martes: Hoy a las diez de la mañana ya la ciudad está inundada de gases lacrimógenos.
Los tremendos enfrentamientos se dieron fieramente en los alrededores del entierro del joven que asesinaron por un bombazo en la cabeza, ayer. Yo pude ver, la enorme multitud que acompañaba el féretro desde Las Residencias Cardenal Quintero. También vi el combate entre los estudiantes y la policía, y el remolino de gases que disparaban de bando a bando. No pude estudiar ni tampoco dar clases. Estoy escuchando las noticias y me entero que en Caracas también hubo muertos. Hoy se inicia un paro indefinido en todas las universidades del país con el cual he estado fuertemente en contra, y lo he denunciado por todos medios. Por allí ha dado declaraciones el presidente de APULA, advirtiendo que va a tomar medidas contra los profesores que, como yo, se están oponiendo a este paro.
La fiesta de plomo y bombas ha durado hasta la medianoche, sobre todo en el sector Las Marías.
9:00 a.m.: Decido subir a la Facultad. Está desierta. Pocos estudiantes. Veo al profesor Oswaldo Araujo dando clases. Poco después me entero, que un tal profesor Hugo Martínez, se presentó en el aula donde Araujo estaba dictando clases y le dijo: » -Vengo a sabotear esta clase porque estamos en paro». Después vi al tal Martínez, ubicarse con un grupo de personas en uno de los pasillos, observando el desarrollo de los acontecimientos, y vigilando los pasillos. A mi clase pudieron llegar tres estudiantes y les di todo un tema de Álgebra Lineal sin problemas.
En un referéndum hecho en la Facultad de Ciencias el viernes pasado, el NO al paro fue de casi un 70%, pero eso nunca tiene validez, porque en la ULA se hace lo que los vagos decidan.
Mi mujer, ante los últimos acontecimientos se ha preocupado tanto, que decidió suspender un contrato mediante el cual íbamos a adquirir un pequeño local, de 21 metros cuadrados, en el antiguo edificio LUZ, en el cual pensábamos montar una librería; vamos a perder casi un millón por esta decisión: se imagina que vamos a botar la plata en un lugar que es el blanco de todos los incendiarios de Mérida.
Hace varios días espero que me envíen desde San Juan de los Morros mi partida de nacimiento. Después de llevar casi diez años conviviendo con María, finalmente formalizo mi condición de esposo en la Prefectura de Tabay. Los testigos serán los esposos Jean Marc de Civrieux y Gisela Barrios.
28 -9 -1995: Aparece un titular en el diario “Frontera”, que se refieren a unas declaraciones mías contra la huelga de profesores universitarios. Allí sostengo que esa huelga es infame y criminal, un despilfarro de tiempo y talento de los que todavía piensan. Que a lo mejor en este país nadie piense, pero se trata de una soberana vagabundería lanzar al ocio a miles de estudiantes por el sólo hecho de pedir aumento de sueldo; que eso revela la poca sensibilidad social de nuestros profesores universitarios y que además a éstos debería rebajárseles el sueldo, que aumentárselos mientras no cumplen a cabalidad con su oficio sería un crimen.
Seguramente esto recrudecerá los ataques en mi contra.
29 -9 -1995: La Facultad de Ciencias se encuentra bastante desierta, sólo los perros realengos que vienen a calentarse y a buscar a sus protectores que siempre les echan algo de comer. En un momento en que cruzaba el patio central, vi conversando a un grupo de profesores (estaban allí el tal señor H. Martínez que intentó sabotear la clase de Oswaldo Araujo y también a Carlos Golberg, el representante de la Facultad ante APULA). Aquí en esta Facultad hay unos señores que se creen revolucionarios por apoyar huelgas, entre ellos el profesor Bianchi y Jesús Sánchez París. Este último es un destacado comecandela, eminente profesor de Física que ahora es Director de la Facultad. Un hombre, que por su naturaleza crítica, crea roncha por donde pasa; saluda entre dientes, escasamente si mira de frente a las personas, pero de un día a otro nos lo encontramos convertido en Director de la Facultad.
Otro personaje al que bien vale la pena hacerle un comentario, es un profesor de Química de apellido Bianchi. Después de la terrible zaparapanda de palo que Edgar, Migdalia y yo le dimos a la anterior directiva de APULA, este señor Bianchi, sigilosamente, se retiró de sus funciones de correveidile que mantenía desde hace muchos años en APULA. Eso sí, recuerdo haberlo visto muchas veces en asambleas y jaranas reivindicativas; es un individuo que sabe expresarse bien y que ha pretendido con sus modernistas razonamientos meterse a todo el mundo en el bolsillo. Es además ganadero, con una finca situada en Tabay. Creo que es chileno, sureño. Nunca me he llevado bien con esta gente. Muchos chilenos que por aquí se desperdigaron no trajeron papeles de títulos de nada, porque decían que se los había quemado la dictadura de Pinochet, y entonces aquí fueron empleados como profesores universitarios. Los conozco muy bien. Solían decir como Neruda: “Yo como mucho porque he pasado mucha hambre”.
Esto me estremece, y yo creo que saben muy bien que les conozco tanto, porque todos me sacan el cuerpo. Resulta que ahora que este fulano personaje Bianchi ha vuelto por sus andanzas, aparece refulgente de nuevo en la palestra de las luchas gremiales, hablando de aumento de sueldo, y sacando muy bien las cuentas que “nos deben”, y consiguiendo acaparar la atención de los otros directores de la huelga, por ese verbo determinista que surte a la sangre sureña. Recuerdo un impasse que tuve con este señor: era él representante de APULA en la Facultad, y le solicité respetuosamente información sobre unas actividades culturales en APULA, y el personaje respondió: «-Yo no soy su secretaria». El tal Bianchi, alto, cejudo, con aspecto de vaquero tejado porque siempre llevaba botas, se plantó en las barandas del segundo piso de la Facultad, y ante mi pregunta se dedicó a mirar el piso, a darle vueltas a un lapicero que llevaba en las manos. Le respondí: “-Perdone, señor Bianchi, y por cierto, dele saludos de mi parte, a su jefe, el que le alimenta sus becerros”.
Aquella insultante realidad le dio la vuelta a la ULA. Se agitaron las pirañas aunque ninguna se atrevió a salir en defensa de Bianchi.
Ah, pobre Venezuela a la que le ha caído las siete plagas extranjeras más destructoras, indolentes y desagradecidas de este planeta: los santanderistas, ciertos paquetérico chilenos, los gachupines fascistas de España, los turcos (arábigos), los asiáticos, los portugueses, los hitlerianos ingleses y los gringos de mierda.
Y también esos hindúes desaforadamente avaros y tracaleros que ahora andan diezmando nuestras universidades. A cada uno en su momento le he pasado mis cuentas.
29 -9 -1995: Con la fulana huelga, muchos estudiantes viven holgazaneando y la mayoría ha partido hacia sus lugares de origen. Ayer un grupo de estudiantes de la Facultad, organizaron una competencia de chapita denominada “Paro Profesoral”, y pasaron varias horas lanzándose chapas de refresco y provocando una grandísima alharaca en el patio central.
Venezuela es el país donde más paros universitarios se hacen en el mundo, dado que es lo más fácil y propio de una nación sin verdadera tradición de trabajo ni disciplina intelectual.
1 -10 -1995: Ayer sábado he asistido a una misa en memoria de don Eloy Chalbaud Cardona. Luego, a las 7 de la noche, he ido a visitar a Carlos Chalbaud Zerpa. Hemos hablado largamente sobre temas históricos; Carlos está escribiendo un ensayo sobre las mujeres de los presidentes de Venezuela. Me contó que Rufino Blanco Fombona dijo del presidente Ignacio Andrade que lo único grande que tenía eran los dientes.
Salimos al patio, cuando nos despedíamos, y nos acompañó un hermoso perro labrador, negro brillante, inseparable amigo de Carlos que lo acompaña en sus excursiones a las sierras merideñas. Alguien quemaba cohetes, y me dijo Carlos: » -Yo odio eso. Esa es una tradición de los moros, y la trajeron aquí los españoles». Me entregó una breve biografía de su padre Eloi y unas correcciones que le hizo a un trabajo mío sobre don Eloi.
La noche estaba fresca; caían algunas gotas, y me sentía algo sereno conmigo mismo, quizás porque durante el día había trabajado intensamente pudiendo recoger algunos frutos de mi investigación. Cuando regreso a casa pienso en una señora que poco antes de iniciarse la misa a don Eloy, dijo: » -En días pasados escuché a un profesor universitario decir que tenía que mantenerse encerrado en su oficina, sin poder pensar ni dar clases porque había una huelga. Le contesté que lo que le hace falta son pantalones y carácter. Eso es lo que le hace falta a la Universidad, pantalones».
“Todo lo que ha de caer debe además ser empujado”, Nietzsche
2 -10 -1995: Hoy comienzan las clases de mis pequeñas hijas María Alejandra y Adriana. María Alejandra cursará segundo grado, y Adriana va para preparatorio. Están muy entusiasmadas, y en este momento que son las 5:15 de la mañana es raro que no estén despiertas, preparándose para montarse en potro de tortura de esos centros de educación que hay en Venezuela. Yo me apiado de ellas, yo que toda la vida odié eso que aquí llaman “educación” y que por castigo de dios acabé siendo profesor.
Existe un documento que analiza el fracaso del gobierno del doctor Rafael Caldera, en el que se plantea también por qué fracasaron tantos proto-mesías como Luis Piñerúa Ordáz, Ramón J. Velázquez, Alfredo Maza Zavala y todos aquellos comecandelas de MAS que hablaban de que regenerarían al país y que lo sacarían mediante una revolución social del tremedal en que se encuentra. La razón principal, la leí hace algún tiempo en un informe “American Enterprise Institutte for Public Policy Research”, presentado por Mark Falcoff; en este informe se dice, que «los años del dinero fácil, le permitieron al gobierno venezolano conquistar la paz social y al mismo tiempo convencer a las FF.AA. de mantenerse alejadas de la política, colmándolas de aumentos salariales, costosos armamentos y lujosos cuarteles militares. No vale la pena criticar ninguna de estas “políticas”, porque generaron “un remanso de mando civil” en un continente que al menos en los últimos 70 años, estuvo sometido a brutales regímenes militares y el retroceso social».
Añade el informe que es impresionante observar el hecho de que estos inmensos gastos en servicios sociales casi similares a los de Francia, produjeran escasas ventajas de tan corta duración. Que un reciente sondeo reveló que los profesores de primaria y secundaria en un alto porcentaje eran analfabetos funcionales.
Por otra parte se ha revelado que el supuesto liderazgo de las FF.AA. ha quedado en entredicho.
Pero lo crucial del informe es lo siguiente: «Quizás el elemento más notorio del panorama político venezolano sea hasta qué punto las fuerzas políticas del «establishment» están sumidas en el túnel del tiempo. Dichas organizaciones son dirigidas por la misma gente que las lideraba hace veinte años, no tienen ideas claras sobre hacia dónde desean conducir al país (a excepción de regresar a la época dorada de los altos precios petroleros) y han perdido toda credibilidad en la opinión pública».
Pero es necesario añadir que esta decepción ha podrido las esperanzas, porque ahora la mayoría de la gente convencida de que ya nada servirá, se entrega a la perdición; se ríe de los valores, coge y roba, no repara en las exorbitantes demandas salariales que se hacen; el asunto es pedir de todo, coger, mantenerse en la creencia de que él que está aquí no lo hace para servir sino para exigir, para que se le complazcan todas sus peticiones. El caso más deprimente es el de las universidades que este momento mantienen un paro indefinido por aumento de salarios; a estos miserables y eternos pedigüeños que se llaman educadores, no les importa en absoluto que se paralice el conocimiento, que las aulas estén desiertas, que nadie investigue: viven en una alegre feria de la holganza y el abandono, en una espantosa vacación de seis meses cada año, y se les nota divertidos y encantados, divagando y vagando por las calles.
Hace poco un catedrático de la ULA, sostenía que nosotros somos muy mal pagados; que los bolivianos en sus años sabáticos reciben dos mil dólares y nosotros sólo mil. Que esto es un crimen. Sin embargo no ven otra comparación como la siguiente: en la ULA apenas si habrá 30 profesores que sean capaces de ser dignos de trabajar en una universidad seria. Ninguna universidad seria del mundo le pagaría al 80% del personal que trabaja en nuestras universidades, ni siquiera la cuarta parte del sueldo que devengan por lo que hacen. En casi todas las universidades del mundo, del año sabático sólo cancelan seis meses, y aquí el año completo.
Otro hecho muy significativo es el siguiente: no existe un verdadero control sobre lo que se investiga, y se producen toneladas de papeles que nada resuelven para nosotros ni en lo moral ni en lo científico; que como se envían al exterior y allá son publicados por revistas científicas, entonces eso para nosotros constituye la norma del saber y de la sabiduría. Es decir, lo que dictaminen esas revistas. En matemáticas y Física, es algo más difícil estafar, pero existe ciencias como la Química, la cristalografía, Ecología, la misma Biología, que en parte se presta para todo un intrincado mundo de elucubraciones inextricables plagadas de supercherías, pero que llaman investigación de alto nivel. Recientemente, la Facultad de Ciencias premió a sus investigadores y se repartieron más de un millón de dólares. Hubo un grupo que se llevó una enorme tajada; una señora de apellido Burguera quien arrasó. No soy el ni por asomo adecuado para evaluar lo que hace esta señora, pero en lo que concierne a lo humano puedo decir que es una mujer impresentable. Esta señora siempre cuenta con aparatos para análisis de ciertas sustancias, que ni el HULA tiene. Sus resultados son inapelables y los produce como quien prepara agua de azúcar. En una ocasión, se realizaba en el auditorio A -10 de la Facultad una discusión sobre los contaminados de mercurio, y se pusieron en entredicho los resultados que entregaba la señora Burguera. Estaba presente, en esa ocasión, especialmente invitada por quienes se consideran afectados por la contaminación, la señora Magaly Serna, una ex -enfermera del HULA, cuyos niveles de envenenamiento por mercurio son tremendos. Luego de una conmovedora y terrible explicación de la señora Serna, donde se refirió a su experiencia personal en el infierno de la contaminación con mercurio, la eminente investigadora Burguera, sin poder contener su ira, se puso de pie y le reclamó a la señora Magaly el por qué se encontraba en aquella sala cuando ella no era universitaria. La figura delgada, hierática y amarga de aquella dama, me pareció instantáneamente a la de una de aquellos miembros de la SS o de la Gestapo de Adolfo Hitler. Yo quedé helado de aquella insólita reacción, y se produjo un penoso silencio en el auditorio; fue entonces cuando tomé la palabra y le reproché en tan duros términos el poco respeto y la gran desconsideración para con un ser humano a esta señora Burguera, que desde entonces nunca más le volví a escuchar su voz. Así son algunos de los genios que premian nuestras universidades.