(EN LA GRÁFICA, SANT ROZ CON EL FILÓSOFO MARXISTA INGLÉS ALAN WOODS)
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
16 -4 -1993: He ido a visitar al padre Santiago López Palacio, y pasamos un rato corrigiendo algunos libros que enviaremos a Alemania, a la viuda de Joaquim Fernau. Encuentro en un libro que el padre está corrigiendo y en el que él coloca este poema de Andrés Mata:
CONFESION
No ya cual fiera encadenada lidio
bajo la fría hostilidad del cielo
por eludir con impetuoso anhelo
la agresión indomable del fastidio.
Tu amor no espero ni la gloria envidio,
demoro sobre un páramo de hielo
y se aleja en la noche de mi duelo
la esperanza infecunda del suicidio.
Ni afirmo nada, ni tampoco dudo,
y permanezco indiferente y mudo
ante la adversa o la benigna suerte.
Que ignora ya mi juventud vencida,
si es mejor que el disgusto de la vida
la quietud sospechosa de la muerte.
Voy a los Talleres Gráficos de la ULA y recibo la buena noticia de que ya está lista la segunda edición de mi libro “Maldito Descubrimiento”, que la he pagado con mi esmirriado y pobre sueldo.
8 -5 -1993 – Domingo: Desde hace varias semanas no llevaba este diario. He ido Caracas a presentar mi libro Maldito Descubrimiento. El acto lo organizó en la Universidad Católica Andrés Bello, el joven poeta e historiador José Gregorio González. Pasé tres días en casa de mi hermana Milagros. Esta vez no fui a visitar a Argenis. Me dice mi hermana que continúa entregado a la bebida; que él le llama borrachera. Ahora le ha dado por decir que va a matar al marido de Teresita y a Agreda al que fuera el esposo de mi hermana Idilia( ya fallecida).
En el centro encontré casualmente a mi hermano Adolfo y lo invité a almorzar. Me habló de Argenis, quien vivió un tiempo en su casa; que cuando se emborrachaba se peleaba con todo el mundo y destruía sillas y muebles y que al día siguiente no se acordaba de nada.
Durante mi estancia en Caracas, hubo un tiempo terrible de lluvias torrenciales e interminables.
En los últimos cinco días el país vive entregado al jolgorio de los rumores y las vagabunderías de los escándalos que promueve la prensa. Medio mundo quiere ser presidente de la república para “arreglar” el país, como si el país no fuese de cada uno de nosotros. El día miércoles el ponente de la Corte Suprema de Justicia, Rodríguez Corro, admitió un antejuicio de mérito contra Carlos Andrés Pérez. Desde entonces los periódicos se llenan con suposiciones de quién será el próximo mandatario. Las listas son interminables. El sentimiento que uno tiene al ver tanta disipación y ligereza en todo, es que viviremos una gran temporada en el infierno (Rimbaud).
El Rector Michel Rodríguez y el obispo Baltazar Porras han dado órdenes severas a sus palangristas de que no se publique nada en los tres periódicos locales relativo a los restos de F. J. Ramos de Lora. La cosa ha sido espantosamente cómica. Todos los sacos de huesos que sacaron de las fulanas excavaciones son de reses, porque en ese lugar durante mucho tiempo estuvo un matadero del Estado. Lo que se suponía era el cráneo de Fray Juan Ramos de Lora resultó ser la pelvis de una vaca, y así se lo hizo saber a la alta comisión que investigaba esos adefesios el profesor Jaime Perfeau.
14 – 5 -1993: He dejado de seguir este diario con el rigor con que venía haciéndolo.
Sigue el lío del antejuicio al presidente. Qué hombre tan infame y miserable es este CAP; igual a Páez, a José María Obando, a Santander o a José Hilario López. Aferrado al mando; inventando la existencia de una subversión en todas partes cuando el país se encuentra totalmente destrozado, ansiando que se acaben de una buena vez esos miserables partidos de AD y COPEI.
16 -5 -1993 (Domingo): Ha vuelto a Mérida la poeta puertorriqueña Carmen Vega. Se alojó en el hotel Don Juan, aquí detrás de donde yo vivo. Antes de llegar envió fotos y una carta a Gisela Sarrazín donde me menciona con muchos elogios. No quise ir a verla. Lástima.
Desde que llegué de Caracas no he ido a visitar al padre Santiago, pues he estado un poco engripado.
Leo a Pavese. «La compensación después de haber sufrido tanto es que después morimos como perros».
Llevo casi un mes intentando terminar la revisión del libro de filosofía de Loski, ¡Qué difícil lectura! El padre Santiago se lo leyó en dos noches y me entregó sus observaciones.
¿Por qué me afectarán tanto, hasta las cosas más tontas? Yo creo que José Zambrano estaba incomodo conmigo, porque le tenía mil quinientos bolívares y no le había dicho nada de devolvérselos (después me preguntó si no serían más bien dos mil quinientos). Ha corregido y me ha pedido perdón.
No creo que ya nada pueda repararse. No podemos dejar de ser lo que somos ni dejar lado lo que aspiramos. Todos aspiramos hacia un objetivo que es la satisfacción de nuestras pequeñas necesidades. Algunos piensan irse a descansar en sus oscuras covachas, otro calcula su dinero y hace cuentas para sus compras; …aquél sueña con ampliar sus poderes… El error está en creer que esto está mal porque ya no se nos oye, porque no logramos lo que aspiramos, y en el fondo vivimos haciendo más o menos lo que hacen a quienes odiamos.
6:00 p.m. He ido a visitar al padre. Me ha dicho al verme: «-José por qué tanto tiempo sin venir». Le dije que había estado dos semanas en Caracas. Estuvimos un largo rato hablando en la sala. El hipo se le había recrudecido y lo desesperaba; después de un ataque de hipo descansaba un poco y trataba de construir algunas frases, movía la cabeza en procura de algún aliciente. Hablaba a retazos con la lucidez de siempre. Tiene huellas nuevas, dolorosas, en el rostro. Había una bacinilla debajo del sofá donde estaba sentando. Los vómitos son diarios.
Cayó la tarde y no había luz, hasta que llegó su hermana Lucrecia y nos iluminó el cuarto.
17 – 3 -1993: «Las putas joden por dinero. Pero, ¿qué mujer se entrega por nada?» PAVESE.
12:00 Me ha llamado Gisela S. para decirme que vio a Carmen Vega. Que nos invita a todos los del Taller de Literatura para que nos veamos en su casa.
4:00 He visto a Carmen, con su sombrero rojo, típica prenda de los burgueses de Puerto Rico. He ido a casa de Gisela con José Zambrano a compartir tortas de fresa y jugos de parchita, especialidades de la anfitriona.
Nos despedimos a la 6:00.
19 -5 -1993: He ido a visitar al padre Santiago junto con Pedro Pablo. Lo he encontrado hoy bastante repuesto, sin el horrible hipo. Me ha confirmado que asistirá a nuestro Taller, donde tendremos música criolla y napolitana. Aunque el país está inundando de especiosos rumores de suspensión de garantías constitucionales, toque de queda, autogolpe, movilización militar, etc., nosotros consideramos que no debemos dejar de reunirnos.
El presidente CAP se muestra cada vez más miserable ante las circunstancias que enfrenta. Lo peor, aquí no se ve grandeza en nada de lo que se hace en política.
20 -5 -93: El país cumple hoy quince días paralizado a la espera de la decisión de la Corte Suprema de Justicia sobre el Antejuicio de Mérito al presidente. Han sido quince días de calma chicha; pareciera el día aquel en que Cassius Clay se iba a enfrentar a Joy Frassier: Todo el mundo pegado al televisor. Yo creo que se están haciendo apuestas millonarias en muchas casas de juego para ver sin CAP sigue o se va.
A pesar de que no he tomado a pecho la situación del Antejuicio al presidente, hoy he estado preocupado.
2:00 Comienzo mi clase en el postgrado. Un sólo estudiante.
2:30 Llega el resto de los estudiantes. Todo el mundo está pendiente del fallo de la Corte.
4:00 p.m. Abrimos el salón A-1, donde hasta ahora funciona El Taller de Literatura.
La Facultad está bastante solitaria. En cada oficina, en los cubículos que están ocupados, la gente está pegada a la radio, escuchando las noticias.
4:30: en el lugar de trabajo de José Zambrano, escucho el resultado de la decisión; 9 a favor, 6 en contra del Antejuicio de mérito.
5:00: Se habla de saqueos en algunos lugares del centro de Mérida, lo cual más tarde resulta que es falso.
Celebramos nuestra reunión de siempre en el Taller, esta vez con música napolitana y criolla, y un recitar del poeta Pedro Pablo Pereira.
7:30 El presidente CAP se dirige a la nación. Veo en un pasillo a un grupo de persona escuchando la alocución en un pequeño televisor. Muchos piensan que es el fin de una época, pero la verdad es que en el fondo queremos seguir siendo los mismos. Nos hemos habituado a vivir en este desconcierto y desorden, sin poner algo grandioso de nuestra parte. El decano ayer estaba pálido y me había dicho el día anterior que lo del autogolpe se esperaba en Caracas, y que desconocía las razones por las que el Consejo Universitario se había suspendido.
Un ambiente de bochorno y de lánguida e indefinida alegría se siente en la gente. Algunos desean celebrar, pero es artificial el gesto. Se sabe que dentro de uno algo también ha sido estremecido. El hijo predilecto de Rómulo Betancourt ha sido «depuesto». Doblan las campanas no sabe nadie aún por quién… ha sido impresionante la debilidad de CAP; sus argucias tristes… «Al fin han condenado a ese coño de madre», piensan algunos y han estado gritando muchos que ya Venezuela se jodió. Todo esto me hace pensar en la gente indecisa y en el futuro del país. Todos los gobiernos son vistos como una maldición, y es un verdadero milagro que llegue alguien que por muy santo que sea, incluso como hasta el propio Bolívar, que a fin de cuentas no acabe destrozado por la veleidad y la versatilidad de la gente.
Me he enterado que los sindicatos de la educación del Estado Mérida están preparando un ataque contra mi persona. Les he dicho en un artículo que no estudian, que no piensan y que para lo que trasmiten a nuestros jóvenes es demasiado lo que cobran. No tienen espíritu de sacrificio, de voluntad para superarse y creen que si les aumentan el sueldo entonces serán más brillantes, más doctos, mejores ciudadanos y la sensibilidad se les aguzará. Ya salió un artículo que no he leído titulado, según me dicen: «Sant Roz te equivocaste», escrito por el profesor Pedro Maldonado.
¿Qué hacen esos sindicaleros frente a un gremio con miles de «docentes» cobrando pensiones de reposo y de inhabilitación que son falsas?
¿Qué hacen esos dirigentes del magisterio frente a esos «educadores» infames que nada trasmiten, que no sea su pesadez, su incultura, su desprecio hacia los jóvenes y hacia el conocimiento?
Los que tienen hijos y se preocupan por saber cuánto se les enseña en escuelas y liceos, conocen el grado de ignorancia, de abulia brutal; esa apoplejía paralizante, ese bostezo milenario, ese abandono letal que campea en nuestro medio «educativo». Y la universidad es la misma cosa. Pero si uno se arrecha y dice lo que piensa, salen los gremios con esos dirigentes podridos antes de madurar (con promedios de diez puntos, regalados), salen los centros de estudiantes (con dirigentes que no saben expresarse, que han repetido docenas de materias en la Universidad y cada día son más imbéciles), a ofenderse, y a llamarlo a uno reaccionario y «loco».
Lo más de ridículo de todo esto son esas fulanas huelgas de hambre, que se comienzan con mucha euforia con juramentos de que durarán hasta la muerte, y luego se suspenden repentinamente, sin durar ni cinco horas porque además comen a escondidas. Nosotros hemos sido capaces de degradar todas las formas de lucha. ¿Quién en este país cree en las huelgas de hambre? No digo que habrá ciertas personas que asuman con seriedad esta responsabilidad tan peligrosa, pero la mayoría de los que participan en ellas son unos farsantes. Basta con ver a esos dirigentes que en colchonetas estaban frente al edificio de los tribunales en Caracas, fresquecitos, enérgicos, dando declaraciones a la prensa hasta por los codos. Yo recuerdo perfectamente a un famoso «educador» venezolano, laureado por la UNESCO, que fue decano de la Escuela de Educación en la Universidad Central de Venezuela (de nombre Félix Adam), que durante una huelga de hambre en la UCV, se presentó a la una o dos de la madrugada, con bolsas llenas de arepas rellenas y cuarticos de leche, y les decía a unos «huelguistas»: » – Muchachos: no sean pendejos, coman,… coman porque si no se les va a joder el cerebro». Y aquellos pobres idiotas, salían gordos, buchones, de aquellas «gloriosas jornadas». Eso lo vi yo en aquella UCV que empezaba a emputecerse. Y aquella «huelga», de no sé de cuántas horas, que sobrepasaban las trescientas, «triunfó» en los términos en que dispuso aquel famoso ex-decano (quien por más señas vestía a la moda francesa, con rosa roja en el ojal del saco. Murió en olor de santidad «revolucionaria» izquierdista).
Y todas esas huelgas de «hambre» acaban mal, porque se hacen sin verdadera vocación de lucha, sin auténtico sacrificio; sólo por figurar y divertirse un poco, hablando echados en unas colchonetas hasta la madrugada; bromeando y en medio de chistes, y preguntando al amanecer: «¿con qué nos premiarán hoy: salchichas o paella, jamón o camarón…?». Y no lo nieguen, ¡carajo!
Yo no soy «revolucionario» ni sostengo causas reivindicativas de sueldos o salarios, porque yo sé que cuando aquí corrían por las calles los dólares a 4,30 Bs y el más pendejo tenía la posibilidad de hacer un crucero por el Caribe, los maestros o profesores de esa época y de esos goces, nada mejoraron en su condición humana. De modo que el problema no es la plata. Creen que el aumento de sueldo los hará más honestos, más serios y responsables, más estudiosos, y esa vaina es imposible. Y conocí a muchos dirigentes gremiales (que por ley son siempre los menos preparados), que se decidieron por la carrera de luchadores sociales porque no daban la talla para la especialidad o la carrera que habían escogido y porque mejor les resultaba vivir hablando de politiquerías, cobrando viáticos y haciéndose ver por una pantalla de televisión, que estudiar, que investigar en los laboratorios, que pasarse días, meses o años, indagando, consultando libros y documentos en las bibliotecas.
¿Y cuál es la historia de Venezuela que conocen nuestros jóvenes, que no saben siquiera los primordiales hechos que nos dieron patria, una tierra, unos valores sagrados surgidos de ese gran desconocido que ha sido nuestro Simón Bolívar? Cuando en 1983 publique Nos Duele Bolívar en Cumaná, un profesor de secundaria me dijo: “Aquí a Bolívar no le interesa sino a los académicos que viven de él…”.
Profesores que no saben redactar una carta.
Ahí tenemos dirigentes gremiales, que contratan a un periodista para que les escriba las respuestas que deben dar a la prensa.
Como sé que no puedo cambiar el cerebro de los demás, no quiero meterme en pleito con sindicatos ni sindicaleros. Y aquí mismo en Mérida, existen ciertos orondos personajes que se autocatalogan de luchadores o luchadoras sociales; ¿habrá que volverse mudo en este país para no decir la verdad? Prefiero que me odien, a que no me traten.
¿Cuántos maestros o profesores han mantenido una lucha decidida ante la funesta destrucción del río Mucujún? ¿Cuántos se han estremecido ante la construcción del más elevado basurero del mundo, el que está en el Águila, en las nacientes mismas del Motatán? ¿Cuántos se han acercado a ver esos emporios de damnificados que engendra el gobernador Jesús Rondón Nucete en San Antonio de la Vega, el Arenal, y se han identificado con la lucha del ecologista Miguel Valery, amenazado criminalmente por las autoridades del Estado? ¿Cuándo hemos visto a los profesores y maestros de cualquier categoría, salir a enfrentar a esos sórdidos programas de televisión que enaltecen las aberraciones sexuales, que son un canto a las violaciones sexuales, a los ritos macabros de la muerte, de la pedofilia, de la abyección y el derroche más espantoso de sangre y de cuanto represente bajeza e infamia, inmundicia? ¿Quién en esa prostituida universidad se ha preocupado por Juan Félix Sánchez y Epifania Gil; por el padre Santiago López Palacios, por el botánico Ruiz Terán o por don Eloi Chalbaud Cardona, Jean Marc de Civrieux, Andrés Zavrostki, o el más grande genealogista de Venezuela Ramón Darío Suárez quien vive en la miseria; o por P. N. Tablante Garrido?
¿Cuántos de esos profesores y maestros, valientes para hacer huelgas y paros, han cumplido sus promesas de dar horas extras de clase, después de esas largas protestas reivindicativas? ¡Igualitos a CAP, Dios mío!
Lo más fácil del mundo es hacer huelgas y paros (en este país). Como no hay autoridad, ni respeto, responsabilidad, ni sentido del trabajo… Y por ello vemos permanentemente a esos malditos «dirigentes de los trabajadores», a esa caterva de canallas sindicaleros que se auto-llaman «revolucionarios», realizando manifestaciones y paros «solidarios» con los vagos, con funcionarios públicos que son verdaderos delincuentes y ladrones.
Y lo peor de todo esto, es que quienes de veras merecen aumento de sueldo porque de veras trabajan; los que justifican sus preocupaciones por el saber de sus alumnos, los que sudan el duro pan que llevan a sus hogares; los que se preparan, no porque se los pida un sindicato sino porque lo llevan en el corazón, en los nervios, en la necesidad de evolucionar y de amar a su patria; ésos, tienen que compartir el sudor de su frente con los habladores de pasillo que nada hacen, que nada crean, que nada positivo (ni humano) trasmiten a los demás. Porque yo tuve verdaderos maestros, a los cuales al recordar se me empañan los ojos. Maestros a los cuales amaba con sagrada devoción. Y eran maestros a los que nunca vi suspendiendo una clase por particulares intereses materiales; a los que nunca vi llegar tarde a un curso; a los que no escatimaban ninguna clase de sacrificio, tiempo, para enseñar. Que querían de veras a sus alumnos y a nuestro país.
Y no sea crea que por ello eran unos tontos. No. La viveza, aunque se practicaba también entonces, no estaba en las escuelas. No había dirigentes gremialistas que perdían sus vidas en negocios contractuales, porque demasiado hermosa es la vida para desperdiciarla sacando cuentas. El mundo entonces no estaba lleno de necesidades artificiales. La costumbre entonces no era atosigarse de vulgaridad y necesidades artificiales que se promueven a través de la televisión. La costumbre no era entonces vivir a la espera del azar de la lotería. No era el oficio diario de la politiquería, de ronronear de esquina en esquina preguntando cómo van los personajes de las telenovelas y el alza o baja del dólar para revenderlo y robar; de los ministros que corren como ratas por los países desarrollados admirándose de sus “desarrollos”, a ésos países a los cuales quisieran ellos enviar a sus hijos a estudiar para que se degraden más de lo que están, y sean así más cutres que sus padres
El mundo era más simple. Y se vivía con poco y la gente ocupaba un poco más el tiempo en pensar y hacer servicios por los demás. Hoy a la gente le da pánico estar consigo misma.
Hoy nos hemos desintegrados. Carecemos de verdaderos maestros. No tenemos alumnos. No tenemos hijos, sino seres que echamos al mundo sin pensar, sin calcular a donde irán a podrirse con sus deseos infames; ya sin la capacidad de quienes los engendran de poder orientarlos, porque vivimos ocupados en mil preocupaciones artificiales, recorriendo bancos, llenando formularios ridículos, asistiendo a conferencias que son sólo loas a la vanidad. Olvidados del Cielo, de Dios, del don de lo humano, de la Naturaleza.