AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
(En la gráfica vemos al Comandante Chávez recorrer la FACULTAD DE CIENCIAS junto con Sant Roz)
17 -6 -1994: Hay un ambiente total de feria por el asunto del mundial de fútbol. La gente se desplaza en sus carros con la angustia de perderse el show. El mismo tipo de histeria como suele generarse un 24 0 31 de diciembre, en carros a alta velocidad por la ciudad. Arreglo de comidas especiales en las casas y grandes compras en las licorerías; según se comenta, no se consigue cerveza en la ciudad. Como no soy aficionado a este juego acudo a mi trabajo en la Facultad y la encuentro desierta, excepto hacia los lados de El cafetín donde está instalado un gran televisor y se escucha la gritería de un grupo de jóvenes. Por cierto, ayer hubo fuertes críticas al decano Mauro quien prestó a la gente de la Federación de Centros Universitarios una enorme pantalla para que vieran con la mayor comodidad posible el mundial; la gente criticaba el hecho de que el decano dispusiera de estas cosas como si fuesen de él, impidiendo que el resto de la gente de la Facultad disfrutara de los juegos a través de esta enorme pantalla.
Acudo a una invitación en casa de Humberto Alí Pernia a eso de las seis y media de la tarde y encuentro a otros amigos. Compartimos un buen momento, y disfrutamos de unos excelentes espaguetis preparados por don Servio Tulio Soto. Hablamos sobre la situación de la universidad y allí nos enteramos de que todo el equipo rectoral ha sido invitado a la Curia para disfrutar del mundial de fútbol. Que bella luna de miel viven las autoridades universitarias con las eclesiásticas; ya el obispo Baltazar Porras no tendrá que sufrir más críticas a su apostolado. Estoy seguro de que es un tipo inculto como Leonel. Dios los cría…
Como a las diez de la noche salgo de casa de Humberto y al pasar por la Facultad de Ingeniería me encuentro con un estruendoso templete en plena vía, celebrando quizás algún golazo fenomenal.
Mañana llega a Mérida Hugo Chávez. Tengo que decir, que fui el primero en escribir un libro sobre la rebelión del 4 de febrero, y que salió a la calle (clandestinamente) a las dos semanas de aquel histórico movimiento. Fue una tarea tremenda, en la que un grupo de amigos participamos día y noche en la Facultad de Ciencias. Por este motivo fui seguido durante varios días por la DISIP; el libro lo escondimos primero en una Iglesia, y luego paso a casa del “poeta” Adelis León Guevara. Finalmente se pudo a trasladar a Caracas donde fue distribuido. Me comunicaron después que la plata que se recogió de la venta de este libro fue para pagar a los abogados que defendían a los sublevados. Resulta que cuando la madre de Chávez estuvo en Mérida recibió un ejemplar y se emocionó mucho, me abrazó y lloró.
En cuanto a los grandes desengaños del pueblo en los últimos cincuenta años con sus dirigentes, tendremos que anotar el de Wolfgang Larrazábal, quien terminó haciéndose adeco. El caso de Hugo Trejo fue diferente, a fin de cuentas, no estaba fogueado en los menesteres de la política y lo sacaron del país con un cargo diplomático para que perdiese toda influencia sobre las masas. En relación con los llamados “revolucionarios de izquierda” la traición ha sido inmensa, sobre todo ese grupo del MIR y del PCV que se entregó a la derecha sin pelear. El caso, por ejemplo, de todos aquellos izquierdosos del grupo de Gumersindo Rodríguez que volvieron a A.D.; todo esto aunado al proceso que se iba incubando en las filas de los que formarían más tarde el MAS, tipos como el Teodoro Petkoff y el Pompeyo Márquez, quienes decían encontrarse en la guerrilla cuando era falso, y que lo que hacían era retratarse en el solar de una casa de Caracas, para hacer creer que se encontraban en el monte. Finalmente, cuando llegamos a los años setenta, la desbandada es casi total. Los «revolucionarios» llenan las embajadas convertidos en asesores culturales, cuando en realidad están envenenados por los placeres del capitalismo; se conforman con perorar por los medios de comunicación, pero en el fondo descreídos de cuanto formulan y dicen. Están obsesionados por el fenómeno del consumo y de los goces sensuales del poder y de la fama: hacen cruceros por el Caribe, escriben discursos para ministros y hasta presidentes, y llegan a denigrar de haber creído alguna vez en el socialismo. Gonzalo Barrios los acoge con aprecio y deferencia en sus pechos de patriarca. El bochorno es de tal naturaleza que cuando ocurre el estallido del 27 de febrero de 1989 y del 4 de febrero la actuación de los grupos de izquierda es nula.
Ahora, demagogos y oportunistas de todos los calibres, están tratando de aprovecharse de Chávez y cerrar filas con el movimiento de este Comandante. Un grupo que hasta hace poco habían cohabitado con AD, el MEP, el MAS y Causa R, pugnan por anotarse con el proyecto de Chávez.
Llega Chávez y los grupos políticos que aquí se acomodaban placenteramente con la derecha, se unen para impedir que me le acerque al Comandante. No tengo capacidad de político de partido para abrirme paso en ese terreno. Sé que por todos los medios se me impedirá hablar con Chávez. Por eso no me molesto en lo más mínimo. Lo que realmente quiero es entrevistar a Chávez, con el fin de dar a conocer su proyecto por un diario que estamos tratando de fundar en este momento y el cual dirigirá Eurípides Moreno. Veremos. Me he enterado que se realizará una cena con el Comandante en el Hotel Don Juan mañana en la noche.
18 -6 -94: Robaron un jeep de la ULA en la Facultad de Ciencias, mientras los vigilantes disfrutaban el partido entre Alemania y Bolivia.
Acaba de llegar de San Juan de los Morros mi sobrino Luis. Lo invito a almorzar junto a mis hijos Winston y Andrés. Me cuenta Luis que en la Universidad Rómulo Gallegos acaba de concluirse un postgrado o Maestría (no sé en qué) donde se otorgaron cincuenta Summa Cum Laudem.
Pienso en la frase de Bolívar: «No hay cosa sagrada que nosotros no hayamos degradado».
Aquí se reparten como arroz las condecoraciones y los doctorados Honoris Causa y se los negamos a quienes de veras lo merece. Se ha solicitado en un informe que he visto correr por los pasillos de la Faucltad una medalla de latón, del tamaño de una torta de cazabe para Eldrys, Julián Aguirre P., Leonel, Corao, Hernán López -Añez, monseñores Juan María Leonardi y Baltazar Porras, Jesús Rondon Nucete y Michel Rodríguez…
Por la tarde visito al Padre. Encuentro a Miguel Valeri, quien sigue agobiado por la pérdida de su mujer. Los tres salimos a visitar a un amigo del padre de apellido París, costarricense, que vive en Ejido.
19 -6 -1994: Recibo una llamada para felicitarme. No sé por qué me puede felicitar alguien. Es Berta, la esposa de mi primo Manuel Santos, quien llama desde Rubio y caigo en la cuenta de que nos encontramos en el día del padre, cosa que jamás he celebrado. Entonces decido felicitar a Manuel.
Me acerco al aeropuerto para recibir al Comandante Chávez. Ha estado todo el día lloviznando tenuemente. Ahora, a veinte para las cinco, hay un sol reluciente y la lluvia aparece como una cortina cristalina que poco a poco va cubriendo el horizonte. Al llegar al estacionamiento del aeropuerto, veo a Rubén Ávila quien me llama “hijo”; para hacerse el importante me advierte que por los alrededores hay mucha gente de la DIM, » – pero nosotros estamos preparados para el combate…», dice.
Ocupo una mesa en el cafetín, y me pongo a llevar este diario. La gente está atenta a un televisor que trasmite el partido entre Noruega y México.
Estoy viendo a la hija de Rubén, María Alejandra, quien está dándole órdenes a un grupo de jóvenes que posiblemente están para darle seguridad al connotado visitante. Se ordenan vestir de rojo las sillas y las mesas; se colocan flores, micrófonos y lámparas.
Medito: «La revolución más terrible y la que muy pocos quieren afrontar, y hasta se le tiene pavor, es la de la sinceridad con uno mismo».
Siguen llegando más muchachos, y también unos tipos maduros que se han puesto chaquetas parecidas a la de los cazadores, y que tienen el aspecto de ser militares en ropa de paisanos. Me siento un poco fuera de lugar. Hay algunos que me miran fijamente pensando tal vez que sea un espía. Pasa a mi lado un negro fuerte y retaco, de chaqueta negra y caminar ampuloso y de aspecto capciosos que me mira con recelo. El negro ocupa la mesa donde hablara Chávez.
5:12 p.m. : Veo a un dirigente gremial que fue profesor de mis hijas Yamilca y Yuri. Se trata de Fangio Superlano, quien también viene a recibir al Comandante.
5: 14: Llega otro joven dando órdenes, con una boina negra y roja que en voz alta se dirigen a la barra y pide cinco vasos de leche.
5:20: Está aterrizando un avión, y entran al salón dos periodistas que conozco: Glodulfo Monsalve y Ana Teresa Salas; pasan y toman un lugar en la mesa principal. Me acerco a esta mesa, me siento al lado de la hija de Rubén; saludo a los periodistas y a Fangio. Me explica la hija de Rubén que donde yo estoy sentado se ubicará el coronel Virgilio Delgado, encargado de la seguridad y de la rueda de prensa. Añade que ella se ubicará a un lado del Comandante porque es la encargada de organizar el recibimiento. Me despido del grupo y me coloco como a cinco metros de la mesa principal.
5:31. Se escuchan gritos, gente que vocea consignas: «¡Viva el Comandante Chávez!» Entra Chávez, de liquiqui azul oscuro, dándole la mano a cuantos ve a su paso. Es un hombre de mediana altura, un poco más bajo que yo que mido 1,80. Entran al cafetín unas cincuenta personas. Dos jóvenes despliegan una enorme bandera de Venezuela. Chávez luce también su pelo ralo. Pronto ocupa su lugar, y los periodistas se agolpan, y se desata un despelote, sillas que se caen, mesas que ruedan, empellones y gente que pugna por estar lo más cerca posible del Comandante. Veo a gente humilde traer sus cámaras para fotografiar al hombre que le ha dado el mayor vuelco al país desde 1830; llegan jóvenes con unas ancianas que tienen el capricho de conocer al hombre que ha puesto al Puntofijismo al borde de la desintegración total. Chávez crea terremotos a donde llega, tiene un gran carisma, falta por saber su carácter, no le ocurra como a tantos otros grandes dirigentes, que se los tragó el poder, la fama, los acabaron los traidores que les rodearon, los que quisieron convertirlos en dioses para luego hundirlos y darles el tiro en la nuca. Yo no escucho nada de lo que dice está diciendo el Comandante por el asunto de los motores encendido de los aviones y porque además no estoy tan cerca. La lluvia arrecia.
5:38 Llega otro pelotón de jóvenes con boinas rojas, todos con aspecto de reclutas; algunos altos y bien fornidos. Me voy retirando para darle paso a los curiosos. Veo a un tipo que luce una franela en cuyo espaldar se lee: «Hugo Chávez Frías – Padrino. Promoción 4 de febrero».
6:00 Continúa la lluvia. El comandante termina sus declaraciones y le pregunto a Ana Teresa Salas qué ha dicho porque me ha sido imposible escucharlo, ella me responde que mañana lo sabremos por la prensa, y se ríe.
Bueno, ha terminado la función. La gente comienza a retirarse. Hay anillos bien complejos que protegen a Chávez y ya veo que será imposible acercársele. Cuando me dispongo a salir del estacionamiento una señora me pide la cola; esta señora me cuenta que es admiradora de Chávez, pero que ojalá no vaya a resultar otro fraude. Añadió que el hecho de que a Chávez lo rodearan gente que ella conoce muy bien, le da muy mala espina: “ -Dígame usted, si llegara a ganar la presidencia de la república, y gente como esa se coge los cargos, ¿no será acaso que seguiremos en lo mismo? El pobre tendrá muy poco espacio para maniobrar, y tendrá que arrear con los bueyes que se le arrejunten”.
Es el momento de consignar lo siguiente: poco antes de que se diera el golpe del 4 de febrero, estuvo por Mérida el comandante Francisco Javier Arias Cárdenas, quien visitó a don Pedro Solano y a Miguel Valeri. Tuvo interés Arias Cárdenas en tener una reunión conmigo, pues se había leído mi libro Nos duele Bolívar, el cual le causó cierta impresión. En esos días yo me encontraba en Caracas. Francisco Arias Cárdenas hizo en casa de Miguel Valeri en El Arenal, donde estuvo presente el profesor Alirio Liscano. Fue una oportunidad que aprovechó Miguel Valeri para presentarle a Francisco Javier el proyecto ecológico que habría de ponerse en práctica de darse en Venezuela un gran vuelco revolucionario.
Por la noche habrá un encuentro con Chávez en el hotel Don Juan, pero me ha llegado una nota en la que se me advierte que ya se agotaron las entradas…
He aquí las preguntas que pensaba hacerle a Chávez:
Entrevista
Preparación:
-En El Nacional del día 10 de junio de 1994, Alfredo Peña refirió en su columna “Conversaciones”, que usted había concedido una entrevista a la revista NEWSWEEK en la cual confesó que la gente del Movimiento Bolivariano que usted representa quiere hacer tratos con empresarios y que usted ha estado en fiestas de la alta sociedad caraqueña y que ha entrado en contacto con gente de la embajada norteamericana, y que usted está definitivamente a favor de la inversión extranjera. ¿Cómo hará usted para conciliar la rapiña, la extorsión, el derrape moral de los impresionantes mafiosos extranjeros entrenados por la vil política del consumo capitalista, con una verdadera causa moral? La historia nos ha enseñado que EE.UU. jamás ha permitido la dignidad y la independencia económica de ningún país de Latinoamérica. Hubo un grito el siglo pasado, que en cuanto a inversiones extranjeras está aún vigente: ¡Ladrones y falsificadores, quebrados y asesinos del mundo, venid a Venezuela, y encontraréis patria, honor y riqueza! ¿Cómo conseguirá usted un milagro que ni Bolívar pudo?
- Comandante Chávez: ¿Cómo es su relación con esa “izquierda” controlada por Petkoff, Pompeyo, Douglas Bravo, Américo Martín,..?
- ¿Cómo sabe usted que en su lucha por crear un gran movimiento de masas, no estará transitando el trillado camino del MEP, MAS, MIR o de la CAUSA R?
- ¿Usted cree que el pueblo realmente se encuentra entre cuatro paredes de un hotel, en una sala de la ULA, en los eternos centros donde mil veces se han cocinado las vacuidades y el horrible onanismo de las declaraciones para las cuales lo único que sabemos es aplaudir?
-¿Cómo hará usted para llegar al pueblo, que no sea el estilo de las giras, donde aparecen ese enjambre de oportunistas un estilo que ha sido implantado por los partidos desde 1936?
-¿Tiene usted un detector moral para husmear la debilidad, la cobardía, la hipocresía, la demagogia y el sentimiento negociador de ciertos grupos politiqueros que pueden buscarle y elogiarle hoy, pero mañana traicionarle y con ello provocar terribles daños a su proyecto, a la nación toda?
-Venezuela es uno de los países que tiene la colección más impresionante de leyes. Habría que crea un nuevo sistema matemático para contarlas. Los Decretos del Ejecutivo son incontables, las ordenanzas diseminadas en folletos que se venden como arroz por las calles como barajitas de distintos colores. Todo un infierno de proyectos y anteproyectos, de reformas y leyes derogadas completamente vigentes que conforman la más aberrante locura jurídica jamás imaginada o concebida. Bolívar fue el primero en advertir que para nosotros las Constituciones eran meros papeles y que no había cosa sagrada que no hubiésemos degradado, y que el proyecto de la Constitución Boliviana propuesto por él, fue la causa de su desgracia política. La historia nos ha demostrado que todas las constituyentes han terminado en burlas y en estafas para el pueblo. Más de cincuenta Constituciones se habían hecho en Venezuela desde 1810 hasta 1858, cuando se realizó la famosa Constituyente de Valencia, una de las más perfectas jamás concebidas por el género humano. Esta Constituyente fue prostituida por Julián Castro en pocas horas, envilecida luego por Manuel Felipe Tovar y Pedro Gual, al tiempo que monstruosos criminales se erigían en ductores de la república, y sin los cuales el gobierno no habría podido subsistir. ¿En virtud de toda esa realidad, de veras usted cree que una Constituyente nos puede cambiar?
-¿Participaría usted en unas elecciones con el actual sistema electoral y político que tenemos?
-Poco después del 4 de febrero comenzaron a darse unas fisuras inocultables dentro del grupo de comandantes que dirigieron la intentona. Hoy, dos de sus figuras fundamentales, Francisco Javier Cárdenas y Joel Acosta Chirinos son funcionarios del gobierno pequeño -burgués del doctor Caldera. ¿Revela esto que no había un programa claro y sólido dentro del movimiento Bolivariano y que de ustedes haber triunfado dicho movimiento se habría escindido produciendo otra estrepitosa frustración en el pueblo venezolano?…
20 -6 -1994: Hoy me he encontrado con el comandante Chávez en el Mercado Principal. Nos hemos dado la mano y hablamos muy poco. Dijo haber leído mis artículos de El Globo, pero que no conocía mi libro sobre el 4 de febrero. El tal coronel Delgado que le sirve de asistente cortó nuestra conversación porque debían atender un compromiso con un grupo de trabajadores. El Comandante tiene madera de político, conversa y no se enreda en conflictos argumentales con nadie. La entrevista no podía darse, no está en su agenda, no hay tiempo disponible… Nada más tengo que consignar de momento sobre este encuentro.
Eso sí, debo consignar que en gran medida la población merideña, por ejemplo, ha mostrado una apatía casi absoluta con relación con su presencia; en el Mercado principal lo vi bastante solitario, y en la plaza Bolívar donde estuvo cerca de las doce, no había más de veinte personas.