En “Derrota” él se defiende como puede: «Yo que no he tenido un oficio (mentira, tu oficio ha sido esconderte cuando no debiste hacerlo), que ante todo competidor me he sentido débil (mentira, has competido bien como los galgos macilentos y seguros de sus pasos), que perdí los mejores títulos para la vida (estás llenos de ellos, España, la mayor paridora de títulos, te reserva otros), que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) (mentira, tú siempre has permanecido en el mismo lugar, a gusto y tranquilo), que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos (todos los aptos de la Virgen María te tienen en la gloria con tu último sueño), que me arrimo a la paredes para no caer del todo (vas con bases sólidas y con un cojín de truenos a todas partes donde te metes), que soy objeto de risa para mí mismo (torpe, la risa sagrada de las calaveras), que creí que mi padre era eterno (claro: Miguel Henrique Otero, por eso te premian , santo)…»
Todo en Rafael Cadenas ha sido pose y medianías, y debut en sociedad. Él anhelaba encontrarse con una reina de la casa de borbones, y se encontró con dos, con la emérita y con la esposa del hijo del elefantes, Felipe… Menos mal que llegó a viejo para que fuese conocido en profundidad. Ahora se duerme en los cafés, burgués y enchancletado. Pasea en yate, le mete a la tertulia en los bares palaciegos de sus premiadores. Lo han galardonado por su buena panza (estrafalaria curvatura de la felicidad). Siempre, de muchacho, tuvo excelente conducta, niño prodigio de 20 puntos, en todo. Pendejo. Por aquella conducta estos arrojos: de los más firmes firmantes de cuanto panfleto se haga contra el gobierno del Presidente Hugo Chávez; siempre arrodillado a su padre Miguel Henrique Otero. Hoy apareces como otra miss en la portada de El Nacional, haciéndose el triste, el lánguido y el sutil poeta que una vez escribió “Derrota”. Ni derrotado ni poeta. Triunfador y burdo, como cualquier Pablo Medina del Movimiento 2-D.
Hoy El poeta venezolano Rafael Cadenas pronunció este martes 23 de octubre un discurso en el que defendió la libertad y reivindicó la democracia como la única forma de instaurar la normalidad en Venezuela, durante la ceremonia celebrada en la Universidad de Salamanca (Usal) donde recibió el XXVII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, de manos de la propia reina Sofía de España.
El escritor, primer venezolano en ser distinguido con el Reina Sofía, describió sus vínculos con España a través de la literatura.
Cadenas se refirió también a la abominación de los nacionalismos, “que sólo traen odios, conflictos y guerras”, en un acto en el que estuvieron presentes el rector de la Usal, Ricardo Rivero; el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera; la secretaria de Estado de Universidades, Investigación, Desarrollo e Innovación de España, Ángeles Heras, y el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán.
“Hay palabras tan principales… por ejemplo la libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad, las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente. Esas palabras deben corresponder a lo que designan…. En Venezuela nos urge instaurar la normalidad que sólo puede ser democrática”, subrayó el poeta mayor de Venezuela en su deseo de resaltar la importancia del lenguaje en el ejercicio de la política.
Ya en el pasado la derecha lo había llenado de reconocimiento en 2009 en Guadalajara, premiado por la derecha católica española, mejicana, venezolana, colombiana y norteamericana: María Luisa Blanco (de la derecha española y del jurado Príncipe de Asturias); Ana María González Luna (reina del periodismo por su militancia católica, del Opus Dei mejicano), Gustavo Guerrero, el cerdito que salió a partir lanzas contra el Premio Rómulo Gallego cuando se lo otorgaron a Isaac Rosa. El venezolano Gustavo Guerrero escribió un artículo “Réquiem para un premio”, publicado en la bazofia de “El País”. Dice Guerrero, mirándose en el espejo de su burda función, que en la elección del jurado del Rómulo Gallegos había “obediencia” ideológica de sus miembros. Guerrero se preguntaba por tal afiliación como un elemento que convertiría en sospechoso el fallo. Reconoce la calidad de la novela de Isaac Rosa pero se pregunta por su postura política.
Hoy, cuando a Rafael Cadenas todavía lo recuerdan por “Derrota”, él se inquieta: quisiera eliminarlo de su repertorio. Dice que no le gusta porque “está lleno de quejas y desde hace años dejé de quejarme; porque tiene cierto vínculo con la absurda y dolorosa lucha armada contra un gobierno democrático, lo que contribuyó a traer la autocracia militarista que se ha enseñoreado en el país. Hoy no siento, pues, que «Derrota» me exprese. Congratulaciones, cursi.