Urdaneta, Orlando: Véase Sociedad Civil Golpista.
Urdaneta, Orlando: Petulante actor de cine, horriblemente mayamero, que en su juventud se dedicó a hacer películas que pretendían tener ciertos argumentos y que “revolucionarios”. En realidad, no pasaban de ser bazofias. El asunto de la izquierda y del comunismo estaba bueno para hacerlo en el cine, pero eso de llevarlo a la realidad acojonaba demasiado. Pero este gallito de medio pelo llamado Orlando Urdaneta, no pasa de ser un infeliz mamador de gallo, incapaz para sostener nada serio y en eso anduvo disipando su vida. Esta fue una cultura del mamaderismo de gallo que en parte desarrolló desde las páginas El Nacional, y sobre todo Miguel Otero Silva[1], fue un estilo que destrozó moralmente a grandes sectores del país. Y a Orlando, al igual que Claudio Nazoa, le dijeron que tenía chispa para joder y que se dedicara a eso, por televisión. Cogió clases de la camada de mayameros anticastristas y se entregó pues a la jodederita sin término y sin control. El 11-A por la noche se convierte en el mozo de cuadra de los generales alzados, echando chistes y celebrando a cuatro carrillos, y se mete en Fuerte Tiuna como todo un gran general.
Después del 11-A tuvo un programa en Globovisión en el que se dedicó a ofender del modo más vomitivo al presidente Hugo Chávez. El sábado 13 de Abril del 2002, aparece en EL Nacional la siguiente nota de Laura Waffer Cifuentes: “Orlando Urdaneta, el pez que fuma”: La camisa azul mar que tenía el actor Orlando Urdaneta desentonaba con el verde militar que prevalecía en el recinto de la inspectoría de la fuerza Armada Nacional. La adrenalina no le permitía caer sobre la somnolencia a la que prácticamente todo el mundo se había rendido a las 4 de la mañana. No dejaba de moverse como un interlocutor recurrente; igual se dirigía a los generales de la prensa.
Con una inusual familiaridad palmeaba en la espalda a todos los jerarcas castrenses que allí se encontraban reunidos. Aparte de unos periodistas y los protagonistas de la acción, no había nadie ajeno a la ocasión. Sin embargo el lucia una vez más como el maestro de ceremonias. De hecho, posteriormente se supo que había sido el único civil que estuvo presente de las negociaciones militares. Al ser consultado sobre su presencia allí, Urdaneta se limito a sonreír y con una simpática frase dejo abierto el misterio. No quedó clara su participación, aunque si sus actividades previas a esta aparición teatral.
[1] Véase Otero Silva, Miguel.