Villalba, Jóvito: Nació en Nueva Esparta. Fue el más fogoso orador de la llamada generación del 28, el más valioso y elocuente líder de la oposición de entonces. Su verbo frenético y compulsivo volvía histéricas a las masas. Pero era lo único que tenía. Jóvito Villalba toda la vida fue un hombre ambiguo en sus decisiones; en el 52 se dejó comprar por Pérez Jiménez quien le dio un millón de bolívares para que se fuera del país. En el 58 formó parte del acuerdo de Punto Fijo; después bajo cuerda, se vuelve adepto de los adecos, hasta el punto que Luis Beltrán Prieto Figueroa dice que con Jóvito los acuerdos hay que firmarlos con testigos y ante un notario.
Villalba, Jóvito: después de las elecciones de 1952 en las que él resulta vencedor, opta por venderse por dos millones de bolívares que le entrega el ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla. Desde entonces Jóvito no será sino un arlequín del negocio partidista, y desmoralizado, pero muy rico, desaparece del escenario nacional. Pérez Jiménez pasa a ser Presidente provisional y el 9 de enero de 1953, se instala la Asamblea Nacional Constituyente sólo con el fin de elevar al teniente coronel Marcos Pérez Jiménez a la Presidencia de Venezuela.
Villalba, Jóvito: La mejor pintura del ambiente que siguió a la caída de Gómez, lo refleja un libro don Silvio Ruiz[1]: “… Luego vino lo peor: a estos ilustrados patanes, comenzaron a darles carguitos políticos ficticios, jefes de sección, del secretariado de parroquias, vicepresidentes temporales hasta tanto se registre la organización, etc., y se plantaban ante el público a perorar como fanáticos evangélicos de lo que era la libertad, el derecho del pueblo, la defensa del ciudadanos, de los fundamentos y principios de una república…” Aquello comenzó a crecer como monte, y estas memeces se unieron muchos gomecistas que habían quedado sin cargos en el gobierno. En una de estas tembladeras públicas, Jóvito solicitó el destierro de los jesuitas y Rómulo pidió la expropiación de las compañías petroleras. Aquellos estropajos recorrían las calles haciendo sonar latas y produciendo golpes con palos en el piso. Como el gobierno había indemnizado a algunas personas que fueron torturadas bajo el gomecismo, cundieron las víctimas por doquier. Un abogado de apellido López Núñez[2] se fue a los llanos a buscar a cuanto peón había sido arponeado por error, al que un tigre hubiese arañado, al que una raya hubiere picado, para traerlos a Caracas y presentarlos como víctimas de las ergástulas del Bagre. Entonces el gobierno les daba 50 bolívares de los 15 mil que recibía el abogado por estos daños y perjuicios. Lo increíble, coño, fue que Jóvito Villalba cobró sus 15 mil bolívares.
Villalba, Jóvito: de los tres mosqueteros del Pacto de Nueva York. El plebiscito de 1957, se toma como pretexto para comenzar con la demolición del gobierno imperante. Rómulo Betancourt ya está en tratos con Jóvito Villalba y Rafael Caldera. Ha llegado la hora de hacer nuevamente lobby ante el Departamento de Estado, y pedir permiso para incrementar la sublevación contra el dictador, y presentar un proyecto de estabilidad democrática en la región. Los tres solidarios “demócratas liberales”: Betancourt, Caldera y Jóvito, los del Pacto Betancourt-Caldera-Villalba, hijos de una misma madre, la que les parió el año de 1935, cuando muere Juan Vicente Gómez, están ofreciendo sus buenos oficios para controlar cualquier tipo de conmoción una vez Pérez Jiménez entregue el mando. En los primeros contactos, siempre llevados de la mano de la señora Frances Grant, han sido muy bien recibidos por el Departamento de Estado; se les ha dado luz verde, con todo tipo de protecciones y recursos, para que procedan, con sensatas acciones, a elaborar un plan que no entorpezca en modo alguno el flujo de petróleo a Norteamérica, fuerza y razón de la democracia y de la paz en el mundo libre. Al fin se les ha informado que ciertamente ya Pérez Jiménez no calificaba para otro período, le había llegado su hora. Que la embajada de Estados Unidos en Venezuela estaba entregada a mover las piezas necesarias para salir del régimen entregándole toda clase de asistencia económica a grupos de oficiales y a empresarios para dar inicio a los primeros conatos subversivos. La Creole en Venezuela iba a prestar ayuda cerrando sus bombas de servicio de gasolina. La CIA dispondría de un centro de monitoreo permanente de la situación política nacional, y se reuniría con Richard Nixon para definir una estrategia de acción inmediata en caso de que se requiriese de una intervención. El acuerdo de los del Pacto B-C-V, queda sellado en el New York Athletic Club. Uno de los puntos que se planteó en esa reunión fue sacar de circulación a Fabricio Ojeda, militante de URD, quien estaba adquiriendo una “peligrosa” figuración en las acciones de calle contra la dictadura. Era Fabricio presidente de la Junta Patriótica.
Villalba Villalba, Luis: Gh.P. Académico que realmente jamás aportó nada a la academia. Siempre bajo la sombra de los adecos, medrando, otro soberbio y perfecto “diente roto”. Véase además Arcaya, Luis Ignacio.
Villamizar, Alicia: Prof. Agregado, Ambiente y Desarrollo, USB. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Véase Brutos universitarios y académicos.
Villarreal, Avelino: Véase Celis Parra, Bernardo.
Villarroel, Roberto: Economista, miembro del Grupo 400+ (G-400+). Véase Grupo 400+ (G-400+).
Villegas, María Elena: Prof. Escuela de Educación, UCAB. Véase Brutos universitarios y académicos.
Villegas, Silvia: Prof. Asociado, Matemáticas, UNIMET. Véase Brutos universitarios y académicos.
Vincenti, Carmen: Prof. Titular, Literatura Latinoamericana, USB. Véase Brutos universitarios y académicos.
[1] Véase “¡Fuera de Miraflores AD!”, Segunda Edición, Ediciones Garrido, Caracas, 1969, pag. 53.
[2] Véase “¡Fuera de Miraflores AD!”, Segunda Edición, Ediciones Garrido, Caracas, 1969, pag. 53.