Zumeta, César: empedernido racista, ideólogo del régimen de Juan Vicente Gómez, como gran cosa sostenía que el señorío, el refinamiento y la elegancia en el lenguaje constituían aspectos positivos que derivaban de la monarquía. Se dice que era hijo del ex presidente Antonio Guzmán Blanco, aunque la historia recoge que abandonado por sus padres fue criado por Tomasa Zumeta de Foxerost. Nació en San Felipe, estado Yaracuy, en 1860. Difundió: “Nuestro Libertador fue grande porque era un gran señor, cuyos gustos y modales refinados inspiraban respeto y admiración. No se concibe a un héroe que coma con los dedos y hable groseramente. Sus expresiones son tratados de urbanidad.” No obstante César Zumeta, criticó acerbamente a Gallegos por idealizar demasiado a Santos Luzardo, “quien en el fondo es algún abogado de una compañía petrolera, indiferentes a los problemas venezolanos”, dijo. Igualmente César Zumeta sostuvo que Cipriano Castro era psicópata y psicopatógeno, en otras palabras, que estaba loco y tenía la insólita cualidad de volver locos a los demás. Esa condición psicopática de Castro, cubierta por el barniz de la consigna “Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos”, daba a su épica un aire de romanticismo que le ganó la simpatía de los jóvenes que en los albores del siglo XX buscaban una esperanza a la que aferrarse.
Zumeta, César: era un ferviente seguidor del Conde de Gobineau, considerado el padre del racismo; Gobineau era un sesudo pensador cuyas formas de pensamiento conducen para algunos en los excesos del nazismo. Planteaba algo Gobineau que Zumeta trataba de metérselo a la alta clase social venezolana: existen desigualdades innatas entre las razas humanas. Sostiene Gobineau que todo lo grande, noble y fructífero que existe en las obras del hombre en esta tierra, en la ciencia, el arte y la civilización, deriva de un solo punto de partida, es el desarrollo de un solo germen y el resultado de un pensamiento único; pertenece a una sola familia, cuyas distintas ramas han reinado en todos los países civilizados del universo. Esta posición de Gobineau, insistimos, ejerció un efecto profundo en la formación política y moral de Zumeta. Se creía en el con la responsabilidad de salvaguardar los pocos valores de la clase aristocrática a la cual él pertenecía, con el sentido de sostener unos principios sociales, de los cuales él suponía, emergía todo lo superior y todo lo esencial y bueno que representamos como Nación, como pueblo. El mismo Zumeta se pregunta, edulcorando las ideas que presenta Gobineau: ¿Podrían calificarse de arios a Leonardo de Vinci, Miguel Angel, Napoleón y nuestro Bolívar? Ellos son más bien el fruto de una larga tradición cultural que se revela en un determinado momento”. Zumeta sostenía que los intelectuales en Venezuela eran unos perseguidos de todos los gobiernos y que lo correcto para ellos era mantenerse en la oscuridad para sobrevivir. “A veces, por casualidad, le arrojan el mendrugo de un consulado o de una función diplomática y se lo enrostran toda la vida como crimen. Los ministerios son entre nosotros para los brutos, a quienes llaman nuestros congéneres discretos, serios o ponderados”, decía.