1 de julio.
Calor: 34º. Fui con López a una piscina. De Gaulle con mejoría en el parlamento. Sin trabajar en lo que me he propuesto. Una nueva novela en que el principal papel esté asignado a la realidad y al pensamiento. Ningún cuadro social, ningún interés en demostrar nada.
Trabajando en ese proyecto de novela: realidad, menos, visiones. (Todo dentro de la realidad más estricta).
Ayer vino López por nosotros. su hija Iraima cumple 15 años.
Trabajando en el proyecto de la novela. Fui al cine. «La voluntad del muerto».
Hoy creo haberle puesto punto final a ese trabajo que me propuse hacer para enviar al concurso «Sésamo». No es un relato ni una novela ni cosa que se le parezca; es más bien una recopilación de notas de mi diario de Bruselas. Ayer los venezolanos estuvieron en sus fiestas, celebrando el día patrio, y yo estuve trabajando y leyendo a Musil. Esto si es hacer patria. (Punto final a la primera versión).
Sábado. Ha llovido todo el día. No tenemos dinero. Menos mal que con lo que nos quedaba compré las entradas para la película de René Clair que veremos mañana.
Me levanté a las nueve porque anoche me acosté como a las dos y me dormí tarde. Me leí (anoche) todo un libro de Cortázar: «Las Armas Secretas» y un cuento, «Después del almuerzo», que salió en la Revista Mexicana de Literatura. Hoy volví a corregir los originales de ese trabajo que me propuse hacer, o montar, para enviarlo al concurso de relato largo «Sésamo», en Madrid. Me obsesiona una cosa que nunca antes me llamó la atención: Enviar una obra mía a un concurso.
Lectura de «las Tribulaciones del estudiante Torles», de Musil.
Mañana empezaré a pasar en limpio el trabajo que pienso hacer pasar como «relato largo» en el concurso «Sésamo», de Madrid. Tal vez no obtenga ningún premio, pero el trabajo me alienta. Y si no se da nada, puedo seguir trabajando ese boceto. Lo más difícil es dar comienzo a una obra. Y tal vez sea mejor que no gane nada. En general tengo un buen esqueleto; venezolano en Bruselas; ahora tendría que ir metiendo lo que sé o he visto en los demás. Lo malo son las groserías. ¿Pero cómo evitarlas? Tentación hacia el surrealismo. Por lo menos en la pintura. No he podido leer «Nadja», de Breton.
Lectura de un ensayo de José Mancisidor sobre Balzac.
8.- Juega por lo bajo: A todo el mundo dice: «Tengo un apartamento muy pequeño». Y ha ido llevando de a dos a los representantes civiles de la Embajada y a los agregados militares. «Quiere estar en las buenas con todos es el comentario del coronel, quien además lo tiene fichado como antimilitarista. Una noche el Embajador hacía una recepción al economista Ley y el Cónsul en todo momento llegaba y decía: «Cuando usted salió del Ministerio de Hacienda yo renuncié en el acto». Y este cónsul no tenía más que un pobre puesto. Ley no lo recordaba, hacía memoria, pero no lo recordaba; hasta que de pronto, en una de las veces que re-atacó el Cónsul con que había renunciado después que Ley había salido le dijo: «Espera, sí, chico, ahora si me acuerdo; tú eras el que siempre venías con unos datos precisos acerca de las conspiraciones militares».
9 de julio
Ayer y hoy trabajando en el relato largo que pienso mandar al concurso «Sésamo»: 30 páginas en dos días. Anoche fui al cine: «El Vampiro», film de Carl Dreyer, según una novela de Sheridan le Fanu. Las películas que más me gustan son éstas, de terror y misterio.
Yo supongo que en la medida que Mrs Caldwell habla con su hijo, de Camilo José Cela, es una novela, este libro mío es un relato largo.
Como ahora no voy por la Embajada, López viene a diario por casa.
El hedor era muy intenso. Vampiros. Vampirismo. En Hungría es donde hay más vampiros. Chopin, la vieja que hubo de ser atravesada por una estaca.
10 de julio
Hoy trabajé en 21 cuartillas del libro que preparo especialmente para enviar al concurso «Sésamo», de relato largo.
Vino López a traernos una cama que nos regaló.
Sale Pompidou del gobierno de De Gaulle. Anoche leí unos cuentos de García Márquez. Hoy no he leído nada. Vamos a comer. Todo el mundo lleva su diario ahora. “Le Soir” publica el diario de un navegante solitario. Nadie leerá diarios en el futuro. Todo el mundo llevará su diario.
A un Dios desconocido. Lectura de los hoteles de mala muerte. Tenía 18 años y pensaba en la novela que iba a escribir. Nunca pude leer a Nickens.
11 de julio
Soñé que L vivía allá en Las Mercedes del Llano, en la casa de Lelo. Mi papá apareció en el patio medio trastornado. Yo lo llevé a la casa de L, donde había una fiesta. No quiso aceptar nada y se sonreía con asco. Luego cambió todo. Volví a Bruselas y aquí, en un bar, me topé a Guaramato, quien andaba con una mejicana que tenía una niña. Le hablé a Guaramato de la novela que me edita Jorge Álvarez y me respondió que no le hablara de eso, que en Venezuela, desde que A. G. L., se ganó el concurso «Biblioteca Breve», no toman en cuenta más que a él. Salió corriendo hacia la parada de un tranvía. Yo detrás, porque quería decirle que un premio no quería decir nada y que yo estaba trabajando. Pero él volvió a la carga: «Con decirte que allá la gente no habla de otra cosa que de Adriano, menos L. E. Rey. ¿Para qué va a seguir trabajando uno?». Me vine sin despedirme.
12 de julio
Si usted supiera que hasta por principio es bueno hacerse de enemigos. Un enemigo es el mejor propagandista que uno tiene, que «descubre» mejor nuestros defectos y nuestras cualidades y el que nos hace temer ante los demás. Eso sí, no le dé cuartel a ese enemigo, no le deje enfriar su enemistad hacia usted. (Cómo tener enemigos e influir sobre las personas). Sea un vampiro para con sus enemigos. Haga ver que los va a destruir a la larga. Eso hace sufrir. Pero hágase temible para que despierte temor. Sea duro, despreciativo.
Para realizarse debe tener un blanco. Para realizarse se debe inventar un blanco. Se debe amar a alguien. Se debe odiar a alguien. No perder de vista.
Leyendo el «Goya», de Ortega y Gasset. No hace sino citarse a sí mismo o mandar al lector a unos anteriores libros.
14 de junio
Ayer era 13 y escribí un pequeño capítulo para ese relato largo que escribo con la intención de enviar al concurso Sésamo». En la noche me fui a un museo del cine y vi dos películas. Una de ellas de Visconti según el «Cartero llama dos veces», de Caín. Tuve varios sueños pero no recuerdo ninguno. La familia de López se fue a España. Éste cree que lo trasladen a España. Se va ahora de vacaciones para allá y me pide una carta para alguien de Madrid donde diga de él que es peligroso, que lleva un diario con el que va a envainar gente, etc. Me dice que quiere tener esa fama que tengo o impongo yo. Total, le escribo a Régulo Moreno a quien le digo que ponga en contacto con Guaramato. Hoy iremos a ver un film de Lang: “La mujer del retrato».
Creo que todas estas noches me vengo encontrando con el secretario de la Embajada de México. Y en el Museo del Cine, anoche soñé con que lo había sorprendido con el Embajador jugando a las cartas. Se azoraron todos y yo tuve que decirles que no se preocuparan, que yo también jugaba a las cartas con mi mujer.
Regreso del cine: un film de Fritz Lang: «The woman in the window». Extraordinario. Yo que he querido despertarle el interés por el cine a L, lo llevé con su hija Ama. Pero L salió diciendo que no le gustaban esas películas de crímenes y que no dormirá esta noche. M tampoco me acompaña en mi delectación.
15 de julio
Hoy he estado con L, y con un compadre suyo, un dentista de Maturín, de apellido Rondón. El coronel fue por allá, por la casa de L, y se tomó unos whiskies con nosotros y comió carne y aguacates. Nos dijo que Ganteaume estaba enfermo. Le había dado un ataque o «un gran dolor». Me dijo que esa enfermedad se debía a mí, que le metí el ojo la vez que jugó dominó el día que la hija de L cumplía años. El coronel se ve un poco extraño. Visita mucho a Caifás y nos hizo ver que podía ser nombrado consejero, porque él, como agregado militar que es, puede suceder al embajador. Se fue de prisa. Yo supongo que se está metiendo con Caifás y toda la gente del gobierno, por eso me dijo L que lo pueden pasar a retiro. A mí esta vaina no me importa nada. La gente me teme. Es lo importante para mí. Le he jugado bien a Caifás y lo he enfermado. Le hago ver que lo voy a envainar con el diario. En estos días le mandé a decir que iba a publicar lo de mi vida en Bélgica.
Se me olvidó decir que hace dos años que llegué yo a este país. Anoche soñé con Adriano. Yo entré en un cine y Adriano estaba ahí. Luego yo me salí. Adriano es un poeta, pero yo soy el alma más fuerte de Venezuela. Soy Beethoven. Tuve dos o tres sueños más. Esta noche iré a ver «La dama de Shangai», con Orson Welles. Me tienen por diabólico. Hoy este amigo de L que vino de Venezuela, al oírme hablar dijo que si yo tenía 32 años los había aprovechado bien. Dijo también que no salía solo conmigo ni por el diablo. Yo me alegro. Aquí la gente dice que Ganteaume se enfermó el día que fue a la casa de L, que yo le metí el ojo en las cejas y llegó con un dolor de cabeza y luego cayó al suelo. Es la guerra que le he dedicado mandándole a decir con la gente que lo voy a joder escribiendo para Venezuela o publicando el diario. El coronel me dijo hoy que el embajador Morales Crespo me temía Yo creo que él (el coronel) también me teme. Bueno, y ¿quién es el que no me teme? Me acuerdo de las peleas que tuve cuando muchacho. Apenas me despertaba me decía: «¿Con quién pelearé hoy?». Y seguro que peleaba. Inventaba que me veía mal. Me encantaba pelear. Era flaco, pero lanzaba golpes por el estómago: Y tenía yo una manera de defenderme con la rodilla. Ahora peleo de otra manera, pero me sigo diciendo lo mismo: «¿Con quién pelearé hoy?». Y seguro que peleo, pero de otra forma. De esa forma que llaman fría o sicológica. He tomado tanto aguardiente …
16 de julio
He detenido el relato ese que he venido trabajando. Pero tengo «chance» hasta el 15 (lo menos) de septiembre.
Hoy, al fin consigo un libro de Strindberg: «Autodefensa». Es un escritor que empecé a admirar a través de un ensayo de Jaspers.
Son las 7 de la noche. No ha mucho que vino L a decirme que el embajador de México lo había llamado para decirle que me espera en su casa mañana miércoles. Me dará una comida. Le dijo a L que fuera también.
Caifás sigue enfermo, me dijo L. Creo que dentro de poco me iré a ver una película en el Museo del Cine: «Huit heures de sursis«, de Carol Reed Mason.
17 de julio
A Caifás lo internan hoy en una clínica. El coronel está resentido con Caifás porque éste no lo dejó encargado de la embajada. «Ese es un antimilitarista. Ahora llego aquí a las once de la mañana. Antes llegaba a las ocho. Pero si me necesitaran no me encontrarían». Ahora bien, yo no me explico por qué el coronel quería que lo encargaran de la Embajada. ¿Qué iba a hacer o pensaría hacer en esa posición? Seguro que para lucirse ante L.
El coronel me dijo que hace unos días se sintió muy ufano por cuanto vino un famoso médico venezolano y él fue el que lo atendió. Llevó a Caifás para que viera, pero que fue él (el coronel) el que pagó. Dice que con eso (pagando) se ha lucido. Este coronel (como se lo ha dicho L) no se da su puesto. A mi parecer se ha arrastrado mucho. No le toman en serio, no tiene ninguna compostura, ninguna moral.
18 de julio
Golpe de estado en Irak. Leyendo a Strindberg.
Son las diez de la noche y acabo de regresar de la casa del embajador de México. He ido con L, y allá nos hemos tomado unos whiskies, unas tequilas y nos hemos comido unos «tacos». Al embajador le tiemblan las manos, supongo que por la bebedera. Leyó mi novela y cree que tendrá un éxito enorme. L me elogió y me llamó todo el tiempo «maestro». Dijo eso de que me temían y que nadie me invitaba por el asunto del diario. El embajador hizo un recuento de la revolución mexicana. Yo bebí y comí y ahora he mandado a hacer unas arepas con M, porque tengo hambre.
¡Cuándo llegará mi novela!
19 de julio
En casa todo el día leyendo «Autodefensa», de Strindberg. Vino una amiga de M y almorzó con nosotros. Esta muchacha, hija única. estudia derecho y criminología. Cargaba el «Diario de Gide». Dentro de poco, tal vez, me vaya al Museo del Cine a ver «Eve», de Joseph Mankiewicz.
19 de julio
Termino de leer el libro de Strindberg. Como lo preveía, no me ha desilusionado. Estos problemas son los que yo más tomo en cuenta. Celos, desconfianza, vicios, traiciones. Muy bien, excelente. Strindberg es un maestro.
Compro «Historia y vida», de Azorín, y «Tirano Banderas», de Valle-Inclán. Escribo a España pidiendo una antología de cuentos norteamericanos, un libro de ensayos (que yo conozco) de Jaspers y todo lo que pueda encontrarse (en español) de Strinberg.
Son las doce de la noche. Regreso del Museo del Cine, donde he visto «Rashomon» y «El hombre del traje blanco».
20 de julio. Sábado
Todo el día en casa leyendo variad entrevistas a escritores que publicó Gallimar: «Tirando Banderas», de Valle- Inclán. Leí un ensayo de Azorín sobre la historia. Al cine: «La nuit des forains«, de Bergman. Llovió casi todo el día. Salí un rato para visitar a una librería, compro el «Diario del Che Guevara», que editó Maspero.
21 de julio
Soñé que Adriano pronunciaba un discurso en el Ateneo y dijo que yo era su más peligroso rival. Tal vez esta noche vaya al cine a ver: «Abismo de pasión», film de Buñuel, según la novela de Emilia Bronte.
Todo el día pensando en que «Tirano banderas» es una obra maestra. Asturias le debe mucho a Valle-Inclán y no lo confiesa, que yo sepa no lo ha confesado.
22 de julio
«Je n´aime beaucoup ce film«, «Cumbres Borrascosas»….
Idea de escribir un trabajo largo en el que explique cómo me hice escritor. La idea me vino del cuestionario que me envió la Universidad de Los Andes para meter mi ficha en un diccionario de la literatura venezolana que se prepara.. Como allí me preguntan qué influencias he tenido y qué personas han influido en mí personalmente… No creo que en una ficha de dos cuartillas se pueda decir nada. Lecturas. Amigos. Aún personas que no son literatos ni nada han influido más en mí que los literatos o los libros. La mejor escuela para la política es el amor. Así la mejor escuela para el escritor es la aventura. Un perderse y un entrever cosas. El misterio lo es todo para mí.
Recientemente, cuando el Dr. Rondón estuvo de vacaciones en Bruselas se encontró con la desagradable sorpresa de que nuestra embajada en Bélgica era atendida por un Consejero de apellido G, que nunca iba al trabajo porque cada semana tenían que atarlo o llevarlo a una clínica. Luego cuando inquirió el porqué de tal hecho, los empleados de la Embajada le respondieron que el tal G se quejaba de dolores de cabeza y la emprendía con ellos. Para conseguir que le renovaran el pasaporte el Dr. tuvo que permanecer una semana en Bruselas porque el tal Dr. G decía que no firmaba ningún papel si no se lo llevaban a su casa.
Y el Dr. G vivía a tres cuartos de hora y fuera de la ciudad.
Obsesionado con la idea de que debo leer «Infierno», de Strindberg.
Ciertamente la ociosidad, para los que realmente no hacen nada, es una fuente de vicio. Para mí es un drama. Varias veces he procurado leer y no he podido. He procurado escribir y no he podido. He procurado pasar unos trabajos en máquina y no he podido. Pero esto, en mí, no es ociosidad, es que estoy poseído por el afán de conocimiento y no puedo (me doy cuenta de esto) aprehenderlo todo en un momento. Si leo en español, me digo que debo leer en francés y dejo el libro. Y viceversa. Pienso en la América Latina, en todo lo que hay que hacer por allá, pero no me vendría mal un tiempito por aquí, me digo, y me domino. Son las cinco de la tarde. Hoy me llegó el Nº 58 de “Zona Franca” y no apareció mi cuento. Supongo que es la nueva mujer de Liscano la que impide que salga. La otra vez me escribió diciéndome que si yo era amigo de Juan (como lo afirmaba en una carta) no hubiera dicho lo que dije en un periódico. Claro, yo entiendo: esta nueva señora de Juan no es nadie. Lo enamoró, se casó con él y ahora quiere dominarlo, encausarlo. Y Juan no es hombre para andar en fiestas y andar luciendo. Y las mujeres que Juan ha tenido lo que quieren es aprovecharle su dinero, lucirse en fiestas. Y Juan lo que hace es leer y tiene un afán por estar al día en ideas y en lecturas. Y esta señora se tardó para mandarme el cheque por el cuento que ofreció publicarme en este número. Juan se separará de ella. En Venezuela no hay mujeres que entiendan a los escritores. No nos ayudan. Las mujeres allá se casan por lucir un marido, por decir que se casaron.
Yo estoy en una ratonera si no arreglo el asunto de este nuevo libro.
Y cómo se trabaja. Y luego está el asunto de que tengo que seguir trabajando en un nuevo proyecto. Y así. Asunto Medium. Presidentes que creen en la magia y el horóscopo. Y la bruja que arrastra su vestido. Y los hombres que llevan las velas y el hombre que se traga el fuego. Y los danzantes. La purificación por medio del agua. Símbolos primitivos. ¿Cómo saca un escritor un personaje de otra novela a menos que no sea él mismo?
23 de julio
Trabajé en ocho cuartillas de la novela (relato corto).
Fui a la Embajada a llevar mi pasaporte para renovarlo, pero allá no estaba el consejero y tuve que dejarlo. Me encuentro con el coronel Sánchez. Me dice: «Usted ha hecho una víctima de G. Todo el mundo sabe que usted escribe un libro en el que lo envaina». Le digo que no es así, que G no tiene ningún valor, pero que es el prototipo del venezolano encargado de unas relaciones exteriores. Me dice el coronel que nadie me quiere, que por eso nadie me invita a fiestas, que desconfían de mí, que temen el diario que llevo. Para llenar la medida, vino L y me dijo que la otra vez me porté insolente en su casa, que pedí la comida a gritos porque me iba al cine, en vez de acercarme a él o a sus hijas y pedírsela de buenas maneras. Me reí.
24 de julio
Soñé que había regresado a Venezuela y vivía en San Juan de los Morros y pasaba mis días en la casa de los comunistas. Tenía yo una novela mecanografiada, lista ya para enviar al editor y uno de los personajes era Espinosa, aquel que se había casado con Blanca Dalia; este personaje, como me habían contado que era, celaba a la mujer y le hacía la vida imposible. Ahí en San Juan de los Morros los comunistas tenían un club y Edecio Mujica le prestó los originales a Espinosa y yo estaba pendiente.
Yo estaba acostado en una cama con M y Espinosa leía los originales en una mesa de la sala y en esto llegó el flaco Prada a hablar con M. Habían matado a alguien y el flaco Prada quería que M defendiera a un comunista. Yo los dejé solos y salí a la calle y en una librería compré Le Monde. En un remate de libros vi las Obras Completas de Paul Eluard. Después caminé por la calle Bolívar con Le Monde doblado en la mano y me asomé a la farmacia de los hermanos Infante. Pregunté por Ney, que no estaba allí y le pedí prestada la bicicleta a una niña. M vino a mi encuentro y la monté en el travesaño, pero vi una camioneta de la Guardia Nacional que hacía la ronda y le dije a M que se bajara.
Hoy se fue L para España. Va de vacaciones y a ver qué resuelve con su familia, si la deja allá o la manda para Venezuela. Él tampoco sabe si lo trasladan de aquí. Vino por casa y yo le di una lista de libros que le recomendé comprara y una carta para Régulo Moreno Peña. En la Embajada vi al coronel Sánchez, quien me demostró sentirse atemorizado con el «diario» de L. Me dice que teme por cuanto le ha contado una cantidad de cosas íntimas, sobre todo de militares de su generación (de L).
Yo pensé para mis adentros que está surtiendo efecto el arma que le di a L. Y así es como debe temblar la gente cuando me ve u oye hablar de mí. Por otra parte, el coronel me dijo que la gente lo que hacía era envidiarme: «Yo huelo que a usted lo envidian», me dijo. «Por eso es que no lo invitan a ninguna parte. La gente lo ve a usted trabajar, esperan su novela, etc.».
Trabajé en ocho cuartillas de la novela.
Al cine: «The killing».
25 de julio
¿Cuál es el mal que aqueja a nuestra Reina?
Trabajo de 14 cartillas de la novela (o relato largo).
26 de Julio
Seamos sensatos, señores.
Trabajo en dos cuartillas de la novela o relato largo. Hoy hace cuatro meses que me escribió por última vez Jorge Álvarez. La carta la recibí luego el 1 de abril, o sea, cinco días después. No se vaya a arrepentir y no edite mi novela («Gritando su agonía»). Tendría que esperar para enviarla a un concurso. No editaré más en mi país. Comenzaría una nueva lucha por conseguir editor. Tampoco recibo carta de nadie. Ni de Adolfo, a quien le escribí aprovechando que se había ganado un 2do. premio de poesía. Esta noche iré al Museo del Cine: «La Source«, de Bergman.
Allá en Chile está asilado el señor Arguedas, antiguo ministro del interior de Bolivia que fue el que le envió el diario del Che Guevara a Fidel Castro.
Salimos a dar una vuelta, pero empezó a llover y nos devolvimos corriendo. Por no dejar, pregunté por unos libros de Strindberg.
Doce de la noche. Regreso del cine: «La Source«, de Bergman.
Sábado 27
Estuve comiendo y me acordé de San Juan de los Morros y pensé en una larga sucesión de vasos de whisky. No tendríamos para comer, pero en cada fiesta que daba el estado nos ponían a los muchachos una cantidad de botellas de whisky. Recordé una fiesta, la inauguración de los nuevos baños termales. Pensé que tal vez no regresaría más a mi país y siempre lo estaría recordando como lo hago con Santa María de Ipire, que desde que salí no he vuelto. Pensé que Fuentes escribirá sus memorias y en todas las páginas yo estaré presente. Pensé en López y me dice que si su amistad durara podría llegar a ser como que tengo con Fuentes. Y pensé que López debía andar pensando en mí. En lo que hace, en lo que dice, en lo que oye, en lo que ve piensa en mí. Me dije: «en pocos meses ha aprendido más conmigo que lo que ha aprendido en sus 42 años». Lo metí en la lista de mis amigos, siempre todos mayores que yo, que dicen: «esto lo aprendí yo de ti, (o pensé que era un distribuidor de ideas. Mis ideas le han servido a todo el mundo menos a mí, me dije. ¿Por qué? No vivo sino para pensar. De todos modos, los que me han dado algo, un plato de comida, una cama, un año o varios de convivencia siempre han querido cobrarme. Me dice: «no haces sino dormir y comer y luego protestas». Ante tamaños argumentos me he callado. Es verdad. Pero ¿por qué viven conmigo? No vivo sino para este diario. (Esta página está llena de sinos). No la cambiaré. Así sale, así se queda. Bien la puso Amiel al no vivir con nadie. No sacrificó su libertad para escribir su diario por vivir con nadie o con una mujer. Y no es que fuera homosexual, como decía Torrealba, sino (otra vez el sino, ¿pero cómo hago?) que pensaba más en su diario que en otra cosa. Por él quedó, por el diario se le conoce. Y yo soy novelista, lo he probado. la gente cree que cuando hago algo lo hago porque me ha ayudado. Aquí o en cualquier parte hubiera hecho lo que he hecho hasta ahora. ¡No vivo sino (sino) para hacer lo que hago! ¿De dónde sale este sino? Es como García Márquez con sus «Entonces» o Hemingway con «sus peros», o Wolfe con sus «había». Pero sólo esta página. Hoy es 27. Fui a acostarme y me acordé que el 3 de agosto, dentro de 8 días, publicarán el cuento ganador en el concurso de “El Nacional”. Pienso con rencor en Zambrano Urdaneta, que es miembro del jurado y no es mi amigo. Allí estarán los concurrentes hablando con los miembros del jurado. Hace tres años, cuando Márquez Salas era miembro del jurado o de ese concurso junto con Gloria Stolk y Fabbiani Ruiz, Héctor Mujica, quien concurrió al concurso, le mandó el cuento que había enviado. Márquez Salas me comentó que eso era falta de moral y que ahora no lo leería. Yo mandé esa vez y ni por esas de que era amigo de Márquez Salas le dije el nombre del cuento que había enviado. Era el ¿»Oyes ese grito bajo techo?». Márquez Salas, un día antes de entregar el veredicto me dijo: «te va a gustar lo que se acordó, vamos a declarar desierto el concurso de este año». Me dijo que había descubierto cuál era mi cuento por el estilo y el tema y que lo había defendido, pero que tanto la Stolk como Fabianni lo habían rehusado. Ahora una vez más he enviado a este concurso y Zambrano que está ahí me combatirá. Sólo confío en el buen juicio de Otero Silva. Yo no sé cuándo se me metió en la cabeza eso de que nadie es profeta en su tierra. Pero desde entonces pienso que no me queda otro camino que imponerme en Venezuela.
Salí a dar una vuelta y a preguntar en la librería por la «Historia de mi vida», de Chirico. Compré dos libros de Simenon: «Lettre a non juge» y «La fenetre des Rouet«.
He pasado todo el día leyendo en francés unos ensayos sobre Claudel, a quien por cierto nunca he leído. Leí (ahora mismo) algunas cartas que Claudel envió a Elisabeth Sainte-Marie-Perrin. En una de ellas le dice que la poesía francesa comienza con Rimbaud. Ahora Gallimard publicará el «Diario» que lleva durante cincuenta años. Para llevar un diario no hay nada mejor que la soledad o la vida en solitario.
28 de julio
Leyendo a Simenon: «Lettre non juge«. Lo mismo que en el relato que escribo para el concurso de «Sésamo», he puesto unos versos de Hölderlin en alemán para que el jurado para engañar, para pasar por culto. Esa es la impresión que me dan Goytisolo, Cortázar, Carlos Fuentes, Cabrera y tantos otros… (?) cuando en el final de «Señas de identidad» pone unas frases en cuatro idiomas. O todos los latinoamericanos de ahora que escriben sus novelas en varios idiomas. Nada más que por lucirse, para que digan los lectores, si es que en Latinoamérica hay lectores. Perdonen que me incluya. Al menos vendo mis libros en Venezuela. La vanidad va a acabar con el talento que podamos tener. No la vanidad, la vanidad es divina. Lo que va a acabar con nosotros es lo más falso que existe en un hombre: la pose, aparentar, causar buena impresión. Yo también, señores, he cogido este camino. Por eso os lo digo. No puedo guardarme mis bajezas. Me desenmascaro a mí mismo y desenmascaro a todos.
Qué difícil para mí escribir el español de España. Yo, pobre venezolano, lo digo.
Esto es un panfleto. Contra mí. Contra mis limitaciones. Contra mi impotencia. Estoy en cama. No me levanto porque no sé a donde ir. ¿Y mis limitaciones? Bueno, leer un libro, leer un periódico y pensar que salvé el día. ¿Contra mí? Lo peor, porque pienso que lo he conseguido todo y ya no hay nada que buscar. Tómalo o déjalo, no perderás. No ganarás nada. Lo importante es vivir. ¿Qué es vivir? Respuesta: No suicidarse. «¿Y ustedes qué ha hecho?». «Vivir». El que dijo esto ¿fue un cobarde? No, un hombre que no tenía nada qué hacer. Por qué luchar, qué defender. La prueba es que se le ha relegado, se le ha metido en desván. Sin embargo, tengo que confesarlo, yo no soy como él. Él siquiera llegó a una situación. ¿Cuál es la suya (la mía)? Esta: que se me diga que no hago más que dormir, permaneciendo en cama y decir que me considero un trabajador porque escribo una que otra nota para los periódicos, leo una novela o voy al cine porque me da qué pensar.
Ahora me tomo un vaso de ron para no tomar una pastilla contra los nervios.
Nervios. Tomo pastillas contra los nervios porque no hago nada, porque soy un ocioso, porque tengo miedo de vivir y no me decido a abandonar este mundo. Sin embargo, oíganlo bien: a todos hago ver que soy un desesperado. Autodefensa.
Cuando terminé de escribir lo que acabáis de leer me decía: voy a escribir una autodefensa. Qué cosa más tonta. Autodefensa. Justificación. Si todo el mundo se justificara el mundo no sería lo que es. O sería lo que no es: aún más falso o más embrollado. Escoge.
¡Que repito que hago lo de Dostoievsky? Sí, pero lo digo. No soy como Sábato, que hace como Dostoievsky y no lo dice. Más autodefensa. ¿Para qué? ¿Por qué no mejor decir que si hago como Dostoievsky es porque me gusta el sonido de algunas de sus frases? Esto es. Pero mi pensamiento de ahora es enteramente mío. No leo a Dostoievsky desde que tenía 20 años y ahora tengo treinta y dos.
No estaba dormido. No había llegado todavía a ese estado en el que no se está completamente dormido y en el que se goza a veces de una lucidez impresionante (G. Simenon).
«Cuando se escribe un libro para sí mismo no se tiene necesidad de intriga» (Nelson Algren. Entrevista con Alston Anderson y Terry Southern). ¿De qué nos vale seguir viviendo, harto el corazón, vacío el mundo?» (Novalis, recuerdo de una vieja traducción al español).
29 de julio
Empiezo a leer el libro de Juan Goytisolo: «Señas de identidad». Al principio veo un aire de Faulkner, pero después Goytisolo se desvía hacia el siempre mismo realismo español.
Compro «Memories d´Hadrien«, de Margarite Youtcenar.
30 de julio
Compro en versión francesa el diario íntimo de Novalis y los «Himnos a la noche».
Ayer y hoy la he pasado con un hipo que no me deja trabajar. Anoche le metí cuatro páginas más al relato para el concurso. Hoy he estado leyendo la biografía de «Antonio Pérez», por Marañón. Con este hipo me he estado acordando de mi papá. A él también le dio un ataque de hipo que le duró cerca de un mes. Se estaba volviendo loco, se tomó un frasco grande de pimienta en grano porque le decían que eso era bueno. Y nada. Entraba y salía de la pulpería, se acostaba, abandonó el trabajo. «Este hipo de mierda», era lo que se le oía decir por toda la casa. Vivíamos los dos solos. Yo me robé un pollo de la casa vecina y se lo preparé en sopa. Nada. No se le quitaba el hipo. Por la noche, él, para ver si pasaba un susto fue a botar las plumas del pollo que yo había metido en una caja de cartón.
Lectura del «Journal Intime», de Novalis. Lectura del «Antonio Pérez», de Marañón. Pensando en el concurso de «Sésamo» y en que debo volver a pasar varias cuartillas que he pasado mal. M y yo fuimos a una librería de viejo y dejé separado el «Journal«, de André Gide. Son las diez y media de la noche. Leo el prefacio que para el «Journal» de Novalis escribió G. Claretie. No olvidar: «Tout l´involontaire doit devenir volontaire«.
Se me olvidó anotar que compré otro libro de Simenon: «La porte».
31 de julio
Durante todo el día lectura del «Antonio Pérez», de Marañón y del «Journal Intime«, de Novalis. En la mañana salimos a llevar a G a la Créche y compramos dos pedazos de carne para el almuerzo. Yo no podría escribir como Novalis de la manera siguiente.: «estuve alegre, etc. Lo único es que salvo leer (y leo bastante cada día) y escribir las notas de este diario no hago otra cosa. Estoy dejando reposar unos días este relato que pienso enviar al concurso, para darle una revisada al final y decidirme (tal vez) a pasar una que otra página de nuevo. Sin embargo, me entusiasma leer este libro de Marañon, donde veo mucha intriga y donde aprendo que el poder puede adquirirse partiendo de la nada.