2 de Mayo.
Sale esta nota, de Pedro Francisco Luzardo, en la República.
El Dr. Velásquez me dice:
- Muy bien, a medida que la gente vaya leyendo el libro, se ira vendiendo y dándose a conocer. Hay que hacerle propaganda. Cuente con una nota. Yo le voy a decir a Ratto Ciarlo.
Escribo un relato.
La gente que ha leído el libro me dice:
- Pero tu haz estado aquí ¿verdad?
(Refiriéndose a las guerrillas)
4 de mayo.
El Dr. Velásquez me dice que no guarde papeles. Recuerda que las dos veces que cayó se debió a los archivos. A un profesor, una noche, en Los Chorros, le encontraron una carpeta con el nombre suyo. (Del Dr. Velásquez) Manuel Vicente Ledezma.
5 de mayo.
Luzardo me ofrece “La República”[1]. Me pide una parte del diario para el domingo.
9 de mayo. Sábado.
Estábamos jugando ajilei allí. En el escritorio de Márquez Salas nada más que por divertirnos y llegó la amante gorda esa de turno de Márquez Salas y se plantó allí con los brazos en la cintura y le dijo que si no se iba a ir. Y él trató de resistir y ella le dijo que si no se iba enseguida ella era la que se iba y parece que a él no le quedó más remedio porque suspendió la partida y salió por delante sin despedirse. El Dr. Mujica y yo nos quedamos haciendo comentarios nada favorables de la actitud de la mujer y de la sumisión de Márquez Salas.
16 mayo. Sábado.
12 fábricas incendiadas. La Montana, etc. Julio César Cacique me dice: te ganaste la opinión. Con ese libro. Ahora debes permanecer sereno y fijarte muy bien en lo que debes publicar, yo oigo todo lo que me dicen de Márquez Salas: si te atacan no digas nada. Tu eres un escritor, debes mantener tu altura. Aguanta el chaparrón.
Me dicen que Luis Beltrán Guerrero me nombra en su columna de El Universal.
Compro una antología de cuentos policiales de J. Luis Borges y “los negocios del señor Julio César”, de B. Brecht.
15 de mayo. Viernes.
Aparece esta nota de Luis Beltrán Guerrero en El Universal.
19 de mayo.
Aparece en Cal una nota de Guillermo Meneses. G.M., por primera vez en El Nacional, cuando salió El Tumulto, me trató bien. Yo lo había leído y lo había tenido como un gran escritor. Todavía lo considero un gran escritor, yo, que soy exigente. Leí sus cuentos y con gran veneración, cuando apenas contaba 19 años, “El falso cuaderno de Narciso Espejo”. Escribí bajo su influencia. Lo leía junto con Hesse, El Lobo Estepario. Después conocí a Meneses: su ojo malo, su delgadez, su simpatía. Lo aprecié enseguida. Lo aprecio con tanta efusión, que me da la impresión que no le dejo ver como quiero, ese verdadero aprecio que siento por él.
Sale en Páginas una nota firmada SIN, la esposa M.G.M.
24 de mayo. Domingo.
Hoy, por primera vez, sale un trabajo mío en el mejor periódico del país El Nacional. Es el relato. Durante la travesía que en cierta ocasión le llevé a Óscar Zambrano Urdaneta para la Revista Nacional de Cultura que me rechazó y que porque no tenía obra publicada.
Después metí este relato en Sin Cielo y como ese libro no se conoce aquí lo saqué y se lo di a Dorante, que me pidió un cuento que no tratara de política. La página y media que me dedican trae una foto mía. En La República, en grandes letras de manera prominente, una fotografía mía y las declaraciones que me pidiera Luzardo (P.F)
Llueve todo el día. Buen tiempo para leer a E. Bronte.
31 de mayo. Domingo.
Estaba yo viendo unos libros tirados en la esquina de Padre Sierra cuando pasa en su automóvil el poeta Ernesto Jerez Valero y me llama para decirme que me espera dentro de una hora en el Hotel Caroní.
(De los libros compro Las Fábulas de Esopo)
A la hora estoy sentado en el recibo esperando a Jerez Valero. Él llega a la hora. Trae en la solapa la insignia del Congreso. ¿Diputado? No, senador, me dice.
Subimos a su apartamento. Vive solo con libros regados por todas partes.
- A Luis Herrera le gustó tu libro.
- Él te admira mucho.
- Me alegra – le digo.
En realidad, estas cosas me alegran mucho, que hablen de mi obra o de mí me alegra mucho. Siempre me gusta hacerme repetir lo bueno que dicen de mí. ¿Narcicismo?
Bueno, el poeta me da unos borradores.
- Tú no sabes lo difícil que es para mí escribir poesía amorosa. Lee -: Yo oigo ese tono Whaltimiano.
- Ahora vamos a cenar juntos-, me dice.
En el restaurante le pregunto que si las guerrillas preocuparon a Copei.
- Si -, me dice, le dimos la importancia que se le puede dar a un loco con una caja de fosforo en un pueblo de paja en días de fiesta.
Comemos. Yo tomo vino.
- Yo soy sumamente distraído -, me dice. Se sonríe.
A las 8 y media en El Nacional. Le regalo Las Fábulas de Esopo al Dr. Velásquez.
- Aquí no hay escándalo que dure 15 días -, me dice -: Yo conocí a uno que es abogado ahora y que era presidente de la Federación de Centros Universitarios, comunista, que se robó 5000 Bs de la Federación; lo expulsaron; lo corrieron. Y en una remisión lo volví a ver frente a la nueva directiva. Tomó la palabra y comenzó a hablar de la corrupción…..
16 de julio. Jueves.
Aparece en la cuarta página de El Nacional un pequeño artículo mío sobre Realidad y la Literatura.
Sale la entrevista que me hizo Manuel Trujillo. Trujillo quería que le mentara la madre a Betancourt y yo se la mente; por salir en la prensa y porque se me hace propaganda, yo le miento la madre a quién sea.
20 de Julio.
A las 10 con el Dr. Velásquez.
Hablé con Consalvi. Me dijo: “- ese muchacho vale mucho”. Llámelo.
Llámelo usted, Dr.
Pide un pase. Salgo cómodo. Estoy en Miraflores. Escaleras que me recuerdan a Hitler. Así bajaré yo un día por aquí. Consalvi: me recibe. “Para…”. Me promete ayudarme. Hablar con Gonzalo Barrios. “- Usted debe irse”.
21 de Julio.
Juan Liscano, hombre nervioso. Se ríe ¿Cómo? Forzado. ¡Recuerdo la imagen que me dio el Dr. Velásquez! Liscano, maestro, es lo que ha querido ser. Estar rodeado de jóvenes, hablar como un Goethe. Así es pues, cuando llego yo, llega Luis García Morales, Guillermo Sucre, y uno que es marico y que se sienta con las piernas muy juntas y señala como si se estuviera comiendo un cierre, se llama Isaac Chocrón. Liscano habla de la parasicología, se mueve, brinca, se ríe. Cree que su revista era lo que hacía falta en el País. ¿La de Meneses? Y habla la de Meneses.
22 de Julio.
Guillermo Sucre siente animadversión hacia el Dr. Velásquez. Le digo que voy a escribir una nota sobre él y me hace una seña con los dedos.
“Si no existieran los comunistas había que inventarlos”, dijo Betancourt, que dice el Dr Velásquez. Hace referencias al mitin de anoche en que las izquierdas llaman por la amnistía.
El terror que siente el pueblo por la izquierda se hace sentir. El poeta Muñoz, por caso, tiene miedo que aparezcan sus poemas en la revista de Juan Liscano. Hoy “En Letra Roja”. Adriano González León hace un parangón entre Franco y Liscano. El poeta R. J. Muñoz tiene miedo de que las izquierdas lo llamen gente de Liscano o que le digan Clan chico.
En la oficina de Liscano. Como siempre. Guillermo Sucre y Luis García Morales. Llega un argentino que diagrama la revista: Baica Dávalos.
A Liscano le duele las notas que escriben contra él. Me viene diciendo que Adriano no tiene sino una obra, unos cuentos que están superados y él tiene 8 libros, que en el balance general, cuando pasen los tiempos, va a ver quién pasa más.
24 de Julio.
- Usted debe escribir una novela como “Lanzas Coloradas”. Ese libro hizo a Uslar. Sáquela este año. Va a ver algo asombroso. Aquí no hay novelistas. El Dr. Velásquez escribe en una máquina.
Está lloviendo. Salimos y me voy con él hasta su casa. De regreso me encuentro con Luis Salazar. Me paga unas cervezas. Espera a alguien que no viene. Tiene 37 años. Ha trabajado en 9 películas. No le gusta ninguna. Me habla mucho y bien de Cabrujas y Román Chalbaud. Lo dejo y me pongo a pensar que debo ponerme como norma, sino escribir una novela mejor que “Las Lanzas Coloradas”, que la iguale ¡al menos!
Argenis, que chiquito te sientes! Pero no debes asustarte, piensa en eso y mucho más. Tu piensas así, pero no te gusta ponerte límites. Piensa en Wolfe, Hemingway, Asturias, llegar allí.
“Allí donde los ríos se bifurcan”.
Buen título.
Son las 9 de la noche. Me llama Liscano para decirme que habló con el Ministerio y que mi asunto está resuelto. Mi asunto es una beca para el exterior. Debo llamarlo. Mañana a las 10 y ½ de la mañana.
25 de Julio.
Estoy llamando a Liscano desde las 10 ½ de la mañana como convenimos. No atiende, por lo que supongo duerme. Al fin, a eso de las dos me atiende. Nos veremos en el Paraíso, callejón Machado Nº 29, en la casa de Jacinto Fombona Pachano, donde vive Guillermo Sucre.
Yo, cuando oigo la dirección, me acuerdo de lo que decía Juan Salazar Meneses de Guillermo Sucre. Juan llama a Guillermo la trepadora desde que Guillermo se casó con la hija de J.F.P. Bueno, a las cuatro y media voy entrando a la casa donde vive G.S veo la casa, es hermosa, grande. Con un bello jardín y mujeres de servicios.
Liscano viene saliendo.
- Guillermo no está aquí-, me dice-: Vamos a dar una vuelta.
Me monto en el carro de Liscano. Un carro nuevo, amarillo, un Ford. Liscano me habla de las guerrillas, tiene una obsesión antiguerrillera. Me digo que eso de Liscano de andar pidiendo rectificaciones, es temor a las guerrillas.
- Bueno, hablé con G. B. cuando entré y le dije que le iba a hablar de ti, abrió un sobre y me dijo: “¿el que escribió este libro?”, me preguntó por ti. Le dije que acababa de conocerte, pero que te iba a ayudar. No sé cuándo te vuelva a ver. Mañana viene mi mujer de Europa y vamos a pasar una semana en la playa. Yo te llamo a penas regrese.
Vamos a mi casa y le leo algunos capítulos de la novela que escribo. Le muestro mi diario de las guerrillas y lo lee de un tirón. Me dice que me lo compra para publicarlo por parte en la revista.
- Ahora no, le digo, después, cuando esté en Europa te lo mando.
Se va. Está seguro de que yo voy a viajar. ¡Ojala!
Me acuerdo de la frase de Zumeta. “En Venezuela mandando o en el exterior”.
Muere de un infarto en el cuartel San Carlos donde se encontraba preso el capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, quien jefaturara el movimiento militar de Puerto Cabello.
30 de Julio.
El Nacional de hoy indica que Márquez Salas se ganó por 3ra vez el concurso del Cuento que promueve. El cuento se llama “Solo, a campo descubierto”.
31 de Julio.
Márquez Salas cita a Uslar Pietri, G. Meneses y Armas Alfonso. De los jóvenes cita a Trejo a Adriano y a mí. En el bar de El Nacional estoy junto con G Meneses y D. González, cuando entra el Dr. Velásquez y dice señalándome:
- Carajo usted, trabajó bien a Liscano. Liscano me trajo un artículo donde lo compara a usted con Gallegos y con Sarmiento.
- Hay amores que matan-, me dice G Meneses.
1 de Agosto.
- Usted se consagro-, me dice el Dr. Velásquez-: Yo me jodí más que usted.
- Me alegra que me hable así porque veo que me aprecia y me valora.
El Dr. Velásquez se graduó de abogado a los 24 años, y a los 28 escribió una biografía de Antonio Paredes. Uno de los mejores trabajos en su género, que se han escrito en el país. Hoy es sábado y cuando voy a salir me dice que vuelva mañana. Me alegra profundamente por la importancia que me está dando. Antes, cuando empezaba a frecuentarlo me recibía de último y a veces ni podía verlo. Ahora no, después que salió “Entre las Breñas” empezó a recibirme todos los días. Ahora no tengo necesidad de pedir permiso. Paso a su oficina como lo hace un ministro. Cuando voy saliendo va entrando Ignacio Luis Arcaya.
2 de Agosto.
En La Republica sale un artículo mío: “Gallegos y los jóvenes”. En la calle un comunista me dice que tenga cuidado, que me cuide de publicar en el diario del gobierno. Yo le digo que no le temo a ese terrorismo de conciencia. A las 6 y ½ donde el Dr. Velásquez. He ganado mucho, le hablo con confianza, confía en mí.
- Usted no sabe lo que yo he bregado-, me dice-: A mí nunca me dieron una beca. Yo me he matado por ganarme el pan siempre. Desde mi juventud, deambulé por oficinas de prensas. Ahora era reportero de 300 Bs, otro día, etc. ¡Un agobio!.
3 de agosto.
El Nacional cumple 21 años. Gallegos cumplió ayer 80 y salió en La Republica el artículo que titulé “Gallegos y los jóvenes”. Y hoy, en el mismo El Nacional, Liscano habla de Reinaldo Solar y Entre las Breñas.
Son las 11 de la mañana. Las oficinas de El Nacional están llenas de gente. Saludan al joven escritor, el autor de Entre las Breñas. Allá está Mariano Picón Salas, y voy y lo saludo. Están Rodríguez, José Cárdenas y Herrera Campíns y voy y los saludos y los trato de tú. Consalvi me presenta a Gonzalo Barrios. Herrera Campíns le dice:
- Este muchacho es una pluma.
Yo me pongo como una mujer bonita asediada y levanto los brazos, gesticulo, hablo duro.
- Uslar te quiere conocer-, me dice Malavé Mata. Por ahí te anda buscando.
Conozco a Manzo González, a Raúl Ramos Jiménez, a M.A. Rodríguez. Soy una puta, ando de brazo en brazo. Félix Guzmán me dice que le di la mano como si fuera Pablo Neruda. Luzardo habla de mi artículo sobre Gallegos, lo mejor, dice.
Le hablo al Dr. Velásquez y me oye poniéndome la oreja. Pedro Díaz Seijas está en un rincón.
- Aquel libro tuyo, el primero, “El Tumulto” fue una travesura. Leí dos veces, no por los méritos, sino por el retrato de la familia. Que hiciste ahí. Guillermo[2] no quería saber de ti.
- Usted es demasiado valiente-, me dice alguien.
Conozco a Héctor entre él y M.S me presentan el Ministro de Educación Siso Martínez, que me parece una momia vestida.
Hoy no hablo con los pendejos. Yo ando aprovechando, haciendo lo que se llama relaciones públicas.
Me voy borracho.
Por la noche me llama Bravo:
- Te están aprovechando, Argenis-, me dice-: Ven a mi apartamento que quiero hablarte.
Voy allá y Bravo me da unos cuantos consejos. Llegan Juan Calzadilla y D. González y me aconsejan también.
Me quedo a dormir donde Bravo y a eso de las tres de la mañana llega tumbando la puerta un negro borracho, que expele algo desagradable. Se llama Luis Camilo Guevara, es comunista, tiene dos hijos, uno llamado Fidel Ernesto y otro llamado Raúl Camilo y está esperando el tercero para ponerlo Fidel Raúl.
5 de agosto.
Juan Liscano me dice que Gonzalo Barrios quiere hablar conmigo. Que almorzaremos mañana.
6 de agosto.
Liscano me llama. Debo buscarlo en el Hotel Ávila. Allí estoy a las 12 y ½ . Salimos y él enfila hacia el Rosal. Va a entregarle un dinero a su primera mujer. No ha tenido suerte con las mujeres. Lo quieren, pero no comparten sus angustias intelectuales. Después descendemos y entramos a El Caney. Media hora después llega Gonzalo Barrios. Nos saludamos. Yo debo irme a Europa. Consalvi le habla de mí constantemente. Le dice a Liscano que los terroristas han sido duramente golpeados. La caída de Carmelo Laborit es mortal. “Laborit es medio cobardón, pero un gran trabajador” dice. Nosotros lo conocemos desde la dictadura de P.J.
A mi me dice, que me debo ir a Francia busque una ciudad del interior: Burdeos o Estrasburgo.
7 de agosto.
Llamo a Consalvi y le digo que almorcé con Gonzalo Barrios. Consalvi ha publicado un folleto dedicado a R. Gallegos. Por la tarde voy donde el Dr. Velásquez:
Consalvi me acaba de llamar, me dice. Me dijo que tenía todo lo suyo en sus manos. ¡Suceso asombroso! Hace dos meses no era nadie y ahora la gente se lo disputa. En estos días, en una cena en la que usted no llegaría a pensar nunca que lo nombrarían, se habló mucho de usted. Era en el Este de la ciudad y allí estaba Burelli Rivas, y Luis Beltrán Guerrero y éste dijo de usted que era el único joven que valía, que en dos conversaciones con usted lo había calibrado como culto y como hombre que no guardaba rencor contra los viejos. También dijo que usted poseía un gran don para la técnica de la novela moderna.
El Dr. Tiene un dolor de cabeza que toma dos commel con un té. Como le digo que le di 15 cuartillas del diario a Juan Liscano para su revista, y que él (el Dr. Velásquez) aparece en una de ellas, me pregunta que digo yo de él. Se interesa. Le digo que sale en el 63, cuando andaba en compañía del Dr. Mazzei, ex consultor jurídico de Miraflores, en la época de Betancourt, de su secretariado en la presidencia.
Canción que se oye en todos los sitios:
“Cásate conmigo tú serás solita para mí.
Y yo seré solito para ti.”
10 de agosto.
Consalvi me recibe en su oficina de Miraflores con un sobre que contiene una orden para un pasaje por Viasa y 5 billetes de 100 Bs c/u. Me presenta al secretario de la Embajada de Francia, Sr. La Porte.
11 de agosto.
El Sr. La Porte me da la visa. Sale en El Nacional mi artículo: “Violencia y Creación”.
12 de agosto.
Viajó el jueves, 20. Tengo listo lo del pasaje.
13 de agosto.
Ando vendiendo mis libros para comprar una maleta. Bohemia dice que los extremistas preparan una ola de injurias contra mí. Y el Extra de la tarde la desmiente.
Argenis goza con esto, dice el Dr. Velásquez.
14 de agosto.
Iván Ávila, de A.D, dice El Nacional, habla de mi libro en Miraflores. Técnica, etc.
Encuentro con L. B. Guerrero en una Librería me dice que Victoria Ocampo hablaba todos los idiomas menos el español, que es con el que escribe y que invitaba a Pedro Henrique tres meses al año a un balneario en Mar de Plata para que le corrigiera lo que escribía.
16 de Julio. Domingo.
Voy donde R. Bravo a buscar un abrigo que me ofreció venderme y lo encuentro maldiciendo a la yugoeslava que tiene de novia. Le menta la madre, la maldice, lo tiene loco. La cela y llama a cada momento a ver si esta en casa, si no está se desespera y la maldice y se dice que se las va a pagar. Me grita por cualquier cosa y como le digo que lo mejor le dejo solo me ruega que no lo haga. No sale del apartamento, espera a la mujer a todas horas, lo tiene loco.
- Me tiene convertido en un guiñapo y ella lo sabe y se aprovecha. ¡Esa coño de su madre!
17 de agosto. Lunes.
Veo a Arturo Uslar Pietri que viene por Conde y Padre Sierra.
- ¿Cómo está?
- Qué tal -, me dice.
- Yo le quiero dar mi libro.
Se lo doy y ve la portada.
- ¿Usted es Argenis Rodríguez? Ayer estuve hablando de usted con G. Meneses. Mucho me gustaría hablar con usted.
- Pero yo me voy el jueves para París.
- ¿Habla usted francés? ¿no? Bueno, eso lo aprende rápido. En la agenda telefónica está mi dirección, llámeme.
- Usted escribió “Las danzas coloradas” en Paris ¿no? Y tenía 24 años ¿verdad?
- Veintitrés.
A las 5 donde Consalvi. Le lleva al ministerio del interior el prólogo que escribí para la 2da edición de Entre las Breñas.
- Tenemos que sentarnos a conversar -, me dice.
Muchas veces, en los días que yo empezaba a preguntarme cuándo le iba a dar forma a un libro, me detenía a pensar en las lecturas que había tenido en grandes escritores. Porque yo pensaba que si leía los libros que habían leído esos hombres, yo también alcanzaría “La llave del festín”, como llama Wolfe esta ansiedad.
[1] Diario que circulaba en Caracas..
[2] Guillermo Rodríguez, tío de Argenis.