(En la gráfica vemos a Argenis en la vieja sede de El Nacional, cuando era columnista de este periódico…)
Dentro de poco cumpliré 47 años. El 27. Se lo dije a Julio hoy y me respondió.
– Te estás poniendo viejo, Argenis.
Y era así. Es así. Desde un tiempo para acá no coordino, no escribo, ni leo, ni entiendo lo que leo. Melisendra me dice:
- A ti te hace falta fe. Hasta que no tengas fe no podrás volver a escribir.
Y llevo varios meses vendiéndole a los diarios lo que escribí cuando tenía 20 años hasta los 44. Creo que entre esa edad fui prolífico, creador, astuto y hábil. Luego ha venido la decadencia, el fin. Llamé a Mirna y le hablé de eso.
- Ya lo sé Argenis – me dijo -. Una tarde yo venía saliendo del Radio City y te vi por la calle hablando solo, cayéndote, borracho y me dije para mí: De ahí sólo le queda el arroyo, la mendicidad, la miseria.
Se lo conté a Melisendra y Melisendra me dijo:
- Pero no te ayudó. No se ocupó de ti.
Y hoy en vano, trato de comprender unas páginas de Lowry, un tipo a quien leía como beber agua. He tratado de releer a Kierkegaard (señor cementerio) a quien leía sin mayor gusto pero me he confundido y no supe explicarme cuando hablaba el seductor o cuando la seducida.
Bajé, me eché varios tragos y pensaba en todo eso. Pensaba en la pérdida de mis facultades. En mi hundimiento, en mi ocaso o tal vez en el fin. El año pasado, por esta misma fecha, se murió el poeta Muñoz. Lo recordé cruzando una calle. Lo recordé con sus lentes rotos y luego el día de su muerte. Yo bebía en la barra de El Castillo cuando abrí El Nacional. Fotos. Todo deslucido. Nadie opinaba, porque es difícil opinar sobre la vida o la obra de un poeta. Y yo me vi en ese instante como él, yaciendo, allí, pobre, estupidizado, sintiendo, con impotencia, la alegría de la gente. No recuerdo haberme recuperado. De un tiempo a esta parte no recuerdo haberme recuperado. (Me he levantado varias veces a atender el teléfono. Es mi hermano Adolfo. Ha escrito un trabajo sobre Arévalo Cedeño y no sabe dónde publicarlo. Yo menos).
¿Qué es lo que me ha destruido de tal forma: el alcohol o la falta de amor, o ambas cosas a la vez?
11- 11- 83