1 de Septiembre – Lunes
Ayer salió una notica en “Últimas Noticias” sobre un relato que editó Caupolicán Ovalles y hoy sale otra en el mismo periódico que titulé “Maestros”. Las notas han sido con el único objeto de ganarme unas puyitas.
Esta mañana, a las cuatro salimos M y yo de San Juan de Los Morros, donde estuvimos para festejar el cumpleaños de C.
Yo me fui para San Juan el Jueves en la noche y llovía por toda la carretera. Pasé allá viernes, sábado y domingo. No leí nada, salvo un artículo de Camilo José Cela. De resto caminé todo el pueblo y hablé con el Dr. José Francisco Torrealba. “Lo que hice queda, ¿no?”, me decía.
9 de la noche. M vino esta tarde. Me dice que a mí lo que me gusta es tratar a la gente baja. Puede ser verdad. Me cita los nombres de López, Torres, Márquez Salas, Fuentes. Ninguno de ellos, es lo cierto, es “puro”, noble, desinteresado, soñador, etc. Es cierto, esa es la gente que prefiero tratar.
11 de la noche: Leo los primeros capítulos de la novela de Beneyto “La habitación”.
Paso en limpio unas notas del diario para llevarlas a “El Nacional”.
12 de la noche: paso en limpio unas notas del diario para llevar a “Últimas Noticias”.
2 de Septiembre .-
Me despierto muy temprano y sigo en la cama hasta las 7 de la mañana con los ojos cerrados. Estoy acorralado. Mi hermano Adolfo me decía en San Juan que confiaría en mí mismo para mi supervivencia. Yo, al parecer, ando buscando siempre quien me mantenga.
Cuando estoy delante de alguien me entra un temor porque creo que de un momento a otro la puedo a emprender a golpes contra el primero que se me atraviese. Si sigo así, me digo en esos momentos, voy a parar en loco. Lo que tengo en las manos lo suelto por ese temor. No sé cuándo iré a estallar, pero no estoy lejos de eso. Desgraciado del primero que esté por delante de mí ese día. Los nervios no me dejan en paz. He roto los dos colchones de mi cama de tanto revolcarme por las noches. Y ahora me he tomado dos pastillas que según M son buenas para los nervios, pero que pueden provocar insomnios.
Fui donde Julio a llevarle unas notas para esta semana.
De regreso subí donde Armas Chitty, quien, como siempre últimamente, me regaló unos bolívares.
Tengo tiempo que no leo ni una novela ni ningún cuento.
Estoy dedicado casi exclusivamente a escribir notas para los periódicos. Hoy compre “La hojarasca”, de García Márquez. He leído los libros anteriores de este tipo y no está demás que termine de leerlos todos.
He pasado una mala tarde. Salí a cambiar el cheque que me dio Armas Chitty. Ha hecho calor y yo he estado a punto de vomitar. Tomé mucha pepsicola a mediodía. Vi a M y le brindé un café. Los celos me rondan. No puedo evitarlo. La otra vez mi hermano José me dijo que M me absorbía todo mi tiempo. También puede ser verdad.
A las seis vino M. Nos quisimos mucho en ese momento. Pero se fue y yo me puse a jugar al dominó con los de casa. No pude leer nada. De un libro saltaba a otro. Y de pronto me invade una inseguridad. Ella está en su casa y yo aquí solo y pienso si no me olvida apenas parte. ¿Qué pasa? Es esta duda la que me esclaviza.
3 de Septiembre.-
Me despierto angustiado por cosas incalificables. Apenas si leo el periódico. Ahora son las 7 y cuarto de la mañana. Oigo a Mozart por la radio.
Los libros no tienen tiempo.
Relectura de “Aves de Rapiña sobre Venezuela”, de Juan Bautista Fuenmayor. Es la tercera vez que leo este libro.
¿En qué pienso sino en escribir esas notas semanales para ganar una miseria?
No puedo concentrarme ni leer nada, digo, leer una novela.
4 de Septiembre . Jueves
Sale en “El Nacional” una nota, o varias notas que extraje del Diario y que Julio tituló “notas para recordar”.
Sale en “Últimas Noticias” una nota que titulé “Por qué nos marchamos?”.
¿Qué vaina, qué berenjenal es éste?
En este país si que pasan vainas. Ahora un General Flores se atrinchera en su casa y dice que no se entrega y el país y el gobierno y todo se paraliza.
¿Y ahora qué hago? Algo, de seguro. Lo sueños se me caen porque estoy acorralado.
5 de Septiembre – Viernes
Por la mañana salí a dar una vuelta y a vender dos libros porque no tengo un centavo. Como siempre, vi a M y nos desayunamos con empanadas y café. Me regresé a eso de las 10 y media. Y leí un poco y volví a terminar ese libro de Fuenmayor. Ahora son las cuatro y he estado trabajando en dos notas para los periódicos, una sobre Unamuno y otra sobre la Colección La Esquina de Antonio Beneyto.
Empecé a Leer “La horajasca”, de García Márquez, una novela faulkneriana.
También escribí una nota sobre política.
Todo el mundo toma lo que yo escribo como intencional.
No hay nadie que crea que no escribo sin intención. La otra vez publiqué una nota donde decía que ningún gran escritor escribe para concursos y ahora aquí todo el mundo se sintió aludido. Ayer vi a Rodolfo Izguirre, quien en días pasados me saludó muy efusivamente, lo mismo que su mujer, y se mostró frío y evasivo, lo mismo que su mujer – En seguida pensé en la nota y recordé que Izaguirre se había ganado un premio en Valencia con una novela que mandó al concurso José Rafael Pocaterra. Claro, creyó que la nota iba dirigida a él.
Lo mismo pensará Adriano y todo aquel que no vive sino mandando libros a concursos Para lo que me importa a mí todo esto.
¿Cuándo es que lo real y lo irreal no se confunden?
Leyendo “extraño interludio”, de O Neill. Leído una vez, antes de casarme y quería imitarlo.
6 de Septiembre
Recibo carta de Antonio Beneyto. Recibió todo. Publicará los cuentos en su colección La Esquina. No sabe qué hará con “Entre las Breñas”.
Mediodía: Discusión en casa con un profesor amigo de José, etc. Me calienta y me voy después de hacer saltar una cosa llena de pastas que había montada en la cocina. Donde quiera es esta vaina. Todo el mundo se cree con derecho a opinar de la literatura.
¿Qué despertaré yo para que todo el mundo me diga que lo que soy es un envidioso, que no sé escribir, que soy inculto, que lo que yo hago lo hace otro mejor?
Visito a Tablante en su librería y éste me dice: “Usted no sabe escribir” Y así.
Fui donde Julio a llevarle la nota sobre Unamuno Novelista. Bajamos a tomar café. Me dice que siente amor por los animales. Su mujer le botó un gato. Julio habla del gato como de un hijo y yo siento esto. El gato entraba a su estudio y se le recostaba en los pies. Luego un día su mujer, bajo la influencia de su mamá, sacó el gato y se lo dio a la Sociedad Protectora de animales. ¿A dónde vamos con esto? Todo es una interrogación.
7 de Septiembre de 1969.-
Esto es increíble, pero estoy en mi país y no encuentro de qué vivir, cómo comer. No como en esta casa porque ya no estoy más aquí. Llego y todo el mundo ha comido y nadie me ofrece ni un café. M me prestó cuatro bolívares y gasté dos en un plato de hervido. Ese ha sido mi almuerzo. Todo esto me pasa por andar viviendo recostado. Pero debo seguir como escritor a tiempo completo así sufra lo indecible, así no consiga que comer, así no tenga donde dormir. No voy a transigir, no voy a ceder.
Fui al Museo con M a ver la exposición de Dalí.
Allí me tropiezo con mi antiguo profesor de castellano del liceo Roscio, José Agustin Capobianco Ferrer. Me dice que ha seguido con atención mis cosas y que da un seminario sobre Ulises en el Pedagógico.
He estado recordando que el mocho Ledezma me preguntó una vez que por qué me envidiaban a mí. Yo me asombré porque nunca pensé que me envidiaran. También pensé que eso no era bueno ni para mí ni para los otros.
Y estos no han leído jamás un libro, ni saben nada de literatura ¿Qué pasa? ¿De dónde viene esto? ¿Es que no calibro lo que soy? ¿Es que me toman demasiado en cuenta? ¿O qué? He visto gente que me mira como para brincarme encima y yo siempre estoy a la espera de un ataque personal.
Malos momentos. Vagar con M por las calles y pensar en que no halló las maneras de depender de mí mismo y a la vez dedicarme a escribir.
No sé qué hora es, pero desde que llegué de la calle he estado Leyendo un ensayo de Rodríguez Mendoza sobre García Moreno.
Escribí una nota política que llevaré a “Últimas Noticias”.
Escribí un pequeño capítulo que agregaré a “Gritando su Agonía”.
Estuve leyendo “La hojarasca”, Faulkneriana, ya lo dije.
8 de Septiembre.-
Salí a la calle a ver si conseguía algo y no encontré nada ni a nadie a quien pedirle. Comí porque M consiguió dos bolívares en su casa.
Hoy ha sido un día miserable: Me desperté muy temprano, como de costumbre, y seguí en la cama hasta un cuarto para las siete, hora en que me levanté y fui a buscar el periódico. A las ocho estaba esperando a M en el café y en seguida nos íbamos al correo a solicitar unos paquetes de libros que le llegaron a ella de Bélgica.
Andábamos sin un centavo, todo peor para mí ya que tengo que comer en la calle desde que peleé en esta casa y dije que me mudaba. Yo me quedé dando vueltas a ver a quién me tropezaba para pedirle algo, una limosna.
No me atreví… M consiguió dos bolívares en su casa y me los dio, con lo que me comí un “pabellón”. Aquí seleccioné unos libros y los vendí en dos librerías. Ahora, con lo que saqué debo pagarle a M lo que me ha prestado hasta ahora y quedarme como estaba. Y no hallo qué hacer Me sostiene mi juventud, porque me siento joven y fuerte pero no tengo ningún sueño de grandeza, ni de triunfo, ni de gloria. M es lo único que tengo y me da miedo perderla.
De la Biblioteca Nacional me traje “Vida Secreta de Salvador Dalí” para leer allí los amores de este genio con su mujer, Gala. Por momentos me roza el publicar este tomo de mi Regreso o continuar con mis memorias que empecé con el título “Libro Primero de Memorias”. Pero la falta de estabilidad, el no saber dónde dormiré mañana, de qué comeré, todo eso me quitan las ganas de ponerme al trabajo.
Pasé por la librería Centro y el dependiente me dijo que un señor, con todas las trazas de ser personaje de “La Fiesta del Embajador”, compró un ejemplar de este libro y preguntó por mí. Yo pensé, lo detallé y llegué a la conclusión de que se trata del cónsul de Amberes, el llamado Domingo Rotondaro.
Le digo a M que recuerde que ella es lo único que me queda, lo único que tengo y que no me dañe porque no lo soportaría. ¿Será bueno que le diga esto?
¿De dónde provendría toda aquella envidia que me dijo el mocho Ledezma sentía por mí todo el mundo en Venezuela? Yo creo que a la simple razón de que fui el único intelectual que estuve en las guerrillas, me quemé el pecho, me distinguí como dirigente y fundador de un foco por mis propios medios y concluí escribiendo ese librito maravilloso que es “Entre las Breñas”, sólo comparable, en la literatura universal, con “Una Temporada en el Infierno”.
Vino M a eso de las cinco y estuvo ahí leyendo las cartas de Van Gogh y yo leía algunos capítulos de la obra de Dalí. Se acaba de ir y son las nueve de la noche.
De todos modos cuando venía por calle a pie, hacia casa porque no tenía como coger un autobús me alegré de todo esto como no me había alegrado en mucho tiempo. Me sentí, de pronto joven y fuerte, como antes, cuando muchacho, lleno de sueños y de argumentos para cuentos, cuando callejeaba por Caracas sin un centavo en el bolsillo. Volver a aquella época es lo que deseo. Y hoy me sentí como aquella vez.
No puedo leer. Son las diez. Debo comprar la biografía de Van Gogh de Perrvchot. Y también es que me canso la vista, que los nervios no me dejan, que duermo muy poco, que tengo miedo del insomnio. “Ramos Sucre, extraordinario”. Idea de empezar una autobiografía. Dalí, por encargo, escribió la suya a los 37 años. Lo mantuvieron durante un tiempo para que dijera lo que pensara de sí mismo. A mí me matarían para que no dijera nada ni de mí ni de los demás. Me puse a amenazar, me cogieron miedo. Me creyeron capaz, me cogieron envidia. Ahora que me hunda. Sólo M me salva. ¿Y si M se me va? ¿Y si M fracasa? ¿Y si M queda fuera? Para mí todo es M.
Tal vez, en vez de este diario, empiece a escribir mis recuerdos y termine por componer un buen libro. Que escriba, como este diario, una nota autobiografía cada día; nunca más he podido recordar un sueño, ni mucho menos escribirlo. Todo se debe a las cosas terrenas que me preocupan demasiado, más de la cuenta, más de lo que valen.
9 de Septiembre.-
Sale en “El Nacional” mi articulito sobre Unamuno Novelista. Está bien esta nota mía extraída de mi diario de Bruselas. Sin embargo hay una cosa que escribí y que ahora no comprendo del todo. Digo ahí que cuando Unamuno intenta usar una cosa y no la aplica “no pasa de ser una invención de experimento”. Qué quiere decir eso de “una invención de experimento?” Yo no sé. Tal vez cuando escribí esa nota si lo sabía, pero ahora no sé qué significa. Hace más de un año que escribí esa nota. En fin, así la escribí en su debido momento y así se queda. Puede hasta ser un blanco magnífico para mis enemigos. Que sean los demás los que busquen ahí, los que averigüen ese misterio. Yo acaso lo interpreté en mi tiempo.
Son las ocho de la mañana y voy a salir de casa. Me desayuné con dos cambures.
Compré varios libros (con el poco dinero que tenía para comer y M se calentó: “-el dinero es para comer”, me dijo.
“-Ayer vendiste unos libros para comer y hoy gastas ese dinero”): Ortega, León Bloy, una biografía de Santa Cruz.
De la Biblioteca me traigo “Vida de Van Gogh”.
Así pues, vuelvo a quedar sin dinero. Mañana o pasado, no sé, tal vez me pague “El Nacional” una miseria por dos artículos y M quiere que me vaya a Los Caracas y alquile un cuarto. Ella se va con su familia y quiere que yo me vaya también para vernos a diario. Y después cuando regrese, ¿de qué voy a comer? No hay salida, pero los días de la playa me harán bien. Eso espero. Sin dinero, 33 años, voy para los 34 y no veo porvenir, de qué vivir más adelante. Me siento más incapaz que antes. No me atrevo a solicitar trabajo, nada. ¿En qué podría trabajar yo? Ya sé cómo es eso. Pasar el día detrás de un mostrador y luego regresar de noche a casa cansado y debo obligarme a leer y a escribir y nada haré bien porque no he vivido, no he visto nada, el trabajo me ha secado el cerebro, la imaginación, el sueño. Me horroriza recordar que trabajé cinco años, seguidos, en una librería. Me horroriza pensar que Antonio Beneyto trabajo 10 años en un banco.
Ya es de noche, estoy en mi cuarto, un cuarto que abandonaré pronto porque estoy avergonzado de seguir recostado de alguien, Tengo cuatro bolívares para la cena, el desayuno y el almuerzo de mañana. Si no consigo nada en el día de mañana me acostaré sin cenar. Esta mañana me desayuné con dos cambures. Como tan mal y tan barato que evacuo sangre.
También compre “Tres monólogos” de Max Aub.
La verdadera alegría está en el sufrimiento. No debe haber nada fácil. Lo fácil es la muerte.
10 de Septiembre –
No trabajo, pero también pierdo el tiempo en la calle y no leo ni hago nada creativo. Fui a “El Nacional” y allí vi a Sanoja, a Crespo, a Julio y a Salazar Martínez. Sanoja, muy condescendiente conmigo.
No me explico.
Sin un centavo, vendí unos libros que pedí en el Ministerio de Educación, lo que me alcanzó para comerme dos empanadas y pagar el carro por puesto hasta el sitio en que me iba a encontrar con M. Aquí estoy, no puede ser de otro modo.
“Aquí estoy; no puedo hacer de otro modo” – (Lutero)
Parece que a la gente le gustó aquella nota “Escritores, ¿para qué?”. Claro, allí decía que sufría, que me moría de hambre, que no era nadie, que no valía nada.
11 de Septiembre.-
Creo que soñé con una escena de celos con M.
Me despierto a las 6 de la mañana y me levanto a las seis y veinte y salgo a comprar el periódico. Diciéndome: “como Tolstoy, debo dejar de leer periódicos”.
Goethe como que hacía lo mismo.
En la Cervecería Alemana. Sandalio.
Galllardo le recuerda a Ariano los tiempos de cuando estudiaban juntos:
-Te acuerdas cuando Pola se echó aquel peo en clase y el profesor Maturín dijo lo siento y dijo aquello:
-Ustedes son como los zamuros, que les gusta estar entre la porquería.
Lo mismo era el hermano, el abogado, la vez que actuaba como defensor de aquel capitán Moreno que fue acusado de asesinar a su mujer y le presentaron un testigo que dijo que había visto todo.
-Y usted, le dijo el doctor Moreno, usted que anda con el polvo de todos los caminos en sus pies cómo pudo entrar en la alcoba de la señora Moreno.
Qué va, con esa gente no se puede. Una gente inteligentísima.
Paso en limpio una nota de mi diario de Bruselas para llevarla a “El Nacional”. Es otra nota sobre Unamuno novelista.
Según parece mañana me iré al mar a pasar dos o tres días. M estará allá con sus familiares. Yo cobré ayer unos artículos.
Esta tarde, a las cinco, se fue M para la playa. Mañana ve voy yo.
12 de Septiembre – Viernes
Soñé que escupía sangre.
Soñé con una hilera de cristos en el cielo.
Soñé que iba a un restaurant con M y me cobraron una cuenta excesivamente cara y protesté, me puse violento y desafié al hombre a pelear. M salió y yo fui a buscar un policía.
14 de Septiembre – Domingo
El viernes por la mañana me fui a Los Caracas. Son las 7 de la noche y he regresado de allá, donde estuve en una residencia. Estoy bronceado. En la playa me encontré con Reinaldo Escala Zerpa y hoy comí en su casa, hoy a mediodía. M y yo pasábamos casi todo el tiempo juntos, bien en el mar, en las calles o en mi residencia. Leí un poco de la biografía de Van Gogh y un cuento de Max Aub.
Hoy salió en “Últimas Noticias” una nota mía del Diario.
Nos vinimos M y yo con una vieja paisana mía de Las Mercedes del Llano, Jucha Dale. En su juventud, en su primera juventud era muy bella y ahora tiene la cara quemada, la barriga grande y le faltan unos dientes que la hacen ver como una bruja.
Escala Zerpa leía a Camus: “El extranjero”, Moravia: “El Desprecio”, Benavente: “Los intereses creados”, Sánchez Pelaez: “El crimen inconsciente” –
Ahora estoy en mi cuarto, en este cuarto del apartamento de mi hermano José, donde me encuentro incómodo porque me he peleado con un tipo que vive aquí y que es su compañero de profesión. Soy un recostado, no paso un centavo y no como aquí. Tengo que irme. Espero sólo espero que M cobre para ver si es verdad que nos vamos a arreglar.
15 de Septiembre
No hago nada creativo desde que me vine de Bruselas.
Pero estoy seguro que ando captando cosas sin darme cuenta que más adelante transcribiré en el papel.
He estado leyendo el Van Gogh de Perruchot y “El crimen inconsciente”, de Abel Sánchez Pelaez. Son las seis y media de la tarde.
Releí mis diarios de 1964 y 1965 fecha en que conocí a M y publiqué “Donde los ríos se Bifurcan”, y partimos para Bruselas.
Vino M con el recorte que le dejé el día que me vine de Bruselas y me dijo que yo allá me sentía prepotente, impasible con ella y que ella se sentía en desventaja pero nunca cedió y sacó sus licenciaturas. Estuvo recordando el día que yo había cogido el camino más fácil. Yo le dije que ella no comprendía el por qué yo me vine y le dije que fue por temor a hacerle mal. Peléabamos a diario, no podía dominarme y no encontré otra salida que la huida, el venirme y dejarla.
16 de Septiembre.-
Sale en “El Nacional” mi segunda notica sobre “Unamuno novelista”. Esas dos notas las saqué de mi diario de Bruselas. En ese diario tengo un filón y le seguiré sacando punta.
En la mañana fui donde Fuentes y a la oficina de Luis Brito Figueroa. Este me propone fundar un periódico y encargarme a mí de su dirección. Me pide colaboraciones para la revista de propiedad “Teoría y Praxis” y me regala un ejemplar de “El Túnel del San Carlos”, de García Ponce.
En vez de bigotes, aquel español se había dejado crecer los pelos de la nariz.
Desde las diez hasta esta hora, tres de la tarde, leyendo “El túnel del San Carlos”, de García Ponce.
Lectura de un trabajo de Mazhar Alshereidah: “El Cinismo, tema desconocido para la izquierda”.
Termino de leer “El Túnel de San Carlos” – (5 de la tarde) Posiblemente escriba una nota.
17 de Septiembre –
Me despierto muy temprano a pesar de que anoche mi hermano José celebraba su grado de profesor ahí con unos amigos y yo oía toda la música.
Lo primero que pienso es “Qué haré hoy?” y la respuesta es un vacío, un hueco en la memoria.
Ayer tembló. Todo el mundo sintió el movimiento de tierra menos yo.
Escribí una nota sobre el libro de García Ponce, “El túnel del San Carlos”, para llevarla mañana a “Últimas Noticias”.
Llovió como un torrente y se mojó todo el cuarto y la máquina de escribir, la cual apenas si sirve.
Pierdo los días miserablemente. Me levanto, salgo a la calle sin rumbo fijo, llamo a M y la hostigo, y regreso a casa. No busco trabajo de ninguna especie, no me importa nada, he perdido toda vergüenza, le pido a cualquiera en la calle para tomarme un café.
Antonio Márquez Salas me dijo en estos días que el único que había creado una escuela literaria aquí había sido yo y que Carlos Noguera, con su cuento premiado este año por “El Nacional” no había hecho sino copiarse íntegro mi libro “Entre las Breñas”. “Esa es una burda copia de tus relatos”, me dijo Antonio.
Lectura de algunos cuentos de Bierce y otros de Erskine Caldwell.
9 de la noche. Nada. Lectura de algunas notas del diario íntimo de Byron.
Me acuesto, apagó la luz y no duermo, porque, ¿qué será lo que haré? Me pregunto. Ahora me he levantado de nuevo, he encendido la luz y me he sentado aquí con la cabeza entre las manos. Nada me atrae para leer, nada se me ocurre para escribir, como no sean esas notas bibliográficas en las que no creo. No hace mucho recordaba mi llegada a este país, la tristeza por la falta de M, la labor de edición de mi libro, el carnaval en soledad, las cartas de M, sus llamadas, sus cables y luego un adormecimiento, un temor porque ella regresara a unirse conmigo, luego la alegría cuando llegó Carolina y al otro día la emoción cuando oí la voz de M desde su casa. Hoy Abreu ha puesto su nueva novela a la venta en las librerías, dedicó este libro a su mujer, Beatriz Catalá. Abreu es un hombre con suerte: se casa con Beatriz que es un palo de mujer y adquiere ese suegro que lo quiere y tiene dinero. En cambio yo soy el mala suerte: ninguna mujer que me quiera (M parecía que me quería: tuvo una hija de mí, se fue conmigo a Bélgica, cuando yo me vine y la abandoné, me siguió, ahora está aquí y dice que me ayudará con su trabajo).
Sucede que dejo las cosas a medio terminar porque pierdo la idea a medida que avanzo.
10 y media de la noche. Leo algunos capítulos del libro de Siso Martínez “150 años de vida republicana”.
Los judíos se están siendo temer y por lo tanto odiar.
El judío sólo está pendiente de su problema y el que no esté de acuerdo con él es considerado antisemita, esto es nazi, enemigo de la democracia, etc. El judío parece hoy en día un policía a la caza de noticias, un espía. El judío controla el poder económico de occidente y puede condenar a muerte al que le dé la gana. Hay que tener cuidado con el judío.
18 de Septiembre .-
Lectura de algunos cuentos de Caldwell.
Y todo esto en que ha degenerado, de modo que no tengo que ver con nada. Salen mis cosas en los periódicos y no las leo ni me importa nada sino lo poco que devengo por ellas.
Ahora lloverá y M que está enferma no podrá venir a hacerme compañía.
Sólo el escritor sin compromisos puede acercarse a la verdad. Dostoievski, en su juventud, perteneció a un movimiento terrorista, fue hecho prisionero y condenado a muerto, pero no es este el momento y en lugar de tratar este tema. Luego, después que salió de la cárcel siberiana, se marginó de todo movimiento político y se dedicó única y exclusivamente a escribir. Siguió ese camino no comprometido salvo con su conciencia y se le llamó reaccionario y aún hoy se le sigue llamando así en su país. Sin embargo, en su obra pedía cambios, transformaciones sociales y pensaba que de Rusia saldría un movimiento regenerador, pero religioso, porque no dudaba del alma grandemente religiosa de su pueblo. Veamos el caso de James Joyce, indiferente a la guerra y a los cataclismos sociales, y solo preocupado por sus novelas y sin embargo es el más grande revolucionario que jamás se haya aplicado a la técnica de la novelística.
19 de Septiembre
Nada: en vano he tratado de releer “El mico”, de Mauriac.
Pasé en limpio, de mi Diario, una nota que parece un cuento y que trata del cónsul de Amberes, a la vez que fui a renovar mi pasaporte.
Le escribí a Beneyto y le mandé el papel literario de “El Nacional” que circula el domingo. Yo allí hablo de la colección “La esquina”, que él dirige.
Como siempre, cada vez que llego a alguna parte, formo el escándalo. Aquí, en casa de mi hermano José, ya no puedo estar. M y yo ponemos en peligro el estatus. Hablan.. ¿Bueno, y qué? Como si siempre no hablaran. Hay cosas sagradas y otras que no lo son, ¿pero en qué se diferencian? ¿Las consagra? Los eunucos, los tarados, los solemnes impotentes. Hay que violar todo.
20 de Septiembre.-
Sale en “Últimas Noticias” una de esas porquerías que escribo para ganarme unas puyas.
En “El Nacional” veo a José Ramón Medina y me presta la “Ínsula” donde Jorge Campos habla de mí.
En la tarde voy a casa de mi mamá. Vino Idilia con C.
Todo el que vive recostado está expuesto siempre a que le reclamen cosas.
Le pedí una audiencia a Tarre Murzi para pedirle un trabajo o lo que sea.
Con pie firme y adelante y al paso del tórrido tambor marchemos con la Guardia Nacional. Un, dos, tres.
21 de Septiembre.
Salen dos notas: una en “El Nacional” y otra en “Últimas Noticias”, donde hago propaganda de la colección “La esquina” que dirige Antonio Beneyto.
Paso el día en casa de mi mamá; allá estaban Carolina y Mirna.
Veo a mi amigo López.
No leo nada; tengo un comienzo de gripe.
22 de Septiembre
Fui al Ministerio de Trabajé a solicitar empleo conseguí uno en el que se me pagarán Bs 800 semanales.
Me quedaré ahí obligado por las circunstancias.
Por la tarde vuelvo a ver a Tarre Murzi. Se hace un pleno de intelectuales y yo hago las listas. No leo ni escribo ni pienso en eso. Ni me importa un carajo. No viviré más recostado de nadie. Empezaré ganando Bs 800.
Está bien para empezar. Pensar en alquilar un cuarto o un apartamento. Dejaré de escribir notas para los periódicos. Me he visto obligado a buscar trabajo. No pude resistir las presiones. “Saliste con buen pie, hoy”, comentó mi hermana Idilia cuando le dije que estaba trabajando, o empezaba a ganar algo. Dejaré de ser un “irresponsable”. ¿Pero hasta cuándo? Tendré que agradecerle a Tarre Murzi está colocación, pobre, pero colocación al fin, en mi peor época.
23 de Septiembre
Sale en “El Nacional” otra notica que saqué de mi diario de Bruselas.
No tengo tiempo para nada. En este ministerio si se trabaja. Llego a las 7 y media y salgo a las 12 y cuarto. Regreso a la una y media y salgo entre 5 y media y seis de la tarde. Y regreso cansado y lo que hago es apagar la luz y acostarme. Espero que esto sea temporal.
Trabajar no cansa, trabajar embrutece. He sido una máquina en todo el día de hoy. No he leído una sola página: no he pensado; no tengo salida; seguir hasta estallar; llego, cansado, a las nueve y media de la noche a cepillarme los dientes y a acostarme a dar vueltas en esa cama sin poder dormir; pienso que debo estar en pie a las seis para bañarme y afeitarme y salir a la carrera.
24 de Septiembre.-
Paso el día en ese ministerio del trabajo; no leo una sola página; a mediodía fui a casa de mi mamá; M estaba allá con Carolina; Idilia dejó a Carolina; tenía miedo de encariñarse con ella y luego dejarla porque M se la quitara; hoy Carolina vio unas fotos donde aparecía Idilia y se puso a llorar; M venía llorando en el auto; yo pensaba que la culpa de todo era mía. Son las 10 de la noche; estoy cansado; tampoco leeré nada.
25 de Septiembre.-
Sueño con una sala de cine, pero a la vez en la sala de cine, paralela a la de la pantalla se desarrolla otra película; la película es de vampiros.
Una mujer anda con su marido que es un vejete, pero ella anda siempre con su amante que es un negro, chofer; el marido la ve y se transforma; M que está conmigo en la sala me dice: “llama a alguien, se va a morir ese hombre”.
26 de Septiembre.-
Son las 10 de la noche y regreso de casa donde fui a reunirme con M. Pasé todo el día en el pleno de Trabajadores Intelectuales que promovió Tarre Murzi. Ahí dije unas palabras violentas contra todo el mundo. Se me aplaudió una vez; no sé cuándo ni porqué. Allí se me acerco el joven Boulton, el de “El Orgasmo de Dios” y se me presentó. En la calle vi a Medina Silva y José Vicente Abreu me dio su último libro: “Las cuatro letras”.
Son las nueve de la noche, hora en que regreso a casa desde que salí a las 7 de la mañana. Estuve en el ministerio y allá corregí un poco mi novela “Gritando su agonía” y a las doce y media me fui con otros empleados de las relaciones públicas a un almuerzo que el ministro Tarre le daba a un periodista que se despedía de la oficina. Ahora llego aquí y me encuentro con un paquete que me envió Beneyto: un ejemplar de la “Ínsula” dedicada a Venezuela y donde Jorge Campos habla de “La Fiesta del Embajador” y los demás recortes que le enviara yo. Veamos qué pasará con el resto, o sea con los originales que le envié de “Entre las Breñas” y el “diario onírico”. No leí nada en toda la semana. Pero también esto es una prueba. Observo, escucho, veo, me dejo llevar; algo saldrá de todo esto.
Estoy leyendo; algo saldrá de todo esto.
Estoy leyendo esa novela de Abreu, “Las cuatro letras”-
Abreu se ha puesto a hacer literatura, lo que lo daña.
27 de Septiembre.-
A los comunistas, esa mierda, a Nelson Rockefeller, esa otra mierda.
Lista de gente que termine así “Y a la bendita puta que los parió”.
He pasado todo el día con M y a la vez releyendo esa novela que desde un principio titulé como “Gritando su agonía”. Le escribí a Beneyto agradeciéndole el envío .Con ese problema de Carolina que ahora está en casa de mi mamá. Se siente desamparada, tiene miedo, no puede dormir sola.
Releí algunos cuentos de Ambrose Bierce. Con todo y eso creo que perdí el día. No estoy de acuerdo con eso de corregir lo que se escribe y en estos originales apenas si he corregido algunos errores de ortografía. Pero sí pienso agregarle algunos capítulos que escribí a mi venida de Bruselas, cosas que apuntaba para otra novela, pero que no paró en nada por la falta de estabilidad y la falta de seguridad en mí mismo. Porque he pensado en serio dejar de escribir, dejarme olvidar, morir para todo esto. Lo que he publicado últimamente en la prensa son cosas viejas que escribí en Bruselas. Desde que regresé no he escrito un solo cuento.
En una encerrona.
Hoy he pensado en un nuevo título para “Gritando su agonía”. Es el siguiente: “La paja en el ojo ajeno”.
(FALTAN 28,29,30,31,)