Pareciera perogrullada decir que el gobierno bolivariano gobierna la política, siendo universalmente tal función la principal de su naturaleza; además, de un gobierno bolivariano y revolucionario esto se deduce al rompe, toda vez que el Comandante Invencible Hugo Chávez sembró consciencia en grandes y diversos colectivos de masas populares, que esa consciencia prendió, brotó, creció y se desarrolla no sin su complejo metabolismo de anticuerpos (clienteli-oportunismo y corrupción, entre los más comunes), y que, en nefandas fechas recientes, sobre todo después del 5-M/2013, la llamada ingobernabilidad fue trabajada por el Pentágono y sus lacayos venezolanos, colombianos y españoles al unísono con la más despiadada y criminal guerra económica. Parece perogrullada pero no es.
Pruebas de que hemos recuperado la política perdida, son la convocatoria a la ANC, su elección en medio de un infame sabotaje anti-comicial, la convocatoria por parte de la electa ANC de las regionales, previa extinción de las guarimbas y los saqueos del mapa nacional. Sobre la política perdida y sus alternativas y opciones, el ex-ministro y buen analista Reynaldo Iturriza ha desplegado artículos notables y hasta un libro completo, ‘El chavismo salvaje’, que recomiendo.
El constituyentista Julio Chávez, a quien admiramos por su entereza y sus atinadas gestiones locales desde hace años en Lara, ha sugerido hoy que nos interroguemos si esa recuperación de la política por parte del gobierno revolucionario ha corrido pareja con la apremiante necesidad de recuperar la economía, anarquizada como todos sabemos por DolarToday y una red de mafias muy bien tejida desde laboratorios gringos que incluye desde los tres o cuatro grandes importadores/distribuidores de alimentos, medicinas y otros rubros esenciales, hasta el penúltimo tendero exprés o el último chino acaparador de sardinas, papel sanitario y billetes nuevos.
Es una voz prudente entre los constituyentes (tanto como la del denostado Isaías Rodríguez o el dirigente campesino Braulio Alvarez, o el hilarante Earle, o el angustiado Julio Escalona…) la de Julio Chávez, quien dicho sea de paso no es de los de Sabaneta, sino de los de Carora. Pero las hay soeces e imprudentes, intolerantes e irrespetuosas para con la mayoría que sufre a diario la pesadilla de los precios, como la voz de Carreño, quien antier estigmatizaba a todo quien desde el chavismo se atreva a pedir celeridad, eficiencia y más calidad a las tareas que millones de venezolanos hemos mandatado tanto a la ANC como al ejecutivo; de «tontos útiles y traidores a la Patria» nos tacha. Y las hay rayanas en el cinismo como la voz de Aranguibel, quien burla burlando llega al colmo de decir que la Asamblea Nacional la perdimos gracias a la autocrítica (!!!), despachando las razones de fondo sin el menor rubor. A ambos, Carreño y Aranguibel, los respeto y les sigo sus opiniones, casi siempre acertadas; pero esta vez han de saber ambos que los revolucionarios de nacimiento no nos chupamos el dedo, y que son ellos quienes tributan al divisionismo con sus insolentes intervenciones públicas. Triple R con ustedes mismos, compañeros.
Ahora empiezan a actuar con más celeridad la ANC y los entes gubernamentales, para poner freno a la criminal guerra económica y financiera que ahoga al pueblo aunque haya los aumentos salariales que haya, entre otras cosas porque las voces de advertencia entre algunos constituyentistas y un vasto y contundente reclamo de camaradas valientes por las redes y por una que otra emisora comunitaria, han alzado sus voces frente a las cámaras lentas de quienes, en teoría, siempre debieron ir con las prisas que la revolución, en peligro de anarquía general, demanda a voz en cuello desde la consciencia.