Ovalles, Caupolicán: Argenis Rodríguez lo describió en su trabajo “Retrato de una Rata”, en donde dice entre otras cosas: “En 1957 Caupolicán Ovalles se encontraba becado en Madrid por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. En 1958 se regresó y dijo que era un perseguido político y que era adeco. En 1959 se hizo mirico. En 1960 se hacía pasar por abogado y era un comecandela que gritaba que había que fundar las guerrillas. Mandó a unos cuantos tontos útiles a Falcón, a Lara, a Portuguesa y al cerro de El Bachiller. Mientras hacía esto le vendía a los adecos una biblioteca que dejó su abuelo, un boticario. Ese año El Techo de la Ballena le publica un poemita; le dicen entonces que Betancourt lo busca para fusilarlo y se va a Bogotá. Regresa. Funda “La República del Este” (un conglomerado de bares en Sabana Grande donde grupos de intelectuales se dedicaban a beber de caña). En 1961 se casa y se residencia en Barquisimeto. Lo abandona la mujer. A Leoni le revende la Biblioteca de su abuelo Víctor Manuel Ovalles Carloman. A Luis Herrera Campins le hace lo mismo y la exhibe en Pro Venezuela… Víctor Valera Mora es quien se ocupa de cuidar la fulana biblioteca. Víctor y la Rata se enemistan porque la Rata no le paga un centavo… Vive la Rata de otorgarle premios a Luis Alberto Crespo y a unos cuantos borrachos que se auto proclaman “republicanos”… En la Era de Lusinchi y su barragana, la consabida Rata junto con Luis Camilo Guevara se apoderan de la Asociación de Escritores y le piden a la amante de Lusinchi, a doña Blanca Ibáñez, una subvención. Se la da Blanca Ibáñez. Cuando le recompran la biblioteca del abuelo Víctor Manuel Ovalles Carloman hay tragos para todos en el Triángulo de la Bermudas (uno de los famosos bares en Sabana Grande). Cuando Chávez se lanza candidato Caupolicán Ovalles hace un llamado: “Hay que votar nulo”. Chávez gana. Pero no todo se ha perdido para él: Luis Miquilena es Ministro del Interior y el Caupolicán corre hacia allá y le propone la eterna venta de la biblioteca de su abuelo Víctor Manuel Ovalles Carloman… Pero Chávez llama a Miquilena y le dice: “Renuncia porque te vas para la Constituyente”. La Rata le propone a Miquilena que traigan los restos de la Rata Suprema y que los depositen en el Panteón. Miquilena aprueba la moción y colocan los referidos restos al lado de El Libertador… Listo, el camino está abierto para la reventa número ocho de la biblioteca de don Víctor Manuel Ovalles Carloman…”.
Ovalles, Caupolicán: Se dice que Caupolicán Ovalles era un tipo chistoso. Algo jodedor. Si alguien quiere realmente conocer la calidad intelectual de este personaje le recomendamos leerse el libro que él escribió sobre Carlos Andrés Pérez, CAP, en el que lo pone por las nubes, titulado “Usted me debe esa cárcel. Conversaciones en la Ahumada”[1]. Ahí nos enteramos que Caupolicán Ovalles fue de los intelectuales que el 4 de febrero de 1992 asiste en Miraflores a un acto en apoyo al régimen “democrático”.
Pero a Caupolicán lo sorprendió la vejez sin haber hecho nada de valor en la vida, más que tomar aguardiente y hablar pendejadas en los bares de Sabana Grande, esa es la verdad. El libro sobre CAP lo concibió Ovalles con el fin de que se recordara en Venezuela unos poemas que él había escrito contra Rómulo Betancourt, llamado “¿Duerme Usted, Señor Presidente?”. En “Usted me debe…”, CAP cuenta que Betancourt le exigió en 1962: “- Haga preso a ese carajo (a Caupolicán)… esto no se puede admitir; mire, en Venezuela, el presidente que se deje coger por el rabo, lo tumban”.
Ovalles, Caupolicán: Argenis escribió esto por el semanario La Razón: “Este tipo (Caupolicán) se apropió de la biblioteca que dejó su abuelo, Víctor Manuel Ovalles, y se la ha vendido a todos los gobiernos. Se la vendió a Betancourt, a Caldera, a CAP; se la vendió a su amigo Lusinchi y otra vez a CAP, quien la metió en un garaje del Centro Simón Bolívar, y por último quiso vendérsela a Ramón J. Velásquez. Don Ramón le dijo: “- ¿Hasta cuándo, mijito? Ya yo me sé esa biblioteca por delante y por detrás. Y además mi gobierno está viviendo del IVA”. Ahora el Ovalles se la quiere vender a Chávez”.
Ovalles, Caupolicán: A Ovalles se le ocurrió escribir ese libro laudatorio a CAP, “Usted me debe esa cárcel. Conversaciones en la Ahumada”[2]. que le pareció una maravillosa manera de hablar de sí mismo, pero encontró una base sobre la cual soportarse y el libro acabó siendo una burda alabanza al Guachimán de AD quien había arremetido contra la Izquierda de los años sesenta.
Ovalles, Caupolicán: Caupolicán escribió: “Recuerdo aquel célebre desayuno que usted (CAP) nos invitó a Miraflores, convocando a la inteligencia de América Latina…”[3].
Ovalles, Caupolicán: (De Argenis Rodríguez): “Un cobarde que escribió un poema contra Betancourt y que corrió hacia Colombia cuando le dijeron en broma que habían ordenado su arresto. Fue a este tipo a quien los comunistas dieron luz verde para que me atacase con un seudónimo”.
Ovalles, Caupolicán: Pedro Tinoco abrió una cuenta especial[4] a Caupolicán Ovalles para que éste tomase y comiese cuanto quisiera en los bares de Sabana Grande, en aquella cosa que llamaban “República del Este”, porque el Este daba caché.
Ovalles, Caupolicán: Argenis Rodríguez escribió: “Yo era pendejo
porque no le adulaba a los presidentes de la cultura. Porque no les buscaba
mujeres, como hacía el Caupolicán Ovalles, esa rata que me atacó en el diario La Esfera por orden de los comunistas Teodoro
Petkoff y Pompeyo Márquez. ¿Y quién era ese hijo de puta? ¿Qué nexo tuvo
conmigo? Ninguno, que yo sepa. El no estuvo en el monte porque andaba asustado
después de escribir un poema en contra de Rómulo Betancourt. Este tipo, como
todos los de mi generación, sintieron envidia por mi trabajo, por eso que yo
había alcanzado al publicar Entre las
Breñas. Sintieron envidia por mi valor, por mi talento, por mi cultura. No
me atacaban porque yo hubiese robado o porque hubiese matado o porque hubiese
delatado. Me atacaron porque yo tenía genio y lo había demostrado trabajando,
no discurseando en las barras de los botiquines”[5].
[1] Rayuela, Taller de Ediciones, Caracas, 1996.
[2] Rayuela, Taller de Ediciones, Caracas, 1996.
[3] Ut supra, pág. 125.
[4] Esto fue referido por el escritor y ex presidente de la república Ramón J. Velásquez.
[5] Argenis Rodríguez en su obra “Escrito con odio”.