(EN LA GRÁFICA, ARTÍCULO PUBLICADO POE SANT ROZ, EN MARZO DE 1993…)
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
10 -2 -1993: Para que el libro del padre Santiago López-Palacios al fin salga de la imprenta de la Facultad de Ciencias, he ido a comprar de mi propio peculio la cartulina para la portada. Esperemos a que ahora no se presenten nuevas excusas y deje de mantenerse este horror de retrasos que lleva ya varios meses. Así es como funcionan las instituciones dentro de la ULA: robos, retrasos, destrucción de equipos, indolencia por doquier, huelgas, profesores que no cumplen con sus obligaciones, gente que se va a exterior y que a sacar un doctorado y lo que hace es pasear, rectores que se jubilan dos veces,… las más insólitas vagabunderías y después se atreven sus autoridades pretender dictar cátedras de honestidad y trabajo al gobierno nacional, que está tan podrido como las propias universidades autónomas.
El estudiante Roger Velaín está pasando por una severa crisis existencial. Desde que comenzó a asistir al Taller de Literatura le ha dado abandonar los estudios que seguía en la Facultad de Ciencias y decidió cambiarse para la Facultad de Humanidades. Yo le he dicho que cualquier estudio en la universidad a fin de cuentas conduce a lo mismo. Ha llamado a su padre y le ha dicho que no seguirá estudiando Biología. Esto me obliga a hablar con el decano de Humanidades para ver si este joven no pierde el año.
11 -2 -1993: He estado otra vez releyendo los tres primeros volúmenes de Guy Bretón para hacer un resumen completo de su obra sobre las mujeres en la historia de Francia. Este trabajo me ha trastornado un poco mis planes.
Roger Veláin continúa derrumbando y esto me sigue preocupando. Pareciera que nadie puede echarle una mano.
Ha venido Luis Vargas a visitarme. Juntos, Luis y yo, a la 9:00 a.m. hemos ido donde el padre Santiago López-Palacios. Un grupo de participantes en una conferencia internacional sobre plantas medicinales acompañaron a Luis en esta visita. Cuando le han preguntado al padre que por qué no se hace reconocer por un médico experto en males como el que él padece, don Santiago les ha respondido que él ya cumplió su ciclo vital, que no visitará a ningún médico.
12 – 2 -1993: He pasado toda la mañana haciendo diligencias con el padre Santiago. La ciudad está infernal con el asunto de las Ferias del sol, que yo llamo del ron. Cosa muy rara en mí: he pasado toda la tarde con dolor de cabeza.
Me he reunido con el profesor José Zambrano, Alicia Satem y Pedro Pablo para ordenar la idea de hacer un periódico.
He ido a entrevistar al profesor Andrés Zavrostki, junto con Rómulo Aranguren. Vuelvo a casa a las 9 de la noche.
13 – 2 -1993: La feria del sol (Ron) ha comenzado a apoderarse del centro de la ciudad con sus borrachos, cabalgatas y caravanas.
Durante la época de feria, o de rumbas en este país, además del sin fin de vacaciones disipativas en las que se vive, como en un eterno carnaval, se desata una furia de locuras incontrolables; bichos de todas las especies sacan a relucir sus divertidas embestidas rompiendo botellas en las calles y montando orgias públicas, de modo tal que según cálculos elaborados por el Hospital de Los Andes, cada año se produce en diciembre, el mayor nacimiento de niños, sobre todo de madres adolescentes; es un desborde de francachelas y vienen a dejar a aquí su simiente tachirenses, maracuchos, falconianos, margariteños y hasta colombianos. Aturde el rancio hedor de la cerveza y de los meados en todas las esquinas; se pueden ver las cadenas de boñigas de burros, mulas y caballos en las avenidas; derroche de actos vandálicos; a partir de las diez de la noche conductores desenfrenados conduciendo por todas las calles a alta velocidad con sus equipos de sonido a altísimo volumen; y para completar avenidas y calles céntricas clausuradas por la exhibición de caravanas, bailes y danzas. Se desata un frenesí por provocar espantosos ruidos. La gente se empeña en poner los resonadores y altavoces más escandalizadores en las esquinas del centro. Las competencias entre borrachos que conducen carros de lujo se hacen en las avenidas más céntricas.
Los cocteles que se preparan a base de ron callejonero, cerveza, un brandy malo, vino de mora o de cambur y que colocan en las llamadas botas ponen a prueba los gaznates más poderosos; a algunos he visto marchando hacia la plaza de toro con una botella de aguardiente en una mano y una patilla en la otra.
Camiones y gandolas embadurnados de letreros con nombre de reinas: «Yelitza I», «Katiuska», y sus atronadores altavoces circulan atronadoramente por todas las avenidas. Luego a lo largo de varias cuadras y en dirección a la Plaza de toros se colocan docenas de chiringuitos en los que venden pinchos, morcillas, longaniza, chorizos, una barahúnda de vísceras sueltas, y se ha llegado a decir que son preparados a base de carnes de perro o de gatos, muy bien condimentados. Las ventas de cerveza Polar ocupan grandes toldos a lo largo de la avenida. Como se puede imaginar, en medio del humo de los carros, de las carnes asadas y de la basura que se acumula, del pasto que se quema porque es cuando la canícula aturde, se produce una pestilencia que se lleva muy bien porque la borrachera todo lo tolera. Se ve vender cervezas en cada esquina del centro, en unos inmensos toneles. Gente venida de muy lejos con sus carros atestados de frívolas mercancías, se instalan con grandes tiendas en las que se ven multitud de máscaras, afiches de mujeres desnudas y cantantes famosos, gorras, sombreros rancheros, botas para el aguardiente y botas de vaqueros.
Esto es precisamente lo más opuesto a la cultura. Y mientras la cultura casi nunca tiene eco en el pueblo, estas batallas por el desenfreno y el libertinaje, estos desfiles reciben la mayor acogida, apoyo y benevolencia por parte de la iglesia y de la Universidad de Los Andes (ULA), del empresariado y de la Gobernación del Estado. La ULA alquila algunos de sus terrenos para los templetes y ventas ambulantes. Casi todos los gestos de los falsos agentes de nuestra cultura terminan subyugados por los brindis, por los cocteles y las celebraciones; por las partidas de bolas criollas, el juego de dominó, las instalaciones de las estruendosas minitecas y parrandas. Existen casas de la Cultura que son verdaderos bares o tascas, lugares para el destape de toda clase de desenfrenos. Precisamente esta es la denuncia que sobre la Casa de la Cultura de un pueblo del Páramo vino a hacer en aquellos carnavales, porque formaron una orgía en la Casa del creador popular Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchíes, donde llegaron a sodomizar a varios muchachos.
¿Cuántas personas se pueden ver en un concierto en el Aula Magna de nuestra universidad, en un recital, en una charla de alguna eminencia académica? A veces hemos visto virtuosos de la guitarra, del violín o del piano tener que dar sus conciertos a una docena de espectadores porque a la gente no se le ha educado para estos valores humanos. Y no es porque no se haga propaganda; propaganda se hace por todos los medios de comunicación. La prédica aquí no es suficiente; es en parte el propio hombre el que está dañado, perturbado y enfermo por la vulgaridad que envuelve y lo daña todo.
No se puede esperar que el hombre creador esté haciendo antesala ante los entes públicos para conseguir migajas. Los intermediarios se apoderan de casi todo lo que el Estado asigna a la Cultura. Por ello se explica que Juan Félix esté como se encuentra hoy; abandonado, pagando con su propio dinero los bienes culturales que hoy tiene San Rafael. Y su casa, llamada Casa de la Cultura de San Rafael se la hayan cogido para hacer bonches deplorables como los denunciados. Es necesario decir que muchos agentes de la Cultura se adueñan de estos centros vitales que deberían servir para la creación, para ayudar a los poetas, a los músicos, a los pintores y artesanos nuestros. Pero en cambio es muy poco lo que les llega a esta gente. Los agentes de la cultura se apropian de este dinero y lo despilfarran en gastos de representación, en pago de privilegios, prebendas y viáticos, o en las bestiales rumbas que cada se hacen en las llamadas Ferias del Sol.