GRÁFICA: ARTÍCULO PUBLICADO EL 30 DE ENERO DE 1990, POR LA GRAN CANTIDAD DE MALAS PRÁCTICAS MÉDICAS QUE SE ESTABAN DANDO EN ESTE CENTRO HOSPITALIRIO DE LOS ANDES VENEZOLANOS…
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
6 -2 -1983: A pesar de ciertas dolorosas experiencias durante mi cortan estancia en Cumaná, trabajando como profesor en la Universidad de Oriente, conservo de ella recuerdos amables y dulces. No perdí un segundo de vida sustantiva mientras viví en esta ciudad, compartiendo con su gente humilde, batallando contra la indolencia con estudiantes y profesores de la UDO. Fue durante esa estancia cuando escribí mi libro “Nos duele Bolívar” que llegaría a tener varias ediciones. Participé en muchas actividades comunales, en charlas y conferencias sobre Bolívar y nuestra historia; conocí a Jean Marc De Civrieux y construí una amistad con él hasta su muerte. Jean Marc De Civrieux acabó siendo el padrino de mi hija María Alejandra y su esposa Gisela Barrios madrina de mi hija Adriana, esto ya viviendo ellos en Mérida. Pude leer y escribir como un condenado, ansioso por recuperar tanto tiempo perdido.
Durante esa estancia hice amistad con el gran batallador cultural Benito Yradi, quien tuvo la infinita bondad de escribir unas palabras para mi libro “Nos duele Bolívar”. Se hizo un hermoso mural en Cerro Colorado en honor a este libro. Dirigí una tesis de postgrado en Matemáticas, dicté también un curso de postgrado parta los profesores del Departamento de Matemáticas. Me enrolé en campañas para limpiar las Playas de San Luis. Y de todo esto, acabé enfermo, y de ello hablaré más tarde.
Ahora cuando se me agolpan tantos recuerdos, me viene a la memoria mi otra estancia, en La Guaira, allí en Los Corales en casa de mi cuñada Rosa Canelón. Estaba recién llegado de Estados Unidos y como no teníamos donde llegar, ni dinero, Rosa y su esposo, Guillermo Bazó, nos acogieron en su casa. Allí pasamos un tiempo, y comencé a moverme para buscar trabajo y a llamar viejos amigos. Entre esos conocidos me comuniqué con el escultor Orlando Campos quien se quedó con mi biblioteca, guardándomela, durante esos largos seis años que estuve haciendo mi doctorado. Lo llamé y le dije que quería volver a tener mis libros y sin vacilar un segundo me contestó que la tenía embalada y que podía ir a buscarla en El Paraíso, donde vivía, cuando quisiera. Yo la verdad, que la creía perdida. Entonces contraté un camión de mudanzas, un 350, y fue a reencontrarme con mis miles de viejos amigos, y luego no sabía dónde colocar tantas cajas, por lo que decidí enviarlas a Cumaná para que un amiga mes las guardar en el Departamento de Matemáticas, mientras buscaba el modo de alquilar una casa.
Mi biblioteca constaba de unos tres mil ejemplares para la época, pero al mismo tiempo recibí por barco un cargamento de libros que había enviado desde California muchos de los cuales se los doné a la UDO.
Escribo, desde Cumaná, para el diario El Nacional sobre el podrido sistema electoral: de la suciedad que inunda nuestras calles, embadurnadas las paredes de mentiras, de promesas, de la alucinación que busca el escabroso voto, donde se ofrecen dólares a precio de gallina flaca. Porque en Venezuela los partidos políticos llegan a ser tan miserables, que sudan la gota gorda sacándonos el voto, pero en cuanto triunfan nos dan la espalda y proceden a hacer exactamente lo mismo o peor que el ladrón o asesino al cual exigían reemplazar en su cargo. Y entonces para las próximas contiendas electorales las viejas consignas se unirán con las nuevas porque no hay necesidad de borrarlas: dicen las mismas memeces, prometen los mismos paraísos, al tiempo que las calamidades se acrecientan y el caos sigue imparable.
Todo esto duele porque realmente Cumaná pudiera ser la ciudad más bella del mundo. Qué de encantos en su gente pobre, en su gente sencilla y humilde. Sus calles y monumentos cargados de historia noble y guerrera. Madre de cuántos sufrimientos. Los parajes boscosos más hermosos yendo hacia los pueblos de sus alrededores, el mar infinito con sus playas y allí donde uno se plante para contemplarle se llena uno del placer honroso y sonriente de las preñadas luces del horizonte. Me habría gustado quedarme a vivir aquí para siempre…
14 -3 -83: Escribo otra nota para El Nacional. La mayoría no me las publican. Escribo sobre una manifestación de mujeres que han ido a protestar contra la corrupción, a la plaza Bolívar. El señor Luis Pinerúa, atacando a los directivos del banco de los Trabajadores ha dicho que él no se sienta al lado de un ladrón. Pero si el país donde pululan los capos de los partidos resulta en sí un antro de delincuentes, ¿a qué lugar podría ir este señor Pinerúa donde no se encuentre alguno? El mismo señor Luis Herrera Campins, que hoy nos está reclamando ajustemos el cinturón porque lo viene es hambruna, ha sido uno de los presidentes más derrochadores que hemos tenido. A la ciudad de San Francisco, en California, llevó una delegación que ocupo todos los pisos del más lujoso hotel. El dispendio fue saudita, indescriptible. En estos momentos el señor Díaz Bruzual, presidente del Banco Central de Venezuela mantiene una cruenta polémica con distintos políticos porque él asegura merecer el aumento de sueldo de un magnate de primera.
15 -3 -1983: Escribo sobre ciertos canallas de esta izquierda envilecida por vivir mezclada y confundida con los mandones adecos y copeyanos. Escribo o deliro de rabia. Ya no tengo fuerzas para publicar nada, cuando mis palabras, de veras, comienzan a resultar impublicables en este país.
He decidido escribir para mí. Cuando me lean en el futuro, ¿a quién podrían ya servir mis ideas, mis dolores y amarguras?
17 -5 -1983: ¿Para qué sirve un gobernador en Venezuela? Pues, para robar. El Estado Sucre, en veinticinco años de democracia ha tenido más de cuarenta gobernadores que la han convertido en la Primogénita de las Moscas y la Basura de América: destruida lo que fueron sus bellas playas; convertido su río Manzanares en otro Guaire; calcinada por el ardor devastador de la incuria Laguna de Los Patos; empantanado de excrementos y desperdicios el Golfo de Paria, encharcadas perennemente sus calles con pavorosos cráteres; desoladas hasta el delirio, sin servicios públicos de ninguna clase, ¿qué ha hecho tanto mequetrefe que ha gobernado a esta ciudad? Yo lo pregunto en la calle y la gente se molesta conmigo. Emporio de aberraciones y tristeza: inundada de indolentes y vagos bien trajeados que hacen campaña para ultrajarla; malos olores por doquier que nadie siente esas horribles emanaciones sino yo. y lo digo en verso:
Huele mal en el Golfo
y en las playas de San Luis
¿Le huelen mal a usted
como me huelen a mí?
Y estos gobernantes en lugar de dedicarse a arreglar las cosas, cuanto hacen es pagar remitidos donde dicen que todo va muy bien. Que pronto Cumaná será la estrella del Sur de América, más Primogénita que la Madre de las honorables de las más insignes Abuelas. Toma.
14 -6 -1983: Envío a El Nacional un artículo contra la corrupción, que este periódico censura. EL Nacional cuando atacan a la corrupción desde un ángulo que no le favorece, se hace el sueco.