(EN LA GRÁFICA VEMOS A SANT ROZ CON LA ESCRITORA Y PERIODISTA URUGUAYA ISABEL PISANO, AUTORA DE LA OBRA «YO PUTA»)
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Perira
3 -2 -1994: La colega de la Facultad de Ciencias, Gisela Sarrazin ha llevado al padre Santiago al Taller de Literatura. Nos causó una agradable sorpresa. El Padre llegó profundamente pálido, caminando lentamente de la mano de Gisela. Me sentí preocupado. Salí a recibirlo, a agradecerle su presencia al tiempo que buscaba un lugar donde sentarlo. El día estaba muy nublado y afuera corría una brisa helada. El clima cambiaba con rapidez y aún no entrabamos en los días seco del verano. Se encontraban ese día en el Taller, Daniel Márquez, Alirio Pérez Loprestti, José Zambrano, Migdalia Rivas y su hija, Pedro Pablo Pereira además de Gisela. Yo propuse que viéramos la entrevista que se le había hecho por la TAM a Camilo José Cela y entonces pasáramos a la sala Francisco de Venanzi. Esa entrevista había sido filmada en TV -ULA, y yo había obtenido una copia. Así hicimos. Yo no hacía sino pensar en la situación de salud del Padre, que tenía una palidez alarmante. La entrevista duró una hora, y tenía que salir en volandas a buscar a una hija mía al colegio Zea, porque la otra estaba con su mamá en casa, enferma, pasando una fiebre. Sentí vergüenza de tener que salir a la carrera. Me excusé en medio de los comentarios que provocó la entrevista. Hablé con el padre, pero el sofoco de su mal le impedía expresarse bien. Gisela me dio un trozo de chocolate que había traido de Italia para compartirlo con la gente del Taller. En la calle lloviznaba y no dejaba de sentir una pena como si hubiese cometido un crimen. Había algo pesado dentro de mí. Me sentía culpable de tantas cosas. Pensaba en el padre. En que debí traerlo conmigo aunque llegara a buscar tarde a mi niña. La culpa; una culpa que en ocasiones me abruma y que me hace revisar palmo a palmo tantas veces cada paso de lo que hago durante el día.
4 -2 -1994: Algunos estudiantes de la Facultad de Ciencias me invitan a decir unas palabras con motivo de cumplirse dos años del Golpe del 4 de febrero. Como se ha dicho insistentemente en estos días que la democracia hizo lo que dos intentos de golpes no pudieron: destituir a CAP. Respondo que eso es totalmente falso, pues de haber continuado la mentira democrática al gusto de los yanquis como aquí se venía estilando, jamás se habría podido hacer algo contra un presidente de la República…
5 -2 -1994: Visito al padre Santiago, quien me entrega una revisión que estuvo haciendo de mi trabaja sobre Obando. Enfermo grave como se encuentra el padre no deja de trabajar ni mucho menos de pensar.
9 -2 -1994: Hago una visita a Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchies. Entrevisto a Epifania sobre el robo que les hizo un tipo, amigo del abogado Álvaro Varela. El tipo los dopó y luego les robó varias cosas, entre ellas, tres anillos que tenía en sus manos Epifania, dos cámaras fotográficas, dos mil bolívares y una cobija.
11 -2 -1994: El inicio del gobierno de Caldera es gris. Rafael Poleo dice que los diputados de Convergencia parecen unos sacristanes desempleados y habla con dureza del gobierno sietemesinos del viejito remolón de don Ramón J. Velázquez. El gobierno de Ramón J. Velásquez resultó un desastre peor que el de CAP. Además de la caída del Banco Latino están corriendo rumores sobre quiebra de los Bancos Unión, del banco Venezuela y del banco Progreso. Se sacaron toneladas de plata durante el fin de semana. «Afortunadamente» la sangría parece que se detendrá con el feriado de carnaval, pero se respira un ambiente de temor y desconfianza aplastante en el mundo financiero. El sentimiento de estafa que todo venezolano carga como una condena se respira en todas partes, y Caldera continúa en su limbo de muerte. Es que Miraflores narcotiza a sus huéspedes.
La ciudad está tomada por los borrachos de la asquerosa Feria del RON.
7:30 p.m. Edgar Alfonzo me acompaña a la Clínica Mérida, donde el cirujano Anibal Musa, me va a extraer un quiste cebáceo de la cabeza. A través de Edgar y con la ayuda de Oli he podido recibir la atención médica del doctor Musa. La operación termina a las 8:40. El doctor Musa no me cobra nada. Cuando salimos a la calle estaba lloviznando. Invito a Edgar y su novia Irina a que se lleguen hasta mi apartamento para que compartamos un rato. Me toco el pelo y encuentro mis dedos empapados en sangre; el cuello de la camisa y el paltó se han manchado de sangre. Paso una noche incómoda, no encontrando una adecuada posición para dormir.
12 -2 -1994: Me levanto temprano a trabajar. A las 11 llevo a las niñas al Parque La Isla. Regreso a casa a la una de la tarde. Trato de dormir y no puedo. Cargo un tremendo dolor de cabeza. Me pongo a escribir un artículo sobre Leonel Vivas, sobre los fútiles proyectos de una reforma universitaria y el asunto de algunos fraudes realizado por el Museo Arqueológico de la ULA. Alirio Pérez Loprestti llama para ver como sigo. Me ofrece una visita por la noche. Llama José Luis Moreno Quintero para decirme que me visitará mañana.
Me acuesto a la una de la madrugada; he pasado toda la noche escuchando música clásica y conversando con María. María revisa la herida y encuentra que está cicatrizando bien. Le pone merthiolate.
13 -2 -1993: Me despierto temprano. María va y hace café y me lo lleva a la cama. No quiere que me ponga a trabajar inmediatamente y allí nos quedamos divagando. Yo en cambio siento la urgencia de poner en orden muchas cosas. Desde hace varias semanas vengo estructurando tres libros: Uno sobre la corrupción universitaria que pienso editar en conjunto con Edgar Alfonzo, uno sobre Juan Félix y otro sobre la degeneración de la dirigencia estudiantil en Venezuela. Hoy casi no siento la herida. Todo ha ido evolucionado bien.
La ciudad está tremendamente congestionada por multitud de personas que salen a ver un desfile de carrozas. La gente está desesperada por divertirse artificialmente. Vuelven las quemas en los cerros de Mérida. Enormes propagandas sobre bebidas alcohólicas y cigarrillos envuelven a la ciudad. Hay un enorme capuchón de una marca de cigarrillo que arropa la estatua de Paéz en la avenida Las Américas. Porros, vallenatos y corridos se escuchan por doquier. No se puede salir a la calle porque las trancas son totales. Quedan aún dos días de farra y de fastidio carcelario.
18 -2 -1994: estamos viviendo días en que por la mañana aparecen grandes nubes negras producto de las quemas al norte de la ciudad. La Hechicera se cubre de un manto amarillo enfermizo-taciturno. Los ciudadanos languidecen en medio de las permanentes huelgas universitarias, y los estudiantes van y vienen por los bancos de las plazas y los parques esperando el reinicio de las clases. Los profesores de estas universidades consideran trabajo, estudiar y dar clases en medio de permanentes huelgas y paros. ¿En qué consiste esta vida tan inútil de los universitarios? ¿En deambular, alzar el brazo y soltar un «hola» esotérico al que pasa? ¿Dormir indolentemente y divagar porque no hay nada qué hacer, ni nunca habrá nada qué hacer?
A veces llega alguien y nos dice: «¿No te enteraste?, murió Fulano de tal», y uno piensa en el individuo, como en algo que nos alude momentáneamente, pero que en el fondo nada importa. Lo que queda es el comentario vago de lo que deja el que se va, solamente un leve soplo de recuerdos que no dicen nada.
Anoche fui a quitarme los puntos que me tomaron en la cabeza. El doctor Muza me atendió con mucha deferencia y me dijo que volviera en tres semanas.
La Feria del Ron ha dejado un mar de basura y de heridos en nombre del entretenimiento.
27 -3 -1994: Hoy se cumplen cuatro años del encontronazo que, a la postre, acabó con Carlos Andrés Pérez.
Hacemos una visita al compadre (y etnólogo) Jean Marc de Civrieux y su esposa Gisela Barrios, padrino de mi hija Alejandra, a quien no veía desde hacía unos cinco meses. Lo encontré con su memoria muy deteriorada. Comprendí ese día que el hombre no requiere de nada mental para ser un santo. Salí a caminar con Jean Marc hasta la quebrada La Leona; en el camino Marc de pronto se detuvo y me dijo que no recordaba a qué habíamos salido.
Iba Jean Marc saludando con mucho respeto y reverencia a cuantos vecinos nos conseguíamos en el camino. Había sin embargo en él una lucidez impecable y dulce, como la de un niño.
Entramos en un caminito que conduce a una casa que está en venta y de pronto me dice que él no sabe si tenemos derecho a entrar en aquel callejón. Nos devolvemos, y recuerdo a mi padre cuando entró en la demencia, cuando lo comenzó a destrozar la arterioesclerosis; aquellos últimos años de mi padre cuando perdió su memoria.
Cuando llegamos a la quebrada La Leona, Jean Marc me preguntó, señalando un enorme peñasco debajo de un árbol, si podía explicar los surcos que se estaban formando, las hendiduras y marcas que tenían enormes peñascos. Me sorprendí observando verdaderos huecos sobre la piedra como si hubiesen sido hechos con algún objeto contundente.
Le pregunté si él podía explicarlo, y me contestó que no. Entonces, como siempre lo hace, comenzó a recoger piedras, a observarlas detenidamente. Me pasó un grupo de ellas y me dijo que eran mías. Total que volvimos a casa cargado de piedras. El pequeño muro que bordea todo el corredor de su casa en La Mucuy Baja, está lleno de píedras de todo tipo que él ha ido guardando, coleccionando, algunas verdaderamente extrañas.
Comenzó a lloviznar, y me acosté en un chinchorro del zaguán de la casa de Gisela a ver caer la tarde. A lo lejos vi una casita blanca de zinc, solitaria en una montaña, y podía apreciarse a un hombre retirar muebles del corredor. Durante un instante me dormí.
Jean Marc De Civrieux: El Hombre que nos vino del Orinoco, nació en Niza, Francia, el 23 de diciembre de1919. Su Padre, Pierre Celleir fue relojero (también se ocupaba de orfebrería), quien inventó el primer reloj eléctrico. Era un aparato “muy grande y muy bello”, por lo cual recibió un reconocimiento especial del gobierno de Francia. Pierre Celleir se hizo teósofo, de la secta de Rudolf Steiner y esta influencia tuvo que ver en la decisión que tomó para separarse luego de su esposa Meryem Larréguy de Civrieux. La señora Larréguy tenía muy bien colocado los pies sobre la tierra, por la cual, al ver a su marido envuelto en las complejidades de la secta de Steiner, comenzó a sentir preocupación por aquellas reuniones espirituales en las que vivía embebido su marido, pues poco se ocupaba de ella y de su hijo.
Aquellas diferencias acabaron provocando la separación de la joven pareja.
En la familia Civrieux, hubo toda clase de gente tocada por los asuntos del espíritu. Del primero que tenemos noticia es de su bisabuelo Luis Desnoyers, conocido escritor que fue el autor del clásico titulado: Les Mésaventures de Jean Paul Choppart, reeditado muchas veces en Francia. Por otro lado el pequeño Jean Marc tuvo un tío sacerdote, hombre simpático, a quien él no podía recordar sin una dulce sonrisa en los labios. Otro tío suyo fue un delicado hombre que nacido para amar las cosas buenas fue lanzado al horror de la guerra, un notable poeta. Llevaba este señor, devoto de la poesía de Lamartine, el nombre de Marc; era católico y conservador, y estaba afiliado a la Action Francaise, movimiento monarquista. Este Marc tenía un tío aristócrata, como correspondía a su linaje, y con un importante título en el mundo militar; también escritor, e hizo estudios sobre memorables batallas. En la primera guerra mundial, no teniendo aún edad Marc para ir a la guerra, su tío, personaje severo y exageradamente patriota, le exigió que se alistara en el ejército. Marc fue a la guerra y murió en la batalla de Verdún. En el morral del soldado le fue encontrado un manuscrito (al lado de un poemario de Lamartine) que luego sería prologado por Romain Roland y que tendría por título Le Muse de Sang. El tío de Marc, el importante hombre militar que anticipándose al tiempo reglamentario, había obligado a su sobrino a cumplir con los sagrados valores patrios, al conocer aquella desgracia entró en la locura, y nunca más se recuperó.
Marc fue enterrado al lado de la tumba de Lamartine.
Devotos hipócritas de frenéticos corazones.*
El autor de Le Muse de Sang adoraba a su hermana Meryen, y en este libro póstumo puede verse un poema dedicado a ella. Por este fraternal cariño y un recuerdo de su querido hermano fue por lo que al tener su único hijo también le llamó Marc. Pero cuando el pequeño Marc quiso ser poeta la familia se preocupó. Jean Marc pasaba horas y horas dedicado a componer poesía, y además sus notas en el colegio Louis Le Grande no eran muy buenas.
Francia, un país con poetas malditos como Baudelaire, de grandes atormentados como Rimbaud y Verlaine, casi todos destrozados por el alcohol o por la droga y poseídos de un gran dolor por la humanidad, eran un ejemplo nada agradable para la señora Meryem quien hizo cuanto pudo para que las musas no le arrebataran su único hijo. El pequeño Jean Marc acabó abandonando la poesía, pero quedaría eternamente marcado por ella; en realidad, nunca dejó de ser poeta: sus versos de angustia y de dolor son inexpresables y corre por su sangre y sus nervios, están en sus ojos azules y callados, en su corazón.
HACE AMISTAD CON ANDRÉ BRETON
El joven Jean Marc de Civrieux, el que habría de venir a prestar valioso servicios a Venezuela (con el apellido que su madre quiso que adoptara para conservar de algún modo los trazos de un luminoso linaje, y con el nombre de su querido hermano muerto en Verdún) pese a las aspiraciones prácticas de Madame Meryem, siguió recibiendo influencia poética de compañeros de estudios en el Liceo Bufón, donde también estudió. El ambiente entonces era propicio para las artes; además de asistir a la conferencia que aquella época dictaba el filósofo Henry Bergson en el Colegio de Francia frecuentaba con un compañero la librería André Bretón que quedaba Rue de Vaugirard. Don André, el fundador del surrealismo francés se acercaba para atenderlo, con suma amabilidad y hacía cuanto podía para responder sus inquietudes literarias. Allí vería Jean Marc a Salvador Dalí, Jean Cocteau, Atonin Artoud y Pablo Picasso, y tantos otros importantes hombres del movimiento surrealista.
Con los vientos de aquella gran guerra encima sabiendo su madre que a Jean Marc le sobra genio como para que la pierda como su tío, en una guerra de viejos, y en la que a la postre serían los viejos quienes buscarían la paz, se lo arrebata a al dios Marte, y huye con lo poco que tiene.
SE RADICA EN VENEZUELA
Jean Marc de Civrieux llega a Venezuela con su señora madre, en diciembre de 1939, un pequeño y desconocido país que acaba de entrar, con la muerte reciente del general Gómez, en el siglo XX. Recala aquel barco en la Guaira, donde fornidos negros y morenos se abren paso entre jaranas y risas, llevando enormes cargas. Jean Marc debió recordar el viaje inefable de Arthur Rimbaud a los confines del África, pero a diferencia de Rimbaud, Jean Marc tenía una dulce, adorable y encantadora madre. De modo que no se planteó mientras ella viviese abandonarla, huir de las grandes urbes, perderse en una interminable y total fuga fuera de este mundo, conviviendo con los salvajes.
Está el muchacho Jean Marc procurando entender lo que oye a su alrededor, la requisa minuciosa de la policía que hace en los barcos que llegan de todas partes de mundo con viejos comunistas exiliados, y a los que nuevamente se expulsan. Irónicamente, el Presidente Eleazar López Contreras ha abierto las puertas de nuestro país a muchos emigrantes europeos que huyen de la gran que ha puesto a temblar al mundo, mientras que centenares de patriotas que lucharon con coraje y valor contra la dictadura de su país, aún no pueden a su tierra.
Es muy probable que en el barco que llegara Jean Marc, venían también muchos judíos, checos, italianos y polacos.
Venezuela para ese momento, casi todo sigue siendo virgen, como el mismo continente africano: lo que se sabía sobre flora, ríos y extensiones territoriales era cuanto habían descubierto el barón de Humboldt y Codazzi. Aquel primer encuentro del muchacho Jean Marc con la Guaira, por donde habían desembarcado hombres eminentes llegados de tierras lejanas debió provocar en él una gran conmoción espiritual: era el encuentro con su destino. Es que Jean Marc era de la raza de grandes expedicionarios como Jean Costeau, a quien conoció. El canto de los pájaros, aquellos rostros semiaborígenes quemados por inclemente sol, el laberinto de voces, gritos y cantos autóctonos debió hablarle de que habían llegado al paraíso que en una ocasión avistara Colón.
Muy pronto Jean Marc se matricula en la Universidad Central de Venezuela donde con frecuencia oye hablar del gran río Orinoco y de las etnias que viven en la selva del Amazonas.
Pocos años después llegará a decir:
– Soy un hombre que ama la naturaleza y mi aprendizaje lo he hecho en la selva.
Ya entonces comienza a nacer en él la necesidad de internarse en mundo desconocido, y traba amistad con compatriotas que tienen entre sus planes lanzarse en una gran expedición que llegue hasta las cabeceras del Orinoco.
Jean Marc es de los primeros que obtiene un título de geología en la UCV, y pronto se dedica con disciplina y extraordinario amor por este país a la investigación. En este campo fueron muchos los trabajos científicos que nos aportó. Basta decir que Jean Marc de Civrieux fue autor de un mapa estratigráfico de Venezuela que fue muy útil durante los años cincuenta en el país, y publicó gran cantidad de trabajos sobre la etnología y la antropología en importantes revistas especializadas.
La colonia francesa en Caracas no debió ser muy numerosa, y Carlos Delgado Chalbaud, cuya educación la había hecho en Francia, debió relacionarse con la familia de Marc. Carlos Delgado era un hombre culto, amante de la buena música y de los buenos libros y solía reunirse muy poco con sus colegas del círculo militar, donde se hablaba de putas, de carros, de política de partidos y juegos de envite y azar, y además se tomaba mucha cerveza. El joven Marc fue profesor de francés de la esposa de Carlos Delgado Chalbaud, y después me diría Marc: “-Ella sabía más francés que yo”. Tal vez lo hicieron para ayudarle económicamente, o porque el joven Marc ya tenía una sólida formación intelectual y resultaba muy agradable tratarle.
Marc sería uno de esos testigos mudos de lo que se le avecinaba al presidente Isaías Medina Angarita, quien había cambiado la cerveza de los bares en los círculos militares por el whisky fino que se bebía en el Country Club. Marc me dijo que Isaías Medina Angarita era un hombre muy simpático y amable. Pero todo aquello lo veía él de lejos, con mucha prudencia y respeto, y gran conmoción debió producirle todo el escándalo de la muerte de Carlos Delgado Chalbaud y la consecuente animadversión de Marcos Pérez Jiménez contra la viuda de este Presidente, pues ella lo comprometía seriamente en lo del asesinato.
Aquel pesado embrollo nacional, aquel mundo de miserias y luchas por el poder lo llevarían a estar a mil leguas de todo lo que oliera someramente a política vernácula. Se apartó a sus estudios de investigación y nunca le interesó en lo más mínimo ese curso triste y deprimente por el que suele discurrir la politiquería en nuestro país.
ENTRE SUS MÁS IMPORTANTES TRABAJOS
Entre sus obras más conocidas pueden mencionarse: Watunna, un ciclo de creación en el Orinoco editado por Monte Avila, Los aborígenes de Venezuela (editado por la Fundación La Salle de Ciencias Naturales); El hombre en la naturaleza silvestre (también editado por Monte Avila), Región y Magia Kari’ña (publicado por UCAB), Los caribes en la conquista de Venezuela (editado por la UCAB), Los últimos coacas (editado por la Sociedad Antropológica de Venezuela).
En realidad su obra es una de las más profundas y densas en su género: En 1949 presenta su trabajo sobre Exploración por la Región Amazónica de Venezuela, Cuadernos Verdes nº 79. 3ª, conferencia de Agricultura, Caracas.
En la década de los 50 fue muy prolífica para él y publica en 1950, Vocabularios de Cuatro Dialectos Arawak del Río Guainía, editado por el Boletín de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales XIII,77. Pág. 121 al 159;
En 1957 aparece Nombres Folklóricos e Indígenas de Algunas palmeras Amazónico Guayanesas con apuntes Etno Botánicos, editado en el Boletín de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales XVIII 89, páginas195-233. Ese mismo año realiza el Mapa Indígena de la Cuenca del Alto Orinoco, que aparece publicado en Memorias de las Ciencias Naturales La Salle, Caracas Nº 47 pág. 73 – 84.
En1959 sale a la luz su trabajo sobre Datos Antropológicos de los Indios Kunuhana, en la revista Antropológica. Nº 98 895-1096.
Además de las expediciones al Alto Orinoco, en 1957 realizó una exploración a Yucatán acompañado del recopilador de música e investigador Luis Laffer, recogiendo importantes datos documentales en especial sobre el Popol Vuh, del cual publicó 1973: El Árbol de Xibalbá, Popol Vuh Adentro, Revista ELAN, Universidad de Oriente, además de un rico material fotográfico y musical, parte de cual aparece en un disco de cantos Mayas El Último de los Coccon – Laffer-Civrieux.
En 1960 Jean Marc de Civrieux publica Leyendas Makiritares, editado por la Sociedad de Ciencias Naturales La salle- Caracas.
Ya otra vez en Venezuela después de haber vivido en la India (en el ashram del Himalaya), de haber trabajado en Turkía (Erzurum, Bogaskoy, Armenia, etc) publica en 1967, Mitología Makiritare, editado por la Revista de Cultura ORIENTE, Universidad de Oriente, Cumaná.
En 1968 sale a la luz: El Extraordinario Viaje de Medatia. Tradición Makiritare, publicado en la Revista ELAN, UDO. Cumaná.
Después de su etapa Orinoquense y la del Medio y Lejano Oriente, Civrieux pasó a desarrollar una gran actividad científica en el oriente de Venezuela y desde allí continuó su gran investigación lingüística, etnobotánica y etnológica a partir de datos etnográficos e históricos y de trabajo de campo intensivo entre las comunidades KARIÑA de la Mesa de Guanipa nos entrega una gran producción científica como: La Civilización Marginal de Guanipa, publicada en 1971 en Letra Meridiano, Caracas; Cerro Negro, Revista de Cultura ORIENTE, UDO, 1972, Cumaná. En ese mismo año, también aparece: Mare Mare, Comentarios Etnomusicales al disco Nº 7 de Folklore Venezolano Laffer. En 1971 produce: Los Carrizos Precolombinos de Cumanacoa que aparece en la Revista de Cultura ORIENTE, UDO y en 1972: Los Carrizos Precolombinos de Cumanacoa, publicado en Comentarios Etnomusicales del Disco Nº 8 Folklore de Venezuela Laffer.
Luego se traslada a las comunidades CUMANAGOTO en la costa y sur de Barcelona y publica en 1972 su investigación: Cumanagoto, at net work of Modern Confusión, que aparece en Review de Etnology of Modern. Universitat Wien.
En 1973, es editado su trabajo Religión y Magia Kariña, por el Instituto de Lenguas Indígenas de la UCAB, Caracas.
En 1976 conocemos su trabajo Los Caribes y la Conquista de la Guayana Española, Etnoshitoria Kariña, publicado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB.
E igualmente Ritos Funerarios Kariña, Ciudad Bolívar.
Es el gran estuduiso de los COACA de las Montañas de Cumanacoa y publica en 1970: Los últimos Coacas, que aparece en la Revista Antropológica, Caracas Nº 26.
En 1980 le editan Los Cumanagoto y sus Vecinos. Etnología Antigua de Venezuela, Vol. 1 Fundación La Salle, Caracas.
Conoce y contacta a las comunidades CHAIMA de Caripe y otras montañas de la sierra del Turimiquire y publica en 1997 Los Chaima del Guácharo, una publicación del Banco Central- Biblioteca Nacional. Arte. Caracas.
Además, en una base de datos, Jean Marc recopiló un intenso trabajo sobre los Waikerí, denominado La Tentación de las Perlas o Diario de Cumaná, donde recoge experiencias de navegantes y pescadores desde tiempos precolombinos, y que ocuparon las costas de Cumaná e isla de Margarita. Des este modo completa así un panorama de la etnología del oriente venezolano.
Durante la preparación de los trabajos de etnología antigua y moderna, recopiló importantes datos bibliográficos e históricos de toda Venezuela: de la parte oriental, Occidental, central, centro occidental, costera, llanera, guayanesa, etc. En lo que respecta a los estudios etnológicos del occidente de Venezuela tuvo muchos contactos con los Paraujanos de Sinamica y de Santa Rosa de Aguas, en los cuales recopiló importantes datos y grabó un disco con cantos y décimas.
De las investigaciones realizadas por Civrieux, muchas de ellas han sido publicadas en Venezuela. La de mayor difusión ha sido WATUNNA, Un Ciclo de Creación en el Orinoco, obra que revela el rico universo mítico e histórico de la etnia yekuana.
El Watunna atribuye un carácter ético a la formación de esta orgullosa nación indígena que ocupa un amplio territorio orinoquense que comprende las montañas y lugares sagrados distribuidos en los alrededores de los afluentes de los ríos Orinoco, Caura, Kunucunuma, Iguapo y Padamo. Al paso de los años, luego de la reedición de WATUNNA en 1992 dicha obra ha sido considerada un importante documento antropológico, la revelación de un ciclo mítico de creación, por lo que su autor, al igual que Fr. Cesáreo de Armellada, fallecido en 1996, quien realizó una extensa investigación sobre la mitología pemona del Alto Caroní, resaltan como uno de los estudiosos más importantes en el campo de la orinoquia indígena en el siglo XX.
Lleva varias ediciones WATUNNA tanto en Venezuela como en Estado Unidos. Se tiene las ediciones de 1970 y 1992 realizada por Monte Ávila Editores, y las de 1992 y 1997 WATUNNA an Orinoco Creation Cycle, con una traducción de D. Gus., una publicada por North Point Press, USA. San Francisco y la otra por la Universidad de Texas.
Otras publicaciones sobre Leyendas de Watunna son la de 1977: Tree Legend from Watunna, Revista Parábola. New York, USA; la de 1985, Medatia A Makiritare Shamans’s Tale, en The Language of the birds de David Gus. North Point Pres. Califrornia, USA.
Otros de los libros de Marc ampliamente consultados y difundidos, difíciles de conseguir, y editado por Monte Ávila en 1973 es El Hombre Silvestre Ante la Naturaleza. No hubo hippie de la década de los setenta que no llevase en su morral este bello y esencial libro de Marc.
Paralelamente a la labor docente, a la prolífica investigación etnológica Jean Marc realizó diversas investigaciones geológicas en diversas instituciones venezolanas, como en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos, en la Universidad Central de Venezuela, en la Escuela Técnica Industrial de Venezuela, Universidad de Oriente, etc.
SOBRE LA BIBLIOTECA DE JEAN MARC DE CIVRIEUX
Jean Marc de Civrieux, a través de los años, logró levantar, pulso a pulso, dos notables bibliotecas: una de geología la cual donó a la Universidad de Oriente y otra de más de 9500 volúmenes sobre la historia material y espiritual de la humanidad, con textos de etnología, mitología, religión, ciencias naturales, astronomía, incluyendo sobre todo lo que tiene que ve con Venezuela y América en general.
Esta colección fue pacientemente recopilada y clasificada para el conocimiento de la historia universal y como hemos dicho en particular de Venezuela y de América para posibilitar investigaciones con una visión humanística, coherente y profunda de la historia. Jean Marc considera que el conocimiento de las mitologías y el patrimonio oral de las diferentes culturas como aportes a la historia, son imposibles de obviar por cifrarse en ellas claves fundamentales para la comprensión actual del fenómeno cultural en sus interrelaciones y legitimación social.
Como se ha mencionado, además de los trabajos de investigación realizados por Civrieux basados en la experiencia directa, sobre el terreno, otros los han sido con base a datos dispersos en numerosas publicaciones en diferentes idiomas (inglés, francés, alemán, portugués, italiano, etc. Recopilados en castellano estos numerosos datos dispersos y como tal, de difícil interpretación mientras permanecen aislados, facilita investigaciones etno históricas.
Por otra parte, a través de los numerosos contactos con comunidades indígenas del Alto Orinoco, de la Mesa de Guanipa y otras de Venezuela y de centro América, el profesor recopiló valiosa información que vació en manuscritos ordenados, algunos están en proceso de hacerse ilegibles por venir escritos a lápiz, que bien podrían revisarse, organizarse para una posible publicación de indudable como aporte al patrimonio cultural del país. De esos manuscritos existentes se pueden señalar: Religión y Magia Yekuana, Apuntes para un vocabulario kariña, El mito en las sociedades naturales y en las sociedades urbanas (un ensayo ya prácticamente transcrito) y la Bibliografía de etnología antigua de Venezuela, entre otras.
Durante esta amplia labor de investigación Jean Marc de Civrieux recogió valioso material audiovisual que reposa en la biblioteca (diapositivas, fotografías y filmes de autor y de otros) de modo que, en este sentido, por la amplia trayectoria de trabajo intelectual del profesor se albergan en su biblioteca invalorables documentos que pudieran ser de gran provecho para las nuevas generaciones de investigadores.
Por las razones aludidas bien pudiera ser actualizado dicho espacio como centro de estudio, documentación e investigación y realizarse la compilación, ordenamiento, revisión y publicación de los datos inéditos y manuscritos antes mencionados; la conservación del material audiovisual y la reedición de sus obras por su gran alcance venezolanista y universal.
De modo pues, que en cuanto que apenas pisa estas tierras tan nuevas, se dedica a producir una gran cantidad de investigaciones científicas y literarias, con una bondad y generosidad realmente raras entre los hombres; con un desinterés extraordinario por títulos o cargos e incluso llegando tener hasta timidez por editar sus valiosos descubrimientos en la cultura aborigen nuestra. Jamás quiso opinar sobre el desastre político en que siempre hemos vivido envueltos los venezolanos, su verdadera atención siempre estuvo dirigida hacia al trabajo creador. Muchas veces le hemos visto retirarse prudente y respetuosamente de la mesa donde hemos estado conversando, cuando el tema que tratamos le parece totalmente vacuo y quizás estúpido, por no corresponder con sus valores espirituales.
Jean Marc ha sido infatigable buscador de la verdad, y así como vivió muchos años entre grupos indígenas en el Amazonas, en el Oriente de Venezuela, fue también a la India, y pasó una temporada en Turquía. En fin, los espacios abiertos frente al Golfo de Cariaco, así como aquellos de las selvas del Orinoco y Amazonas, han nutrido sus sueños y sus trabajos. Posee una de las bibliotecas más completas en su género en el mundo, la cual fue la esencia de su vida, y quizás la razón más genuina de su existencia. Su cultura era vasta y profunda, y se internó en temas que tenían que ver con la contemplación interior que le llevó a conocer a Gurdief, y hasta a escribir un libro su vida y su obra. Fue profesor en la Universidad de Oriente, y actualmente, ya jubilado, se encuentra retirado de las labores académicas oficiales, junto a su encantadora esposa la guariqueña Gisela Barrios. Ambos están viviendo en la Mucuy en una casita de campo en las afueras de la ciudad de Mérida, retirándose debido a lo avanzado de su edad, poner fin a este largo periplo de estudios del mundo natural y social retirándose a su bello jardín, frente a la sierra Nevada de Mérida.
PARTE DE SU OBRA
Como geólogo de formación, pero con una gran curiosidad y sensibilidad antropológica hacia las distintas etnias indígenas con las que tuvo contacto, formó parte de la Expedición que en 1951 remontó las fuentes del Orinoco, mostrando su interés por la mitología y otros aspectos culturales de los aborígenes de las tierras continentales venezolanas. Ya desde los años 40, conoció y tuvo contacto con kariña de la Mesa de Guanipa y en 1946, en compañía del entomólogo René Lichy, recorrió diversos afluentes del río Orinoco, entre ellos el Brazo Casiquiare. Recopiló desde entonces importantes datos documentales que han sido publicados posteriormente en:
1949: Exploración por la Región Amazónica de Venezuela. Cuadernos Verdes nº 79. 3ª, conferencia de Agricultura, Caracas.
Antes de la gran expedición al Orinoco, Civrieux y Lichý realizaron una valiosa expedición al Marahuaka (Orinoco, en 950) así como exploraciones por ríos llaneros afluentes del Orinoco. Durante estas jornadas tuvieron nuevos contactos con familias yekuana y de otras etnias. Recopilaron, desde los primeros contactos importantes, datos documentales que han sido publicados gran parte de ellos. El tema tratado fue extenso y engloba, entre otros campos del saber, a la etnología, la lingüística, etnobotánica, hidrología, geología, etc. En el transcurso de los años 50 a 60 enfoca su esfuerzo hacia el compendio de narraciones de la amplia mitología yekuana. Con esto logró la recopilación de invalorables datos etnográficos a partir de la experiencia directa y a través de trabajos de campo al lado de informantes y sabios indígenas, como Manuel Velázquez “Dawasehuma”, quien fue patriarca de la Esmeralda y guía de los primeros exploradores que llegaron a las fuentes del Orinoco en la Sierra Parima.
(Este trabajo fue posible por todo el aporte informativo que me trasmitió la esposa de Jean Marc de Civrieux, Gisela Barrios)
Paralelamente a la labor docente, a la prolífica investigación etnológica realizó diversas investigaciones geológicas en diversas instituciones venezolanas (Ministerio de Minas e Hidrocarburos, Universidad Central de Venezuela, Escuela Técnica Industrial de Venezuela, Universidad de Oriente) y etnológica – histórica.
La biblioteca
Marc de Civrieux, a través de los años, constituyó dos notables bibliotecas, una de geología que donó en Oriente y otra de mas de 9500 volúmenes sobre la historia material y espiritual de la humanidad, etnología, mitología, religión, ciencias naturales, astronomía, incluyendo, evidentemente, a Venezuela y América.
Esta colección fue pacientemente recopilado y clasificado para el conocimiento de la historia universal y en particular de Venezuela y de América y posibilitar investigaciones con una visión humanística, coherente y profunda de la historia ya que considera las mitologías y el patrimonio oral de las diferentes culturas como aportes a la historia, imposibles de obviar por cifrarse en ellas claves fundamentales para la comprensión actual del fenómeno cultural en sus inter relaciones y legitimación social.
Como se ha mencionado, además de los trabajos de investigación realizados por Civrieux basados en la experiencia directa, sobre el terreno, otros los han sido en base a datos dispersos en numerosas publicaciones en diferentes idiomas (inglés, francés, alemán, portugués, italiano, etc. Recopilados en castellano estos numerosos datos dispersos y como tal, de difícil interpretación mientras permanecen aislados, facilita investigaciones etno históricas.
Por otra parte, a través de los numerosos contactos con comunidades indígenas del Alto Orinoco, de la Mesa de Guanipa y otras de Venezuela y de centro América, el profesor recopiló valiosa información que vació en manuscritos ordenados, algunos se están en proceso de hacerse ilegibles por estar escritos a lápiz, que bien podrían revisarse, organizarse para una posible publicación que serán seguramente un nuevo aporte al patrimonio cultural del país. De esos manuscritos existentes se pueden señalar: Religión y Magia Yekuana, apuntes para un vocabulario kariña, el mito en las sociedades naturales y en las sociedades urbanas (un ensayo ya prácticamente transcrito) y la bibliografía de etnología antigua de Venezuela, entre otras.
Durante esta amplia labor de investigación Marc de Civrieux recogió valioso material audiovisual que reposa en la biblioteca (diapositivas, fotografías y filmes de autor y de otros) de modo que, en este sentido, por la amplia trayectoria de trabajo intelectual del profesor se albergan en su biblioteca invalorables documentos que pudieran ser de gran provecho para las nuevas generaciones de investigadores.
Por las razones aludidas bien pudiera ser actualizado dicho espacio como centro de estudio, documentación e investigación y realizarse la compilación, ordenamiento, revisión y publicación de los datos inéditos y manuscritos antes mencionados; la conservación del material audiovisual y la reedición de sus obras por su gran alcance venezolanista y universal.
Por la tarde, al volver a Mérida encontré un mensaje de Edgar Alfonzo Arriaga, quien quería hablar urgentemente conmigo. Lo llamé y me dijo que lo habían estado llamando desde San Cristóbal, porque Carlos Sosa le advertía de un serio peligro que estábamos corriendo. Que nos cuidáramos, pues tenía informaciones sobre agresiones que se estaban planificando contra nosotros. Que unos aludidos en nuestros artículos se iban a vengar de lo que les habíamos hecho y nos iban a mandar a dar unos coñazos; que probablemente contratarían a unos sicarios o guapetones que se trasladarían a Mérida expresamente a cumplir esas órdenes.
Fue tal la preocupación y la insistencia de Edgar Alfonzo, dado el tono como se lo refería Carlos Sosa, que tuve que redactar una nota para difundirla por los medios, a la P.T.J. y a las autoridades universitarias.
Por la tarde visité a Alberto Garrido para entregarle unos artículos y que me hiciera el favor de entregarlos a “El Nuevo País”; le comenté el asunto de las amenazas y estuvo de acuerdo en que no hiciéramos ninguna denuncia por la prensa.
28 -2 -1994: Le he dicho a Edgar Alfonzo, que si Carlos Sosa se considera amigo de nosotros, debería él, como escritor, sacar un artículo por la prensa denunciando a los sicarios que quieren agredirnos. Coño, todo el mundo nos deja el problema de la denuncia de la corrupción universitaria sólo a nosotros; la gente quiere ver el conflicto de lejos, como si se tratara de un show, no quieren hacer el menor esfuerzo para luchar, para plantarle la menor confrontación a los ladrones de la ULA; con razón la universidad venezolana es una mierda.
Me cuenta Edgar Alfonzo que le planteó la idea a Carlos Sosa de una respuesta suya al ataque, pero éste se mostró tan vacilante y preocupado que a la final tuvo que decirle que mejor no hiciera nada.
Fui a las oficinas del diario “El Vigilante” y me encontré con Eurípides Moreno quien me dijo que el abogado apoderado de Juan Félix Sánchez, le había hecho una visita, sumamente preocupado por la denuncia que yo había hecho en su contra, en la que él aparecía como autor intelectual, como comprometido, en sedar y robar a los viejos.
(Por cierto, me acaba de decir Alberto Garrido que José Vicente Rangel ha decidido comentar este caso del robo a Juan Félix Sánchez en su programa por Televen).
El abogado apoderado de Juan Félix Sánchez le dijo a Eurípides que él quería hablar conmigo, y me sorprendió, pues este abogado ha llamado docenas de veces a mi casa; él tiene mi teléfono. Eurípides le aconsejó que llevara la denuncia a la Fiscalía para que se realice una investigación, pues él aparece seriamente comprometido en el asunto. Se le veía muy asustado; es muy seguro que no haga nada, y más bien trate de demandarme.
Cerca de las doce del mediodía vi a Roberto Chacón y me contó que a consecuencias del artículo mío que salió el miércoles pasado, la señora Jacqueline Clarac de Briceño sufrió una severa baja de tensión y que se encuentra hospitalizada en el Centro Médico. Me felicitó por el artículo y se mostró muy interesado en que siguiera atacando a esa señora; se le notaba muy ufano, feliz, y me preguntó si el artículo iba a salir a nivel nacional, es decir por el diario “El Globo”, por donde tengo una columna semanal. Agregó que yo había interpretado el sentimiento de una gran mayoría de profesores la Facultad de Humanidades, y que había causado un verdadero revuelo, y que ese trabajo de investigación haría sin duda historia. Se fue casi dando saltitos de alegría, y yo más bien, no sé por qué, me sentí melancólico, y con algo de asco en el alma.
Como siempre, quieren que sea yo quien en todas las aberraciones de esta ciudad sea quien salga a dar la cara, y, claro, ellos ver los toros desde la barrera. A tal extremo ha llegado esta situación que en días pasados un profesor de la Facultad de Ciencias Forestales me pidió prestado mi nombre para escribir un artículo por el diario Frontera.