AUTOR Y COMPLIADOR: Pedro Pablo Pereira
2 -11 -1994: He ido a la Fiscalía para ver cómo va el asunto de las investigaciones sobre la delincuencia de toga y birrete que Edgar Alfonzo-Arriaga y yo hemos solicitado para que se investigue la ULA. Pero la cosa administrativa de esta cojitranca justicia nuestra va con pie de plomo, con un desgano espantoso.
Se ha terminado de retocar el documento que se hará público por Frontera en defensa de la dignidad del profesor Alvis Rosales, para lo cual se ha hecho una recolecta entre los profesores de mil bolívares por cabeza (unos siete dólares); se titula: EL CONSEJO DE APELACIONES DE LA ULA MANCILLA LA DIGNIDAD DE LA UNIVERSIDAD.
3 -11 -1994; 6:00 a.m. Hoy llega a Mérida el general Efraín Francisco Visconti Osorio, quien participará en un foro que ha organizado nuestro Taller de Literatura.
La ULA lleva una semana paralizada por una huelga de empleados y obreros que solicitan que sus hijos, por un acta convenio, entren automáticamente a la universidad sin esperar el consabido cupo ni tener que presentar examen de admisión alguno. Es un espectáculo deprimente escuchar a estos dirigentes gremialistas, gritando que se mantendrán con firmeza, pues no se trata de un privilegio, sino de una conquista. Como si el mundo no estuviera plagado de conquistas que son usurpaciones, robos, abusos y canalladas. ¿Qué carajo es una conquista gremial? ¡Conquistas!
Mientras el mundo está entregado al trabajo, aquí los bandidos que prestan servicio a las llamadas universidades autónomas las paralizan para exigir que sus hijos sean aceptados saltándose procedimientos establecidos por la propia universidad. Entronizan el relajo, pervierten la seriedad del trabajo docente, estimulan la guachafita de las perennes suspensiones de clase que todo lo degradan dentro de la universidad; y luego que contribuyen a que nuestra universidad sea un desastre, entonces pujan para que sus hijos pasen ocho, doce o veinte años en esta desquiciada universidad. Aquí todo el mundo lucha por lo que le hiere directamente, por sus egoísmos rastreros, y por sus miserias, y lo hacen con ferocidad brutal. Un gremialista le gritaba a Ramón Márquez quien al parecer se oponía al bochinche: » -Claro, como tú no tienes hijos”.
La avenida don Tulio, frente a las facultades de Ingeniería y Medicina se encuentra intransitable: un grupo de malandros completamente beodos se han dado a la tarea de tirar a la calle las botellas de licor vacías que van consumiendo. En este picnic, que levantan los hijitos de papis universitarios (muchos de ellos, favorecidos por los convenios universitarios), se urden los ataques que la misma policía estimula, porque cuando en Mérida hay tensión por estas cochinadas, los policías trabajan menos y reciben pagas extras, además que se mantienen echados, bajo algunos frondosos árboles días enteros, mientras pase la susodicha agitación. Se comenta que la policía comercia con las bombas lacrimógenas vendiéndolas a los propios revoltosos, a cien bolívares cada una, y cuando ocurren saqueos se reparten la cochina con los bandoleros…
Una de las personas que tiene amplia cancha para conseguirle cupo a los suyos, sin que pase por los conductos legales, es monseñor Baltazar Porras. Hoy me lo ha confirmado uno de los fiscales del Ministerio Público de Mérida:
“-¡Qué vagabundito nos está resultado este obispito! Después se llena la boca gimoteando en sus homilías contra las injusticias y los padeceres del pueblo”, medijo.
He hablado con varios profesores para introducir ante la Sala Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de Justicia, un documento que rechace este privilegio de los profesores y empleados de la ULA, contra esta «conquista» de los gremios universitarios, claramente violatorio de los derechos individuales y de la igualdad ante la ley consagrada en la Constitución Nacional. ¿Por qué no ha de tener el mismo derecho a ingresar a la universidad, el hijo de un profesor de la ULA que cualquier otro ciudadano del pueblo?
De llegar a ser rector, como aspiro, voy a crear una extensión de la ULA en El Vigía, con depósitos de cauchos podridos a granel en uno de sus edificios, y una avenida con semáforos y una hilera de construcciones que simulen muy bien centros comerciales de elocuentes vidrieras; allí alojaré a todos nuestros «quemadores de cauchos». Una especie de Universidad de la Paz, que muy bien podría ser llamada: LOS PARASÍTOS. Y la dotaré de centros “culturales” con billares, campos para el juego de bolas criolla, excelentes mesas para jugar truco y rockolas atestadas de rancheras, cumbias y vallenatos, y donde se dispense licor a granel. Que no les falte nada, y escogeré entre nuestros docentes a los más «revolucionarios» también: Pastor Heydra, Ramos Allup, Américo Martín, Teodoro Petkoff, Germán Lairet, Gumersindo Rodríguez, Pompeyo Márquez, y al binomio del momento: William Dávila Barrios y Walter Márquez. ¡Qué delirio de universidad sería tal cosa!
3 -11 -1994: Ha venido a nuestro Taller el general Visconti, hombre sereno y muy moderado en el hablar. Me contó que siendo Mayor estuvo en Cuba y Libia, cosa que casi nadie conoce en este país. Hemos quedado en elaborar un trabajo sobre los dos intentos de golpe, del 4 de Febrero y del 27 de Noviembre. Quedamos en iniciar esta tarea en diciembre.
La conferencia comenzó a las 4:15 y terminó a las 7:30. Luego fuimos a compartir un rato más a un restaurant, donde conversamos hasta las 10:45. Refirió con bastante comedimiento y cuidado, que mucha gente de la que se llama de izquierda estuvo comprometida con el golpe del 27 de noviembre, entre ellos José Vicente Rangel, Pedro Rincón Gutiérrez, casi todo el tren del denominado Grupo Consultivo que nombró Carlos Andrés, y que monseñor Mario Moronta, poco antes de la intentona les echó la bendición. Estuvieron presentes en la reunión los colegas del Taller: Arístides Arellan, Pedro Pablo Pereira, Edgar Alfonzo -Arriaga, Spirydom Rassias y José Zambrano, además de un grupo de siete estudiantes. Algunos estudiantes propusieron se creara en la Facultad una Cátedra Bolivariana.
7 -11 -1994: Hoy por la noche he asistido a un Consejo Superior de APULA para tratar lo referente a la huelga de obreros y empleados de la ULA todo para solicitar privilegios muy especiales para sus hijos, especialmente que no tenga que presentar examen de admisión e ingresen directamente como alumnos regulares de esta institución. Debo decir que siempre me negué a que mis hijos utilizaran estos insolentes privilegios y fueran por los canales regulares.
Toda la plana mayor de los gremios deambulaba por los pasillos esperando el apoyo de APULA. Yo he tomado la palabra en una asamblea, y hablé con mucha decisión contra estos abusos gremialistas, pero la mayoría de la gente parecía no estar interesada, sino en aprobar la fórmula que ya el presidente de la Asociación llevaba cocinada de antemano. Cuando yo estaba interviniendo en la discusión apareció Enrique Corao, el Secretario de la ULA.
11 -11 -1994: Hoy termina según dicen la huelga de obreros y empleados que se inició hace tres semanas; se ha firmado un documento de acuerdo bastante confuso que nadie entiende pero que ha permitido concluir con la perturbación que había en la ciudad.
Ayer hubo una asamblea en la Facultad de Ciencias y dije más o menos lo siguiente:
Con motivo de la penosa situación que vive nuestra universidad – unas tres semanas de huelga de empleados y profesores por el reclamo del privilegio para que sus hijos (bachilleres) ingresen directamente a la ULA, sin ninguna clase de prueba -, he considerado necesario hacer las siguientes consideraciones:
*) ¿A dónde nos lleva este incontenible egoísmo; este deseo dislocado por hacer imperar cuanto satisfaga nuestros pareceres e intereses, de tal modo que se llegue al colmo de paralizar por tanto tiempo la trasmisión del conocimiento y la investigación, para que nuestros hijos reciban cual una herencia honorífica una inscripción segura, y muy probablemente para los encumbrados dueños de esta universidad, también una plaza segura como profesores?
*) ¿Es esto un juego, de manera que nos resignemos a esperar los resultados, como siempre ha sucedido, hasta que las fuerzas se fatiguen y el contrario ceda, mientras se desangra a la nación con pérdidas multimillonarias por el relajo que propiciamos para que esos hijos nuestros aprendan también cómo se destruye un país?
*) ¿Es preciso instituir el caos, la disipación, el ocio en nuestra institución, precisamente para solicitar que nuestros hijos formen parte de este bochinche y de esta aberrante anarquía? ¿Es ese el ambiente por el que se lucha para tener una digna universidad: estudiantes que no estudian, profesores que no dan clase; baños nauseabundos, laboratorios, bibliotecas y aulas desiertos y expuestos permanentemente al saqueo; obreros y empleados entregados a un total abandono discurriendo sin hacer nada por la ciudad o encerrados en sus particulares vicios de vagancias, pero eso sí devengando una paga por no hacer nada?
*) ¿Es que siempre se cuenta con que vamos a tener un país que nos va a tolerar todos estos despilfarros y desquiciantes egoísmos?
*) ¿Será verdad que Venezuela está en las últimas, que hay seres mejores que los banqueros que nos han desfalcados, que los congresistas que nos han traicionado, que los políticos que nos han envilecido; o es más real y generalizada la pudrición que llevamos cada cual por dentro, de modo que estas «luchas» no son sino la expresión de un barro y de un morbo que de manera irremediable está en nosotros?
*) ¿Estamos inhabilitados para pensar, para reaccionar, para movernos, para salir de este pantano persistente de paros y huelgas? ¿Habrá aún seres humanos con alguna fuerza o sentimiento para que reaccionemos contra este horror que nos conduce a la total ruina moral?¿Podría quedar alguna voluntad para sobreponernos a esta modorra inmensa que desde hace tantas décadas nos mantiene apopléjicos y desalmados?
*) ¿Quién decide sobre el ingreso a las universidades?, ¿las presiones gremialistas, el talento, el sacrificio, la igualdad ante la ley o la prepotencia de clase?
*) ¿Qué no se ha perdido ya entre nosotros, cuando la universidad (reflejo de las miserias políticas que agobian al país) vive sometida al desafío de los intereses más bajos, de las presiones más bochornosas, de las complacencias más infames. ¿Para qué nos graduamos, para qué «educamos» entonces?
*) Y se llaman a los privilegios «conquistas» laborales, como si las fulanas conquistas no implicaran en la mayoría de los casos usurpaciones y abusos de poder, desacato a las leyes más sagradas de la república, y además sin asumir ningún compromiso con el país.
*) Pronto cobraremos la paga de algo que no nos hemos ganado con el sudor de nuestra frente, como sostienen los mandamientos bíblicos y las leyes de la república, pero de eso jamás nos quejamos.
*) Esto se llama robar al país; escarnecerlo en momentos en que está por el suelo y se habla hasta la saciedad de crisis y pestes morales y económica.
*) ¿Cómo argumentar mañana la expulsión de la institución de un obrero o secretaria por no haber aparecido tres días seguidos en su trabajo, cuando aquí se llevan más de quince, días en medio del más completo descaro y vagancia, y cuando ya no hay autoridad ni decoro ni ley que valga?
Pero claro, este deterioro está en la base, porque está por arriba; estos privilegios que hoy son rechazados por un sector, están abajo y están en la élite que se ha enquistado en el poder de las universidades. Se señalan las conquistas ajenas como odiosos privilegios, pero se es incapaz de mirar a las grandes prebendas, a los beneficios insolentes que se aprueban entre los personajes más encumbrados de la universidad.
Esos además de privilegios son crímenes, porque se forjan en la oscuridad, en el silencio más obsceno y bajo. Se aboga por la abolición de los privilegios odiosos cuando vivimos en un sistema cuya meta suprema es la consecución y sustentación de poderes intocables.
De lo cual creemos que se deben eliminar ciertamente todos los privilegios malsanos, empezando por los que ejercen las autoridades y los decanos.
Y pido a todos los colegas de nuestra universidad, que nos propongamos reformar nuestra institución y la redefinamos sobre la base de una verdadera justicia, de un verdadero academicismo, de los valores de una pedagogía digna y honesta ¿Se atreverán ustedes?
Que se investiguen los privilegios de las autoridades universitarias, del poder que detentan para tomar decisiones en los acuerdos que se discuten en el Consejo Universitario. Y que se definan las responsabilidades por la incompetencia en una serie de procederes que han dañado gravemente no sólo el patrimonio de la universidad, sino la función primordial de los valores del conocimiento, sobre los cuales descansa el destino y la vocación del ser de la universidad.
Que se proceda a una reforma del sistema electoral de nuestra institución.
Que se haga una evaluación del profesional que estamos formando. De los programas, de la planta docente y de investigación con que contamos, de la producción científica y humanística que poseemos.
¿Qué estamos haciendo? ¿Hacia dónde vamos?
Analizar nuestra política matricular.
Reformar los reglamentos y estatutos universitarios, los convenios, donde se acumulan tantos vicios degradantes. Redefinir la universidad que queremos en función de sus seres pensantes, de lo mejor de ella, de lo que aspiramos para nuestra juventud, para nuestro país.
Colegas, los invitamos a hacer historia. Los invitamos a sacrificarnos en el más alto sentido de la palabra, por nuestros hijos y por la juventud venezolana toda. No para que entren en este desastre, sino para que dignamente reciban una formación de hombres que sepan defenderse por sí mismos y que no dependan de las migajas degradantes de la adulación, del engaño, de la manipulación y el delito de la cobardía. Un esfuerzo, un sacrificio, un gesto frente al espejo de nuestras equivocaciones y errores.
Los invitamos, empecemos nosotros, declarémonos en sesión permanente. Confrontemos la abulia y el desdén, el dejar hacer indolentemente, y hagamos el gesto más hermoso antes de que finalice este siglo: entregar nuestras vidas por liberar este país.
Este es el único sacrificio que vale la pena y no esa catajarria de pergaminos que se reparten como agua de azúcar.
No hay nada que temer, porque la verdadera perdición está en la abulia y en la marcha de esta nave desguazada que marcha hacia un completo hundimiento. Oigamos a nuestro corazón. ¡Un esfuerzo!, por el amor de Dios, ¡un esfuerzo!, ¡un esfuerzo!, ¡un esfuerzo!, ¡un esfuerzo!