(EN LA GRÁFICA: VEMOS A SANT ROZ AL LADO DEL GENIAL GUITARRISTA ALIRIO DÍAZ)
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
30 -5 -94: Me acerco a las oficinas del diario El Vigilante para entregar lo que será mi último artículo en ese diario. Están en la puerta un grupo de empleados, muy tristes, con la decisión tomada por el obispo. En realidad no se sabe si esta determinación ha nacido de don monseñor Porras o del nuevo arzobispo auxiliar, monseñor Juan María Leonardi Villasmil quien se está metiendo en todo esto. Según me cuenta el fotógrafo León León, fue monseñor Juan María Leonardi Villasmil a quien le gusta la buena comida y vive metido en el Country Club degustando los placeres de los ricos; y que el gobernador se está encargando de darle cuanto su cuerpo le exige, llevándolo a donde quiera.
En cuanto a mí, desde que vi por primera vez a monseñor Juan María Leonardi Villasmil, muy bien cebadito, redondo de cuerpo y alma la cosa me dio mala espina. Hace una semana, apareció este personaje en las páginas de El Vigilante, haciendo una extraña inspección en el diario y me dije: «ya está, el personaje viene a modificar la línea férrea y autónoma que venía manteniendo Eurípides». Todos los corruptos, los pecadores infames de esta ciudad, todos los Calígulas y Herodes, los frívolos y mediocres, los ateos y malvados, están celebrando la caída de Eurípides, y lo están celebrando con los dineros del Estado, claro. ¿Qué tendrá que ver Jesucristo con esta camada de viciosos, Gangantúas, utilitaristas y sensuales depravados? Pero así es el mundo: El señor Juan María Leonardi Villasmil no fue que cedió, que su naturaleza lo impulsaba a venderse como lo que es, ¿pero que tal monseñor Baltazar Porras? Pues, Porras cedió porque estaba cansado de que el rector Michel, el gobernador y otras eminencias le estuvieran constantemente reclamando la línea del periódico; se cansó, se obstinó del hostigamiento que le tenían y acabó por echar a Eurípides. Qué lógica, qué conducta más infame, más indigna de un cristiano. Sin embargo, cuando esta misma eminencia recorre los barrios y palpa la miseria de los tuberculosos, de los muertos de hambre, de los llagados por toda clase de pestes, que le imploran la caridad de una ayuda; este cuadro que es diario en todas partes y que es el morbo que se extiende en progresión geométrica en el país entero, esto no cansó a monseñor; esto no podía desquiciarlo hasta llevarlo al extremo de encabezar una lucha frontal contra los canallas y delincuentes de Venezuela.
Sobre que falsedad tan espantosa se yerguen las creencias de Dios en este mundo: sobre un hombre débil y cobarde y sobre un personaje muy bien cebado…
“Ser hombre es un compromiso y una obligación terribles…” Sender…
2 -5 -1994: Ayer me conseguí con la hermana de Asdrúbal Baptista. Ella trabaja en los Talleres Gráficos de la ULA y es una dama muy simpática y culta. Cada vez que nos vemos compartimos un cafecito y cómo disfrutamos conversando sobre Sthendal, Tolstoi, Dostoyewski, Bolívar y las obras de Juan Bautista Pérez, el mayor coleccionista de documentos sobre el Crimen de Berruecos. La señora Baptista se encontraba muy herida por lo sucedido a su hermano quien acaba de renunciar al cargo de jefe de CORDIPLAN. Me dice ella, quien acompañaba a Asdrúbal en el trabajo que desempeñaba en Miraflores, que Caldera no gobierna; que quien gobierna es su hijo Andrés, quien no es inteligente pero si astuto, «y usted sabe que los astutos llegan a ser muy ratas». Yo le digo que los gobernantes envilecidos no tienen disculpa.
5 -6 -1994: ¿A qué venimos?: A contemplar el Fin…
Viajo a San Cristóbal para hacerme unos exámenes de la vista. Según parece tendrán que operarme de ambos ojos por severo problema que padezco con la tensión ocular muy alta. Me acompaña Pedro Pablo Pereira. Mi otra compañía es el libro de Tulio Chiossone, “Memorias de un reaccionario”, que me prestó Carlos Chalbaud. Tomamos una buseta, salimos hoy domingo, a las diez y media de la mañana. Llueve a cántaros. María y las niñas van hasta uno de los andenes de la Terminal para despedirnos.
Llego a casa de mi primo Manuel Santos, en Rubio. Encuentro muy enferma, con problemas en ambos riñones, a mi hermosa y encantadora prima Soraya. Qué tristeza que esta joven recién graduada deba vivir dializándose casi todos los días. Ya los médicos dicen que no pueden hacer nada, y ahora la familia está pensando en acudir en la salvación que prometen brujos y charlatanes.
6 -6 -1994: Me hace los exámenes de la vista en Clínica del Ojo. Me visita Luis Vargas. Por ahora me indican que no es necesaria una operación. Termino de leer el libro de Chiossono. La conclusión que saco de este ministro de López Contreras es que Medina acabó siendo derrocado por la enemistad y el recelo que su gobierno desplegó hacia don Eleazar López Contreras (quien era un tremendo vagabundo). Por otro lado, está el dato de que a Medina Angarita le faltó guáramo para enfrentar a los alzados el 18 de octubre. Todo fue una traición pavorosa. Cuando el general Héctor Celis Paredes tomó el Cuartel San Carlos, solicitó instrucciones al presidente para seguir a Miraflores, pero Medina no lo autorizó «para evitar derramamiento de sangre»; en cambio que horrible matazón provocaron los alzados, llevándose por delante a toda una generación de cadetes brillantes.
Leyendo este libro, llego a la conclusión de la barbaridad histórica de un partido como la Causa R, que lleva en sí los planteamientos de Acción Democrática; es decir que la Causa R quiere hacer una «revolución» que ya se hizo el 18 de octubre de 1948.
Este país vive en una retórica y en un pantano de ideas tontas, absurdas y vacuas. Una cantera de idiotas y de desalmados llevan las riendas de nuestros gobiernos desde 1830, y no hay modo de que nada se adecente ni que a los males se les pongan algún reparo.
7 -7 -1994: Regreso a Mérida. Día lluvioso. Por el camino vengo releyendo “Cantos de Maldoror” del conde de Lautréamont, libro que me apropié de mi prima Soraya. La vida es horrible para el hombre que piensa, pero es el hombre que piensa el único que le saca provecho a la vida, el único que realmente la vive; qué paradoja o qué ironía.
Las busetas y autobuses que trasladan pasajeros de un lugar a otro de Venezuela, colocan unos altavoces a todo volumen con música de salsa y sobre todo vallenatos, de modo que a uno le estalla la cabeza y a veces tiene que resiganarse; es precisamente el horror a pensar; con esas estridencias el hombre no puede meditar sobre su destino, no puede estar un segundo consigo mismo. Le he reclamado al conductor el alto volumen de la radio, lo baja un momento, pero luego lo vuelve a poner al máximo que da el aparato porque seguramente ha atisbado algún sentimiento que le aterra y no quiere encontrarse con sus problemas. Qué manía. La tortura de la estridencia a todo volumen, algo inevitable, una enfermedad.
Hay una mujer en la buseta de unos treinta y cinco años, bonita, que parece encontrarse muy enferma; está pálida, se expresa con dificultad y con frecuencia solicita la ayuda de alguien para moverse. Le escucho un quejido, va donde una hermana que vive en el sector de Santa Juana pero su propósito es ir a verse en el Hospital Universitario, donde desde hace meses nadie trabaja, ni siquiera se atiende a los moribundos. Uno piensa en lo fútil de la vida y de la propia gente que quiere seguir en este mundo cuando al parecer ya nada se le ofrece; y hasta llega al punto en que se llena de una indiferencia fabulosa por cuanto le rodea. Lo que se llama humanidad es un rebaño de dolores que nos conducen a algún matadero.
No sé qué pensar ante el sufrimiento que pareciera ser una cualidad sólo para mártires. Por momentos me parece que estamos aquí sólo para contemplar el FIN.
Llegamos a Mérida a las 5:30 de la tarde. Un día esplendorosamente brillante, lleno no sé por qué de gloriosos y sublimes presagios: el hogar, tal vez el hogar, la mujer, los hijos. Eso que algunos llaman “dulce hogar”. Come back home, Angel… (Thomas Wolfe)…
8 -6 -1994: Leo en Frontera que la gobernación le ha entregado la casa a Juan Félix Sánchez y que desde ayer el Creador del Tisure se encuentra, pues, en el lugar paterno por el que tanto ha luchado en sus últimos cinco años. Tuvo Juan Félix que partirse en tres pedazos la cadera para que el gobierno tuviera la piedad y la consideración de «devolverle» su casa; en realidad se la devolvió como al Estado le ha dado la gana: en calidad de comodato. La comunicación la trasmitió la Casa de la Cultura del Páramo y la noticia la ha confirmado Omar Monsalve. Juan Félix habitará dos salas, la cocina y dos corredores y agregó Monsalve que hay personas que tienen intereses en «que nosotros, los que estamos haciendo cultura nos salgamos de allí». ¿Pero qué sabe Omar de cultura?
9 -6 -1994: Aquí hay máscaras para todo; máscaras de ilustres, de notables, genios, investigadores, moderados, incólumes, intocables. El señor José Vívenes vive del rancho de la pedagogía y de la didáctica; en la UCV no convenció a nadie con sus posturas filosóficas, pero aquí en la ULA lo acogieron con biombos y platillos; era un cabeza caliente, terrible, del extremismo más recalcitrante, ultracomunista, nihilista o no sé qué; no tiraba piedras en las manifestaciones sino guarataras morales que se llevaron por el medio a piara de eminentes pedagogos a decir de la historia que de él se trajo de Caracas. Siempre Vívenes aspiró a la consagración oficial, como así aspiran todo los recalcitrantes de este mundo. No sé si lo ha conseguido o si lo conseguirá. Dentro de poco bautizará dos libros, y los bendecirá Leonel Vivas, el vicerrector académico, quien ha demostrado ser uno de los hombres más audaces, por su ignorancia, en nuestro medio universitario. El discurso de orden lo hará Jesús Rivero, ex decano de la Facultad de Ciencias. Ellos saben que yo he sostenido una lucha a brazo partido contra la corrupción campante de APULA; ellos saben que mi lucha ha sido solitaria y frontal contra los energúmenos del poder; entonces proceden a realizar la beatificación de Vívenes, precisamente en la sede de APULA. Hace cinco días, Vívenes, se me acercó para decirme que se sentía avergonzado por lo que le habían hecho a Eurípides y que por qué no organizábamos una cena en su honor. Yo entonces le dije: » –Ni a brindis ni cenas me anoto». Entonces giró en redondo, quedose pensativo, y añadió que él lleva muchos años ocupado. Nítidamente se vio que quería cenar… ¿Acaso yo no lo he visto atendiendo a Claudio Valentino y diciéndole: » -Por aquí Claudio, por aquí, tómate un café, ven hablemos, qué tal, cómo te va,…». Yo sé que Vívenes quería decirme otra cosa; quería decirme: «Oye José, tú estás equivocado. Deja de pelearte con todo el mundo. La universidad no está hecha para tipos como tú. Aléjate de este lugar, tómate un descanso, pide un permiso no remunerado, declárate incapacitado por un tiempo. No puedes ni debes seguir así…».
De modo que la conclusión a que he llegado es la siguiente: Algunos ejercitamos la pedagogía del ejemplo vivo con nuestros actos que es la única pedagogía verdadera. Uno se tiene que enfrentar a los miserables, a los cobardes, a los imbéciles, para que la juventud del mañana vea en nuestra obra una acción digna de ser emulada; para que nuestros hijos reciban al menos un esfuerzo encomiable en beneficio del bien social y ciudadano; uno se desgarra en frontal combate contra la mentira, el fraude y el veneno de la ambición personalista que ejercitan nuestros politiqueros; uno desenmascara la falsedad de un academicismo idiotizante y desvergonzado, de una enseñanza pervertidora, del cruel derroche de nuestro capital por una banda de ladrones incontenibles en el ejercicio de la vanidad y la pedantería. Pero entonces resulta que a la final uno es el equivocado, uno debe pedir un permiso y declararse enfermo, retirarse y dejarle el campo abierto a los que deben robar y matar.
La pedagógía que practican tanto José Vívenes como Jesús Rivero, es bien triste: asistirán a un lugar que regenta un tipo inculto que jamás se ha leído un libro, que odia ferozmente el arte y al cual le metió cadenas y candados para impedir una exposición de pintura de la gente del Boulevard y dos foros sobre actividades universitarias. Vean jóvenes, vean quienes fueron sus maestros, para que no esperen nada serio de estas universidades ni del país. Y esta es la gente que se la pasa en los pasillos hablando sobre la «horrible» perdición de la patria. Viven «alarmados, escandalizados, estremecidos y desesperados» por las desgracias sociales, morales y políticas que nos abruman y las que se avecinan.
11 -6 -1994: Hoy la doctora Martha Estrada ha iniciado el curso de Ortografía y Redacción que ha organizado nuestro Taller de Literatura en la Facultad de Ciencias.
4:00: Visito al profesor Ernesto Palacios Prü en su casa en El Valle. Ha corrido la versión de que Palacios Prü fue víctima de un atentado por parte de la gente que está interviniendo la Cuenca del Mucujún, eso fue lo que me contaron. Le tengo afecto a Ernesto, y pienso que puede ser un hombre que asuma la dirección de la izquierda en Mérida. Es un investigador, un hombre respetable, un hombre que lee y se siente identificado con los barrios y con las comunidades. Regreso a la ciudad cayendo la tarde.
Sin ninguna duda el libro más extraordinario que se ha escrito sobre Venezuela, son las Memorias de Pedro Núñez de Cáceres. Es superior a Memorias de un venezolano de la decadencia.
Escribo un artículo titulado Los pecados capitales de la iglesia merideña que muestro a Eurípides Moreno; a Eurípides no le parece correcto hacer público este artículo. Resulta que el ex director de El Vigilante, sigue activo como funcionario que depende de la Curia, y todavía cree en los santos de Baltazar Porras y de don Leonardi. En este país hay una muy notable carencia de valores humanos.
14 -6 -1994: Voy a Camoula a comprar unos medicamentos. Veo discurrir a la gente con sus males a cuesta: unos con bastones, otros en sillas de ruedas, ancianos arrastrando los pies, un tipo muy joven al que le han quitado un testículo, una niña llorando desconsoladamente en brazos de un cura y una señora que suplica por un médico… y me mantengo impasible viendo todo este cuadro como una película de Buñuel, y al fondo de un patio oscuro alguien me llama, se trata de José Mantilla Mantilla (actor de telenovelas en RCTV), tiene barba espesa y el rostro como si acabara de pasar por una larga enfermedad. Me saluda efusivamente, lo cual me extraña porque yo tenía entendido que era un funcionario de extrema confianza de Leonel Vivas a quien he atacado ferozmente. Me dice que me va a mostrar algo. Acudimos a su carro y extrae un pequeño folleto, que en la parte superior reza: Universidad Pontificia De Salamanca Cátedra De Poetica «Fray Luis De León». Más abajo: «Homenaje internacional al escritor venezolano GUILLERMO MORON, Salamanca, 26 y 27 de mayo 1994». En otro aparte: MORON: El Hombre que yo conozco, por Leonel Vivas». La edición es dirigida por la ULA, Vicerrectorado Académico. Me dice Mantilla que este folleto es una locura, y que por favor no le diga a nadie que fue él quien me lo dio, porque lo extrajo secretamente del Vicerrectorado Académico. Qué cosa más rara, editan un trabajo tan costoso y que deben pasar de doscientos o quinientos ejemplares y no se quiere que nadie lo vea. Me cuenta otras cosas sobre Leonel que en realidad no me interesan ni oír ni referir, y queda en mostrarme la nueva tabla para viáticos en dólares se les está pagando a las autoridades universitarias.
Leo el folleto “MORON: El Hombre que yo conozco”, una verdadera bazofia que a cabalidad merece Morón, el energúmeno, del Morón el beodo sin talento, que convence a un inculto como Leonel para que vaya a Salamanca a leerle el discurso con el que él se le hace un homenaje internacional. En este folleto de 16 páginas se observan dos cosas que me llaman la atención: la primera que un joven escritor de nombre Mariano Nava, fue quien elaboró una parte del estudio sobre Morón. Otro detalle es que Leonel pone al descubierto que fue Denzil Romero quien sirvió de mediador ante Morón para que éste le editara el estropicio que yo he destrozado por la prensa y que se denomina Por los callejones del viento. Confiesa Leonel: «Denzil Romero, nuestro admirado escritor, tuvo la inolvidable idea de hacernos conocer (él y Morón). Él quería vender a Morón la ocurrencia -tenía que venir de Denzil, por supuesto, a quien la amistad le es todo – de editarme un librito de historia fabulado, que luego se llamó Por los callejones del viento. Ninguna resistencia puso el editor y, y tan curiosa y sorprendente creí su actitud, que atónito quedé». Atónito tenía que quedar pues la barbaridad horrible que había escrito sólo un cínico, sólo un «vivo» como Guillermo Morón podía publicarlo sin siquiera darle un vistazo. Y añade Leonel, para mayor ridiculez: «Sin embargo, más sorprendido estuve cuando a los pocos minutos del encuentro ya tenía establecido con él un contrato verbal.»
El otro día me encontré con el doctor J. E. Ruiz Guevara en una reunión que se realizaba en un colegio privado. Me llamó con mucho cariño para saludarme, y nos pusimos a conversar, recayendo sin saber cómo en el tema del librito de Leonel; me contó Ruiz Guevara que él tuvo el original en sus manos, y que algunas observaciones le hizo. De modo que este librito pasó por muchas manos antes de ser editado y sin embargo salió con tantos horrores. Dios quiera que a este hombre no se le haya ocurrido llevar un sólo ejemplar de esta barbaridad a España porque le dan garrote vil. Aunque es capaz, porque como recuerda el padre Santiago: hay gente que no sabe ni lee ni aprende.
Finalmente, aunque en el folleto debieron haber intervenido muchas manos, es cosa verdaderamente espantosa, pero esa es la intelectualidad que dirige individuos como Denzil Romero y el Guillermo Morón y la que junto con nuestros partidos decrépitos y podridos han convertido al país en la representación del palacio de Satanás.
15 -6 -1994: Leyendo a Pedro Núñez de Cáceres, llego a la conclusión, de que la Venezuela que va de 1948 a 1960 es la Ruanda de hoy en día, donde una guerra civil ha aniquilado más de medio de millón de personas en menos de dos meses.
Asisto a una conferencia que dicta un profesor de la Facultad de Humanidades, de la UCV, de apellido Esté, y que se titula Educación para la Dignidad. Después de dos horas de explicar su proyecto, en el cual dice tener catorce años trabajando, no entendí lo que él define como dignidad. Se lo pregunto, y sigo sin entender, porque a mi parecer un corrupto, un delincuente cualquiera puede pregonar sobre ella y creerse a la vez muy digno, además de tener un ascendiente enorme sobre gente muy proba. Llegué a la conclusión de que este señor lo que quiere es hacerse un nombre para satisfacer su vanidad y andar cobrando por unas conferencias que son realmente mediocres. Su proyecto es un verdadero enredo en el que terminó diciendo que el aspiraba a formar a sus promotores mediante la magia. Este hombre dijo una andanada de memeces sobre las cuales no hablaré, pero mostraba un extraño interés porque el Ministerio de Educación le aprobara su proyecto, a pesar de que dijo que este Ministerio era un monstruo tan estúpido, tan miserable y confuso que ni siquiera era capaz de elaborar correctamente los cheques de sus propios trabajadores. Pero le pidió al público que si alguien conocía al ministro Antonio Luis Cárdenas, quien reside en Mérida, le hiciera una llamada telefónica y le dijera que él se encontraba en Mérida.
Luego de este acto, todos los asistentes salieron para APULA donde se van a presentar dos libros de José Vívenes; por la tarde yo había pasado por APULA en gestiones sobre el asunto del Tribunal Disciplinario donde yo figuro como defensor de Edgar Alfonzo-Arriaga, y entonces vi gran moviendo de gente llevando bocadillos y bastantes bebidas para este acto en honor a Vívenes.
En una entrevista que le han hecho al escritor mejicano Carlos Fuentes dice que la crisis de Venezuela radica en que se ha acostumbrado a vivir de la renta petrolera y que ahora cuando las cosas se han puesto feas, la gente no sabe trabajar. Y que como no sabe trabajar entonces se declaran en permanentes huelgas. En este momento la situación para mí está aburridísima porque todo el mundo está pendiente de las horas que quedan para que empiece el Mundial de Fútbol. El estremecimiento del cierre de ocho bancos no ha sido tan terrible como se esperaba porque hay en medio de todo un ambiente de fiesta nacional, de carnaval extraordinario con el asunto de las patadas que le darán a un balón. En tal sentido, un colega me ha invitado para un distinguido lugar que se llama el Buho, en la Pedregosa Alta, donde se instalarán unos cinco o siete descomunales televisores y se comenzará a preparar comidas a lo grande, desde las ocho de la mañana. Yo recuerdo que en la antepasada feria del mundial, la Asociación de profesores se declaró en huelga para poder ver todos los partidos sin ninguna clase de perturbación. Fue una vaina admirable. Yo me he disculpado con el amigo de la invitación que me ha hecho, porque en realidad no quiero pasar por un ser anodino y estúpido que grite ni alce la copa al son de las goleadas ni de los nombres que se anuncien de los jugadores que brillen por sus movimientos, porque nada absolutamente nada sé de ese deporte.
16 -6 -94: Los días se tornan pesados. Hay un grupo de personas que tienen interés de que se reparta una hoja con mis artículos, ya que todas las puertas de la prensa regional me tienen censurado; yo no quiero tal cosa porque voy a terminar escribiendo la hoja, diagramándola, editándola y distribuyéndola, para que una comunidad sorda, indiferente y debilucha sólo se entretenga con mis clamores. Con todos los artículos descarnados y terribles que desde hace tanto tiempo vengo escribiendo por la prensa, el país no ha ganado sino que por el contrario todo ha empeorado; algunas personas del Departamento de Matemáticas donde trabajo me ven como un enemigo; les molesto, les inquieto y les perturbo en todo. Ayer un colega, en directa alusión a mi persona dijo que la gente solo ve cosas negativas en este país. Cada vez me dio cuenta de que todo el que lucha por una causa justa es aborrecido hasta de los mismos que le admiran y le apoyan; este problema lo vivió Dostoyevsqui quien confesó que al hombre sólo se le quiere cuando está bien lejos o bien muerto.
Ayer hablaba con un colega quien se mostraba bien adicto a mi posición frente a las canalladas de APULA, y me dijo que haría una exposición de sus pinturas en esa sede. Lo que deseo ardientemente es retirarme de todo; no hablar, no ver a nadie. No voy a cometer la pendejada de escribir para los que se conforman sólo con leer denuncias y críticas. Ese es el sentimiento que me domina en este momento. Hay un ambiente de inutilidad total en todo lo que se piensa y lo que se hace.
*) A punto de terminar de leer las Memorias de don Pedro Núñez de Cáceres, llega uno a la conclusión de que Venezuela no es país ni nada, y que su historia es una amalgama de barbaridades insólitas que sólo sirven para decir que hoy, con todo lo mal que estamos, estamos muy bien, pues nada puede esperarse de una tierra de imbéciles y tarados como los que hemos tenido. Los Monagas fueron unos monstruos, José Gregorio, al que envenenaron y fue presidente de la República, decía que uno de sus mayores placeres era matar con sus propias manos a sus enemigos para ver cómo morían. Julian Castro fue un enano de un cretinismo indescriptible que habiendo sido portero de José Tadeo, lo traicionó vilmente. Fue luego depuesto y encarcelado. Vinieron después los civiles oligarcas Manuel Felipe Tovar y Pedro Gual quienes tenía a sus servicios a militares ladrones y asesinos peores que Boves. Manuel Felipe Tovar es tipo que se reproduce periódicamente en Venezuela y que va apareciendo luego en la figura de Manuel Antonio Matos, Antonio Aranguren, Eugenio Mendoza, Arturo Sosa o Gustavo Cisneros. Luego vino la dictadura de una momia como Paéz con el rayo en el culo tapándosela la oliva (Juan Vicente González); todo esto en medio de la famosa guerra federal que fue de una ridiculez inmensa; a los federalistas les decían los federicos y al general Falcón lo llamaban Doña Juana. Eso no fue una guerra sino un baile de esperpentos con pólvora, cuchillos y ron. Un bandidaje inmenso que robaba y mataba por todas partes. Y el vagabundaje impresionante produjo un cansancio total en todas las montoneras que vivían acosándose, y como no había nadie que cohesionara el desastre, los bandidos se iban turnando en el poder con las mismas camarillas de trúhanes, y todo terminaba en indultos y acuerdos, de modo que nada cambiaba, ni nada se enseriaba. Por ello el llamado triunfo de los federalistas no fue ningún cambio sino la continuación de las perfidias de los Monagas, de Paéz y sus adláteres. El desastre entre nosotros fue tan calamitoso como en Colombia con su camada de asesinos como el Obando, el José Hilario López, el José Gregorio Sarria, y tantos otros monstruos.