(GRÁFICA: Sant Roz entrevista al escritor ecuatoriano Luis Zúñiga, autor de la famosa novela «Manuela», que trata sobre la vida de Manuelita Sáenz)
AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pereira
27 -8 -1987: Envío la siguiente comunicación al Consejo Universitario de la ULA: «Volvemos a la universidad después de tres meses de inactividades, y aún así con la esperanza de que las clases no se reanuden. Volvemos al mismo desaliento de siempre sintiendo que en verdad que no nacimos para ser educadores sino para vivir de huelga en huelga reclamando prestaciones y reivindicaciones que en verdad no merecemos. No encontramos al llegar a sus pasillos con un moribundo desfigurado y enajenado que con señas nos pide que le degollemos de una buena vez. ¿Cómo definir ese estado moral nuestro? ¿Acaso egoísmo?, ¿acaso el hábito producto de una dejadez y de un sopor de ocio que nos impide ya reflexionar, reaccionar en medio de un mefítico pantano que nos adormece y envilece?
Tres meses de bostezos en el que nos dedicamos no a estudiar sino a ver telenovelas, videos juegos y futbol, por lo general. Tres meses de indolencia, espectáculo lastimoso donde el pueblo contempla la desidia nuestra, el modo criminal como este país petrolero desperdicia además de su riqueza, su tiempo, su talento, su juventud. Y allí a nuestros ojos ese cuadro de desaseo por todos los pasillos, por todas las aulas desoladas, por los baños y laboratorios, bibliotecas y oficinas; inmensa ciudad fantasma, fuente de lo más sagrado, vejado por la incuria y el abandono de sus propios profesores.
Cuánto hastío en uno, al tratar de poner orden unas ideas en las que nadie cree, en las que nadie quiere pensar. Golpeada ya nuestra capacidad de raciocinio, sobre un tema que asquea y del cual no se encuentra como razonar ni cómo imponer seriedad y responsabilidad alguna. ¿Acaso cuarenta años de paros y huelgas de hambre no bastan? Los llamados «dirigentes gremialistas», los que tienen tiempo para todo porque nada noble o positivo hacen quienes conducen desde hace cincuenta años este monstruoso carnaval de protestas.
La universidad de la ULA dormida, ultrajada y complacida en su propia charca de inopia y vacuidad. Ausente de la gran calamidad social porque engorda sus desidias, porque sus banderas son sus falacias, antro especioso de sus sucios negocios sucios y prebendas particulares…»