AUTOR Y COMPILADOR: Pedro Pablo Pareira
(EN LA GRÁFICA SANT ROZ Y MART{IN GUEDEZ)
16 -1 -1994: La vida sólo nos da la oportunidad de conocer las personas, no de cambiarlas. El papel del fuerte es sobrellevar y enfrentar todas las adversidades con suma inteligencia.
Le hago visita al padre Santiago. Cuando me acerco a su casa, veo a la distancia que está sentado en una silla de extensión a la entrada del pequeño jardín. Observo que tiene dos libros a su lado, uno de ellos es la Biblia. Está sereno, con barba blanca abundante, y una tenue palidez que lleva desde que ha caído en esta terrible enfermedad. Al darme la mano la siento caliente. Nada de hipo. Me dice que la salivación también ha cesado un poco. Su compañera Rocio ha partido a Medellín y me ha dejado una carpeta llena de recortes de periódicos. Siento la soledad de este santo, y trato otra vez de comprender el destino que nos toca a cada uno. Ya para el padre todo ha terminado, y él debe haberlo internalizado profundamente: él, hombre de expediciones, botánico en sus permanentes trabajos de campo, y que recorrió en estos trabajos de investigación de botánica por las selvas de Guayana, de los llanos, de las montañas andinas. Vive ahora un mundo distinto, el mundo de la espera, de la lenta despedida en medio del dolor físico más cruel. Hay voces y es que cuatro miembros de su familia han llegado desde Medellín. Está su hermano menor y dos hermanas más. Es decir que en este momento están cinco hermanos con el padre además de una sobrina. Me pongo a hojear un hermoso libro que recientemente le regaló el botánico Hoyos al padre; Hoyos fue y se lo entregó personalmente; obra lujosa sobre plantas ornamentales del trópico. Paso un rato delicioso contemplando árboles de las sabanas por los que trepé en mi infancia cuando vivía en Las Mercedes del Llano. Allí aparece uno que se llama mata de ratón, del cual había muchos frente a mi casa de Las Mercedes de Llano y sobre cuyas ramas hacíamos «casas» y colgábamos columpios. Aparecen unas imágenes extraordinarias sobre las sabanas venezolanas que me conmueven extraordinariamente.
Al despedirme quedo en llevarle un libro sobre la anarquía en Argentina y también el trabajo que sigo retocando sobre José María Obando. No quería molestar al padre con la revisión de este material, estando en una situación tan precaria de salud, pero ha insistido en que se lo lleve porque le hace bien cambiar un poco de ocupación.
El padre me dice que le lleve mi diskete donde está levantado el texto del libro de Fernau (el que nunca se publicó correctamente en el Centro de Publicaciones de la Facultad de Ciencias y sobre el cual el decano Mauro Briceño no aplicó ninguna sanción a quienes cometieron tal adefesio). El Padre ha estado haciéndole correcciones.
*) Me llama Edgar Alfonzo Arriaga y me cuenta que un profesor de la Facultad de Humanidades, un tal Roberto Donoso, chileno, ha publicado un artículo en mí contra el día viernes que lo ha titulado “Los locos de Mérida”. Yo he tenido la buena suerte de que casi todos los chilenos que he conocido me han odiado …
Viene Edgar Alfonzo por la noche y me trae el artículo. Toda la razón de este tal Donoso, chileno (a quien no conozco), para atacarme con tanta furia, es el haberme yo metido con David Fermín. Realmente han sido muy pocos los chilenos que no hayan terminado en unas verdaderas joyitas en este país; por los menos los que recalaron en Venezuela, a veces peores que los más dañados que nos llegan de Colombia. Pero bueno, el sur: Chile, y sobre todo Uruguay… ¡Los uruguayos, qué gente!
Con el siguiente artículo respondo al tal Roberto Donoso:
Cuando crujen las focas
(Aquí le respondo, señor Roberto Donoso T., con su nombre y apellido)
A un tal Roberto Donoso T., le ha vibrado la cuerda bucólica y ha lanzado alaridos de amor por la naturaleza y expresiones de enrevesada lingüística hacia los locos. Y ha JALADO, ha JALADO tierna y ferozmente como corresponde a los chilenos de su clase…
Un tal Roberto Donoso T. (por sus escritos los conoceréis…), publicó el viernes 14 de enero, en «Frontera», un artículo titulado «LOS LOCOS DE MERIDA». El artículo venía ilustrado con la grotesca foto de un infeliz (parece boliviano) echado al piso con sus trastos. El tal Donoso, con la típica flema de los amanerados «revolucionarios», intenta ser ameno; crear una atmósfera bucólica del ambiente nuestro e ir acercándose al planteamiento de una clasificación de los normales y anormales de nuestra ciudad para después descerrajar el tiro sobre la nuca (contra mi persona).
Usted no es loco, señor Donoso. La gente como usted o Fermín, jamás llevará el estigma de pertenecer a alguna categoría de locos. Usted es un cerdo, y claro, estos seres forman clase aparte. Los cerdos conforman una especie aparte.
Para escribir tamaña bazofia, tuvo primero, el señor Roberto Donoso, que recurrir a un diccionario de lingüística. Cree darse tono de profundidad enturbiando las aguas; habla de taxonomía, menciona a «Amador», el que anda cargado con un montón de basura, al maratonista y a otros exponentes de los trastornados que deambulan por Mérida. Después entra en el tema de los locos con talento literario que sufren de PALIGRAFIA como Alberto Jiménez Ure, y como gladiador triunfante habla de imaginación catatónica; lo llama espécimen bastante repugnante que medra y profita de la Universidad. Ya se sabe que estos tipos «revolucionarios» siempre han creído que la Universidad es de ellos, sobre todo la plata que administra nuestra institución; que los capitales de nuestros gremios les pertenece; al mismo tiempo hacen gestos de reformistas (para quedarse con la limosna y el santo) y se creen de veras unos de esos Leníncitos o Carlitos Marx que pululan por las oficinas buscando los apoyo en bonos monetarios del cacique de turno.
Cuando uno lee la conclusión a la que llega este señor para proferir tan horribles adjetivos contra Jiménez Ure, uno se pregunta: «¿Cómo es posible que este hombre, que debe ser la vergüenza de la colonia chilena, se le tenga que pagar y considerar como profesor universitario en la ULA?»
No tengo amistad con Alberto J. Ure y lo he atacado por la prensa, con argumentos de peso desde el punto de vista intelectual y humano, pero sinceramente Jiménez Ure tiene una obra, se le lee, sus cuentos se encuentran en antologías nacionales; y Jiménez Ure es un Shakespeare comparado con usted soberano hijo de puta, comparado con la masa informe y baja que usted manosea, señor Donoso; la pobreza de su bazofia lo presenta a usted como alguien que de literatura sólo sabe adular. Toda su capacidad, señor Roberto Donoso, está en mecatear duro. Al menos jamás he visto a Jiménez Ure recolectando dinero, con la típica suciedad de los de su clase, dizque para reconstruir una casa que el terremoto le tumbó en Chile. A los de su clase los conozco muy bien: gorreros impresionantes. Yo los he visto tragar a cuatro carrillos en los actos públicos que realiza nuestra Universidad; beber licor aunque no sepan hacerlo, pero lo de ustedes es tragar a todo vapor. El todo es aprovecharse de lo que se reparta y donde no se tenga que pagar un céntimo; solicitar ayudas con sus caras cariacontecidas de prospectos de héroes frustrados que jamás empuñaron un fusil y no nos mostraron de verdad sus cualidades de luchadores revolucionarios y que se aparecieron por aquí diciendo que el título universitario se los quemó el gobierno de Pinochet y aun así se le dio una plaza… que hablan de la fraternidad y del «nuevo amanecer» hasta por los codos sólo para medrar. Los de la típica cobardía que tiemblan como nenas para no referirse directamente al hombre que pretenden insultar. Tres colegas que han venido por casa, me han dicho: «Ese tipejo fue Secretario Privado de David Fermín, así que no te extrañe toda esa bocanada de miserias que te ha soltado. Desea adular y ayer después de insultarte cogió un avión para la ciudad de Córdoba, España. Ha justificado la bonificación que le han dado. Te aseguro que lo primero que hizo fue participar a Fermín que te iba atacar por lo que le habían dado…».
No sé por qué imagino su HAMBRE, señor Donoso. No está mal que se tenga hambre, y es hasta algo que dignifica al hombre el pasar por la miseria; pero otra cosa es hacer alarde del hambre, y llenar los vientres a reventar en nombre del hambre y en nombre del hambre hacer plata y vivir jalando. Abrir el negro hueco de la boca e implorar kilómetros de salchicha, lonjas de carne bien sazonada, tequeños, empanadillas, quesos, atragantándose hasta más no poder, ¡DE GRATIS Y COMO DAVID MANDA! ¡Dios mío, esta visión desquicia a cualquier humano!
Y ese estar a la caza de las oportunidades adulando, adulando, adulando, adulando, adulando, adulando,… jadeantemente jalando. ¿Qué puede hacer un pobre ser humano frente a estos seres?
Cuando las focas bailan
Yo no sé por qué la gente se esmera tanto por ir al Sea World o a Disneylandia a ver bailar a las focas, y ver saltar delfines cuando reciben sardinas, si aquí mismo uno puede recrearse con esos espectáculos: contraten por favor a Roberto Donoso. Además de una morsa inmensa que arrastra su pesado cuerpo por la asociación (que come bacalao, no sardinas), pululan las focas que contorsionan furiosamente sus cuerpos cuando ven al presidente o jefe de cualquier vaina en este país. El presidente o el jefe amaga con ellas, les revolotea las sardinas sobre el hocico y les coloca, luego de atragantarlas, pelotas y aros para que se entretengan. Es un espectáculo encantador oír aquel alboroto de focas aplaudiendo con sus aletas y moviendo enternecedoramente la cola.
La razón de la ira
Y más claro no puede estar la cosa. Al tal Donoso, de los errores que he cometido en mis juicios, lo único que me señala es el haber criticado a Fermín, y revienta: «El objeto de sus odios y resentimientos es el presidente de APULA, profesor David Fermín, al cual lanza todo tipo de infundios aun cuando éstos corresponden a la típica…».
En eso radica todo lo malo que soy. Debería yo guardar silencio para no ser chocarrero, procaz, hiperbólico, morboso, sensacionalista, amarillista, escandalizador, fascista, vesánico, loco, gaznápiro, heteroacusador, coprófago… Pura paja intelectual, con el cantadito ese meloso y ambiguo que palpita en cada adjetivo de este tipo de cerdo sureño. Señor, jale pero no se desgarre despiadadamente. Aquí el único fascismo que se conoce es el de la jaladera. Si aquí llegara un Hitler contaría con pelotones de redomados adulantes. Yo me he pasado la vida recibiendo ataques de los Templarios del Mecatismo nacional e internacional.
A esta «joya» le parece poco que un centenar de profesores de la Facultad de Ciencias haya firmado un documento, exigiéndole a la APULA, una clara y contundente explicación del uso del dinero de los profesores. Porque este señor Roberto Donoso T., que nunca lo hemos visto indignarse ante el cúmulo de males sociales que agobian a nuestro país, a nuestra Universidad, le parece normal que se cancelen fiestas particulares con tarjetas de crédito personales, que luego se cargan a APULA; le parece muy normal según su tradición de «revolucionario» que el Tesorero tenga a su esposa como administradora de la Proveeduría; arreglos para que se gasten en viáticos más de un millón de bolívares; centenares de miles de bolívares en combustible y lubricante, y muchísimo más en celebraciones exclusivas de sus magnates, y que además no se atrevan a realizar, como lo piden en el documento los profesores una auditoría, recibo por recibo, que justifique verdaderamente esos cuantiosos gastos. Le parece natural que el presidente APULA convierta a la sede en centro de acopio de la propaganda de su partido, y natural que responda cuando se lo critican: «Yo no hago ni más ni menos que lo que hacían los adecos cuando dirigían la asociación». Es decir que actúa el presidente como un adeco más, hace alarde de la tradición y de los procedimientos infames del «partido del pueblo». Y las focas callan porque es muy bueno tener y pedir.
Roberto Donoso T., el égloga
No, nada de eso. Este «revolucionario» égloga de Roberto Donoso T., que no sé si es gordo o flaco, enjuto o recio, habla de la eterna primavera del clima de Mérida, «a este pueblo serrano», del «mágico atractivo», de su «dinamismo juvenil y su inquietud cultural. ¡Inquietud!, ¡Mágico!, ¡Atractivo!, «la ausencia masiva de industrias contaminantes». ¡Ay, «sitio singular!», ¡qué dulzura de escrito!
Es un turista que no se ha paseado por el pantano del Arenal, por los infernales basureros de Lagunillas; por el Mucujún infesto; nada sabe de la silicosis que cunde en Los Llanitos de Tabay, de los destrozos que las areneras ocasionan a nuestros ríos, que jamás ha alzado la voz para denunciar al criminal basurero más alto del mundo (en El Águila), o la deforestación de los últimos bosques que nos quedan. De la perfidia de nuestros gobernantes que han convertido a Mérida en charcas inmundas e injusticias horribles. En fin, paremos esto en lo cual yo he venido, a los ojos de estos canallas, a ser maniático de la vergüenza y del dolor. Cultivemos esa HAMBRE insaciable, cultivemos LA ADULACION, el goce interno que provoca la solidaridad ciega y cínica a quien nos apoya, a quien nos concede una minucia y nos permita recoger ALGO en nombre de la «hermandad revolucionaria». Y … seremos geniales… y bien c(u)erdos.
Nota: Este tal Roberto Donoso resultó tan cobarde, que a poco de entregar el artículo contra mí en el diario frontera, salió en volandas para la ciudad de Córdoba, España. Mucho se ha comentado que fue el presidente de apula, en agradecimiento por haberme atacado, quien le agilizó la entrega de los pasajes satisfaciendo a plenitud las necesidades de este preclaro jalamecate.
17 -1 -1994: Voy muy temprano al diario “El Vigilante”, y me recibe una joven periodista, algo mal encarada, de nombre Lorena quien me advierte que si mis artículos no están a las 8:00 de la mañana, no podrá salir para el día siguiente. A esta joven, se le nota que le molestan mis artículos.
*) Voy a visitar al padre, pero no lo encuentro en su casa. Le dejo todo el material de mi libro sobre Obando. Salgo para Los Talleres Gráficos donde debo verme con José Zambrano y buscar un arreglo a la edición de su libro “Había una vez un cristofué”, el cual ha sido fuertemente dañado por los sublimes empleados de los Talleres. Este libro va a salir con el sello editorial de Kariña Editores del cual estoy encargado.
No encuentro a Zambrano y aprovecho para hablar con Roberto Chacón, director del Consejo de Publicaciones, a quien le insisto, no deje de recordar lo que le debe a la editorial ALFA, por la edición que se está haciendo del libro de Zavrostki y del cual estoy enteramente responsabilizado. Resulta que el bueno de Roberto Chacón le interesó hacer una coedición con Kariña Editores para reeditar el libro “La intuición sensorial, intelectual y mística” de Loski. ¡Señor!, todo lo que recae sobre uno por andar metiéndome en tantas vainas.
En la universidad todo funciona a fuerza de remolques y retrasos. Se promete una fecha a sabiendas de que nada se cumple de acuerdo con lo programado. Me han hecho decirle al dueño de ALFA, señor Enrique, que en enero le iban a pagar su plata, y ahora tengo yo que vivir trasmitiéndole mentiras para poder calmarlo. A principios de diciembre me habían dicho que estaban listos unos cheques que se cobrarían en enero, con los cuales, al iniciarse las actividades de 1994, se le pagarían al señor Enrique, ahora salen con que hay que esperarse hasta febrero, pues no hay cheques ni nada de nada.
18 -1 -1994: Llevo mi artículo a El vigilante a las 8:00 a.m.; cuando pregunto por la periodista Lorena todos los empleados me dicen con risas que llega siempre muy tarde al trabajo.
19 -1 -1994: Han sido días de mucha tensión en todo el país por el asunto de la quiebra del Banco Latino. Corren rumores de todas las especies relativas a que otros bancos están también en camino de irse al foso. Hay disturbios en varias ciudades contra la aplicación del IVA. Total, que de los catastróficos rumores, persistentes y agotadores que estuvimos viviendo sobre eminentes golpes de estado desde el 4 de febrero de 1982, entramos ahora en una nueva fase de anuncios sobre un brutal caos financiero. La gente anda nerviosa, sin saber qué hacer con las cuatro lochas que tiene. Lo mejor sería gastar cuanto tenemos y ahorrarnos la preocupación que produce tener dinero. Todos en Venezuela vivimos un horrible sentimiento de estafa permanente.
Leo en “El Nacional” que una adolescente de 13 años mató a un taxista haitiano. Dice la nota de prensa: «La adolescente confesó que el taxista la recogió junto a otras dos amigos, en un centro comercial del área para llevarlos a sus respectivas casas. Una vez que dejó a todos en sus hogares, el taxista pidió a la presunta asesina, seis dólares por el trayecto, pero la niña sacó un revolver y le disparó varios tiros… la niña no mostró el más mínimo remordimiento por haber matado al padre de una hija de 16 años y cuya mujer está embarazada.
También leo en El Nacional otra nota relativa al caso Bobbit, el cual está causando furor no sólo en EE UU sino en otros países. El asunto trata de Lorena Bobbit, acusada de castrar a su esposo. Ella le desprendió con un cuchillo de cocina el miembro a su marido mientras dormía; salió corriendo de casa y tiró en la calle el trofeo de su «venganza». Esta mujer que vivió algún tiempo en Venezuela declaró que lo había hecho porque su marido la había violado. “Violar” en este caso para ella es tener que hacer el amor cuando no se tienen ganas. El juicio tiene en este momento un rating altísimo, pues Lorena podría ser condenada a 20 años de prisión. Como Lorena nació en Ecuador, ahora aparece un joven ecuatoriano de nombre Walter Onofre que está ofreciendo le amputen su miembro a cambio de que sea liberada Lorena. Onofre hizo su oferta en una carta que envió al consulado estadounidense en Guayaquil, mientras un centenar de personas manifestaban a favor de Lorena en el centro de la misma ciudad.
«También en Ecuador -dice la nota-, el caso Bobbit llevó a una mujer ecuatoriana y a su hija a hacerle un corte de tres centímetros en el escroto del pene de su esposo y padre con una hoja de afeitar cuando dormía». El hombre recibió la lesión porque se opuso a que convirtieran a su hogar en una cantina pública.
Ha aparecido mi artículo en El Vigilante, como supuse, con una letra tan minúscula muy difícil de leer. Voy a escribir un libro que se llamará El gran mulato.
Al mundo no hay que tratar de comprenderlo, sólo hay que vivirlo.