Por: Lupo
Estas reflexiones -aunque parezcan paradójicas y autocomplacientes- tienen un gran fondo de verdad y de filosofía. Cualquier persona sensata y de pensamiento profundo y de largo plazo, sabe que gran parte de los lujos, las comodidades y los entretenimientos que la Sociedad de Consumo Kapitalista diseña, elabora, promociona, mercadea y vende son interesados alucinantes (¿idiotizantes?) concebidos fundamentalmente para atraer y capturar ‘clientes’ y adictos (con ´poder adquisitivo (lícito o ilícito), claro, tales que se conviertan en obedientes aportantes de ingresos y ‘ganancias’ para los empresarios ‘creadores de riqueza’.
De carambola, y como funesto colofón, ese irresponsable y atropellante consumo genera ingentes cantidades de desechos y de contaminantes, cuyos costos económicos, sociales y medioambientales son astronómicos.
Pero, curiosamente, el tema da pie para recordar y meditar acerca de lo que -en sus momentos- trataron de implementar algunos líderes (a su vez, satanizados) como Mao y Pol Pot. Ellos pensaron (¿sabiamente?) que el bienestar social y nacional -estable y edificante- se podría lograr mediante la implantación y el desarrollo de una cultura nacional de vida sencilla, humana y en armonía con la Naturaleza.
Hoy, son millones y millones de personas (no propiamente ignorantes) los que -cada vez más- son muy conscientes de los efectos nocivos y alienantes de muchas de ‘las mercancías’ que se elaboran, se comercian y se consumen en el mundo, y que -por lo tanto- es hora de cambiar drásticamente mucho del modelo y de los hábitos de consumo y derroche que nos han sido impuestos.
Cabe señalar la urticante necesidad y conveniencia de que Venezuela (no sólo ella) vaya al campo, al río, al mar, al bosque, … para diseñar, estructurar y garantizar su ‘Seguridad Alimentaria’, según patrióticas y pedagógicas palabras de Chávez.