José Sant Roz
- Hay ciertos izquierdistas que sueñan con que Trump pueda llegar a condenar a la banda de grandísimos ladrones venezolanos que se enconcharon en el Estados Unidos, que incluso los pueda deportar a nuestro país. Imagínense, verlos llegar con el uniforme anaranjado, esposados, bajando de un avión militar en Maiquetía, listos para ser trasladados a una prisión de alta seguridad. Algo que ese imperio asesino, por ejemplo, nunca hizo con Luis Posada Carriles ni Orlando Bosch Ávila, quienes volaron en 1976, aquel avión cubano, con 73 personas a bordo.
- Imagínense, que se produzca una razzia en medio mundo, y luego, ver llegar esposados a Juan Guaidó, Leopoldo López, Carlos Vecchio, Carlos Méndez, Roberto Marrero, Julio Borges, Yon Goicochea, David Smolansky, Miguel Pizarro, Nixon Moreno, Gaby Arellano, Óscar Pérez, Lester Toledo, Carlos Paparoni, Vilca Fernández, al propio Edmundo González, a Carla Angola, Patricia Poleo,… ¡y juntarlos a todos con María Corina Machado en una misma celda! Qué grandioso mundo sería ese, de lograrse tan formidable acto de justicia.
- Es harta conocida la frase del presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, pronunciada en privado, entre sus asesores para Latinoamérica y en referencia al dictador Anastasio Somoza, en 1939: “Sin duda que el tipo ese es un hijo de puta, pero qué vamos a hacer, él es uno de nuestros bastiones para garantizar la paz que necesitamos en Suramérica”.
- También necesitaron los yanquis para esa paz, a otros eminentes hijos de puta como Juan Vicente Gómez (Venezuela), Rafael Leonidas Trujillo (República Dominicana), Marcos Pérez Jiménez (Venezuela), Augusto Pinochet (Chile) Alfredo Strossner (Paraguay), Manuel Antonio Noriega (Panamá), Fulgencio Batista (Cuba), Aparicio Méndez (Uruguay), Hugo Banzer (Bolivia), Jorge Rafael Videla (Argentina), Humberto Branco (Brasil), Tiburcio Carias Andino (Honduras), Carlos Castillo Armas (Guatemala), Porfirio Díaz (México), Francois Duvalier (Haití), Gustavo Rojas Pinilla para la cuota de Colombia.
- Franklin D. Roosevelt fue el sostén de la dictadura de Somoza, y lo invitó a Estados Unidos en 1939. “Al llegar Somoza junto a su esposa Salvadorita y varios parientes a la ciudad de Nueva Orleans (Estados Unidos), la Universidad Estatal de Luisiana lo condecoró con UN DOCTORADO EN LEYES HONORIS CAUSA. Viajaron luego a Washington en tren. El 5 de mayo de 1939 lo recibieron en la estación del ferrocarril el presidente Roosevelt, el vicepresidente, el gabinete presidencial y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, todos varones y con sus respectivas esposas. En su honor se llevó a cabo un desfile militar que incluyó a 751 oficiales de policía, 400 miembros del brazo de bomberos, 9 aviones conocidos como «fortalezas volantes», 30 tanques de guerra y un cuerpo de artillería. Fue entonces cuando dijo con mucho orgullo: «es un gran hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». Su esposa miss Eleanor Roosevelt, la primera dama de Estados Unidos, quien le escuchaba, declaró: «el ejército también tiene deberes que cumplir en tiempos de paz»”.