Entre los principales personajes que tuvieron una participación fundamental en los sucesos de marzo de 1987 se encontraba el dirigente estudiantil Alfonso Isaac León Avendaño, que actuaba en el medio político y social bajo el seudónimo de Caracciolo León. Este personaje, se mantuvo muchos años como estudiante en la ULA, encabezando marchas, llevando banderas y lanzando arengas en los entierros de los estudiantes asesinados por los cuerpos represivos; era de los supremos comecandelas quemador de cauchos y jefe de los pelotones de tirapiedras más violentos que tuvo Mérida. Fue el maestro agitador de toda una generación de jóvenes que aprendieron a venderse bien caro en el medio político nacional y de cuyas enseñanzas nació el delincuente Nixon Moreno. Con dotes de orador que sabe darle al verbo esos altibajos y sinuosidades hirientes contra el poderoso, que le sacan chispas de arrecheras a los incautos, llegó encabezar las más terribles y tormentosas acciones de calle en la mal llamada Ciudad de Los Caballeros. Se le llegó a llamar “el Federico Engels de la ULA”, “el Robespierre andino”, “el Lenin de la Sierra”, y muchas otras cosas “profundas” según el caso y el momento. Todo, para acabar siendo el Secretario General de Gobierno de William Dávila Barrios (WDB), su obra política y moral más profundamente acabada.
Caracciolo fue considerado el fundador del «Movimiento 13», el cual ha tenido una larga participación sangrienta, perturbadora y criminal en muchas de las conmociones sociales que han venido surgiendo desde aquel aciago día 13 de marzo de 1987, cuando asesinaron al bachiller Luis Carvallo Cantor.
Manteniendo la norma aquí impuesta por casi todos los dirigentes estudiantiles de izquierda (empezando por Teodoro Petkoff, Américo Martín y Gumersindo Rodríguez), Caracciolo terminó pasándose al bando contrario en menos de lo que espabila un loro loco. Mejor dicho, siempre estuvo en un mismo bando, pero al principio, claro aparentaba ser de izquierda.
Al parecer, su verdadera vocación era la de ser militar o policía, que suele ser darse entre los hijos o parientes de chácharos. Aún todavía en la época de Pérez Jiménez, Betancourt y Leoni, el 75% de los miembros de la policía en Caracas, eran andinos.
Por razones que desconocemos, Caracciolo eligió la carrera de Derecho. Llama la atención que poco después de concluir sus estudios (que fueron bien largos) ejerció funciones de inteligencia en el páramo, ya bajo las órdenes de WDB.
Debieron haber sido excelentes los servicios que le prestó a WDB porque contra toda la plana mayor de AD en la región (no habiendo pertenecido jamás a este partido), WDB, contra viento y marea, lo impuso como su Secretario General de Gobierno.
Caracciolo León llegó a alcanzar una popularidad tan inmensa, que conquistó con holgada facilidad la presidencia de la Federación de Centros Universitarios. Fue, insistimos, un líder de líderes, de verbo encendido y meteórico, que su voz llegó a provocar el sacudimiento de mil tarimas, de cien micrófonos, de gonfalones y consignas por todo el espinazo de los centros políticos más importantes de la época. Lástima que Caracciolo no hubiese tomando tan en serio sus cualidades de agitador de masas, que le hubiese podido latir en la cueva de la historia a los mismísimos Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Caldera, a Teodoro Pettkoff. Cuando en algún centro se discutían los tremendos traumas que enervaban a la nación, y él se presentaba, se formaba la de Dios es Cristo: se congestionaban las salas salir y abrazarle, para darle la mano, y en cuanto hablaba las palmas de las manos echaban fuego, vitoreándole.
El asesinato de Carvallo Cantor con las conseiguientes jornadas estudiantiles en procura de una severa sanción para Bernardino Navas, generó una polémica despiadada en el medio merideño que catapultó a Caracciolo por los cielos de la prensa nacional. Mérida le quedaba chiquita.
Lástima que poco después se destapara el asunto de que era soplón de la DISIP, algo que desquició a medio mundo, y que el propio Caracciolo no desmintió en su momento (ni en ningún otro momento, que yo sepa[1]); según el abogado Carlos Ramírez López, el dirigente estudiantil Caracciolo León trabajaba en aquellos días aciagos de 1987 para el servicio de Inteligencia de la DISIP. Desde los años sesenta, cuando el hervidero revolucionario alcanzó su punto más alto, muchos fueron los «dirigentes estudiantiles» quienes sirvieron a un mismo tiempo a la «causa del proletariado» y a la policía secreta del Estado.
El asunto reventó el 27 de marzo de 1987, en un enorme titular de prensa, con letras gruesas y rojas, aparecidas en el diario Frontera, que decía:
Cobraba mensualmente.
CARACCIOLO LEON ES CONFIDENTE DE LA DISIP, ASEGURO A LA PRENSA EL ABOGADO RAMIREZ LOPEZ
A partir de esta denuncia y otras muchas contra Caracciolo León, el abogado Carlos Ramírez adquirió una sólida presencia política en la sociedad merideña (llegó a ser tan elogiado y solicitado por su valor), al desenmascarar como sostenían muchos, al afamado dirigente estudiantil, que posteriormente llegaría a ser candidato a diputado al Congreso de la República y candidato a gobernador del estado Mérida[2].
Caracciolo León pudo después, si lo quería, ladrarle en la cueva a Carlos Ramírez López, pues se graduaría también de abogado, y alcanzaría cierta notoriedad en el medio judicial defendiendo a estudiantes y profesores que hubiesen sido detenidos por órdenes de las policías secretas del Estado (como la misma DISIP o la DIM).
Extrañamente, Caracciolo León sufrió un severo retraimiento, teniendo dotes mesiánicas para la política.
Ese 27 de marzo, leímos en el diario Frontera la siguiente información recogida por el periodista Ramón Díaz Suárez:
El Dr. Carlos Ramírez López dijo que el bachiller Alfonso León, mejor conocido como Caracciolo, pertenece al servicio de Inteligencia de la DISIP y le pagan por los análisis que sobre los movimientos de izquierda en la Universidad presenta todos los meses. Manifestó por otra parte que introducirá una acusación penal contra el secretario Privado del Gobernador del Estado, Lic. Nicolás Rondón Nucete, por la persona que llamó a Radio Universidad azuzando al estudiantado para que sacaran de la misma a su hermano José Rafael Ramírez, lo cual constituye un intento de homicidio.
Es pública y notoria mi relación con la DISIP, soy amigo de la DISIP, es una policía que aprecio -afirmó el conocido abogado- admiro y me siento ligado a ella espiritualmente hablando; es una policía que cumple con una verdadera función en defensa de los ciudadanos. A mí me han hecho reconocimientos públicos, tengo placas y tengo testimonios escritos, en los periódicos se ha recogido mi presencia con altos directivos de la DISIP, tengo estrecha relación con los altos funcionarios de ese organismo, por esas circunstancias puedo afirmar con toda responsabilidad que Caracciolo León presta servicios en la División de Inteligencia de la DISIP, estos servicios son: el de pasar un análisis mensual a la División de Inteligencia donde se recoge las distintas posiciones, situaciones, perspectivas de las políticas de los grupos de izquierda, él hace esos análisis mensual y recibe por eso paga, dinero; eso es servicio secreto, yo considero que ser policía es bueno, es honroso, a mí no me parece nada malo y por eso defiendo la policía y no me parecería nada malo que me dijeran que soy policía, a mí me gustaría ser policía[3], pero lo que sí es incongruente es ser dirigente estudiantil de izquierda y ser a su vez miembro de los servicios secretos de la División de Inteligencia de la DISIP, y yo creo inclusive que eso no le conviene al movimiento estudiantil, a la izquierda ni a la DISIP.
¿Cuáles son los motivos por los cuales usted hace esta denuncia contra el bachiller Caracciolo León?
-Hago esta denuncia en virtud de que – yo sé que esto me va a repercutir negativamente en mi relación con la DISIP– me veo obligado a hacerlo por los reiterados ataques que Caracciolo me viene haciendo todos los días, dañando mi honor y mi reputación sin tener moral alguna para hacerlo y por eso he puesto en juego mi relación con la DISIP y asumo la responsabilidad de decir lo que sé al respecto.
Refiriéndose a la escolta policial, que según el mismo bachiller León le puso el Gobernador, el doctor Carlos Ramírez dijo: -Esto es inaudito y no puede tener ninguna otra explicación que la actitud impropia que ha tenido el gobernador del Estado en todo este problema que ha hecho una inexplicable llave con Caracciolo.
Caracciolo ha incitado a delinquir, ha llamado a asaltar los tribunales, a romper vidrieras, ha asumido responsabilidades de los saqueos en esta ciudad y encima de que ha hecho todo eso, que ha pisoteado las leyes, que se ha burlado de todo lo que implica autoridad, entonces ahora anda protegido, en vez del gobierno buscar un abogado para que le haga una acusación penal por todos los graves daños que le ha ocasionado a la ciudad y a los comerciantes. La Cámara de Comercio se quejó por eso, y el gobernador le pone una custodia, no entiendo. La única cosa que tiene parangón es cuando el gobernador se paró a echar un mitin al lado de Caracciolo, es una llave que no entiende nadie en esta ciudad.
Por otra parte, el doctor Carlos Ramírez López calificó de insólita la actitud del Secretario Privado, Lic. Nicolás Rondón Nucete. Tengo la información -dijo- precisa y concreta que de llevarla a los tribunales la voy a llevar, de que él fue el autor de mandar a una persona para que llamara a Radio Universidad cuando mi hermano, el periodista José Rafael Ramírez, que estaba allá conversando, para que lo fueran a sacar e intentar contra él. Rondón Nucete es el Secretario Privado del gobernador y altera también la paz pública. No entiendo qué ocurre en Mérida, un gobernador echándoselas de dirigente estudiantil, un Secretario Privado incitando a la gente en contra de mi hermano y le voy a meter una acusación porque eso es un intento de asesinato.
LAS REACCIONES DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
La reacción del «Movimiento 13» fue inmediata. A Frontera corrieron por la tarde del día 27, tres connotados representantes de este movimiento, y que con los años se convertirían en los directores de muchas revueltas juveniles acaecidas en la ciudad, y después en otros altos funcionarios del Estado: Luis Aché, Pilín Zapata y José Villarroel (el Goyo Villarroel). Con aspectos compungidos desmadejados por el esfuerzo que habían hecho para llegar a Ejido, aún un poco jadeantes, dijeron que estaban allí para desmentir al doctor Carlos Ramírez López; aducían con suma preocupación, que las denuncias de ese abogado constituían una difamación y porque tal cosa iba a alinear la represión en el Estado»(sic).
Añadieron que debían luchar contra tal denuncia porque después «desvalorizaba la verticalidad de un compañero reconocido en toda la ciudad de Mérida como alguien que ha estado al lado de las causas más nobles». Que estaban contra esta maniobra porque más adelante otros «compañeros se les podía hacer la misma acusación y esto puede traer graves consecuencias a uno de ellos». ¡Insólito!
ES UN HONOR SER «SAPO»
La situación se tornaba cada vez más deprimente, porque el 31 de marzo, este titular de Frontera nos dejó fríos:
SERÍA UN HONOR PARA LA DISIP, TENER DE CONFIDENTE A CARACCIOLO LEON – sostiene el Comisario Luis Borjas Castellanos.
En estas declaraciones el señor Luis Borjas, en franca solidaridad con Caracciolo León, dijo entre otras cosas:
Este joven por ser gran líder estudiantil goza del aprecio de todos los cuerpos policiales con los cuales él, por elemental conveniencia, sostiene muy buenas relaciones que le sirven para diligenciar a favor de sus compañeros estudiantes cuando ellos se encuentran en situaciones difíciles.
El día 2 de abril, aparece en Frontera, página 3, la ficha que revela que Caracciolo es funcionario de la Dirección General de los Servicios de Inteligencia y Prevención, dependiente del Ministerio de Relaciones Interiores, que en aquel momento se encontraba bajo la dirección del saurio José Ángel Ciliberto. Esta Ficha de Control Interno, muestra el nombre del portador, el CODIGO J,35-K, CLASIFICACION: Colaborador. FUNCION: Analista. SUELDO: Bs. 3.000.oo p/inf (c/cargo p, sec). En la parte superior de esta ficha se muestra una foto de Caracciolo, y al lado un titular que dice:
La denuncia hecha en los últimos días donde se señala a Caracciolo León como policía, como confidente de un organismo de seguridad del Estado son sumamente graves para el movimiento estudiantil de la Universidad de Los Andes, declaró Héctor Luis Acosta, miembro de la dirección juvenil del MAS. Esto nunca se había planteado en la Universidad de Los Andes donde nuestros dirigentes se han caracterizado por llevar adelante una pelea digna contra los organismos represivos del Estado.
Nosotros pedimos que se aclare la situación y el Consejo Universitario debe opinar al respecto ya que si la cuestión es verdadera esto sería una intromisión de los cuerpos de seguridad en la Universidad, violando la autonomía universitaria. Si es mentira la misma Universidad debe convertirse en acusadora para salvaguardar su nombre ya que ha sido ofendida por fuerzas extrañas a ella.
Nos parece raro la pasividad con que actúa el organismo estudiantil del cual forma parte el dirigente estudiantil acusado de policía y pedimos que se pronuncie al respecto.
Héctor Acosta finaliza sus declaraciones agregando lo siguiente: «Si la ficha es verdadera es una intromisión del gobierno en la Universidad y sería una bofetada al propio gobierno ya que dejaría ver su intención de corromper el movimiento estudiantil, si es mentira entonces los denunciantes deben ir a la cárcel por irrespetar al movimiento estudiantil. El MAS pide que se investigue y se diga la verdad, que todo quede claro. Para bien del movimiento estudiantil esperamos que esta sea una trampa del gobierno a la cual responderemos. Pero queremos, como todo el movimiento estudiantil, que se aclare todo, con pruebas precisas, con honestidad, sin tapar nada».
Confirmado en confidencias
El 4 de abril en la columna «Confirmado en Confidencias», de Frontera, pudimos leer: «Lo que faltaba para un fuerte nos lo ha proporcionado los exabruptos, señalando al revolucionario con mayúscula, Caracciolo León, Sapo de la DISIP«.
Todos estos temblores se sucedían, al tiempo que el día 16, el movimiento estudiantil arreciaba y arrinconaba al Consejo Universitario; este Consejo permaneció doce horas secuestrado.
El día 8 de abril de 1987, nuevamente el doctor Carlos Ramírez, da unas declaraciones a Frontera donde ratifica lo dicho contra Caracciolo; sostiene que Caracciolo anda «ofendido porque dije públicamente lo que de él yo sé; su condición de agente secreto, lo cual en verdad es cierto y él más que nadie lo sabe y está consciente de que yo lo sé».
Agregó el Dr. Ramírez, que en realidad Caracciolo no debía preocuparse, pues «esa es una profesión honrosa, pero no es compatible con la de dirigente estudiantil».
Contribuye el doctor Ramírez en esta declaración con otros datos a la confección de una HISTORIA DE LOS SOPLONES «REVOLUCIONARIOS «EN VENEZUELA, que podría llegar a constar de 3 gruesos volúmenes. Dice el doctor Ramírez, que «en Mérida existía un precedente terrible con Leovigildo Briceño, quien era uno de los más violentos dirigentes estudiantiles de izquierda, al punto de que abandonó la presidencia del Centro de Ingeniería para irse a las guerrillas y cuando se le descubrió su condición de agente secreto de la DIGEPOL metió preso a medio mundo, especialmente a quienes habían sido sus compañeros de lucha, y que ingenuamente creyeron en él; los delataba y en muchos casos los persiguió, los apresó y personalmente hasta los torturó».
A fin de cuentas, la muerte de Carvallo Cantor sirvió para muchas cosas, unas miserables y otras loables: El crimen no quedó impune, nació otro Movimiento estudiantil que habría de tener honda participación, como hemos dicho, en casi todas las conmociones que han sacudido a Mérida durante los últimos veinte años, se encontró que Caracciolo trabaja para la DISIP y en nombre de esa misma muerte de Caracciolo se solicitó la eliminación de los exámenes finales en la ULA.
UNA MARCHA NO PAGABA TANTAS INJUSTICIAS
Y uno entonces no se dejaba de preguntar: ¿Quién podrá asumir con absoluta responsabilidad por los traumas y conmociones que cada mes estremecían a Mérida?, porque el protocolo de estas muertes, nos los sabíamos de memoria, era siempre el mismo: reuniones con el gobernador, luego con el obispo, más tarde con el rector y el comandante de la policía, y comunicados, elegías y discursos frente al féretro.
En tanto las muertes prosperaban a la luz del más absoluto silencio, luego el sucedáneo de una marcha para decir que todo no había sido en vano, para pretender lavar la sangre del inocente que había sido vilmente asesinado. Viendo estas marchas, me detenía a observar a los dirigentes con sus boinas, que iban al frente de las mismas sosteniendo enormes pancartas y llevando la voz cantante de las consignas, y horrorizado me preguntaba: ¿Cómo podría yo autonombrarme dirigente estas causas sin ser en parte responsable de los que caen abatidos por la policía? “¿Será esto un juego macabro?”, me preguntaba. Pero era así como entonces se cumplía con la revolución. Mañana será otro día. No se estaba en guerra, no se vivía en la clandestinidad. Nada de eso, muchos de esos dirigentes estaban becados por el gobierno y disfrutaban de los más altos beneficios económicos, del multimillonario presupuesto que el ME entregaba a las Federaciones de Centros Universitarios, y lo que siempre me parecía lo más estremecedor: los diálogos con la policía, con el obispo, con el rector y con el gobernador en hoteles de lujo, en los que a fin de cuentas todo quedaba oculto y enterrado,… hasta el próximo capítulo de otra muerte y de otros saqueos.
Me deprimía el lenguaje triste, incoherente, vacuo y poblado de barbaridades enervantemente retóricas de nuestros “dirigentes estudiantiles”. Esos que decían “luchaban por la justicia y las reivindicaciones del pueblo” pero que no se preparaban ni leían o estudiaban. No me refiero a una preparación oficial en una Universidad. Eso es lo que menos me importa.
Por esta razón antiguos dirigentes estudiantiles se dedicaron a la acción revolucionario sólo como preámbulo para debutar en sociedad y servir a los mismos vencidos estamentos que entonces corrompían y envilecían al país.
Allí están las consecuencias de aquellos bastiones irreverentes de las UCV que encabezaban Américo Martín, Carlos Blanco, Pastor Heydra, Juvencio Pulgar, Moisés Moleiro, Teodoro Petkoff, Gumersindo Rodríguez…, que lograban sacarles gritos de furor a la juventud de los años sesenta? Por esa vía de la farsa, llegaron al poder y a las direcciones máximas del Estado.
¿Hacia dónde apuntaba una lucha sin verdadera cabeza que aglutinara a los desesperados, sin un verdadero pensamiento que los cohesionara, sin un destino claro y convincente?
Fidel Castro para ellos no era un ejemplo, porque Fidel siendo un abogado tenía un profundo conocimiento de la obra y del pensamiento de Bolívar, de Marx y de Martí. El Che Guevara no era un profundo conocedor de la historia latinoamericana. Para cambiar es necesario crear, pero no se puede crear sin cultura, sin disciplina, sin amor por la patria y nuestra historia, sin preparación.
Cuántas veces me he echado a contemplar el pasado en una sucesión espantosa de cadáveres y momias que incluso al día de hoy abarrotan nuestras oficinas de burocracia, de indolencia por el país, y en donde pastan grandes huestes de jóvenes derrotados por el conformismo, por la vanidad, por el dinero.
Aclaro que nunca en mi vida me he autodenominado «revolucionario» ni «dirigente» de nada. He procurado identificarme con los más débiles. He dado alguna prueba de descontento desesperado, en solitario, en el diario vivir de un mundo hermoso que en ocasiones se nos trona horriblemente absurdo e injusto; lo he hecho a título personal, sin ondear bandera ninguna. Más de veinte años siendo llamado con los motes de loco, resentido, amargado,… y otras prendas, en medio de demandas ante tribunales, procesadas por poderosos bufetes (entre ellos el de Allan Brewer Carias), por las cosas que en aquellos tiempos me atreví a decir: enteramente solo y sin un partido.
No tengo capacidad política ni intelectual para dirigir a nadie.
[1] Porque de haber sido falso cuanto sobre él se dijo por sus trabajos para los servicios secretos de la DISIP, sus acusadores habrían tenido que purgar cárcel por tan reiterado y desmedido invento.
[2] Es muy probable que el doctor Carlos Ramirez sea hoy en día (enero de 1998) muy amigo de Caracciolo. Recuerdo que entonces, el director de Frontera, el doctor Luis Velázquez (profesor universitario y viejo miembro del MAS, trastocado ahora en diputado a la AN por el MVR) daba cabida en su periódico a cualquier ataque frontal que se le hiciera a Caracciolo. El doctor Velázquez tenía entonces una gran admiración por Carlos Ramírez.
[3] Hay que decir que las declaraciones de este abogado son realmente patéticas y reveladoras de un arquetipo moral que nos deja sin aliento.