Argenis Rodríguez
EL QUE TENGA OJOS QUE VEA
¿Para qué serviría el genio si no condujera al poder?
Bruckner – Napoleón
Mi derecha estará en las bocas del Orinoco y mi izquierda llegará hasta las márgenes del Río de la Plata.
Bolívar a Páez
Alejandro VI quería elevar a su hijo el duque a un gran dominio y veía, para ello, fuertes dificultades en lo presente y en lo futuro.
Maquiavelo – El Príncipe.
Hasta en lo malcriado se parece al Libertador.
Un adulante a Guzmán Blanco.
Drama en un acto y 21 escenas
ACTO UNO
Escena 1
(Salón en el palacio de Miraflores. Dos hombres están sentados en las dos sillas de una larga hilera de mesas).
MINISTRO DEL EXTERIOR: -Aquí me condecoró el Doctor Ramón J. Velásquez cuando ejerció la presidencia. No pensé que iba a volver más. Yo estaba retirado de la política.
MINISTRO DE LA SECRETARÍA: – Bueno, lo que son las cosas, a mí nunca me han condecorado. Llegué aquí sin esperarlo.
MINISTRO DEL EXTERIOR: -Bueno, en mi juventud siempre me vi como presidente, jamás como ministro. Milité en URD hasta que el maestro Jóvito Villalba me expulsó.
MINISTRO DE LA SECRETARÍA: -Yo fui comunista y me hice cabeza caliente cuando Rómulo Betancourt. Yo era un tipo irreprochable. Nunca dejé de asistir a las reuniones.
MINISTRO DEL EXTERIOR: – Yo estuve cerca de los comunistas en Chile, cuando el dictador Marcos Pérez Jiménez me sacó del país. Allí me casé con Enriqueta, cuya familia era rica y me fui deslizando hacia el socialismo de Allende.
MINISTRO DE LA SECRETARÍA: -Y ahora estamos aquí, no por comunistas ni por socialistas, sino por periodistas. Al Presidente Hugo Chávez le gustó nuestro trabajo durante la campaña…
MINISTRO DEL EXTERIOR: – … y no porque lo apoyáramos, sino porque hacíamos un periodismo de denuncias.
MINISTRO DE LA SECRETARÍA: – Ahí quería llegar yo.
MINISTRO DEL EXTERIOR: -Para mí que el Presidente Chávez, a cinco meses de su postulación no tiene una idea clara de lo que quiere hacer.
(El MINISTRO DE LA SECRETARÍA calla. Mira hacia lo alto. Se levanta. Es de pequeña estatura).
Escena 2
(Pasillo de Misia Jacinta. El PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, de unos 44 años de edad, va seguido por de sus edecanes. El MINISTRO DEL INTERIOR va a su lado).
EL PRESIDENTE: -Estos periodistas hacen unas preguntas que yo no entiendo. El periodismo debe ser claro, preciso. La gente debe ir al grano. Me están llamando dictador no sé por qué. Yo pido la crítica, la polémica. A mí también me gusta escribir. Me gusta el beisbol, mi ilusión era ser un grande liga.
EL MINISTRO DEL INTERIOR: -Si no fuera por estos minutos uno no tendría vida. Uno no duerme. Uno no bebe más que café.
PRESIDENTE: -A mí me enseñó a no dormir Fidel Castro. Ese hombre lee, ve cine y está muy pendiente de su seguridad personal.
EL MINISTRO DEL INTERIOR: -Usted tiene a su mejor agente
PRESIDENTE: -Sí. Urdaneta es de los buenos. Por eso está ahí. Me acompañó en el golpe. Fue el último en rendirse y es experto en inteligencia.
EL MINISTRO DEL INTERIOR: -Excuse, Presidente, pero desde nuestra posición y en el ámbito de los Estados Unidos en que nos movemos, no creo que podamos hacer nada.
PRESIDENTE: -Yo soy un predestinado. Si Bolívar lo pudo.
EL MINISTRO DEL INTERIOR: -Eran otros tiempos.
Escena 3
(El MINISTRO DE LA DEFENSA sube las escalinatas del Palacio Blanco en compañía del comandante William Izarra).
MINISTRO DE LA DEFENSA: -Usted, amigo, se volvió a pelar.
COMANDANTE IZARRA: -¿Y eso por qué?
MINISTRO DE LA DEFENSA: -Usted ha debido permanecer a nuestro lado. Usted se sale del más grande partido para fundar un partido pequeño.
EL COMANDANTE IZARRA: -Nosotros somos los verdaderos chavistas. Chávez se rodeó de oportunistas.
MINISTRO DE LA DEFENSA: -Venga y le cuento. Todos los partidos que salieron de AD desaparecieron. A lo último, Chávez acabó con todos los partidos juntos, incluyendo a AD, que era una especie de PRI mejicano.
COMANDANTE IZARRA: -Ministro, yo, antes que Chávez se lanzara a su golpe constituyentista, ya yo me había adelantado. El doctor Rafael Caldera me tenía a monte. Yo no era un aviador de las Fuerzas Armadas Venezolanas, sino un aviador de la familia Caldera. Caldera me decía todos los días: Comandante, llévame a Andresito a Curazao, que se va a comprar unas medias. Y yo lo llevaba en un vuelo especial. Llevaba a su hijo mayor a La Orchila. Iba él con su mujer e hijos a pasar cada fin de semana. Me cansé y le renuncié, le pedí la baja al mismo presidente Caldera…
Escena 4
En la peluquería del antiguo Palacio de Miraflores. Un hombre alto, de pelo blanco y muy pulcro está sentado con una revista en las manos. Dobla la revista cuando entra un joven con un paltó largo cruzado. El hombre alto de pelo blanco se para y le tiende la mano).
PELUQUERO UNO: -¿Usted es el que viene con el Presidente Chávez?
PELUQUERO DOS: -Si, lo conocí durante la campaña, lo afeité en diferentes pueblos y antes de cada mitin le peinaba su pelo negro y muchas veces traté de hacerle una raya en un lado. No pude.
PELUQUERO UNO: –Ya lo conozco. Imposible. Échele el pelo hacia atrás, siempre. No le ponga colonia. Hoy los hombres no usan colonia de ninguna clase. Si acaso alcohol y un poco de talco en la nuca.
PELUQUERO DOS: -Bueno, eso lo aprendí en mi pueblo, en San Fernando. Yo peluqueaba debajo de un mamón. Llegó Chávez con su comitiva y yo lo atendí y me le pegué atrás.
PELUQUERO UNO: -Se ve que usted tiene intuición. ¿Ha leído usted historias?
PELUQUERO DOS: -La que nos enseñan en primaria.
PELUQUERO UNO: -Usted hizo ni más ni menos que lo que hizo Telmo Romero con el Presidente Crespo. Crespo pidió un peluquero y no había ninguno en su tropa. Romero que era muy salido, dijo que era peluquero y desde entonces, Crespo lo conservó a su lado y lo envió a Nueva York. De allí vino don Telmo faculto en locos y lo nombraron director del manicomio de Los Teques
Escena 5
(El Presidente Hugo Chávez sale a la calle en compañía de los ministros Alfredo Peña, José Vicente Rangel, Luis Miquilena, su jefe de la Casa Militar y el jefe del Movimiento V República).
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Iremos a pie.
MIQUILENA: -¿Con ese gentío allí esperándolo?
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Yo no soy como los demás. Yo pertenezco al soberano.
MIQUILENA: -Pero ahora es el Presidente y no debe exponerse.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Yo soy militar. Estoy acostumbrado a la vida de campamento. Diga ahí, Peña, ¿cuánto tiempo estuve yo en Apure con el agua al cuello?
PEÑA: -Tres años, Presidente.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Ya lo ve, Miquilena.
MIQUILENA: -A mis setenta y ocho años vi el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud por confianzudo, el atentado contra Rómulo Betancourt, la expulsión de Jóvito Villalba, a quien agarraron como a un pendejo…
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Cuénteme una de vaqueros. Ya yo me conozco todas esas historias.
RANGEL: -Presidente. Lo que si es serio es el ataque guerrillero contra los alrededores de Bogotá. Tengo información de que el Presidente Clinton envió aviones y helicópteros a combatir a los hombres de Tiro Fijo.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Ya Fidel me llamó y me tiene al tanto. Aquí no hay nadie más informado que Fidel Castro.
RANGEL: -También es verdad.
Escena 6
(La gente rodea al Presidente Chávez. Hay un griterío. La mayoría de la gente es muy humilde y de color negro o terroso. Un negro se agacha y lo abraza por las piernas. Intervienen dos escoltas y separan al negro que llora y bendice al Presidente con las manos)
MULTITUD: -Amén.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Siento el olor de la gente. Este es el soberano.
Los ministros lo rodean. Lo cercan.
PEÑA: -Presidente, yo que usted no me fiaría mucho.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Pero apenas si llevamos cinco meses en el poder.
MULTITUD: -Presidente, estamos desamparados, nos sacan de nuestras casas, no tenemos empleo, pasamos hambre.
(El Presidente Chávez se agacha y toca a un niño por la cabeza: -Todo se arreglará. Hay planes. Vamos a acabar con la corrupción.
La escolta va abriendo paso.
PRESIDENTE CHÁVEZ: -¿Cómo hago yo? La gente me busca. Yo no soy como Uslar Pietri. A mí me tutean. Yo tuteo al pueblo, al soberano. Uslar Pietri trata a todo el mundo de usted. Hasta a su mujer la trata de usted.
Camina por entre la multitud. Los carros se detienen. La avenida Urdaneta se paraliza en sus dos canales. La gente de los autobuses grita el nombre del Presidente.
UN ESCOLTA: -No me gusta esto.
RANGEL a PEÑA: -A Guzmán Blanco un adulante le dijo: hasta en lo malcriado se parece al Libertador.
Escena 7
(Peña calla. Nunca se vio en esta posición de ministro. Se la pasa todo el santo día recibiendo llamadas. Apenas oye algo de interés corre hacia el despacho del Presidente).
PEÑA: -Presidente, se me está ocurriendo una cuestión. Los anteriores gobiernos le tenían hasta doce policías a los políticos corruptos: ¿No le parece bien ahorrarse ese dinero y mandar a esos policías a las calles?
(El Presidente mira a Peña. Peña está por continuar hablando).
PRESIDENTE: -Muy bien. Anúnciela por el periódico. Convoque a una rueda de prensa.
PEÑA: -Y eso no es nada, Presidente. PDVSA tiene una flota de ciento veintiocho aviones. El presidente de Petróleos de Venezuela sale en uno y más atrás sale un avión con el vicepresidente y eso no es nada, sino que ambos presidentes se llevan a sus queridas para pasarla bien en París o en cualquier capital árabe.
PRESIDENTE: -Anuncie eso también. Es más. El que va a hablar soy yo. Páseme eso por escrito. Llame a la OCI y que convoque a toda la prensa, televisoras, emisoras, todo. Póngase a trabajar, Peña. Esta noche no duerme nadie en su casa. Amanecemos aquí en Palacio. Y a la Primera dama, llámela, Peña, dígale que se venga con Rosinés.
Escena 8
Antiguo Palacio de Miraflores. Oficina de la Central de Información (OCI). Rosa Clavel, periodista, se dirige hacia Carmen Verde).
ROSA CLAVEL: -Qué solo está esto.
CARMEN VERDE: -Bueno, llevamos cinco meses y la gente nos está bombardeando. Que Chávez no arranca, que no tiene una idea de lo que es la economía.
ROSA CLAVEL: -Bueno, eso quien lo dice a diario es Teodoro Petkoff. Desde que lo nombraron director de El Mundo, editorializa contra el Presidente Chávez.
CARMEN VERDE (intrigas, chismes, inventos…): -Mire, hija, aquí las peleas entre hombres se prenden por mujeres. A mí me dijeron que cuando jefe salió en libertad se empató con la periodista Yamilé Díaz. Yamilé Díaz y Celia Sosa eran inseparables. La Sosa era una negrita muy metida, ella que fue amante de Miguel Enrique Otero, luego de Rafael Poleo y, por último, de Roberto Smith. La Sosa conoció al otro Comandante Sol en un mitin, pero la Yamilé Díaz se le adelantó. Los tres se fueron al mar. ¿Pero quién te imaginas que es el Comandante Sol? Ay Dios mío, por ahí empiezan los tropezones, y después vienen los engaños, las caídas, los recelos, pero este Presidente sí va a ser diferente. Ya es diferente con esa manera de decir las cosas tan directamente. A la vez muy peligroso, incluso para nosotros los periodistas que más bien estamos acostumbrados a guardar secretos. Tú, sabes. Aquel Comandante Sol, qué cosa, estaba que se moría por la Díaz. Yamilé y la Sosa bajaron a Caracas y dejaron al Comandante Sol en un Chalet. De regreso se volcaron y Yamilé Díaz murió en el acto. Celia Sosa se salvó de milagro. El Comandante Sol se iba volviendo loco. Se veían atentados por todas partes. De eso el Comandante Sol se salvó cuando conoció a otra periodista, con la que se casó en el acto. Él, toda la vida se ha vuelto loco por las periodistas. Yo no sé qué nos ve… cállate que ahí entra Peña y después sale a contarlo todo. Para eso es que lo tienen… ¿No fue por él que nos quitaron a la primera jefa, la Ramia?…
Escena 9
(Desde que Chávez obtuvo el triunfo en las urnas electorales, las masas hambrientas de la ciudad y las que han venido caminando desde los campos, interrumpiendo las vías carreteras, permanecen a las puertas del Palacio de Miraflores. Esta gran masa humana, casi en harapos, duerme en las aceras, sobre cartones o viejos colchones o, simplemente, sobre periódicos. Esperan un milagro de la noche a la mañana. Hablan de poseer una casa propia, una dádiva en metálico, un empleo).
UN HOMBRE: -hay que confiar. Él es de los nuestros. Nació en un pueblo pobre. Sus padres eran apenas unos maestros y de sus hermanos, fue de los pocos que estudió, y eso porque estudió en la escuela militar y ya se sabe que para ser militar lo que se necesita es ser pobre. Ustedes no ven un rico inscribiéndose en una escuela militar.
(En medio de esos grupos o multitudes aparecen los oradores o los líderes espontáneos. Todos hablan de la protección que los necesitados le debemos prestar al Presidente. Es uno de los nuestros. Él es nuestra única oportunidad. Durante cuarenta años nos han tenido engañados).
(Las voces suben, la gente afirma. Dicen que tienen hambre. La gente sabe que el Presidente, desde que se encargó, duerme en Palacio, que no permite que sus ministros duerman. Ni Miquilena que tiene 78 años, duerme. El Presidente es como nosotros. El gabinete lo abre a las tres de la mañana. Desayuna a las seis con sus hombres porque le busca una solución rápida a esto, porque sino no comemos. Unas mujeres dicen que lo han visto, que lo han tocado; otras dicen que el Presidente les ha tocado la cara y las ha besado. Los hombres dicen que lo han abrazado y le han dicho al oído que Dios lo cuide. Otros dicen que el Presidente es sobrenatural. Tiene sangre de indio y de negro. De allí su magnetismo. Y alguien que oye dice una palabra que la gente no entiende: de ahí su carisma.
¿Qué?
El desconocido que se levanta y toma la palabra: -Su carisma. El Presidente tiene carisma. Con su carisma lo resolverá todo).
(Cuando el Presidente cruza la ancha puerta del Palacio Blanco, la multitud vio solucionados sus enormes situaciones hambrientas, sus problemas múltiples. Y en efecto, unos militares bajan con mesas cubiertas con sabanas blancas y más atrás un pelotón trae cajas con platos de aluminio. Vasos y jugos tropicales. Todo eso lo van sirviendo y cuando las mesas están en orden, limpias, relucientes, baja el Presidente con sus edecanes y él mismo empieza a repartir los envases de plástico. Los soldados ordenan fila y orden. Hay para todos, exclaman los escoltas desde detrás de las fuertes rejas de hierro forjado. El Presidente dice, sonriendo, que hay para todos. Hay un envase con un hervido y un envase con el seco, que trae carne mechada, arroz, plátanos y queso. Luego el Presidente entrega los grandes vasos de cartón con los jugos tropicales. Nadie se ha quedado sin su comida, que le puede durar hasta el día de mañana. Sólo que nunca falta un degenerado que exclama: Eso es limosna. Un plan de emergencia para paliar el hambre a la gente engañada.
Escena 10
(La MINISTRA DE HACIENDA, MARIZA IZAGUIRRE, se encuentra sentada sola, a la punta de la larga mesa de sesiones del Salón Sol del Perú).
… este hombre se cree un predestinado… eso de repetir el Congreso Anfictiónico de Bolívar en Panamá, no es más que una mera imitación. ¿Pero quién se lo dice? Sus ministros le temen, no tiene un partido, aunque Miquilena se llame jefe del MVR y sea ministro del Interior. A los 78 años ya se le hicieron realidad sus ilusiones, pues ya fue presidente por dos días, cuando Chávez viajó a Bogotá, a reunirse con Pastrana para tratar el asunto de la guerrilla y ofrecerse como mediador con Tiro Fijo. Chávez piensa en la Gran Colombia sin pensar que en Bogotá nos odian y nos llaman venecos. Así como en su tiempo, llamaban a Bolívar, que era dueño de América del Sur, Longaniza. Y hasta versos muy vulgares le escribieron. Llegué aquí con la bolsa por el suelo, el bolívar a 600 por dólar y ahora está casi a 700. Y a pesar de que teníamos un barril de petróleo a siete dólares y hoy lo tenemos casi a diez, la gente se muere de hambre, el desempleo estás que juega garrote y el hampa se ha adueñado del país. Pero el Presidente está reuniendo todo ese dineral para elegir una constituyente, redactar una nueva constitución y erigirse presidente o dictador por catorce años seguidos… y después pedirá una nueva reelección para estar ahí veintiún años y después una cuarta para estar veintiocho, como Gómez. Es posible que se muera en el poder, porque apenas sí cuenta 44 años…
(A la ministra de Hacienda se le opacan los pensamientos cuando un ujier le dice que el Presidente, junto a los demás ministros, se acerca y que ya están aquí y que, por cierto, la repartición de comida frente a Palacio fue todo un éxito)
La MINISTRO DE HACIENDA: – … la repartición de los panes.
El UJIER: -¿Cómo dice, señora?
La MINISTRO DE HACIENDA: – En absoluto.
(…como si lo hubiera oído bien.
Desde Pérez Jiménez no se le temía tanto a un Presidente. Y ahora con ese argentino, Ceresole, con unas ideas a lo Mussolini, lo tiene loco… porque Chávez, de humilde se ha convertido en un peleón. Insulta al Consejo Nacional Electoral. Insulta a la Corte. Insulta al Congreso. LO VOY A DISOLVER TODO, grita. Y nadie responde. Acaso dos o tres columnistas de El Universal. Y claro, como tiene de asesores a dos periodistas y sólo oye lo que ellos le dicen, se lo cree todo y los cree inteligentes y cultos. Chávez aún no se ha dado cuenta de que un periodista es un chismoso, que repite lo que oye, lo que le susurran, lo que le chismean como verdad. Uno de sus asesores le ha dicho: no meta un intelectual en su gabinete. Los intelectuales lo anotan todo, llevan diarios íntimos que publican después de perdido el poder y, además, leí algo en un libro de Camus: “el intelectual es un animal raro. Traiciona fácilmente”…).
Escena 11
(La comitiva está encabezada por el ciudadano Presidente de la República, Comandante Hugo Chávez Frías. A su lado caminan los ministros de la defensa, de relaciones interiores, exteriores y de la secretaría. Vienen los cuatro apretujados. Menos mal que todos caben por esa ancha puerta construida en el siglo XIX, por un tiranuelo que sólo se encargaba de empreñar campesinas y a una que otra aristócrata que le pedía un cargo de embajador para su marido. A aquel presidente constitucional se le contaron veintidós queridas. Ahora no hay gente que lo recuerde en vida. Murió en el exterior perseguido por su paisano Gómez que lo traicionó y por los Estados Unidos que habían empezado a darse cuenta de lo poderosos que eran y fueron los yanquis, quienes confinaron a aquel dictador, a quien llamaban “mono tití” y que lo dejaron morir en Puerto Rico de una próstata incurable).
(… no le vaya a pasar esto a Chávez también. El hombre se las trae. Y después que resulta Presidente y va al estadio universitario, estaban allí todas las chicas de la TV y la Ruddy Rodríguez, sin compostura ninguna. Que yo sepa, desde esa gloriosa noche en que el Presidente le pichó a Sammy Sosa, la Ruddy Rodríguez no ha vuelto a aparecer en ningún guateque ni en ninguna otra reunión social, deportiva o lo que sea, porque el Presidente nunca ha asistido a una conferencia con intelectuales. La única vez que se codeó con algunos de ellos fue cuando le bautizó un poemario a Tareck William Arturo Saab,… ¿Entonces, me digo yo, cómo va a pretender Chávez que los intelectuales lo defiendan de las plumas de Manuel Caballero, Marta Colomina, Rafael Poleo, Jorge Olavarría, José Eustacio y Carlos J. Sucre… menos mal que hoy, en mi último gabinete y por la tarde, vuelo a los Estados Unidos a integrarme a mi equipo del Banco Mundial. Haré lo que tantos otros han hecho, como Miguel Rodríguez, que por ser un coco en economía, nadie lo quiere. Piense usted en este país y se morirá de hambre. Ay, Señor, ni la Blanca ni Cecilia volverán, por lo menos, porque esas robaron demasiado y escaparon. Están podridas en dinero en Nueva York o París, con algún cubano por amante y los maridos, dos de nuestros ex presidentes, soportándolas por jóvenes y convertidos en simples cabrones. El Presidente Crespo era ladrón, pero nunca le fue infiel a misia Jacinta. Leoni era un retrasado mental y tampoco le fue infiel a doña Menca. Ahora Betancourt se creía un napoleoncito y vivía como lo que era, un chulo. En su exilio en Costa Rica vivió de Carmen Valverde, que era la dueña de todas las farmacias de ese pequeño país. Y después el NEGRO DE GUATIRE, como ya había sido presidente, se empató en Nueva York con la mujer de su médico de cabecera, la René Hatmann de Coronil, una judía ella, muy pretenciosa, que lo andaba regando todo por ahí: “Cuando Rómulo regrese al poder, seré la primera dama del último caudillo de América”. Rómulo volvió al poder, pero no se separó de doña Carmen, a quien le debía todo y dejó y dejó a la mujer del doctor Coronil, como una barragana, una simple y vulgar pelafustán… vaya, vaya, vaya, aquí está entrando nuestro Presidente en jefe y miren al Peñita atrás, como siempre, susurrando chismes. Así cualquiera sube…).
Escena 12
(Están sentados y el Presidente se encuentra en el centro de la larga mesa. A su lado el MINISTRO DE LA DEFENSA y a la mano derecha el ministro de minas. El MINISTRO DE LA DEFENSA habló de los ascensos y el PRESIDENTE respondió que todo iba en forma…).
EL PRESIDENTE: -El Congreso no aprobó mi lista de ascensos, pues yo los ascenderé por mi cuenta. No hay tutía.
El MINISTRO DE HACIENDA: -Hemos alcanzado una buena cuota con los precios del petróleo, gracias a nuestra unión con Petrogas con el Brasil y los convenios con México.
EL PRESIDENTE: -Exacto. Y aunque a México no le guste, Venezuela le exportará petróleo a Cuba.
MINISTRO DEL TRABAJO: -Presidente, hay comentarios de que Venezuela, Cuba y Colombia, cuando lleguen los guerrilleros al poder, harán un gran bloque.
EL PRESIDENTE: -Esas cuestiones políticas no son para ser tratadas en este gabinete, ministro Márquez.
MINISTRO MÁRQUEZ: -Pero Clinton…
EL PRESIDENTE: -Lo de Clinton es asunto del ministro Rangel y en última instancia, asunto mío… propio.
MINISTRA IZAGUIRRE: -Como ésta es mi última reunión de gabinete, quiero hacer hincapié en que los ministros de economía sólo se reunieron una sola vez cuando usted ascendió al mando, pero desde entonces hasta hoy ni siquiera me he reunido con el viceministro. Por eso me voy y, además, yo estoy prestada a este gobierno, porque yo trabajo para el Banco Mundial.
EL PRESIDENTE: -Se lo agradecemos mucho, ministra. Ya usted lo había adelantado, pero el viceministro Rojas, que se encargará de Hacienda, ya viene reuniéndose con un nuevo equipo. Y sabe una cosa, no la habíamos invitado a usted, porque sabemos que pertenece a una trasnacional, al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. Fue por eso que no se la convocó más. Después de todo le estamos muy agradecidos por sus consejos y servicios.
MINISTRA IZAGUIRRE: – Entonces, con el permiso de usted, señor Presidente, me retiro de este gabinete. Esta misma tarde viajo a Nueva York.
EL PRESIDENTE: – Congratulaciones, doctora Izaguirre. Un aplauso.
Los miembros del gabinete se ponen de pie y aplauden a la ministra.
Escena 13
(Se levanta el Gabinete en pleno. Apenas el Presidente se ha puesto de pie, los demás hombres ha saltado, como impulsados por unos resortes).
Peña, que se coloca rápidamente al lado del Presidente: – ¿Leyó lo de Manuel Caballero en El Mundo? Lo tilda a usted de poeta ramplón. Yo recuerdo que en plena campaña electoral, todo el pueblo venezolano decía: “Cuando gane Chávez al Caballero le sale paredón”.
PRESIDENTE: – Yo no voy a fusilar a nadie porque me llamen poeta ramplón. Yo, eso sí, soy un versiculador de coplas de mi tierra. Y claro, publiqué un libro de relatos donde comparo al tanque de guerra con el caballo. Pero ya tendré tiempo para escribir. Primero quise ser pelotero, llegar a las grandes ligas, ser el látigo Chávez, luego me fui a la escuela militar, que es la escuela del pobre y ya allí, leyendo las cartas de Bolívar, sentí como un vislumbramiento y me dije que iba a ser como él. Pero que yo sepa, Peña, Bolívar no fusiló a ningún noble ni a ningún intelectual por escribir.
PEÑA: -Pero Napoleón sí. Napoleón fusiló al duque de Enghien por una presunta conspiración.
PRESIDENTE: -Usted no se diferencia en nada de los otros periodistas. Enghien no estaba conspirando. Napoleón sólo quiso atemorizar a la nobleza europea, porque un corso como él, se había coronado emperador. Bolívar no quiso la corona. Recuerde: el título de Libertador vale más que cualquier otro título. Y le cito de memoria:
PEÑA: -¿Pero y Caballero y los otros que se dicen intelectuales? Seguro que los manda de embajadores.
Escena 14
El Presidente y los ministros regresaron por la avenida Urdaneta al Palacio de Misia Jacinta. La muchedumbre continuaba en la calle dándole gritos al Presidente y agradecían la comida).
PEÑA: -Desde Bolívar no ha habido un presidente más popular que usted.
PRESIDENTE: -Y usted que lo diga. Volveremos a Colombia y a Ecuador, a Panamá y al Perú, porque el Libertador nos dejó esa encomienda. Quien sabe si usted mismo, Peña, no va a ser el próximo Presidente de Bolivia, como lo fue Sucre… mire que confío en usted.
PEÑA: -¿Y hasta cuando soportaremos a Olavarría?
PRESIDENTE: – ¿Hasta cuándo va a ser usted pendejo, Peña? Olavarría no toca ningún pito. No sabe usted la historia de Olavarría. Por allí circula un libro que escribió Argenis Rodríguez, y listo, quién se va a poner a preocuparse por lo que diga o no Olavarría. Ese no es el enemigo. El libro de Argenis sobre Olavarría se lee muy bien, de cómo golpeaba a sus mujeres, de cómo robó las pertenencias de la hija del ex presidente López Contreras, de cómo torturaba a Checheta, su mujer, hasta que ésta huyó y le dejó la casa Guayabitas del Perú en sus manos. Este tipo está muy desprestigiado. Pero mire, que tan desprestigiado que mi hija, cuando cumplía un añito, se le orinó en el flux que lució cuando fue embajador en Inglaterra. ¿Y sabe lo que dijo? Esos miados satisfacen. Y se echó a reír. Por eso yo no confío en los que se las echan de intelectuales, pensadores o historiadores, que no escriben libros sino columnas.
PEÑA: -Verdad que sí, Presidente.
Escena 15
(Salón Oval del Palacio de Misia Jacinta. Allí están Miquilena casi acezando por la carrera que se vio en la obligación de dar cuando el Presidente lo mandó a llamar de urgencia. Por menos corren otros, se decía Miquilena. Entran Rangel, Peña y varios edecanes. Llega, en último lugar, el Presidente de la República con un celular en la mano).
PRESIDENTE CHÁVEZ: -Caballeros, no sé si esto es grave, pero Urdaneta, el Director de la Disip, interceptó una llamada hecha desde una discoteca y distinguió claramente la voz del secretario general de AD y de su propio…
RANGEL: -No creo que Lewis ni su hijo estén conspirando.
PRESIDENTE: -Usted que trata a los Pérez, pregúnteselo a ellos. Además, ya el hijo está detenido junto a su novia, que lo ha dicho todo.
RANGEL: -Yo que usted, Presidente, dejaría en libertad a esa gente ya.
PRESIDENTE: -¿Y qué me dice de un hombre con un fusil con mira telescópica, sin documentación alguna, detenido en San Juan de Los Morros? ¿También se manda a soltar?
Escena 16
(Alfredo Peña, solo, sentado detrás de su escritorio, está redactando una nota de prensa): De mí ya no encuentran qué decir. Y todo porque el último día, antes de que cerraran las propagandas electorales, entrevisté al oponente de Chávez. A mí quien menos me interesaba era Chávez y eso lo sabe todo el mundo en Venezuela. Yo siempre fui de Acción Democrática. Y cuando los adecos me botaban porque coqueteaba con los copeyanos, me quedaba solo haciendo propaganda sucia para los dos. Ganaba buen dinero, pero nunca había sido ministro. A Chávez lo ataqué por golpista y redactando notas que firmaba Canache Mata. Yo allí decía que Chávez iba a disolver los partidos y se iba a convertir en un Gómez o en un Fidel Castro. Me levanté acusando de ladrones a los que yo suponía ladrones o porque no me pagaban lo que yo pedía. No daba nombres, casi hacía retratos hablados. De ese modo me llegaban cheques o iba al Banco Venezuela y me fijaba de cómo crecía mi cuenta. De pobre comunista y mal casado, tengo las mejores casas de Caracas y, en este momento, tengo el mejor poder que hombre alguno haya tenido en Venezuela. Chávez me hace caso, me oye porque me cree más informado que nadie y lo que estoy redactando va a resultar una bomba. Me voy a la Constituyente, porque desde allí pediré la cabeza de todos los ricos de Petróleos de Venezuela, que siempre desconfiaron de mí y me dieron muy poco. Además de que vamos a destruir el Congreso y la Corte Suprema. Tendré todo el poder porque Chávez habla por mí. Me repite, palabra por palabra. Yo pediré la libertad del hijo de Lewis Pérez, soltarán a su novia y pedirán excusas a Lewis, secretario general del partido con más gente en el país. De este modo nos cubrimos las espaldas…
Escena 17
(Rangel y Miquilena caminan por la esquina de Carmelitas. La gente lo saluda. Van custodiados por cuatro hombres de lentes oscuros).
RANGEL: -A usted, amigo, se le pasó la mano.
MIQUILENA: -¿En qué?
RANGEL: – Usted sabe que a mí me gusta ser claro.
MIQUILENA: -¿Pero en qué?
RANGEL: -No se vaya a molestar.
MIQUILENA: -¿Y por qué?
RANGEL: -Porque usted cada día que pasa se parece más a Piñerúa.
MIQUILENA: -No me eche esa vaina.
RANGEL: -No se arreche.
MIQUILENA: Explíquese.
RANGEL: -Mire, Luis, apenas se encarga del Ministerio del Interior, anuncia que va a desenmascarar a los ladrones y que va a publicar un libro negro.
MIQUILENA: -¿Y en qué me parezco a Piñerúa?
RANGEL: -Piñerúa hizo política con una famosa lista negra que llamaba los doce apóstoles, o sea, los doce ladrones más grandes del país y nunca lo publicó. A cada elección, Piñerúa amenazaba con publicar la lista y así fue siendo diputado, senador, ministro del interior, presidente encargado y candidato presidencial. Ahora debe andar por los ochenta años y aún no ha publicado su famosa lista. Con usted ha sucedido lo mismo. Ha sido diputado, senador, ministro del interior y presidente encargado de la República cuando Chávez visitó Bogotá y Río.
MIQUILENA: -No me joda, usted, Rangel.
Escena 18
(El MINISTRO DE HACIENDA sentado en su despacho. En una larga mesa están dos mujeres sentadas frente a unas computadoras. Entra y sale gente. Imposible decir cuánta gente entra y sale de este Despacho. Entran gringos, franceses, árabes, colombianos, cubanos, italianos y uno que otro que desea saludar al ministro).
El MINISTRO DE HACIENDA sin hacer caso a la gente que entra o sale:
Sin duda alguna. Nos ha ido bien. He colocado el barril de petróleo a 19 dólares. Nos ha ayudado la guerra contra Servia y ahora le estamos cobrando a Colombia los camiones cisternas como nunca antes se había hecho. Carlos Andrés Pérez le regalaba petróleo a Colombia. Lusinchi también. Pero desde el día que nos pusieron un barco llamado El Caldas en el Lago de Maracaibo, el ejército se movilizó y quiso hundirlo. Ahora cobramos y a pesar de que Chávez trata a Pastrana como si fuera un hermano, le cobra los camiones que aquí se lo hicimos ver. Ayer nos mataron un camionero y los bandoleros se llevaron la carga. En Colombia si no nos roban los guerrilleros, nos roban los paramilitares o el propio ejército colombiano, quien en días pasados fusiló a cuatro de nuestros estudiantes. Como ha sucedido siempre, no ha habido ningún reclamo por nuestra parte. Las guerrillas están a las puertas de Bogotá y los gringos quieren meterse a juro porque creen que Colombia, Cuba y Venezuela pueden unirse y hacer un frente anti-imperialista. Yo creo que no nos conviene que Chávez ande diciendo que debemos hacer un frente militar, incluyendo a Brasil… Pero está más que claro que en América Latina, nadie le va a soportar un solo ataque aéreo a los gringos. Con sus aviones invisibles y sus helicópteros Apaches, sacaron a Noriega y acabaron con Yugoslavia. La cosa es que el dinero que nos ha entrado la estamos gastando en la fulana constituyente y lleva en esas planchas a gente repulsiva como Peñita, que no quiere a nadie, a Miquilena, que tiene 79 años y que un día de estos se muere. Chávez quiere perpetuarse en el poder, como Gómez o Fidel Castro. Quiere una constitución a su medida. Siete años cada período. De modo que, por ahora, tendrá catorce años seguidos y quien sabe si llega a los veintiuno, si le va bien en sus primeros siete años. La gente anda ladrando y no hay oposición. Los adecos y los copeyanos se hundieron porque robaron descaradamente y cada uno, además de la legítima andaba con su barragana. Por eso fue que casi tumbaron el palacio Blanco. Construyeron allí una suite japonesa para que Pérez y Lusinchi se bañaran en unos jacuzzi con Blanca Ibáñez y Cecilia Matos. Cada uno en su turno. Y cuando se fueron, después de perder las elecciones, las mujeres arrancaron con todo y ahora se mueven entre Nueva York y París…
Escena 19
(El ministro de la Secretaría va de un sitio a otro, se asoma por un ventanal y contempla la gente. Los autos, los pedigüeños que se apostan a las puertas de Palacio desde que el Presidente se dedicó a regalar comida y panes en unas bolsas).
Yo, más que nadie, sabe lo que ha sucedido aquí. Domingo Alberto Rangel dijo hoy de mí en Ultimas Noticias, que yo era el rey del palangre. Claro, yo siempre acusaba a éste o al otro de ladrón, pero me cuidé de dar nombres. Es lo que hacemos los que nos llamamos periodistas profesionales.
Yo decía que Giusti viajaba todos los días en los aviones de Petróleos de Venezuela, con una comitiva y toda su familia. Por eso, Chávez me distinguió. También, porque el último día de la campaña, ataqué con furia al candidato del Polo democrático. Y yo esperé a que Chávez me llamara, se lo dije a mi mujer que no creía en mí, y el primer ministro que Chávez nombró fue a este servidor. Escríbalo ahí, Salvatierra…
Escena 20.
(Un café al aire libre. Hay mesas y sillas de mimbre. Cuatro mesoneros caminan de un lado a otro. Llega mucha gente pidiendo café. Un reloj marca las siete de la mañana. Un hombre vestido de negro, con corbata roja, pulcramente afeitado y peinado, se sienta y abre un periódico).
EL HOMBRE DE NEGRO: – Eh, garzón.
EL MESONERO: -En segundos, señor.
El hombre de negro lee el diario (un asesinato aquí. Muy interesante. Abogado asesina a su novia de 29 años. El abogado tenía 42. Venían de una fiesta. Seguro que discutieron y el abogado era celoso. Vio a su novia bailando muy pegado con otro conocido. Le dice que bajen, que se van y entran al auto…).
MESONERO: -Diga, señor.
HOMBRE DE NEGRO: – Yo quiero un desayuno a la americana.
MESONERO TOMANDO NOTA: -Muy bien, eso quiere decir que…
HOMBRE DE NEGRO: -Atiende bien…eso quiere decir que quiero un par de huevos frescos…
MESONERO: -muy bien… los que tenemos son huevos frescos, de la finca de los dueños…
HOMBRE DE NEGRO: -Muy bien. Dos huevos frescos no muy fritos, dos arepas, café con leche y jugo de naranja.
MESONERO: -¿Y no va a probar el quesito de la casa?
HOMBRE DE NEGRO: -Muy bien, vamos a probar el quesito de la casa.
(El mesonero se retira y el hombre de negro continúa leyendo el periódico para sí mismo: “48 muertos este fin de semana. Vamos evolucionando. Familia entera arrasada por malandros. Entraron, maniataron a los hombres y violaron a las mujeres en presencia de todos. Me gusta esto. Se llevaron tres carros, tres betamax, tres televisores, tres millones de dólares en billetes de a cien. Qué gente para tener dinero. Yo con una mascada así me iría de este país. Dicen que Canadá es tremendo y que las mujeres son bellas y hay unas indias altas y tierrúas…
¿Y qué se haría aquel vasco que asesinó al primo del ex presidente Luis Herrera y después a su mujer? Se lo tragó la tierra y se llevó todo el dinero. El suyo y el de la esposa que asesinó refinadamente, sacándole las uñas…).
Al MESONERO: – coloque eso allí y vaya preparándome otra taza de café con leche. (Para sí mismo): La mujer que pusieron de secretaria no está nada mal, pero es casada. Y el marido la golpea. Ella me dice: si me tardo una hora te mato. Así que corre. Sabe, doña, le digo yo: lo que yo quiero hacer con usted se hace en cinco minutos, no en una hora y aquí mismito, en el baño y nadie se va a dar cuenta. Además, ya es hora de que vaya vengándose de su marido. ¿Y usted cuánto me va a regalar? Lo que quiera. Estamos empezando y las mujeres, si no son prostitutas, hay que prostituirlas, por su bien propio…
EL HOMBRE DE NEGRO: -Vaya, vaya, vaya. Venezuela es el basurero del mundo. Los Estados Unidos le quitaron los reales a los Castro y ahora nos lo devuelven sin un centavo. Esto se llama progreso… Corazón, repítame el café, por favor y un poco más fuerte… si no es mucha molestia…
Escena 21
(Desde el jueves 15 por la noche no se durmió en Palacio. Se bebía café, se oían los noticieros, el mismo Presidente telefoneó a la Casa Blanca y a la casa de John Kennedy. La noticia la supo el Presidente por una llamada del Ministro del Exterior, luego corrió Peña y le echó el cuento. El Presidente bajó la mano. Nueva York estaba en shock. El bello John, que hubiera podido ser un príncipe, se había matado junto a su esposa Carolyn Bessette y la hermana de ésta. No había noticias, nada y a lo último, el Presidente telefoneó a Edward Kennedy, quien había regresado de su casa en Boston. Nada. El mal estaba hecho. El destino había jugado una vez más con la atribulada familia Kennedy. Nadie estaba seguro en este momento. No había restos. Sólo una cartera de mujer flotando en el Atlántico. Y eso fue todo. La tribulación en Palacio era para no decirlo. John había sido amigo de Venezuela. Conocía Canaima y El Salto Ángel. Tenía piedras preciosas que alguna vez se llevó del país porque se las regaló su amigo del alma Alan Brewer Carías).
LA MAÑANA, LA TARDE, LA NOCHE
(Obra en cinco actos)
Cuando los hombres beben se enriquecen, prosperan, ganan pleitos, son felices, ayudan a sus amigos.