El 4 de julio de 2018, la agencia de noticias AP en Bogotá declaró que el año pasado el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, planteó la idea de una intervención militar en Venezuela en reuniones a puertas cerradas con sus principales funcionarios y asesores y con presidentes de la región en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Recuerde, también, que en una conferencia de prensa el 11 de agosto de 2017, el propio Trump aseguró que la opción militar estaba abierta para nuestro país.Después de esta declaración, el presidente Nicolás Maduro, de acuerdo con la doctrina militar y el enfoque de seguridad y defensa en las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), emitió una serie de instrucciones para desarrollar una serie de ejercicios, en la unión cívico-militar, como un respuesta a estas agresiones
Habiendo dicho esto y repasando los precedentes del gobierno de Estados Unidos en la región y en el mundo, y comprendiendo la estrategia de ablandamiento aplicada al país en los campos económico, financiero y de propaganda, no se descarta una intervención militar en nuestro territorio. «Todas las opciones aún están sobre la mesa» con respecto a Venezuela, donde la opción militar está lógicamente incluida, según el propio presidente Trump en el marco de la 73ª Asamblea General de la ONU.
De esta suposición surgen algunas preguntas: ¿Puede nuestro FANB responder a un posible ataque de los EE. UU.? ¿Cuáles serían los posibles escenarios de intervención que usaría? Y finalmente, ¿cuál de estos teatros de operaciones se desarrollaría y cómo actuaría Venezuela?
Doctrina militar bolivariana, perspectivas de conflicto y enfoque estratégico
Desde la llegada de Hugo Chávez en 1999, el paradigma militar venezolano ha girado 180 grados. El Comando Estratégico Operacional de las Fuerzas Armadas Bolivarianas enfatiza que la doctrina general actual del ejército venezolano se basa «en el pensamiento militar bolivariano, bajo la concepción estratégica de una guerra popular prolongada, para llevar a cabo de manera eficiente los procesos de planificación, coordinación y ejecución de las operaciones de defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo de la nación «.
Este nuevo enfoque de defensa nacional, que desde la llegada de la Revolución Bolivariana se ha integrado en todas las áreas que corresponden a la soberanía, fue acompañado por una serie de elementos en la adquisición de armas diseñadas para enfrentar el posible escenario de una guerra asimétrica o convencional emprendido por actores externos.
Durante la última década, de forma gradual pero sistemática, el equipo de defensa militar venezolano se ha actualizado hasta el punto de tener la capacidad de negar el espacio aéreo a cualquier tipo de avión que quiera sobrevolarlo sin autorización plena.
Pero más allá del hecho de haber modernizado todo nuestro sistema de armas, más allá de todos los ejercicios militares que hemos llevado a cabo dentro o fuera del territorio, nuestra mayor ventaja estratégica radica en nuestro conocimiento de las amenazas, en el análisis sistemático de posibles escenarios de guerra que podría enfrentar, en la distribución eficiente de la defensa del territorio a través de una estrategia de Defensa Integral en Capas, promovida desde teatros de mayor a menor escala por la REDI (Región de Defensa Integral), la ADI (Áreas de Defensa Integral), la ZODI (Zona de Defensa Integral), y finalmente, ZOSE (Zonas de Seguridad).
Este aspecto de cualquier posible conflicto tiene como foco operativo la guerra de desgaste o guerra de trincheras, donde el enemigo se enfrenta de manera escalonada y apuñalado, enfatizando que cada estrategia de defensa varía de acuerdo con el territorio al que se le asigna un determinado componente. Esto responde a la máxima militar de la mejor comprensión y uso posibles del terreno para mejorar la eficiencia del combate, y se aplicaría en caso de un escenario de ocupación por fuerzas exógenas.
En ese sentido, las Fuerzas Armadas Bolivarianas reconocen que el enfrentamiento militar, como continuación de la política por otros medios, puede variar en sus formas, dependiendo de la naturaleza cambiante de la política y de la sociedad en la que se desarrolla. De esta forma, se puede identificar el punto de equilibrio donde se enfrenta el ejército agresor, con el mínimo número de bajas y pérdida de recursos y la adaptación de los recursos disponibles, obteniendo una ventaja en un enfrentamiento por medio de una modalidad específica.
Escenarios de intervención v. Capacidades de las Fuerzas Armadas Bolivarianas
En este sentido, debemos dejar en claro que durante varios años, Venezuela ha experimentado un proceso de intervención a escala; solo que la última fase, la militar, aún no se ha desarrollado completamente y todavía se usa como una amenaza.
Esto no es así porque Estados Unidos, como fuerza militar, carece de los recursos para llevarlo a cabo. Tiene todos los aparatos militares y logísticos que serían necesarios; sin embargo, como de costumbre, su ejército no va a la guerra si en el país de destino existe un sistema de defensa organizado capaz de repeler o resistir la intervención durante un período prolongado.
Para eso solo tenemos que revisar la historia reciente: Afganistán, Irak, Libia, Siria, entre otros casos de los últimos tiempos. En estos países la intervención militar se realizó después de que el componente militar de la nación se desmoralizó y debilitó desde dentro de sus estructuras internas, o previamente desgastado por conflictos armados internos de naturaleza mercenaria y terrorista, también propiciados por los Estados Unidos, con el objetivo de neutralizar las capacidades defensivas del país objetivo.
Con respecto a Venezuela, y teniendo en cuenta el margen de error que implica cualquier proyección, la intervención podría realizarse bajo la hipótesis de tres escenarios. Todos y cada uno de ellos, también, implica un escenario de respuesta de la FANB.
Bombardeo de saturación y guerra relámpago
Este escenario, aunque muy atractivo para las fuerzas enemigas, porque basa su estrategia en el llamado «fuego de ablandamiento» que permite reducir las bajas a cero porque son ataques desde la distancia, en este momento representa el mayor obstáculo y el mayor estrategia difícil en un eventual ataque militar.
Esto se debe a que las condiciones militares y geoestratégicas que Venezuela posee actualmente no lo permiten. Con respecto a la dimensión territorial, nuestro país tiene un sistema de defensa en capas, que consiste en un sistema de defensa antiaérea entre los mejores del mundo, que ya ha sido probado por las fuerzas militares estadounidenses en otras latitudes (Siria, por ejemplo) con resultados adversos
El costo político y mediático de una intervención a gran escala de este tipo es muy alto porque representa una alta probabilidad de fracaso. Hoy nuestro país tiene equipos que detectan la presencia del enemigo en el mar y el aire a un mínimo de 300 km en línea recta y con un techo de unos 25 mil metros de altura.Acompañado por aviones Su-30MK2, que tienen la capacidad de enfrentar a cualquier enemigo antes de que invada nuestro espacio aéreo, la tesis de una Guerra relámpago (que ocupa el país objetivo en unos días con un número mínimo de víctimas) es extremadamente difícil de llevar a cabo. Esto se ve agravado por la existencia de puntos de resistencia focales civiles y militares que pueden encontrarse en una fase posterior de la intervención.
La adquisición hace varios años del sistema de defensa antiaérea S-300VM de mediano alcance significa que Venezuela tiene un sistema de defensa antiaéreo escalonado compuesto por cañones antiaéreos ZU-23, sistemas de misiles Buk-2M y Pechora-2M ruso y Sistemas S-300VM, capaces de interceptar todo tipo de objetivos, ya sean misiles o aviones en un rango de hasta 200 kilómetros. Este factor defensivo complica la efectividad de una eventual campaña aérea contra el país.
Intervención desde las áreas fronterizas
Existe la posibilidad de que se pueda llevar a cabo una intervención militar dentro de la triple frontera que tiene nuestro país con Brasil, Colombia y Guyana. Una invasión militar desde estos lugares solo sería posible con el ejército colombiano, por una razón geográfica específica: es la fuerza militar más cercana a la capital de la República y con mayor accesibilidad, porque existen canales de comunicación que facilitarían dicho ataque. .
Además, la renuencia de Brasil a aceptar una intervención en Venezuela y el papel casi irrelevante de Guyana en la etapa actual del conflicto político significa que Colombia es de donde podrían provenir los primeros disparos.
Específicamente en Colombia, el problema opera con una lógica diferente. Incluso con el apoyo de bases militares y personal de los EE. UU. En su territorio, operacionalmente tendrían que lidiar con el rol de los diferentes grupos armados que viven en las áreas cercanas a la frontera venezolana, como los llamados grupos colombianos de autodefensa y el Bacrim (‘Bandas Criminales’), quienes también defenderían sus intereses y áreas de influencia en caso de un conflicto iniciado en espacios que ellos consideran sus territorios exclusivos.
Ahora, en términos de las capacidades militares de ambos países, de acuerdo con el prestigioso portal militar Global FirePower, en su clasificación de 2018 , Venezuela y Colombia están virtualmente empatados en capacidad militar y de potencia de fuego. Sin embargo, en líneas más específicas, Venezuela lidera .Mientras que el país tiene 696 tanques de combate de diferentes tipos, 57 vehículos de artillería autopropulsada y 52 lanzacohetes (tipo Smerch), Colombia no posee unidades de estos equipos clave para el combate terrestre convencional o asimétrico.
En términos de aviones de combate y artillería remolcada, Colombia supera a Venezuela, sin embargo, la calidad del equipo ruso adquirido por Venezuela en estas categorías demuestra una mayor capacidad que el equipo estadounidense comprado por el Estado vecino.
En defensa antiaérea, para el experto en conflictos de la Universidad de Rosario, Vicente Torrijos, «Colombia no cuenta con un sistema de defensa antiaérea creíble», lo que contrasta enormemente con las capacidades adquiridas por Venezuela en este campo desde hace varios años. Entendiendo esta debilidad y actuando tardíamente, el general José Mauricio Mancera, jefe de planificación estratégica de la Fuerza Aérea Colombiana, indicó que es necesario que el país vecino adquiera un sistema antimisiles para tener una «política claramente defensiva».
Esto, junto con la capacidad de defensa regional que se ha instalado a través de la formación de redes de defensa integrales, el conocimiento del terreno y la preparación operacional para la contención de un ejército de ocupación utilizando guerra asimétrica, pone en riesgo la efectividad de cualquier intervención militar de Colombia, dadas las ventajas que tiene Venezuela.
Pero más allá de estos aspectos, una de las máximas en cualquier guerra es que uno debe tener el mayor control sobre las variables estratégicas que permiten que la balanza se incline favorablemente, y por ahora ni Colombia ni Estados Unidos tienen control total de factores que van desde la geopolítica disposición para el combate real y la deriva interna estadounidense.
Otro aspecto clave que podría limitar el alcance de una intervención a través de Colombia es la preparación de la FANB en la defensa del territorio, sus altos niveles de articulación y su alta moral, que en esta relación costo-beneficio, sería un factor decisivo. influencia a nuestro favor.
Intervención militar a través de factores irregulares o terroristas
Los costos políticos, estratégicos y también económicos de las formas previas de intervención podrían abrir el escenario de una intervención a través de tácticas terroristas.
En el marco del Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica, una de las acciones del gobierno venezolano es equiparar el costo de la gasolina con los precios internacionales, por lo que estaciones de servicio, tanques de combustible y otros componentes de PDVSA (el Empresa petrolera estatal), podrían convertirse en objetivos de ataque.
La regularización de la venta de gasolina y la afectación del contrabando podrían precipitar la activación de grupos armados vinculados al narcotráfico en el lado colombiano, que son los principales beneficiarios de este negocio. Los ejercicios, hace poco más de un mes, de responder al daño al puente sobre el Lago de Maracaibo, junto con el frustrado intento de asesinato contra el presidente Nicolás Maduro, son señales de que el modelo de intervención a través de la guerra no convencional está en la agenda.
Ante esto, no es coincidencia que grupos paramilitares como el «Tren de Aragua» emitieron hace unos días una declaración declarando una guerra frontal contra las fuerzas policiales, justo en el momento en que las tensiones con Estados Unidos están en su apogeo.
El sabotaje permanente del sistema eléctrico nacional, el aumento de la violencia en la frontera colombiana debido al conflicto de intereses entre paramilitares y hechos aparentemente aislados como el descubrimiento de una fábrica clandestina de municiones en Cabudare (ubicada en el estado de Lara) indican que el irregular La ruta se está probando y financiando tras bambalinas en ausencia de una opción electoral o políticamente viable para eliminar el chavismo del poder en el mediano plazo.
En este sentido, el aparato de inteligencia y seguridad interna (SEBIN, PNB y GNB) ha jugado un rol importante en desmantelar acciones de este tipo, a través del posicionamiento táctico y manejo de información anticipada, ejecutada eficientemente por la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) , como sucedió en enero de este año en El Junquito, estado Miranda, con el desmantelamiento de la célula terrorista de Óscar Pérez.
Debido a los bajos costos políticos, económicos y logísticos que representa para los Estados Unidos, el terrorismo podría ser una opción para precipitar los mecanismos de intervención militar en Venezuela, lo que tampoco está garantizado si se tiene en cuenta la capacidad del aparato de seguridad nacional para factores mercenarios desarticulados y cómo ha tomado las lecciones proporcionadas por este tipo de interferencia en Irak, Siria y Libia, para lograr una mayor eficacia en la anticipación y detección de amenazas.
Palabras de clausura
Debemos considerar que, para el gobierno venezolano, la geopolítica también se asume como una política de defensa que tiene una influencia notoria.
Entre las variables que podrían llevar al gobierno de EE. UU. A tomar la decisión de una intervención militar, las asociaciones económicas con China y Rusia en Venezuela juegan un papel clave, ya que implica una confrontación indirecta con el aumento de los poderes financieros y militares. Un fuerte factor de disuasión.
La estrategia venezolana de integrar su política exterior con la de China y Rusia ha sido una de las más efectivas en esta etapa del conflicto. Esto lo confirma la reciente visita del presidente Nicolás Maduro a China, la llegada a la costa venezolana del buque hospital «Arco de la Paz» y el encuentro bilateral con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, antes de su discurso ante el plenario de la Asamblea General Naciones.
La proyección de Maduro como interlocutor entre potencias competidoras y el uso de recursos energéticos nacionales para generar contrapesos y condiciones geopolíticas que limiten el alcance de la agenda de intervención, es una consecuencia visible de una estrategia diseñada para evitar la guerra como concepto estratégico, al mismo tiempo momento en que se mantenga la ofensiva política y la voluntad de luchar.
Aquí es donde Estados Unidos quizás tenga el mayor obstáculo para superar, si desea continuar con su plan de atacar la soberanía venezolana: cómo intervenir en Venezuela sin iniciar un nuevo frente de confrontación semidirecta con Rusia y China, a la vez cuando están a la ofensiva y cada paso en falso de Washington se usa para debilitar la hegemonía de los Estados Unidos?
Traducido por Daniel Edgar .
On July 4, 2018, the AP news agency in Bogotá stated that last year the president of the United States, Donald Trump, raised the idea of a military intervention in Venezuela in meetings behind closed doors with its top officials and advisers and with presidents of the region in the framework of the General Assembly of the United Nations.
Recall, also, that in a press conference on August 11, 2017, Trump himself assured that the military option was open for our country. After this declaration, President Nicolás Maduro, in accordance with the military doctrine and focus of security and defence in the Bolivarian National Armed Forces (FANB), issued a series of instructions to develop a set of exercises, in civic-military union, as an answer to these aggressions.
Having said this and reviewing the precedents of the US government in the region and in the world, and understanding the softening-up strategy applied to the country in the economic, financial and propaganda fields, a military intervention to our territory is not ruled out. «All options are still on the table» with respect to Venezuela, where the military option is logically included, according to President Trump himself in the framework of the 73rd General Assembly of the UN.
From this assumption some questions arise: Is our FANB able to respond to a possible attack by the US? What would be the possible intervention scenarios that it would use? And finally, which of these theaters of operations would be developed and how would Venezuela act?
Bolivarian military doctrine, prospects for conflict and strategic focus
Since the arrival of Hugo Chávez in 1999, the Venezuelan military paradigm has turned 180 degrees. The Strategic Operational Command of the Bolivarian Armed Forces emphasizes that the current general doctrine of the Venezuelan army is based «on Bolivarian military thought, under the strategic conception of a prolonged people’s war, in order to carry out efficiently the planning, coordination and execution processes of military defence operations, cooperation in the maintenance of internal order and active participation in the development of the nation.»
This new approach to national defence, which since the arrival of the Bolivarian Revolution has become integral in all areas that correspond to sovereignty, was accompanied by a series of elements in the procurement of weapons designed to face the possible scenario of an asymmetric or conventional war waged by external actors.
During the last decade, gradually but systematically, the Venezuelan military defence equipment has been upgraded to the point of having the capacity to deny the airspace to any type of aircraft that wants to fly over it without full authorization.
But beyond the fact of having modernized our entire weapons system, beyond all the military exercises that we have carried out inside or outside the territory, our greatest strategic advantage lies in our knowledge of the threats, in the systematic analysis of possible war scenarios that we could face, in efficiently distributing the defence of the territory through a Layered Integral Defence strategy, promoted from larger to smaller scale theaters by the REDI (Comprehensive Defence Region), the ADI (Comprehensive Defence Areas), the ZODI (Comprehensive Defence Zone), and finally, the ZOSE (Security Zones).
This aspect of any prospective conflict has as its operational focus the war of attrition or trench warfare, where the enemy is confronted in a staggered and stabbing way, emphasizing that each defence strategy varies according to the territory to which a certain component is assigned. This responds to the military maxim of the best possible understanding and use of the terrain to improve the efficiency of combat, and would be applied in case of an occupation scenario by exogenous forces.
In that sense, the Bolivarian Armed Forces recognize that the military confrontation, as a continuation of politics by other means, can vary in its forms, depending on the changing nature of the politics and the society in which it is waged. In this way, you can identify the balance point where the aggressor army is confronted, with the minimum number of casualties and loss of resources and the adaptation of the available resources, obtaining an advantage in a confrontation by way of a specific modality.
Intervention scenarios v’s capabilities of the Bolivarian Armed Forces
In this regard, we must make it clear that for several years, Venezuela has experienced a scaled intervention process; only that the last phase, the military one, has not yet been fully developed and is still used as a threat.
This is so not because the United States, as a military force, lacks the resources to carry it out. It has all the military and logistical apparatus that would be necessary; however, as usual, its army does not go to war if in the target country there is an organized defence system capable of repelling or resisting the intervention over a prolonged period.
For that we only have to review recent history: Afghanistan, Iraq, Libya, Syria, among other cases of recent times. In these countries the military intervention was realized after the military component of the nation was demoralized and weakened from within its internal structures, or previously worn down by internal armed conflicts of a mercenary and terrorist nature, also propitiated by the United States, with the objective of neutralizing the defensive capabilities of the target country.
With respect to Venezuela, and taking into account the margin of error implied by any projection, the intervention could take place under the hypothesis of three scenarios. Each and every one of them, also, entails a response scenario from the FANB.
Saturation Bombing and Lightning War
This scenario, although very appealing to enemy forces, because it bases its strategy on the so-called «softening-up fire» that allows reducing casualties to zero because they are attacks from a distance, at the moment represents the biggest obstacle and the most difficult strategy in an eventual military attack.
This is because the military and geostrategic conditions that Venezuela currently possesses do not allow it. With regard to the territorial dimension, our country has a layered defense system, consisting of an anti-aircraft defence system among the best in the world, which has already been tested by the US military forces in other latitudes (Syria, for example ) with adverse results.
The political and media cost of a large-scale intervention of this type is very high because it represents a high probability of failure. Today our country has equipment that detects the enemy presence in sea and air at a minimum of 300 km in a straight line and with a ceiling that is around 25 thousand meters high. Accompanied by Su-30MK2 aircraft, which have the ability to confront any enemy before it invades our airspace, the thesis of a Lightning War (occupying the target country in a few days with a minimum number of casualties) is extremely difficult to carry out. This is compounded by the existence of civil and military focal resistance points that may be encountered in a subsequent phase of the intervention.
The acquisition several years ago of the S-300VM medium-range air defence system, means that Venezuela has a staggered anti-aircraft defence system composed of ZU-23 anti-aircraft cannons, Buk-2M missile systems, and Russian Pechora-2M and S-300VM systems, capable of intercepting all kinds of targets, be they missiles or planes in a range of up to 200 kilometers. This defensive factor complicates the effectiveness of an eventual air campaign against the country.
Intervention from the border areas
There is a likelihood that a military intervention could be carried out within the triple border that our country has with Brazil, Colombia and Guyana. A military invasion from these locations would only be possible with the Colombian army, due to a specific geographical reason: it is the military force closest to the capital of the Republic and with greater accessibility, because there are communication channels that would facilitate such an attack.
Moreover, Brazil’s reluctance to accept an intervention in Venezuela and the almost irrelevant role of Guyana in the current stage of the political conflict means that Colombia is where the first shots could come from.
Specifically in Colombia, the issue operates with a different logic. Even with the support of US military bases and personnel in its territory, operationally they would have to deal with the role that different armed groups that live in those areas near the Venezuelan border, such as the so-called Colombian Self-Defence Groups and the Bacrim (‘Criminal Bands’), who would also defend their interests and areas of influence in the event of a conflict initiated in spaces that they consider their exclusive territories.
Now, in terms of the military capabilities of both countries, according to the prestigious military portal Global FirePower, in its ranking of 2018, Venezuela and Colombia are virtually tied in firepower and military capabilities. However, in more specific lines, Venezuela leads. While the country has 696 combat tanks of different types, 57 self-propelled artillery vehicles and 52 rocket launchers (Smerch type), Colombia does not possess units of these key equipment for conventional or asymmetric land combat.
In terms of combat aircraft and towed artillery, Colombia outnumbers Venezuela, however, the quality of Russian equipment purchased by Venezuela in these categories demonstrate greater capacity than the US equipment bought by the neighboring State.
In anti-aircraft defense, for the expert in conflicts of the University of Rosario, Vincent Torrijos, «Colombia does not have a credible anti-aircraft defense system», which contrasts enormously with the capabilities acquired by Venezuela in this field for several years. Understanding this weakness and acting belatedly, General José Mauricio Mancera, head of strategic planning for the Colombian Air Force, indicated that it is necessary for the neighboring country to acquire an anti-missile system to have a «clearly defensive policy.»
This, together with the regional defence capacity that has been installed through the formation of integral defence networks, knowledge of the terrain and the operational readiness for the containment of an occupation army using asymmetric warfare, put at risk the effectiveness of any military intervention that comes from Colombia, given the advantages that Venezuela has.
But beyond these aspects, one of the maxims in any war is that one must have the greatest control over the strategic variables that allow the balance to tip favorably, and for now neither Colombia nor the United States have total control of factors that range from geopolitics, disposition to real combat, and American internal drift.
Another key aspect that could limit the scope of an intervention through Colombia is the preparation of the FANB in the defense of the territory, its high levels of articulation and its high morale, which in this cost-benefit relationship, would be a decisive influence in our favor.
Military intervention through irregular or terrorist factors
The political, strategic and also economic costs of the previous forms of intervention could open the scenario of an intervention through terrorist tactics.
Within the framework of the Plan for Recovery, Growth and Economic Prosperity, one of the actions taken by the Venezuelan government is aimed at equating the cost of gasoline with international prices, due to which service stations, fuel tanks and other components of PDVSA (the State-owned petroleum company), could become attack targets.
The regularization of the sale of gasoline and the affectation of contraband could precipitate the activation of armed groups linked to drug trafficking on the Colombian side, who are the main beneficiaries of this business. The exercises, a little over a month ago, of responding to damage to the bridge over Lake Maracaibo, together with the frustrated assassination attempt against President Nicolás Maduro, are signs that the model of intervention through unconventional warfare is on the agenda.
Given this, it is no coincidence that paramilitary groups such as the «Tren de Aragua» issued a statement a few days ago declaring a frontal war against the police forces, just at the moment when tensions with the United States are at their peak.
The permanent sabotage of the national electricity system, the increase in violence on the Colombian border due to the conflict of interests between paramilitaries and apparently isolated facts such as the discovery of a clandestine ammunition factoryin Cabudare (located in Lara state) indicate that the irregular route is being tested and financed behind the scenes in the absence of an electoral or politically viable option to remove Chavismo from power in the medium term.
In this sense, the intelligence and internal security apparatus (SEBIN, PNB and GNB) has played an important role in dismantling actions of this type, through the tactical positioning and handling of anticipated information, executed efficiently by the Force of Special Actions (FAES), as happened in January of this year in El Junquito, Miranda state, with the dismantling of Óscar Pérez’s terrorist cell.
Because of the low political, economic and logistical costs that it represents for the United States, terrorism could be an option to be used to precipitate military intervention mechanisms in Venezuela, which is also not guaranteed of success given the capabilities of the national security apparatus to disarticulate mercenary factors and how it has taken the lessons provided by this type of interference in Iraq, Syria and Libya, to achieve greater effectiveness in the anticipation and detection of threats.
Closing Remarks
We must consider that, for the Venezuelan government, geopolitics is also assumed as a defence policy that has a notorious influence.
Among the variables that could lead the US government to take the decision of a military intervention, the economic associations with China and Russia in Venezuela play a key role, as it involves an indirect confrontation with rising financial and military powers. A strong factor of dissuasion.
The Venezuelan strategy of integrating its foreign policy with that of China and Russia has been one of the most effective in this stage of the conflict. This is confirmed by President Nicolás Maduro’s recent visit to China, the arrival to the Venezuelan coast of China’s hospital ship «Arch of Peace» and the bilateral meeting with Russian Foreign Minister Sergey Lavrov before his address to the plenary of the General Assembly of the United Nations.
The projection of Maduro as interlocutor between competing powers and the use of national energy resources to generate counterbalances and geopolitical conditions that limit the scope of the intervention agenda, is a visible consequence of a strategy designed to avoid war as a strategic concept, at the same time that the political offensive and the willingness to fight are maintained.
This is where the United States has perhaps the biggest obstacle to overcome, if it wishes to continue with its plan to attack Venezuelan sovereignty: how to intervene in Venezuela without initiating a new front of semi-direct confrontation with Russia and China, at a time when they are on the offensive and every false step by Washington is used to weaken the hegemony of the US?
Translated by Daniel Edgar.
2 Comentarios
Christian
Tu artículo esta lleno de faltas ortográficas XD
Christian
XD esos fierritos viejos contra la armada gringa