SALE HOY PUBLICADO EN EL DIARIO DE LOS GACHUPINES «EL PAÍS»:
Del Acuerdo de Barbados, firmado entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, va quedando en pie solo la fecha de las presidenciales, fijadas dentro del segundo semestre de 2024. Al Día D -el 28 de julio- se llegará, sin embargo, con unas garantías democráticas incluso peores a las de las últimas elecciones realizadas en 2021 para escoger a gobernadores y alcaldes. Todos lo saben y pese a eso, persiste la disposición a votar de la gente y la de la oposición a seguir en la ruta electoral pase lo que pase. La retirada de la observación electoral de la Unión Europea ha sido la más reciente. Las autoridades chavistas condicionaron su presencia al levantamiento total de las sanciones que hay contra 50 funcionarios y así se desbarataron los planes de volver a contar con un cuerpo de expertos como el que se tuvo hace tres años. Sí se espera a las misiones del Centro Carter y la ONU pero con medios muy inferiores a los de la UE.
La presencia de la UE como observadora electoral se ha convertido en un punto de honor de la oposición, despojada de la posibilidad de inscribir a la candidata que eligió en primarias, María Corina machado, por lo que vio obligada a inscribir al sustituto Edmundo González Urrutia, el segundo intento tras el breve furor de la primera suplente, Corina Yoris. También lo ha sido de la comunidad internacional, en particular de Brasil, que esta semana ha hecho un fuerte exhorto a Venezuela a abrirse a una observación internacional amplia.
La líder opositora Machado sigue adelante aferrada a su caudal de popularidad que se pondrá a prueba en el terreno espinoso que ha dejado el chavismo. Aunque fue inhabilitada por el Supremo, es ella la que recorre el país para pedir a sus seguidores que voten por Edmundo González y hace demostraciones de fuerza con las menguadas movilizaciones de Nicolás Maduro que hasta ha intentado parecer una de estrella de rock y se ha lanzado entre el público en uno sus actos, cargado por sus escoltas.
Esta semana, Machado ha insistido en pedirle al Gobierno rectificar la decisión de retirar la invitación a los europeos. “Ellos están reconociendo que no quieren ser observados. Creo que es un gran error, creo que es algo que debería reconsiderarse”, dijo la dirigente. “¿Por qué lo hacen? ¿Qué planes tienen? Es lo que no quieren que vean los observadores internacionales. Los venezolanos no estamos actuando con ingenuidad; sabemos lo que enfrentamos: un proceso que no es ni limpio ni justo”. También ha dicho la líder opositora que la observación electoral la pueden hacer los propios venezolanos, para lo que ha creado distintas formas de organización como los comanditos y la red 600K, para movilizar a la ciudadanía el 28 de julio para la defensa del voto.
Para la experta electoral Griselda Colina, las negociaciones siguen abiertas. No da por cerrada la participación de observadores de la UE, pues más que de lapsos y tiempos de organización el asunto es político. En mayo, una avanzada de evaluación la misión europea estuvo en Venezuela y constató que las condiciones son peores, pero su presencia puede ser clave. “La negociación no está cerrada. Hay una serie de garantías que se plantearon en el Acuerdo de Barbados y el proceso está avanzando a pesar de que no se ha cumplido con esas condiciones, porque la gente quiere que avance, porque los ciudadanos tenemos la capacidad de decidir un destino”.
Colina pone el ejemplo de 2021, donde finalmente hubo presencia de observadores internacionales a través de un acuerdo entre el Gobierno y la oposición, el mismo que hizo posible la conformación de un Consejo Nacional Electoral (CNE) más equilibrado. Esa vez la UE regresaba a Venezuela después de 15 años de ausencia, cinco de los cuales, entre 2015 y 2020, los venezolanos concurrieron a elecciones sin ningún tipo de observación internacional. En ese tiempo, el chavismo jugó solo contra la abstención, creó un Parlamento paralelo y reeligió a Maduro en unos comicios que crearon la crisis institucional que derivó en un férreo cerco diplomático y económico.
La falta de ojos sobre el proceso abre camino una vez más a que eche mano de su control electoral. Fuera de la UE, las misiones del Centro Carter y del panel de expertos de la ONU —cuyos informes son para el secretario general, António Guterres— tendrán presencia, pero está por verse con cuanta libertad. El CNE suele condicionar su autorización al plan de observación que tengan. Además, vienen veedores de organismos como Celac, Caricom y Unión Africana que no producen informes técnicos y suelen aceptar el silencio de su rol de acompañantes.
Está por confirmarse la participación de dos organizaciones nacionales, con larga experiencia y estructura para monitorear más de cerca el proceso: Observatorio Electoral de Venezuela y Red de Observación Asamblea de Educación. Ninguna de las dos ha recibido las credenciales, lo que ha levantado algunas alertas ante la necesidad de prepararse técnicamente para la fecha. La segunda, al menos, ya participa en las auditorías del sistema de votación.