Por: Adrián Sotelo Valencia / Lahaine.org
Dividir a las fuerzas armadas para concretar el golpe
Ante
los constantes fracasos de EEUU y de sus esbirros de la derecha
venezolana para concretar el tan proclamado y nunca concretado golpe de
Estado del 30 de abril, la nueva táctica que están ensayando es el
intento de fracturar a las fuerzas armadas del país. Así lo muestra los
constantes llamados y chantajes desde el Departamento de Estado y del
presidente bufo Guaidó a sectores de su clientela política domesticada
para presentarse a los cuarteles del país y lograr la adhesión de las
fuerzas armadas para realizar la presunta «transición» y celebrar nuevas
elecciones.
El diputado opositor y autoproclamado presidente
encargado, que dirigió el fallido intento de golpe de Estado, logró
escaso apoyo el sábado 4 de mayo en las manifestaciones en Caracas y
reconoció, en entrevista con el Washington Post, que la oposición
sobreestimó el respaldo que tenía dentro de las filas militares, el cual
en el mejor escenario fue ínfimo. No hubo fotos aéreas de multitudes
ondeando banderas, ni discursos grandilocuentes y medios de comunicación
espectaculares. Ese sábado, la convocatoria de Guaidó apenas contó con
la presencia de un centenar de adeptos fanáticos que quedaron
desangelados a eso del mediodía.
En términos de logística, el
objetivo central de los golpistas norteamericanos es la fractura de las
fuerzas militares bolivarianas para contar con un apoyo interno que
pudiera soportar el golpe sin un respaldo ampliamente popular.
Hechos
como el de un grupo de desconocidos fuertemente armados que emboscó a
una comisión militar mixta la madrugada de ese mismo día dejó tres
efectivos muertos en la Carretera Magdaleno, en la ciudad de Palo Negro
del estado Aragua (en el centro-norte) y fue asesinado el director de la
Escuela de Formación de Tropas Profesionales de la Aviación Militar y
general de brigada, Jackson Silva Zapata. Se registró un saldo de cuatro
militares y dos policías muertos. Ocurrió también el desplome de una
aeronave donde viajaban los efectivos que resguardaron al mandatario
venezolano, Nicolás Maduro, cuando la aeronave se precipitó a tierra en
una zona montañosa del estado Miranda donde desafortunadamente siete
integrantes de la Guardia presidencial perdieron la vida en las
inmediaciones del sector El Volcán, municipio El Hatillo del estado
Miranda (centro-norte).
Dentro de esa estrategia golpista de
Washington, el gobierno bolivariano operó la identificación del grupo
golpista encabezado por un general, que al momento del golpe era el
director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN)
denunciado por haber sido cooptado un año antes por la CIA y hoy
expulsado y degradado, además de prófugo de la justicia; y al menos diez
diputados en desacato que fueron desaforados para ser detenidos y
juzgados por delitos graves, entre otros, el de traición a la patria.
Entre ellos se detuvo a Edgar Zambrano diputado de la derecha fascista
que aparece felicitando, en el distribuidor Altamira de Caracas, a los
golpistas ante la ilusión óptica de haber «concretado el golpe»,
abrazando al bufo y a Leopoldo López este último fugado del arresto
domiciliario y posteriormente alojado en las instalaciones de la
embajada española en Caracas.
El ministro de Defensa de Venezuela,
Vladímir Padrino López, denunció y reclamó a las autoridades militares
de EEUU que respetaran las aguas territoriales del país suramericano,
tras la incursión del buque USCG James que fue detectado navegando
ilegalmente a 14 millas náuticas de la costa venezolana entre el 8 y 9
de mayo. Después de advertencias por parte de la marina venezolana, el
buque invasor abandonó las aguas territoriales fronterizas.
Todos
estos hechos, aparentemente aislados, constituyen un todo dentro de una
estrategia global encaminada a destituir al presidente Nicolás Maduro
del poder presidencial e instituir un régimen de excepción gobernado por
Washington a través de sus marionetas, tipo Guaidó y López.
Mientras
tanto, aquél no ceja en su empeño de mantener su accionar hasta lograr
la caída del gobierno constitucional bolivariano. Incluso, para ello, ha
declarado públicamente que estaría dispuesto a entablar conversaciones
con el comando Sur de EEUU para «autorizar» y «coordinar» una eventual
intervención militar con tropas de ese país. Situación que el gobierno
constitucional ha denunciado y rechazado sistemáticamente.
A estas
alturas de la corta historia de los variados intentos de golpe de Estado
en los últimos veinte años impulsados por EEUU y la llamada oposición
venezolana, cada vez más se refuerza la hipótesis de que esta tarea sólo
se podrá realizar con éxito fundamentalmente a través de la
intervención militar y de una eventual fractura en el seno de las
fuerzas armadas. Lo que, sin embargo, resulta improbable dado que en las
distintas manifestaciones ante los medios de comunicación y en
distintas estancias de la vida pública del país por parte de los
dirigentes militares, estos han dado muestras de fehaciente cohesión y
de su incuestionable adhesión y apoyo al gobierno constitucional
legalmente establecido mediante el proceso electoral democrático. Y ya
no se diga en el campo popular donde trabajadores, campesinos,
indígenas, estudiantes y otros sectores de la sociedad — incluso de la
propia oposición — han dado muestras de oponerse a cualquier
intervención
militar por fuerzas extranjeras y, de una manera muy
importante, expresado su apoyo al gobierno en turno que mantiene las
riendas del poder y el conjunto de instrumentos de carácter económico,
social, político y militar para la manutención de la nación para
impedir, a toda costa, la intervención de EEUU en una eventual invasión
al estilo de las ocurridas en el pasado en América Latina y el Caribe.
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