José Sant Roz
- En el fondo de todas las ideas y fundamentos de la derecha está en racismo, el desprecio por el pobre. La Biblia habla de CONFUSIÓN cuando se hace algo aberrante, por fuera de los valores sagrados de la conciencia humana. Por ejemplo, dice, CONFUSIÓN es aparearse con animales, y en la actualidad, CONFUSIÓN es fobia contra los negros, mulatos, zambos, indígenas, pobres o discapacitados.
- Advertencia crucial, queridos hermanos venezolanos: todos tenemos razones para quejarnos de muchas cosas. Uno sale a la calle y ve situaciones que nos enervan, que nos indignan, que llevan largo tiempo sin ser resueltas, sin ser reparadas, por ejemplo. Es decir, nos duele la indolencia de ciertos funcionarios que deberían estar pendiente de tantos desastres en las vías, en hospitales, escuelas, en el problema del aseo, en el abandono de plazas o parques. Pero todas es cosas no es para convertir a la queja en el emblema nacional. No señor. Todos tenemos parte de culpa de los males que nos rodean, y son desastres que a la vez no va a venir la derecha a resolverlos, sino todo lo contrario. Ahí está el ejemplo de lo que pasa hoy en Argentina. La derecha tuvo su oportunidad durante cincuenta años para no haber llegado al desastre de un Caracazo, en épocas plenas de Vacas Gordas, pero en los que nunca tuvimos un proyecto de grandeza nacional…
- Ojalá la gente pudiera darse cuenta a tiempo de esto. Es con también ustedes, hermanos negros, mulatos, zambos, indígenas, pobres, que en algún momento de desesperación, frustración o desconfianza hayan podido creer la salida a las dificultades consista en venderles el alma diablo del imperio.
- Los fatuos de la derecha se cansan de todo lo que emprenden porque ellos no hay razones profundas para resistir y luchar. Hubo un tiempo en que ridículamente comenzaron a ponerse unos petos de próceres (ideados por Lilian Tintori), y los lucían en Caracas, Miami, Bogotá, Nueva York o Madrid. Pero sabrían acaso estos sifrinos de la derecha que Estados Unidos nunca nos reconoció como nación durante la guerra de independencia y que más bien ayudó con pertrechos y grandes recursos a los realistas? ¿Sabrían acaso estos cursis de los petos mayameros que fue bien tarde, en 1823, después de la paliza que Bolívar le dio al general Barreiro en la Batalla de Boyacá, cuando los gringos decidieron respetarnos y muy tímidamente reconocernos como república independiente?
- He aquí, señores ignorantes seguidores de María Corina Machado y el mequetrefe de Edmundo, el documento histórico con que se desnuda la artera política de los gringos. El Libertador, en carta del 25 de mayo de 1820 a José Tomás Revenga, su secretario general (posteriormente ministro de Relaciones Exteriores y ministro de Hacienda) le exponía: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimidar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses. El secreto del Presidente (de los Estados Unidos) es admirable. Es un chisme contra los ingleses que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio lo que en efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los norteamericanos que con respecto a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. NO NOS DEJEMOS ALUCINAR CON APARIENCIAS VANAS; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer. Yo no sé lo que deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran los norteamericanos: por una parte dudo, por otra parte me afirmo en la confianza de que habiendo llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Si el primer caso sucede, quiero decir, SI SE NOS PRETENDE ENGAÑAR, descubrámosles sus designios por medio de exorbitantes demandas; si están de buena fe, nos concederán una gran parte de ellas, si de mala, NO NOS CONCEDERÁN NADA Y HABREMOS CONSEGUIDO LA VERDAD, que en política como en guerra es de un valor inestimable. YA QUE POR SU ANTINEUTRALIDAD LA AMÉRICA DEL NORTE NOS HA VEJADO TANTO, exijámosle servicios que nos compensen sus humillaciones y fratricidios. Pidamos mucho y mostrémonos circunspectos para valer más…” (Carta a John Baptist Irvine, Angostura, 29 de julio de 1818).
- ¿Pero saben señores de la derecha, por qué Bolívar escribía estas cosas a Revenga?, porque en 1817, vino a Venezuela un mercantilista y político gringo de nombre John Baptist Irvine, a hacer negocios a favor de los realistas. Bolívar sorprende al hijo de puta Irvine suministrándole pertrechos a los godos y se lo reclama frontalmente, y el gringo con la típica pose del “yo no fui”, le responde que ellos son NEUTRALES. Entonces la inmensa dignidad de Bolívar no conoce límites y le responde: “¡Neutrales! quienes han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos y para alimentar a unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana. ¡Sangre de sus propios hermanos! ¿Por qué se prohíbe en el Norte que se nos ayude? ¿Por qué a la prohibición se le añade la severidad de la pena (de muerte), sin ejemplo en los anales de la República del Norte? (Carta a John Baptist Irvine, Angostura, 29 de julio de 1818)”.
- Sepan señores de la derecha, que fue para el Libertador tan enojoso este enfrentamiento que le abrió los ojos en relación con el carácter miserablemente mercantilista de los gringos. A finales de 1825 los llamaría regatones americanos[1]. Esto es el mejor título que le queda al país de los best sellers, que trafica con Dios en mil sectas, el que vende el amor y sus presidentes, el que hizo de las mafias y el narcotráfico la mayor fuente de riqueza de su actual imperio y que impone procónsules en cientos de naciones para explotarlas y esquilmarlas, y por eso dirá el Libertador: “Aborrezco a esa canalla (a los gringos) de tal modo, que no quisiera que se dijera que un colombiano (de la Gran Colombia) hacía nada como ellos”. (Potosí, 21 de octubre de 1825. Al general F. de P. Santander).
- Estos malvados seguidores de la derecha son idénticos a Santander, quien jamás ganó una batalla y quien tuvo la inmensa desvergüenza de pedirle a Bolívar que a través del Congreso se le ascendiese a General en Jefe, y que además se le colmase con propiedades, hatos y casas, mediante decretos, sin necesidad de que el Congreso los aprobase. Se auto-adjudicó la mejor hacienda de Bogotá, Hato Grande (una especie de Camp Davis colombiano), dos casas en Bogotá y se robó parte del empréstito solicitado a la casa Baylli y Goldsmith, junto con los banqueros Arrubla y Montoya.
- Sépanlo señores de la derecha que todos los Generales en Jefe de la guerra de Independencia nacieron en la tierra de Bolívar, no en Miami, en Colombia o Europa. Sintámonos orgullosos de nuestra historia, porque los venezolanos escribimos y estamos escribiendo las más grandes páginas de nobleza, hermandad y libertad en todo este continente. La Nueva Granada (la Colombia de hoy), no tuvo un solo General en Jefe, todos en aquella gesta inmortal fueron venezolanos: ante todo el generalísimo Francisco de Miranda, Carlos Soublette, Santiago Mariño, Juan Bautista Arizmendi, José Francisco Bermúdez, José Antonio Páez, Rafael Urdaneta, Manuel Piar, Antonio José de Sucre (Mariscal, fundador y primer presidente de Bolivia) y José Antonio Anzóategui (el más grande héroe de la Batalla de Boyacá). Seguido de otros eminentes generales que libraron batallas en todo el continente: Juan José Flores (el primer presidente de Ecuador), Jacinto Lara, Bartolomé Salom, Mariano Montilla, Pedro Briceño Méndez, Pedro Zaraza, Negro Primero, Justo Briceño, Florencio Jiménez,… y por supuesto que ninguno de ellos jamás habría lucido un ridículo peto mayamero, ni hubiese ido a buscar calidad de vida en el reino de los regatones americanos.
- Los de los petos mayameros de Lilian Tintori se hacían además llamar templarios, Power Rangers, vikingos o súper héroes de comiquitas. En cambio, los verdaderos libertadores se habían habituado a luchar en medio de las más grandes estrecheces: anduvieron descalzos en las playas de Güiria, con guayucos en Guayana, desnudos en los llanos y con la mayor austeridad hicieron el Paso de los Andes. Fuerza y coraje les daba la adversidad. El 22 de diciembre de 1823, Bolívar desde Trujillo, en Perú, en medio de las más penosas circunstancias le escribe a Sucre: “El cuadro es horroroso pero no me espanta, porque estamos acostumbrados a ver muy de cerca los fantasmas más horribles, que han desaparecido al acercarnos a ellos”. Para la batalla de Boyacá, la que dio la libertad a la Nueva Granada, en la que Bolívar y Anzoátegui destrozan a Barreiro y a sus 2.800 soldados, las fuerzas patriotas apenas se componían de 400 desertores y vecinos de las montañas, 600 indios miserables, 250 negros, 600 llaneros, 200 ingleses (“gente buena pero delicada para luchar en estos terrenos”) y 400 jinetes. Un ejército improvisado, mal armado, anárquico y mal vestido, pero decidido a ser libre[2].
- Qué sabe la derecha de aquel cuadro desolador enfrentado por el Libertador el 5 de septiembre de 1814, cuando se planteaba: “¿Para qué destruir hombres que no quieren ser libres?, ¿para qué darles libertad cuando depravación de sus espíritus les hace amar las cadenas como si éstos fueron sus vínculos sociales? Vuestros clamores, patriotas, deben dirigirse contra esos ciegos esclavos que pretenden ligaros a las cadenas que ellos mismos arrastran; y no os indignéis contra los mártires que fervorosos defensores de vuestra libertad, han prodigado su sangre en todos los campos, han arrostrado todos los peligros, y se han olvidado de sí mismos por salvaros de la muerte o de la ignominia…”.
[1] Regatón quiere decir vendedor al por menor, persona que regatea mucho.
[2] Del libro “Nuevas crónicas de historia de Venezuela”, tomo I, Nº 37, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia de Ildefonso Leal, 1985, pág. 335.